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Narra Sophia :

Hace media hora que desperté y desde ese momento sigo mirando al techo pensando una y otra vez en que hoy aparecerá la luna llena de sangre.  Ese momento en que dicen que aparecerá un hombre lobo junto a sus súbditos para hacer real una leyenda de hace años.  Ese dios que dicen que es un hombre con poder de trasformarse en un temible lobo... Una bestia.

Recuerdo que mi padre dijo que las jóvenes de entre quince y treinta años tenían que asistir,  así que en todo caso Lucy y yo tendremos que asistir.  Está claro que no asistiré.  No creo que los súbditos ni que un dios lobo o lo que sea vengan a saquear mi casa con tal de llevarme a la fuerza justo en medio de la plaza del pueblo. Así que no pienso ir a ahí.  Prefiero ganarme una golpiza de mi padre,  ya estoy acostumbrada a sus golpes. Me encerraré en mi cuarto con pestillo antes de que sea media noche.

Me levanto de la cama dirigiéndome al baño donde me baño,  cepillo los dientes,  me hago una coleta alta y mas tarde al salir me visto con un pantalón holgado de tiro alto y una camiseta igual de holgada junto a mis bellas Air Force. Me miro en el espejo que decora mi cuarto y observo mi rostro.  Mi labio sigue partido,  mi mejilla está mas roja de lo normal y en mi ceja ya no está la herida que me dejó mi padre,  trato de sonreír a mi reflejo pero eso me da aún mas tristeza.  Fingir ser feliz cuando en verdad no lo soy. Deplorable.

Con el móvil en mano,  los auriculares y la cartera, bajo los escalones con delicadeza.  No veo a mi padre por ninguna parte,  perfecto,  se fue a trabajar,  en cambio mi hermano se encontraba en la sala besándose con Rose.  Miré la hora en mi móvil y solamente eran las 11:06 y estos ya andaban teniendo sexo en medio de la sala de estar.  Con paso lento y sigiloso paso de largo escuchando los gemidos de la perra que se hace llamar Rose Mccurdy.  Al ya salir de casa no me preocupo por no comer ya que me iba a pasar por la pastelería de la Señora Sara, quien no es ni mas ni menos que la abuela de mi amigo Luke.

(***)

- ¿Que deseas pedir, bonita? - Me pregunta Rose.

Le sonrío ante lo dulce que es conmigo - Dos cupcakes están bien- Pedí.

Empecé a sacar el dinero de la cartera cuando su voz me detuvo - Me recuerdas a alguien. - Se hizo la pensativa.

- Soy Sophia- Le recordé ganandome una cara de sorpresa - La amiga de su nieto Luke- Informé.

Miro como da la vuelta al mostrador riendo y con intenciones de abrazarme.

- Como has crecido- Dijo mirándome de arriba a bajo consiguiendo un notable sonrojo en mis mejillas- Estás echa toda una mujer ¿Cuantos pretendientes tienes? ¿Uno? ¿Dos? ¿Cinco? - Me dijo.  En estos instantes mi cara estaba a mas no poder por la atenta mirada de los demás clientes.

- No Sara- Negué - No tengo ninguno. - Reí ante la idea de tener a un chico a mi lado que me diera amor y cuidado.

- No lo creo.- Dijo manteniendo su sonrisa dulce hacia mi-.

- Pues creelo, y así creo que me quedaré - Finalicé con tono gracioso, pero siendo sincera. Al ver que iba a decir algo mas le dije- Tus clientes esperan - Y me marché con la pequeña bolsa de cupcakes en mano.

(***)

Toco repetidas veces la puerta de casa de Lucy esperando que abra.  Al suponer que no está doy media vuelta y me dispongo a irme justamente cuando oigo la puerta de ella abrirse. Volteo a verla con una sonrisa y ella solo me miraba sorprendida.  Cuando menos lo esperé ella ya estaba abrazada a mi y llorando.

- Creí que no me perdonarías por lo que pasó en el bar.- Se explicó - Perdóname, por favor. No volverá a pasar.- Hizo un pequeño puchero.

- No estaba enfadada.  Solo necesitaba estar sola - Me escusé.- Además, podías haber venido a buscarme.

- Pensé que no me recibirías, ya que tampoco me contestabas los mensajes aquella tarde.

- Yo no soy así.- Digo riendo.

Ella asintió dudosa y se dirigió a la casa junto a mi tras haberse secado las lágrimas que dejó caer al creer que no la iba a perdonar.

Al llegar a su cuarto nos sentamos en su cama y...

- ¿Has oído el cuento de la leyenda? - Me preguntó bajando notablemente el volumen de voz.

- Si - Susurré

- ¿Irás? - Volvió a preguntar.

Con este tipo de preguntas rapidamente me puse nerviosa y empecé a jugar con mis dedos.

- No- Negué .

En eso escucho un sollozo que me hace conectar con la mirada de Lucy quien está dejando caer lágrimas gruesas de sus verdosos ojos.

-Yo estoy obligada a ir.  Mi madre no acepta un "No" por respuesta.  No quiere que vengan a saquear la casa. - Dijo conectando la mirada con la mía.

- ¿Y crees que mi padre si acepta un "No" por respuesta? Aun así me encerraré en casa- Ya no me importa nada.- Digo firme.- Si quieres vienes y pues esperas que esa noche pase y vuelves a casa al día siguiente. - Le dije sobándole el brazo tratando de tranquilizarla.

Ella asintió rapidamente levantándose y cogiendo una pequeña mochila donde empezó a meter pequeñas prendas de ropa y objetos.

