LAMENTACIONES
LAMENTACIONES
PRIMERA

Ah, la entrada por la salida y un relieve que marca la entereza del muro en el que golpea con atroz fuerza de abominables carcajadas endurecidas al rotar de este maravilloso encuentro con el frente a frente donde se acumula el carisma, resbalando por la pendiente el aceitoso salivazo, dónde en su alboroto no se convertirá en laguna si las algas trazan verdosas y rojas cubiertas en espesor de esa tendencia al flotar viajando. Retoza al igual que una coagulación, placas que amarillean las patas de los gallos en una mañana de un despertar al vetusto alambre con el que se cercan los prados, hermanos de arroz y leche id de vuelta a la cabaña del quisquilloso pescador que en el remolino destapó un agua más de virtuosa clemencia que ambrosía para vuestros tupidos escombros.

SEGUNDA

Ebrio de mudanzas, a un solitario paso del huérfano lugar donde coquetean los sobrios del mareo, asco de vomitar tanto énfasis en la lubricación del ano, bastante derroche es el despiste del callar a el jabón loncheado para una jugosa comida de gritos que especulan si el más alto es el mayor, pues por su aspecto jorobado, todos, los que revientan de su propuesta silban como una mascota en su aullido y despacio, orugas de cemento que nombran la testaruda hilera de fuentes agotadas y asnos salvajes en busca de un cenicero para colillear el fuego. Gime buitre, picotea desde la ventana preparándome esa cafetera de cloro que esnifo con la boca sobrecargada de monedas, siempre estás disponible a coger , cien, cero, lo que sobre del gas, de la tubería que no calienta mas ahí sigues con tantas cervezas que te bastas en el alado movimiento de las aspas o la alas que acostumbran a vivir en las montañas, rimando el aire, mientras, el camarero se guarda otra propina de cómodas y cajones, y de un espejo en el retrete.

TERCERA

Un exponente de sombreros de paja multiplica el volumen de la infatigable ardilla empolvada en talco, una estatua de madera blanquecina de magnéticas fiambreras en una tempestad de invierno, en seguimiento, cerca, tan cercano que de árbol también brilla su memoria, el oso polar conviene con la matanza de las estrellas una jubilación de achaques, desgarros a cuchillo desfilando a una pradera de margaritas, con el clavado 
sol al medio. Estímulo de finos y largos brazos que duelen, besan en fotografía, pistas de patinaje de desiertas manos olvidadas al rasgar de las hojas que no circulan con
facilidad en esta fiesta de ciudad vegetal, campestres edificios para una aguja aplastada de tanto tejer invitando de lana a adelantar en sentido contrario o en el correcto, y clava, el punzón, las uñas el petróleo, ya al charco de cristal le entretienen con competencias de campos de trabajo, ¿qué rayo caerá esta noche al bosque de jubilosos mármoles?, y guadañas amantes de su filo.

AMOR

Cambio de piel por una más oscura, más limítrofe al embarrado subsuelo apático al adorno, no es una similitud para agregarme a los que saborean la yugular, tampoco para deshacerme de recetas culinarias, es tanto como una igualación, sólo que un poco más negro de esclavitud sureña y desde el tacaño olfato del tratante no se mastica la pólvora, la mecha que me prende, predicando a los mendigos el aislamiento de su posesión reembarco la cesta en un ayuno de bolsitas de plástico. El cómo de ese asimétrico circulo perezoso a la mudanza goza de gran reputación en la banda de música que acompaña al pulsamiento, ¿qué?...Dejadme descansar les molesto a los transeúntes de gominolas en las bufandas que penden de su enroscado cuello, un otorgamiento, una ocupación que desencaje el último balido airado, oveja de carbón destrozando el tapiado recinto de exposiciones, ohh quiero más hierba azul y enjuagarme bien el cabello con lazos de marioneta y servir un té siempre igual que el cangrejo, hacía atrás, de trasero que blanquea la carne cuando me atrevo al susto de querer así entonces me alisto por el endiosamiento que llevo colgando de los tirantes de la ropa interior a una negrez de mina, explotada.

