Capitulo Único
Capitulo Único
Para ser sincero, cuando Harry decidió ser un animago estuvo muy contento de la forma animaga que obtuvo porque, de alguna manera, se sentía un poco más cerca de Remus y Sirius.

Un lobo negro de ojos verdes.

Era grande, era precioso.

Juguetón como un perro, poderoso como un lobo.

Y cuando dijeron que podía adquirir algunas características de su animal interior no se preocupó. Todos los animagos lo hacían.

Querer correr, aceptado. Liberaba estrés, le proporcionaba energía, lo hacía sentir libre. El amor por la carne y la cacería, el olfato y oído más agudos, también estuvo bien, lo hacía sentir fuerte, controlado. Tener de pronto una manada no sonaba tan loco, no cuando estaba formada principalmente por los Weasley, Teddy, Andrómeda, Hermione y Luna... todas las personas que Harry apreciaba y quería. El problema fue cuando, de pronto, notó que Malfoy era parte de esa manada porque no se suponía que lo fuera. Malfoy no era un amigo o familiar. De hecho, Harry había agradecido cuando empezaron a ignorarse mutuamente. Sin embargo, el lobo no pensaba igual.

Ya fuera porque lo salvó antes, o porque Malfoy era cercano aunque no de forma positiva, lo cierto es que el lobo lo consideraba parte de su manada. Se enojaba cuando los demás lo trataban fría o groseramente, cuando lo molestaban en el pasillo, cuando miraba tristemente algo.

Harry aún podía recordar cómo había golpeado a ese alumno de séptimo año de Ravenclaw que había golpeado a Malfoy. De pronto había pasado junto a él y su olfato detectó el olor de Malfoy en las manos. Su instinto lobuno frunció el ceño, hasta que más que también detectó dolor. Y cuando escuchó su risa burlona, diciendo como le había dado su merecido a ese mortífago... simplemente no se pudo controlar.

Por supuesto, parte era el lobo, y parte era Harry. Pero cuando se trataba de Malfoy simplemente era complicado diferenciarlos. Se sentía como si realmente fuese un hombre lobo, como si estuviera cuidando a alguien importante.

Puede que sea porque es el más débil del clan, pensó.

Pero pronto fue obvio que esa no era la razón.

En el desayuno, Harry solía sonreír feliz mientras miraba a su alrededor y de pronto miraba la mesa de Malfoy, y su sonrisa desaparecía cuando notaba que Malfoy no estaba comiendo correctamente. Parecía pensativo, pero en lugar de sospechar si hacía algo malo, Harry se preocupó y pronto luchó contra las ganas de ir y hacer que el otro comiera. Luego lo vio solo en clase de pociones, y casi clavó las garras en su mesa para no abandonar a Ron y sentarse junto al solitario rubio. Y luego, cuando miró a un gryffindor de un año anterior al de ellos, pasando bruscamente y golpeando al otro en el camino, gruñó enojado, asustando a sus amigos, quienes preguntaron si todo estaba bien.

No lo estaba.

A medida que los días pasaban el estrés de Harry aumentaba más a medida que no solo no se acercaba a Malfoy, sino que otras personas como Parkinson podían hacerlo. Aumentaba cada que Malfoy pasaba a su lado sin mirarlo, cada que su aroma estaba impregnado en algún slytherin, o el mismo rubio tenía un rastro de su aroma de otras personas.

No era normal, Malfoy no era como los otros miembros de su manada. Harry se preocupaba por ellos, claro, pero no se enojaba si Neville tomaba la mano de Luna, o Dean rozaba el hombro de Ginny, o Ron besaba la mejilla de Hermione. Sin poder comprender buscó información sobre los lobos y, con espanto, llegó a la conclusión que probablemente había adquirido una característica más de su forma animaga.

Tener una sola pareja.

Y ahora, el ver como Zabini acercaba su rostro sonriente al de un desconcertado Malfoy, quien se inclinaba hacia atrás, abrazando sus libros y topando con uno de los muebles de la biblioteca, con las mejillas coloreándose rápidamente de rojo, hacía...

Hacia enojar a Harry.

Maldita sea, si no lo hacía.

Se separó de todos sus amigos, hacia ese punto donde ambos slytherin hablaban en voz baja. Justo en el momento en que Blaise Zabini estaba a punto de alcanzar a Malfoy, Harry metió la mano, ocasionando que Zabini besara la mano del gryffindor en lugar de los labios del slytherin.

-Ugh, que asco-se quejó Harry agitando la mano y lanzando un hechizo de limpieza.

-¡Potter!-gruñó Zabini-¿qué diablos haces?

Malfoy en cambio, suspiró aliviado, y miró a su salvador.

-¿Potter?

-Me parece que tu y yo teníamos una cita, Malfoy. Y llegas tarde-respondió Harry en tono amable, ignorando deliberadamente al otro; y Draco parpadeó confundido ante la mentira, pero pronto aprovechó la oportunidad y recuperó terreno en el pasillo entre los libreros.

