Capítulo 1
Y acá estoy, en el avión, volando hacía Buenos Aires , alejándome de mi familia y de los amigos que me traicionaron.
Quiero empezar una nueva vida en otro país lejos de las personas que me lastimaron.
Quiero trabajar de lo que me gusta, pero yo no lo había imaginado así... Yo quería irme a Buenos Aires para divertirme y para conocer cosas nuevas, pero el destino se empeñó a qué pase algo muy feo y ahora me estoy llendo a Buenos Aires no por lo que quería, sino para descubrir algo que no me deja dormir por las noches...
Apenas salí del avión sentí muchas emociones juntas, estaba feliz de estar finalmente en Buenos Aires y conocer Argentina, el país dónde están ambientadas todas las series que ví y dónde viven todos mis artistas favoritos y dónde se habla el idioma que siempre me gustó hablar y aprender.
Salgo del aeropuerto y entro en el taxi que había llamado el día anterior para que esté ahí en este momento.
Subo mi valija y cuarenta minutos después llego en frente del hotel en la cual voy a estar durante un mes.
—Hola, buenos días. ¿ Qué tal? —Me dice la recepcionista con una linda sonrisa.
—Hola, ¿Qué tal? Yo soy Sofia Rossi, tengo una reserva por un mes—Se pone a buscar en la computadora
—Sí, acá está—Me hace el check-in y me da la llave de la habitación. Abro la puerta y está muy linda la habitación. Me acomodo, y empiezo a poner toda la ropa en el placar y luego me pego una ducha.
Ya es la hora de almorzar así que me voy en el restaurante del hotel.
La comida está muy rica y luego termino y voy al bar.
No
—Hola, ¿Me podes hacer un café por favor?—Le pregunto al barista.
—Si, ya se lo hago señorita—Me dice muy amablemente.
—Muchas gracias—Luego veo a dos chicos que están al lado mío hablando muy fuerte y es imposible no escuchar lo que están diciendo.
—Yo te dije que teníamos que irnos, y ahora acá estamos en un hotel gastando plata—Dice uno al otro.
—Francisco, hermanito mío, yo te dije que no estaba listo para ir allá, es muy lejos y además no se nada de Italiano, nosotros estamos grandes, no como nuestra hermanita y no puedo dejar mi trabajo así de un día para el otro solo porque nuestro papá consiguió trabajo allá –Le dice el otro, pero no escucho más nada porque el barista me da el café.
—Acá tiene, señorita.
—Muchas gracias—Empiezo a tomarlo y yo soy muy metida así que interrumpo la charla de los hermanitos.
—Perdónenme, sin querer escuché cuando decían que no sabían el italiano y bueno yo soy italiana así que si quieren los puedo ayudar –Me miran raro.
—No, gracias. No hace falta yo no quiero ir allá, ahora discúlpenme pero tengo que irme a trabajar—Se va y nos quedamos su hermano y yo.
—Disculpa, está un poco nervioso, che y vos sí un poco entrometida ¿No?—Me da vergüenza y no respondo.
—Dale, era un chiste—Dice para cortar la tensión que hay en el aire. Me relajo y termino el café.
—Bueno, yo como ya les dije antes si querés los puedo ayudar, acabo de llegar de Italia y necesito amigos y alguien, así que me encantaría ayudarlos—Me mira unos segundos.
—Muy bien, sí querés te doy mi número y hablamos—Me dice sacando del bolsillo de sus jeans su celular.
—Sí, está bien—Me da su número y se va pero se gira hacía mí.
—Perdóname, no me presenté. Francisco, mucho gusto—Que lindo nombre que tiene.
—Sofía, el gusto es mío—Luego se va y pago el café y me voy a mi habitación. Acabo de llegar y ya tengo una persona con la cual hablar, que lindo, espero que su hermano afloje un poco y me de bola. Pero bueno ya es mucho por hoy
Ahora me tengo que concentrar en lo que vine a hacer. En Italia pasaron muchas cosas y un amigo mío confiable de la policía me dió la dirección de una comisaría donde tiene un amigo que me va a ayudar a encontrar lo que estoy buscando. Me preparo y me voy hacia la comisaría.