TOROS

Y un corneador para la parturienta, bestias de carga con los lomos fustigados en medidas no justas, y ya, más agujeros en los carros y de nuevo ruedas que no giran por la inusual destreza de la brava ganadería, ahí mantenido el hijo de la concepción de astas alumbra en su despedida al torneo de lienzos embarazosos cual signo de solución de probar una estancia donde comodear la honra satisfaciendo y clavando una pica a su pareja de falsos testimoniadores, el fin cuchillo y degollación en una armónica melodía de pañuelos.

FERTILIDAD

Embriones donde calamizar es cuestión de practica de tiro al plato en un relamerse entre las frituras que la sartén maniobró de eléctrico calor, vitrocerámicas pasean pequeños en coches infantiles por areneros invernales, y los que, aquellos que, esos que no han visto crecer el sol sonríen desde afuera las muelas ciegas abaratando una fruta madura por el pasto verde en el que se puede ver caminos de babas llegando hasta el levadizo puente de pestañas alargadas y depilación por zonas. Miro o trato de ver el papel que cubre el regalo mas sólo atino al interior, a la fortuna del útero que pospone pagos en los bancos de las semillas y se centra en estreñirse, comprimirse con el reparto de una expulsión, un evacuamiento intestinal de suerte que a un viejo anticuario protector de mercancías compra para si la abundante fauna de esas lombrices que muerden las hojas de la higiene.

UTÓPICOS CIUDADANOS

Esponjas de absorción de todo cuanto se os da , del arroyo, manantial, del río, del océano, del afluente, que puede la importancia del empapamiento si las compuertas del embalse se abren al malgastar de las nubes que salpicaron vuestras descosidas habilidades, ay, miseria de empapeladores o viajantes de burbujas conozco la obligada textura a la que pertenecen la pinza y la percha en la que tranquilamente dormitáis, ya tendría preparada una catarata de valiente suspicacia y tan ancha y arrojadiza dimensión que no expresiona una respuesta, que a la estadística se le concreta un acierto por lo que resulta de consecuencia imposible navegar lejos de estas alcantarillas de ranas marrones, grises ratas en la ruta del despertar a una descomposición que solitaria no encuentra el valor del enfrentamiento al que llegáis en ocasión de creeros posicionados, ¿cuál impostura mayor?, abandonarse al lujoso matrimonio de la suficiencia…ah, qué suficiencia derroteros de la luz, precipicios al asomo de un florero. Castigo la esencia de la lluvia por imparcialidad, mientras, amad, amad, amaros los unos a los unos como el amor que os demuestro en la esquina de Belén, la prostituta.
Tal vez en una disputa, un fontanero de tuberías, al desatascar.

CUARTA

Qué es de subrayar en la despedida para una vuelta a un extenso vacío de anclajes subordinados al guardián, no desfallezco de fábulas cuando al compás triunfa el sonido del parloteo acongojado, similarmente partituras que entran a la batalla , pierden, ganan, date una vuelta alrededor del enchufe al que se conectan las leyes paralelas, no aguantaremos esta linealidad en triangulación que sea capaz de columnar el atrio de óvalos y circunferencias. Vegetales, carnívoros, domestican las tachuelas hincadas en penes de circulación sanguínea, contar desde atrás hacia delante en un proceso conmutativo a la desaparición del relicario, el reloj canta horas desnudas en revueltos segundos al momento de la increpancia por temblar una raya que marca el suelo en el que se prohíbe pisar y lloramos como adultos adúlteros niños en locura pasajera que tomó el asalto al reino de los semidioses expectantes a su núcleo de traspaso, conformes al desatino gobiernan con entereza el mensaje universal frotando en caliente arcilla en húmedos bultos de latidos prefabricados a la suposición, si, en este revoltijo de reyes rosquillas y caramelos entretienen las mandíbulas abiertas al cerrar una carta sin sobre ni destinatario perfilada en el cautiverio de un atrevimiento que se aleja en un acercamiento a la pausa de otro criterio.