-Cierto, cierto. Entonces, si nos disculpas, Blaise...

-¿Que demonios, Draco?-preguntó su compañero, pero Harry evitó que Malfoy respondiera, apresurándolo a seguir su camino. Solo sonrió victorioso al italiano, y colocó su mano en la cintura del otro, guiándolo a su mesa. Cuando llegaron a ella, Harry le ofreció su asiento y el otro lo miró extrañado. Aun así, le sonrió con titubeo y saludó a los otros dos miembros del trío dorado con educación. Eso hizo a Harry ronrronear satisfecho. Por fin los miembros más importantes de la manada estaban juntos, pero aún más importante era que Malfoy estaba a su lado, tranquilo, con el olor de Harry en él. Y Harry había alejado a ese bicho molesto del otro.

-Gracias por eso, no planeo molestarlos así que estaré el tiempo suficiente para que Blaise se vaya y no nos topemos en nuestra habitación.

-¿Comparten habitación?-gruñó Harry y Malfoy miró confundido su cambio de humor. Hermione en cambio, jadeó, atrayendo la atención de todos, como si lo comprendiera. Seguramente lo hacía.

-¿Qué pasa? - preguntó Malfoy, y Harry pensó en responder antes de mandar todo a volar y besarlo.

No lo sabía, pero llevaba semanas enteras esperando por ello. Se sentía emocionado, como si hubiera estando cazando a Malfoy sin éxito por semanas y pronto lo tuviera entre sus garras. Tomó la cabeza de Malfoy, sus dedos metiéndose entre su suave cabello y lo acercó rudamente a él, invadiendo su boca. El sonido de sorpresa llenó los oídos de Harry, pero con satisfacción notó que el otro no se separó y en cambio cerró los ojos, apoyando una mano en el pecho de Harry. Podía oír el jadeo aterrorizado de Ron y el sonido de dolor ante el codazo que seguramente le dio Hermione, podía oír el corazón de Malfoy latiendo con locura, como la ropa de Malfoy se arrugaba conforme Harry apretaba la tela de su túnica en su cadera para acercarlo. Si antes sentía que todos sus sentidos eran avanzados ahora se sentía como si todas sus terminaciones nerviosas estuvieran explotando. El conocimiento de que estaba desarreglando la perfecta vestimenta y peinado del otro, que estaba destrozabdo su temple y que el otro lo dejara, lo hizo estallar de placer. Y de pronto se sintió posesivo. Quería ser el único que pudiera tener a Malfoy, destrozarlo, invadirlo de placer. Puso al otro en su regazo y empezó a moverse contra él. Malfoy jadeó bajito, y para Harry fue la gloria.

-Merlín, Harry, Malfoy, estamos en público. Si Madam viene... los demás están mirando.

-Compañero, por favor-lloriqueó Ron, y dentro de Harry su lobo gruñó porque el pelirrojo era parte de su manada, pero estaba usando el título que únicamente podía usar el hombre entre sus brazos.

Como fuera, cuando se separaron y un fino hilo de saliva se deshizo entre ambos, lo único que a Harry le importaba eran las mejillas rojas, los labios hinchados y la expresión soñadora del otro.

-Yo...¿qué fue eso?-preguntó Malfoy y Harry sonrió de lado, satisfecho con su creación antes de besarlo superficialmente. Cuando se separaron de nuevo, exclamó con voz ronca

-Este soy yo marcando mi territorio. ¿Quieres salir conmigo?

Podía escuchar perfectamente los susurros de los demás, pero eso no evitó que escuchara el suave 'si' de la voz del otro.

-Solo, no entiendo-mencionó la serpiente mirando a los amigos de Potter, pero este solo respondió que se lo explicaría pronto. Tomó al otro de la mano y lo obligó a salir de su regazo, arrastrándolo hacia el campo de quidditch donde pensaba seguir besándolo entre las gradas.

-Harry,- lo llamó Hermione- te veremos en la cena.

Harry sonrió y asintió.

-Hasta luego, Malfoy.

-Ummm, adios-respondió torpemente el otro antes de que Harry los apresurara a dejar la biblioteca y lo pegara en la pared más cercana antes de besarlos de nuevo. Sin importarle que los otros lo vieran. Se sentía feliz, excitado, poderoso.

-Tardaré un rato antes de dejar de besarte-le aclaró a Malfoy y el otro asintió.

-Siempre que me digas qué pasa, Potter.

Harry rió ante la manera en que lo llarmaron.

-Harry, llámame Harry-insistió.-Me gustaría llamarte Draco.

-Está bien.

Harry se sintió satisfecho, completo.

Si de él dependía, Malfoy jamás dejaría su manada.

En cambio, ayudaría a expandirla

© Anastasia Malfoy,
книга «En las garras del lobo».
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