—Hola, ¿Qué tal? Estoy buscando a Agustín Castro—Le digo a un policía que está ahí.
—Sí, ya me habían dicho que venía alguien a buscarlo—Cuando dice eso se va a llamarlo. Luego viene un chico en uniforme de policía obviamente y su cara me parece conocida.
—Hola, ¿Qué tal? Yo soy Agustín Castro –Me mira por unos segundos —Perdón, ¿Nos conocemos?—Me pregunta.
—Que yo sepa no, pero le veo cara conocida—Se queda mirándome por unos segundos.
—Ah, ya sé, vos sos la que estaba en el hotel esta mañana—Me quedo pensando y luego me acuerdo.
—Ahh, verdad, el hermano de Francisco, no te reconocí por el uniforme—Le digo.
—Sí, soy yo, perdóname si me fuí así pero tenía que venir acá a trabajar y mi hermano estaba re insoportable.
—Bueno, yo hablé con él cuando te fuiste y me pareció simpático.
—Sí, lo es pero a veces me hace enojar.
—Es lógico, entre hermanos se pelea muy seguido—Cuando escucho la palabra hermanos pienso en el mío y me pongo triste.
—¿Te pasa algo? –Me pregunta preocupado.
—No, nada—Le digo.
—Bueno, ¿Querés pasar por mi oficina así hablamos? –Me dice para cambiar de tema.
—Sí, vamos—Entramos y me siento.
—Ya estoy al tanto de todo, Lorenzo, mi amigo me contó todo así que conmigo podes hablar abiertamente.
—Bueno, gracias, yo vine acá para encontrar a el asesino de mi hermano y Lorenzo me dijo que viniera hasta acá para hablar con vos porque ya empezaste a investigar.
—Sí, eso es lo que estoy haciendo. La semana pasada me dijo que vos venías así que empecé a buscar algo.
—¿Y encontró algo?
—Por favor, no me trates de usted, nosotros somos amigos, ¿Sí? Sentite cómoda. Hacé de cuenta que soy Lorenzo, pero hablo en español.
—Bueno, muchas gracias—Le digo mirándolo y tengo que decir que tiene una muy linda cara.
—Volviendo a la pregunta que me hiciste, si empecé a buscar, Lorenzo me dijo que cuando pasó todo esto el asesino se vino hasta acá para que no lo encuentren, pero me dijo también que vos le viste la cara a él.
—Sí, cuando mataron a mí hermano estábamos en el mismo lugar y yo soy la única testigo, pero fué todo muy rápido. El asesino se acercó a mi y creí que me iba a matar, pero me durmió con algo y cuando me desperté estaba en el hospital y no me acordaba de nada al principio, pero desde esa noche yo soñaba siempre con un tipo y me parece que era él, así que por un mes entero probé a dibujarle la cara e hicieron un identikit, desde entonces empezaron a buscarlo y descubrieron que el día siguiente que hizo todo esto vieron un tipo igual en el aeropuerto que estaba viniendo acá.
—Y no lo pararon porque todavía no estaba abierto el caso y no se conocía la cara así que era prácticamente imposible y era muy difícil encontrarlo, pero gracias a vos qué te acordaste de su cara lo encontraron y nos pasaron el caso a nosotros porque se supone que este acá.
—Sí, por eso me vine.
—Bueno, yo me puse a buscar las personas que entraron en Argentina el día siguiente y envié a migraciones la cara de ese tipo, pero todavía tiene que llegar el informe.
—Está bien, voy a esperar y cualquier cosa por favor llámame, tu hermano tiene mi número—Me acompaña hasta la puerta.
—Muchas gracias por todo.
—De nada. Es mi trabajo y además tengo que hacerle un favor a Lorenzo.