VAQUEROS
 
I

Equipararse a un objeto valioso pero objeto, no al clarear de una mañana ni a la torcida luna, o al abejorro en el molesto zumbido de los veranos que en las playas, en los campos ocupa sabiamente la estructura del viento, no, negado a una convivencia de maternal leche no entro a discutir que el oro es perfumado con mágicos pases de alabanza, en ese sendero de peñascos y filones, esta plantación de dólares quedarme atrapado junto a ti en la barrica de whisky , al fallo, la horca aproximadamente a dos, tres estaturas de nuestros cuerpos borrachos. Intención igual en esta copa de más que me ha visto retroceder al oxidado cartón piedra que amuralla la sobrecogida angustia, encerrada, encarcelada en la aldea santa y , soltarse a la voracidad del amigo que comparte su tiempo con el naipe. 

II

El tiburón ataca a la canoa que no discernió entre aguas mansas o salvajes, si la casa del juez no se hallase tan lejana me pondría una denuncia por violentar los derechos del jardín en donde vuelan, revolotean mariposas de alas blancas, los granjeros se adornan las cabezas con blancos sombreros y en la iglesia los santos de los últimos días, oh Utah pincha el brazo izquierdo que la pasión me arrebata al gemelo del oto lado. Santos…mas los últimos días coinciden con la fecha que propongo al pardo caballo que me espera paciente a la puerta de la casa de bebidas y chicas y cartas marcadas en las que alguna vez con dos copas más allá de la curiosidad me he enfrascado en destapar bragas de la habitación cuatro y champán.
 
III

Abro la ventana, refresca el invierno pero apenas siento el ladrido del frío que corta la barba, encuentros, coincidencias al salir de frente en una puerta delantera me doy de bruces conmigo mismo, con el amigo que a hurtadillas abandonó el trato del póker, busco un timbre, un teléfono, doy un grito, pongo un telegrama, ¡alguacil!, un intruso que soy yo de color amarillo de bombilla, sin sol turbio igual que un himno de santos del día primero en el cual abriendo el grifo del tonel, cayendo el licor por la garganta, ese dorado líquido me empujó al sólido dorado en placeres prometidos, y vuelta a los picaportes para una presentación de las credenciales de ahorcamiento con un sueldo ajustado a la venta de las biblias.

TÁMESIS MARÍA

Tan rígida que cabría soltarme en un mambo y ostentar la medalla de primer premio al vulgar exotismo ratificado en los tacones que no me he puesto, aprendizaje para ese macho de costumbres carnales, igual que las traviesas que sostienen un tejado el dinosaurio mantiene alta la temperatura de la abarrotada pista de baile en su mastodónico embutirse en una camisa de alguna talla para otro, en esta quietud mantengo la solvencia sabiendo que el titán concertará una cita conmigo, una, de recreo de instituto, ¿qerrá un método de evasión al aferramiento de las claqueteantes suelas?, no, un bocadillo y un café en los treinta minutos, y le sobran veinticinco. Diez, nueve… el bigote captando con su radar una belleza de planicie, de cuando en los pueblos se calzan madreñas a esta mariposa de patitas de dos pares la calzo en casa esta noche de cha-cha-chá mas todavía debo utilizarla al taconear. Sentido direccional, relación mutuamente en facilidad de aires latinos en una respuesta al si, danza de Baco con el racimo en la lengua atrapando y ya se le apetece el vino creando el envase que reciclo y con un giro me desvanezco entre la neblina del humo del tabaco del Támesis.

QUINTA

Llama que en dañino imperio ardes arrimada al fuego, manchas de aceite en el calor vaporoso que has puesto al desmontar el inexperto motor que radiaba de sofocación a los frioleros mas no congelados ni llegar a estar en la nevera, aunque en acervado frío te llamé, a tí, la de la aguda vibración, la del piano en donde arreglamos que se callase el último vaso que no equilibraba la enteriza hoguera apiñada en torno a la sobriedad que no claramente en sus ojos, perdía de vista el negro teclado, visítame y hazme partícipe de tu honradez, seré honrado con estos abiertos campos de derivas atormentadas repudiadas por su hallazgo en comunidad de fosa y hablan los muertos desde la bestialidad de la tierra pero abofeteados por, no por ella sino por el disfrute de las palas, de los picos que desmenuzándola le confirieron al tanto que a las blancas teclas la asustadiza virginidad que no es miedo que es solo un pedrusco de hielo de una inexpugnable variación.