—Bueno, nos vemos—Me voy de la comisaría y me vuelvo al hotel. Ya es tarde para salir a dar una vuelta entonces me voy a mi cuarto y empiezo a arreglarme para la cena. Cuando termino llamo a mi único amigo.
—Hola, amiguito—Le digo.
—Pero mirá quién llama—Me dice sorprendido.
—Dale, ya sabías que te iba a llamar.
—Sí, pero es la primera vez que me hablás en español.
—Bueno, te tenés que acostumbrar.
—¿Cómo fué el viaje?
—Largo, estoy re cansada.
—Bueno, entonces te dejo descansar.
—No pará, te quiero decir que estuve en la comisaría y hablé con Agustín.
—Ah, apenas llegaste y ya fuiste.
—Sí, es la razón por la cuál me vine hasta acá, aunque si preferiría que fuera otra.
—Y viste, el destino es así, tarde o temprano te ibas allá.
—Sí, pero esta es la peor forma.
—Ya sé, amiguita.
—No se si te lo dijo él, pero ya está empezando a investigar y tiene que esperar el informe para ver a todas las personas que llegaron en Argentina ese día.
—Ah, que bueno. Después voy a hablar con él.
—Está bien.
—Ahora te dejo porque acá es tarde y tengo sueño.
—Bueno, te dejo, yo ahora me voy a cenar.
—Buen provecho y cuídate.
—Lo haré, adiós.
Corto la llamada y me voy al restaurante, me siento y espero la comida que pedí, cuando termino me voy al bar y como siempre me tomo el café.
—¿El café después de la cena? Me parece que te vas a dormir muy tarde —Escucho una voz y me volteo.
—No creo, vengo de un viaje muy largo y me parece que me voy a desmayar en la cama—Le digo a Francisco.
—Che, estuve hablando con mi hermano y me dijo que fuiste en la comisaría dónde trabaja.
—Sí, mirá, el destino nos hace encontrar acá y luego descubro que es la persona con la cual tengo que encontrarme.
—Mirá que casualidad.
—Yo no creo en las casualidades, para mí fué el destino.
—Bueno, sea lo que sea estás acá con tu único amigo de este país... Siempre sí mi hermano no es el primero.
—No, no somos amigos—Pero me muero de ganas que lo sea.
—¿Vos que hacés, salís a vivir la noche?—Le pregunto de curiosa mientras me tomo el café.
—No se, tengo que divertirme un poco, pero no sé con quién ir.
—¿No tenés una novia, una amiga o tu hermano?
—Con mi hermano es un embole salir, te repite todo el tiempo reglas de policía, y novia no tengo y amiga tampoco.
—Entonces, no sabría que decirte, amigo.
—Sí querés mañana a la noche cuando estés más despierta podemos salir los dos—No tengo tiempo de responder porque viene una chica corriendo preocupada.
—Francisco, ¿No lo viste a tu hermano?—Le pregunta preocupada.
—No, pero tranquila. ¿Por qué estás así de agitada?
—No me contesta a los llamados y tengo miedo que le pase lo que le pasó hace un mes.
—Pero tranquila no va a pasar eso.
—Si, porque la otra vez también no me contestaba y pasó lo que ya sabés.
—Tranquila, ahora lo llamo—Mientras Francisco intenta llamar a Agustín la chica se acerca a mí.
—Perdóname, no me presenté. Yo soy Marisol, la novia de Agustín
—¿Qué tal? Yo soy Sofia, vos no sos de acá, ¿Verdad?—Me parece que tiene un acento de España.
—No, yo soy de Madrid.
—Uy, que lindo—No me dice nada más porque viene Francisco
—Está por llegar ahora.
—¿Y por qué no me contestaba?
—Estaba manejando, pero ahora está...—No termina la frase porque llega Agustín.
—Amor, no te preocupes, acá estoy —Va a darle un beso.
—Hola, hermanito, hola Sofia.
—Hola—Le digo a secas—Bueno, yo me voy a ir a dormir.
—Nos vemos mañana entonces—Me dice Francisco.
—Buenas noches, Sofía—Me dicen en coro Marisol y Agustín y luego me voy hacia mí habitación, me tiro en la cama y me duermo.
Quiero empezar una nueva vida en otro país lejos de las personas que me lastimaron.
Quiero trabajar de lo que me gusta, pero yo no lo había imaginado así... Yo quería irme a Buenos Aires para divertirme y para conocer cosas nuevas, pero el destino se empeñó a qué pase algo muy feo y ahora me estoy llendo a Buenos Aires no por lo que quería, sino para descubrir algo que no me deja dormir por las noches...
Apenas salí del avión sentí muchas emociones juntas, estaba feliz de estar finalmente en Buenos Aires y conocer Argentina, el país dónde están ambientadas todas las series que ví y dónde viven todos mis artistas favoritos y dónde se habla el idioma que siempre me gustó hablar y aprender.
Salgo del aeropuerto y entro en el taxi que había llamado el día anterior para que esté ahí en este momento.
Subo mi valija y cuarenta minutos después llego en frente del hotel en la cual voy a estar durante un mes.
—Hola, buenos días. ¿ Qué tal? —Me dice la recepcionista con una linda sonrisa.
—Hola, ¿Qué tal? Yo soy Sofia Rossi, tengo una reserva por un mes—Se pone a buscar en la computadora
—Sí, acá está—Me hace el check-in y me da la llave de la habitación. Abro la puerta y está muy linda la habitación. Me acomodo, y empiezo a poner toda la ropa en el placar y luego me pego una ducha.
Ya es la hora de almorzar así que me voy en el restaurante del hotel.
La comida está muy rica y luego termino y voy al bar.
No
—Hola, ¿Me podes hacer un café por favor?—Le pregunto al barista.
—Si, ya se lo hago señorita—Me dice muy amablemente.
—Muchas gracias—Luego veo a dos chicos que están al lado mío hablando muy fuerte y es imposible no escuchar lo que están diciendo.
—Yo te dije que teníamos que irnos, y ahora acá estamos en un hotel gastando plata—Dice uno al otro.
—Francisco, hermanito mío, yo te dije que no estaba listo para ir allá, es muy lejos y además no se nada de Italiano, nosotros estamos grandes, no como nuestra hermanita y no puedo dejar mi trabajo así de un día para el otro solo porque nuestro papá consiguió trabajo allá –Le dice el otro, pero no escucho más nada porque el barista me da el café.
—Acá tiene, señorita.
—Muchas gracias—Empiezo a tomarlo y yo soy muy metida así que interrumpo la charla de los hermanitos.
—Perdónenme, sin querer escuché cuando decían que no sabían el italiano y bueno yo soy italiana así que si quieren los puedo ayudar –Me miran raro.
—No, gracias. No hace falta yo no quiero ir allá, ahora discúlpenme pero tengo que irme a trabajar—Se va y nos quedamos su hermano y yo.
—Disculpa, está un poco nervioso, che y vos sí un poco entrometida ¿No?—Me da vergüenza y no respondo.
—Dale, era un chiste—Dice para cortar la tensión que hay en el aire. Me relajo y termino el café.
—Bueno, yo como ya les dije antes si querés los puedo ayudar, acabo de llegar de Italia y necesito amigos y alguien, así que me encantaría ayudarlos—Me mira unos segundos.
—Muy bien, sí querés te doy mi número y hablamos—Me dice sacando del bolsillo de sus jeans su celular.
—Sí, está bien—Me da su número y se va pero se gira hacía mí.
—Perdóname, no me presenté. Francisco, mucho gusto—Que lindo nombre que tiene.
—Sofía, el gusto es mío—Luego se va y pago el café y me voy a mi habitación. Acabo de llegar y ya tengo una persona con la cual hablar, que lindo, espero que su hermano afloje un poco y me de bola. Pero bueno ya es mucho por hoy
Ahora me tengo que concentrar en lo que vine a hacer. En Italia pasaron muchas cosas y un amigo mío confiable de la policía me dió la dirección de una comisaría donde tiene un amigo que me va a ayudar a encontrar lo que estoy buscando. Me preparo y me voy hacia la comisaría.