PRIMAVERA

¿Dónde están las corbatas de guerra? , ¿y las pinturas de seda? Tenemos una larga primavera hacia nosotros, una de sacos cargados al hombro y huesudos pichones de cuellos retorcidos de culebras. En la preparada lucha te espero, amotinado, inquieto de psíquicas teorías que aportan dañinos beneficios, reportan beneficios perjudiciales por maltrato en daños acampados frente a la granja instalado el tiovivo en la feria en la que un ahorcado se huyó del tejado, oh primaveral goce de sol en mayo cuando calienta en estos lugares de invernal plomizo cielo en tormentas que una se va y otra regresa, se suceden, oh sol de mayo en el tejado.

APETITO

I

Deseoso de tenerte al lado para exiliarte a un mundo de perdices en el que acompañada por tu sapo deslumbréis un poco más los nervios que aún poseo, tú que no reencuentras en el atlas una ubicación donde coger las ciruelas del manzano podría petrificarse en ti cualquier verso que constate una delicada obediencia al preciso humedal donde fructifican las manzanas en los manzanos y las ciruelas en ciruelos mas en que brevedad de prontitud al beso que nacido de tu incipiente enfado retrae al sapo en asqueante sabandija confiriéndole un valor de eternidad confusa que propones esclava de tu esclavo, me dais pena.

II

Adquiero en una goma la personalidad que desquiciada embestida de búfalos me golpearon al sótano que guarda los tarros vacíos y en un desenrroscamiento del mayor de todos de la lámpara me aparecí en el terreno del emparejamiento de la pobreza guerreando en consecuencia de romper las esposas y puede que conseguir estabilizar a la señora mujer espectáculo sólo que tan sólo en un brevísimo espacio de agujas me 
detuve y conspiré un detalle de pérfido dulzor, tributarle raíces de acero que no bebieran líquido alguno para la sequedad de una boca apropiada en la reserva de su escondite masturbatorio y propina sexual al asqueante sapo sabandija de creída autosuficiencia erótica.

III

Que si plasmo mi imagen en una página le añado un pie con una esquela de vida mortuoria de poseído, iniciado en la nomenclatura de un barato consuelo, de la cópula con el indígena de montañas escaladas y abundantes apoyaduras. Han elegido un canto gregoriano con el que atar las cadenas que con voluntad intenté quebrar, fortaleza que no soporta el amorío de unas almorranas cocinadas con pimentón picante dentro de unas bragas, unos calzones que no usan los temores al cubrirse por una sospecha de vuelta al caparazón que cimentaría en sus inmediateces una elaboración de revoltosa corriente en la que tendrían que nadar apeteciendo el flotador, ahogándose como duras y pesadas piedras.

IV

En la elevación del éxito obsceno por cuya causa muchos han de ser hospitalizados mengua la presuntuosa vagina orgulloseandose todavía más la Emperatriz que convierte en pasadizo de Edén a esas lozanas campanadas que chocan en el disfrute, cuando pelo plátanos para ellos, que no les falten sobrantes estanterías repletas de fruta fresca madurada a las manos de la herramienta artificial, uñas de plástico que alimenten sus débiles estómagos mientras que ortigado si en tu bolso hubiese un sitio para mi deseo, pienso, ceo, que nunca te hubiera arrojado a la perdiz y es demasiado antiguo este credo porque las olivas no botan del suelo, son en botes cilíndricos envasadas y sirven de tapeo, a mano o a palillo en un acompañamiento a un mediodía de antes de la comida, gratuitas, imperceptibles, el muerto de hambre relame el pequeño plato donde son servidas.

SEXTA (666)

Doctor cura he venido a proporcionarle los datos que su agenda experencial necesita y le hago participe en la culpa que se me echa encima en el dossier que ya no aguanto posponer, es que, he practicado el automasaje, he apretado un miembro alzado con aplomo de pescador de enérgicas calorías en una película X y no, por cuanto más quise no pude desviar el aliento de su boca por vez primera. Nula la cinematográfica versión de la que en una posibilidad de contraste de edades se vacío de contenido, doctor, doctor presbítero inclinadamente me incliné a una memoria en la despreocupación del método,
los labios que antes había podido ver en clarividencia desaparecieron, se fueron. 
Dígame que es lo que puedo esperar del femenino aspecto cuando ni en un masaje autopropulsado ni lo reconozco ni lo aprecio y, en el barrer de la plaza hecho el trabajo y destrabajado, me agolpa un atronamiento de sarcástica sonrisa que no cesa de gritarme, curandero.