—Hola, ¿Qué tal? Estoy buscando a Agustín Castro—Le digo a un policía que está ahí.
—Sí, ya me habían dicho que venía alguien a buscarlo—Cuando dice eso se va a llamarlo. Luego viene un chico en uniforme de policía obviamente y su cara me parece conocida.
—Hola, ¿Qué tal? Yo soy Agustín Castro –Me mira por unos segundos —Perdón, ¿Nos conocemos?—Me pregunta.
—Que yo sepa no, pero le veo cara conocida—Se queda mirándome por unos segundos.
—Ah, ya sé, vos sos la que estaba en el hotel esta mañana—Me quedo pensando y luego me acuerdo.
—Ahh, verdad, el hermano de Francisco, no te reconocí por el uniforme—Le digo.
—Sí, soy yo, perdóname si me fuí así pero tenía que venir acá a trabajar y mi hermano estaba re insoportable.
—Bueno, yo hablé con él cuando te fuiste y me pareció simpático.
—Sí, lo es pero a veces me hace enojar.
—Es lógico, entre hermanos se pelea muy seguido—Cuando escucho la palabra hermanos pienso en el mío y me pongo triste.
—¿Te pasa algo? –Me pregunta preocupado.
—No, nada—Le digo.
—Bueno, ¿Querés pasar por mi oficina así hablamos? –Me dice para cambiar de tema.
—Sí, vamos—Entramos y me siento.
—Ya estoy al tanto de todo, Lorenzo, mi amigo me contó todo así que conmigo podes hablar abiertamente.
—Bueno, gracias, yo vine acá para encontrar a el asesino de mi hermano y Lorenzo me dijo que viniera hasta acá para hablar con vos porque ya empezaste a investigar.
—Sí, eso es lo que estoy haciendo. La semana pasada me dijo que vos venías así que empecé a buscar algo.
—¿Y encontró algo?
—Por favor, no me trates de usted, nosotros somos amigos, ¿Sí? Sentite cómoda. Hacé de cuenta que soy Lorenzo, pero hablo en español.
—Bueno, muchas gracias—Le digo mirándolo y tengo que decir que tiene una muy linda cara.
—Volviendo a la pregunta que me hiciste, si empecé a buscar, Lorenzo me dijo que cuando pasó todo esto el asesino se vino hasta acá para que no lo encuentren, pero me dijo también que vos le viste la cara a él.
—Sí, cuando mataron a mí hermano estábamos en el mismo lugar y yo soy la única testigo, pero fué todo muy rápido. El asesino se acercó a mi y creí que me iba a matar, pero me durmió con algo y cuando me desperté estaba en el hospital y no me acordaba de nada al principio, pero desde esa noche yo soñaba siempre con un tipo y me parece que era él, así que por un mes entero probé a dibujarle la cara e hicieron un identikit, desde entonces empezaron a buscarlo y descubrieron que el día siguiente que hizo todo esto vieron un tipo igual en el aeropuerto que estaba viniendo acá.
—Y no lo pararon porque todavía no estaba abierto el caso y no se conocía la cara así que era prácticamente imposible y era muy difícil encontrarlo, pero gracias a vos qué te acordaste de su cara lo encontraron y nos pasaron el caso a nosotros porque se supone que este acá.
—Sí, por eso me vine.
—Bueno, yo me puse a buscar las personas que entraron en Argentina el día siguiente y envié a migraciones la cara de ese tipo, pero todavía tiene que llegar el informe.
—Está bien, voy a esperar y cualquier cosa por favor llámame, tu hermano tiene mi número—Me acompaña hasta la puerta.
—Muchas gracias por todo.
—De nada. Es mi trabajo y además tengo que hacerle un favor a Lorenzo.
—Bueno, nos vemos—Me voy de la comisaría y me vuelvo al hotel. Ya es tarde para salir a dar una vuelta entonces me voy a mi cuarto y empiezo a arreglarme para la cena. Cuando termino llamo a mi único amigo.
—Hola, amiguito—Le digo.
—Pero mirá quién llama—Me dice sorprendido.
—Dale, ya sabías que te iba a llamar.
—Sí, pero es la primera vez que me hablás en español.
—Bueno, te tenés que acostumbrar.
—¿Cómo fué el viaje?
—Largo, estoy re cansada.
—Bueno, entonces te dejo descansar.
—No pará, te quiero decir que estuve en la comisaría y hablé con Agustín.
—Ah, apenas llegaste y ya fuiste.
—Sí, es la razón por la cuál me vine hasta acá, aunque si preferiría que fuera otra.
—Y viste, el destino es así, tarde o temprano te ibas allá.
—Sí, pero esta es la peor forma.
—Ya sé, amiguita.
—No se si te lo dijo él, pero ya está empezando a investigar y tiene que esperar el informe para ver a todas las personas que llegaron en Argentina ese día.
—Ah, que bueno. Después voy a hablar con él.
—Está bien.
—Ahora te dejo porque acá es tarde y tengo sueño.
—Bueno, te dejo, yo ahora me voy a cenar.
—Buen provecho y cuídate.
—Lo haré, adiós.
Corto la llamada y me voy al restaurante, me siento y espero la comida que pedí, cuando termino me voy al bar y como siempre me tomo el café.
—¿El café después de la cena? Me parece que te vas a dormir muy tarde —Escucho una voz y me volteo.
—No creo, vengo de un viaje muy largo y me parece que me voy a desmayar en la cama—Le digo a Francisco.
—Che, estuve hablando con mi hermano y me dijo que fuiste en la comisaría dónde trabaja.
—Sí, mirá, el destino nos hace encontrar acá y luego descubro que es la persona con la cual tengo que encontrarme.
—Mirá que casualidad.
—Yo no creo en las casualidades, para mí fué el destino.
—Bueno, sea lo que sea estás acá con tu único amigo de este país... Siempre sí mi hermano no es el primero.
—No, no somos amigos—Pero me muero de ganas que lo sea.
—¿Vos que hacés, salís a vivir la noche?—Le pregunto de curiosa mientras me tomo el café.
—No se, tengo que divertirme un poco, pero no sé con quién ir.
—¿No tenés una novia, una amiga o tu hermano?
—Con mi hermano es un embole salir, te repite todo el tiempo reglas de policía, y novia no tengo y amiga tampoco.
—Entonces, no sabría que decirte, amigo.
—Sí querés mañana a la noche cuando estés más despierta podemos salir los dos—No tengo tiempo de responder porque viene una chica corriendo preocupada.
—Francisco, ¿No lo viste a tu hermano?—Le pregunta preocupada.
—No, pero tranquila. ¿Por qué estás así de agitada?
—No me contesta a los llamados y tengo miedo que le pase lo que le pasó hace un mes.
—Pero tranquila no va a pasar eso.
—Si, porque la otra vez también no me contestaba y pasó lo que ya sabés.
—Tranquila, ahora lo llamo—Mientras Francisco intenta llamar a Agustín la chica se acerca a mí.
—Perdóname, no me presenté. Yo soy Marisol, la novia de Agustín
—¿Qué tal? Yo soy Sofia, vos no sos de acá, ¿Verdad?—Me parece que tiene un acento de España.
—No, yo soy de Madrid.
—Uy, que lindo—No me dice nada más porque viene Francisco
—Está por llegar ahora.
—¿Y por qué no me contestaba?
—Estaba manejando, pero ahora está...—No termina la frase porque llega Agustín.
—Amor, no te preocupes, acá estoy —Va a darle un beso.
—Hola, hermanito, hola Sofia.
—Hola—Le digo a secas—Bueno, yo me voy a ir a dormir.
—Nos vemos mañana entonces—Me dice Francisco.
—Buenas noches, Sofía—Me dicen en coro Marisol y Agustín y luego me voy hacia mí habitación, me tiro en la cama y me duermo.
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