CARNAVAL

Caretas que se adaptan las niñas francófonas en una telenovela generalmente idéntica a la que dejó atrás , solamente que con el ingenio del malo haciendo diabluras egipcias, en la momia préstame una venda tú que no hablas de idiomas, son tantos los dolores que resultan escasos los estragos que las cuencas de los vacíos ojos del reptil que inaugura una feria de las pirámides construidas por Eiffel, y Berlín enmurado y las que a gatas se tienden empuñan una navaja. Salvo al contraste de murciélago y mariposa, el tamaño de las alas que contrabandean los agujeros abiertos de espacio no atrapado, una liberación de señales de tráfico que obligan al sarpullido a no erupcionar, no todos los huecos están dispuestos a rellenarse con hamburguesas industriales pero todavía les atrapa el tomate y la mostaza de siderurgias que entuban los sarcasmos de nobleza en la interpretación a guantes plastificados y sombreros de lana. Harvard que material de neón usaste en la luciérnaga inventor de luz, Oxford, Cambridge amigos míos cuando nos volveremos a reunir para una cabalgata de reyes. Y tu absorbedora cuando, ¿te casarás conmigo?, junto a la selva negra o al rubio bosque que sombreados palidecen al caminar por el anillo que en el dedo traigo y me verifica atado a la virginidad de un apestoso ruido del culo, cuando, ¿dime?

EL HUÉRFANO

Qué ave rapaz sin la posesión del dominio de la escoba sustituye su nido de polluelos por ajenos gusanos de carcomidos ojos que afilan las hendiduras, mas ah, si, la escoba barre contra los picachos y los desnutridos se alzan a una sola distancia, del porvenir, esa congregada en utilidad de segregación de piropos y malcrianzas a la madre del eco callado que en las alturas de las montañas brote huérfanos de cambio. Consolidados en un mayor aspecto al retorcijón congregan desde las grises nubes las lluvias de un verano blanco en la tormenta deshecho en el invierno de otro ciclón, entonces salta la primavera, ahora bastantes en minoría no hay peleas por las espadas que se clavan en la matanza del ser amado y pudiese parecer en el curioso aprendizaje una melancólica añoranza de capital que ahorrado en las venas van en fluido al museo capilar, oh no, vanagloria de abstractos equívocos, no tantos sueltos descabellados entresijos de entre los cuales pueda manar un agua de sucia opacidad, es una lucha o un partirse en dos o la únidad de la espera en el buitre o el águila que renombra a sus hijos como adoquines de combate… y tal vez sea eso una buena cena acompañado por los grilletes, de un rematado grillo.

CARTA

Estaba escribiendo en un e-mail lo que venía a continuación y no se donde toqué que todo se me borro, bueno te decía que lo feo en la belleza necesita de una explicación y aunque he perdido el trenzado hilo del anterior acuerdo voy a intentar de útil modo, darlo. Todos, todo el mundo, los hombres en si mismos en su íntimo interior no se diferencian en absolutamente nada del otro que está a nuestro alcance, pues llevamos puesta esa capacidad de fantasear y deformarla la experiencia, esto, es jugar con lo feo…mas al abrirnos, al florecer ante el prójimo solemos capacitarnos en la imagen perfecta de nosotros mismos y dejar el juego de jugar, aquí no cabe la poesía…pero cuando ese tremendo espacio de nuestro ser es resuelto en una página, incluso al más necio le puede agradar bello, hermoso para este “lector” que ya siente una constante identificación de sus fantasías con el poeta, si, a esto cabría citarlo como el juego que hace de la invernal tormenta un verano de eterna estación, es entonces – y esto es una realidad del subconsciente -, cuando no está solo, cuando se mueve otro yo que es él. Esto es un suceder de la poesía y de quién acierta a merecer un nombre, un nombre que no se ha de tener por ser recogido en el sobrevivir de un libro adulto, puesto que es una certeza incuestionable que no dominan los poetas…han matado a muchos al tiempo que me desconozco y sin esconder un himno de palabras dibujo una razón en otra isla. 

© Borja Wallace Parra Álvarez,
книга «LAMENTACIONES».
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