- Lista- Dijo al terminar.

(***)

Hace poco el sol se empezó a esconder y hace poco nos encontramos mi amiga y yo en la puerta de la casa.  Cuando entramos a casa todo,  absolutamente todo estaba oscuro. Todo está en silencio.  Caminamos lentamente encontrándonos en el umbral de la puerta del salón donde se encuentran mi hermano y mi papá cenando a oscuras con unas cuantas velas alumbrando la sala.

- Hola- Susurro.

Los dos me dan una mirada y vuelven a lo suyo.  Mi amiga les saluda con un movimiento con la mano y estos se lo devuelven o al menos mi padre.

- Sophia - Mi padre solo me llama así cuando hay gente alrededor que no sea Matthew.  Deplorable - ¿La has traído para que te haga compañia en la plaza? - Pregunta con gracia.

- No- Susurré en un tono muy bajo,  nadie me llegó a escuchar,  nadie menos Lucy que me oyó a la perfección.

-¿Que acabas de decir? - Preguntó amenazante.

- Roja dice que si.  Que si vamos- Dice rápidamente mi amiga pisándome el pie ganándose una mirada furiosa de parte mía - Bueno... Subiremos al cuarto- Se despidió cogiéndome de la mano para acabar marchandonos.

...

Mi amiga juega con su cabello o continuamente se muerde las uñas. En cambio yo,  juego con mis dedos y cada dos minutos miro la hora,  que ahora marca las 23:49.

- Si sigues así te quedarás calva y te quedarás sin uñas- Le digo después de un rato.

- Y a ti se te quedaran enredados los dedos y te quedarás bizca- Me contesta.

Estamos muy nerviosas.  Mi cuarto sigue a oscuras sin una sola vela.  Hemos tratado de dormir,  pero es imposible.  Alfred puso velas por toda la casa menos en mi cuarto,  normal,  me lo esperaba.

- ¿Y si vamos? - Preguntó .

Traté de mirarla como si tuviera tres cabezas,  pero decidí solo ignorarla.  Miro por la ventana visualizando una luna que cada vez se eleva mas,  se hace mas grande y cada vez mas roja como si estuviera manchada en sangre,  se podría comparar perfectamente con marte.

- Manzana- Me llamó.  Contesté con un ' ¿Hum?' - Tengo frío.

- Ponte mejor la manta - Rodé los ojos.

Escuché un bufido de su parte.  Es verdad,  la temperatura bajó de golpe hace unas horas,  y es que en el pueblo de Dersten siempre hace calor,  pero justo esta noche el calor desapareció para hacernos sentir frío. Bajo la mirada del cielo para mirar el extenso bosque que parece comerse este pequeño pueblo. 

Un aullido.  Si, un aullido se escucha en lo lejano lo que causa que mi amiga pegue un salto en la cama y me abrace fuertemente.

- ¡Bastarda! ¡Ya es hora! - Escuche gritar a mi hermano desde la planta de abajo.

Mi amiga y yo guardamos silencio,  cerrando la puerta con pestillo,  nos volvemos a acurrucar en la pequeña cama donde queriamos dormir dos personas,  cuando siquiera cabía yo.

Lo último que llego a escuchar son gritos en la calle.  Me levanto queriendome dirigir en la ventana.  Al acercarme veo como la casa de al lado tiene alrededor de esta fuego. Mi cara es un  poema y ya no cuento la cara de mi amiga por que sinó...

- Son ellos- Asegura.

No digo nada.  Vuelvo mi vista a la ventana y lo que veo nos deja totalmente horrorizadas y asustadas.  Temibles lobos gigantes saltando sobre los coches y entrando en las casas.  Gritamos al ver que dos de los lobos que desmembraban a un hombre nos mira fijamente . Cerramos la ventana corriendo y nos metemos bajo mi minúscula cama.

- ¡Maldita sea! ¡Sophia sal! - Me grita mi hermano golpeando la puerta de mi cuarto. - ¡Ya es hora!

Me niego a creer que esto es real.  Me niego a creer que hay lobos mas grandes que un hombre asaltando casas,  destruyendo vidas y llevandose a chicas a mordiscos mientras estas gritan,  lloran y suplican.
Me niego a creer que si no salgo de aquí junto a mi amiga,  unos lobos vendrán aquí y nos haran daño.

Justo en eso escucho la puerta de casa caer de golpe.  Escucho gritos y sé que esos provienen de mi padre.  No puedo evitar llorar fuertemente junto a mi amiga.

- Lo siento -Me disculpo.

Tras esa disculpa,  salgo de debajo de mi cama escuchando a mi amiga llamarme.  Bajo las escaleras lentamente viendo como quedó  la casa.  Estaba totalmente destrozada.  Los muebles estaban rotos o del revés.  No veo ni a mi hermano ni a mi padre por ninguna parte.  Termino de bajar las escaleras justo cuando siento algo tirarme al suelo.  Algo pesado esta sobre mi cuerpo,  siento algo clavandose en mi espalda como si fueran garras.  Escucho un gruñido en mi oído lo que me hace saber que la cosa que está sobre mi es un bicho de esos.  No puedo evitarlo y lloro al pensar que van a desmenbrarme como a ese hombre. De repente dejo de sentir el peso sobre mi espalda.  Un agarre fuerte en mi cabello me hace gritar.  Puedo ver delante de mi a un hombre con el cabello castaño y ojos totalmente negros,  su mirada es fría y vacía,  su mandíbula está apretada como su puño en mi cabello. El sonríe friamente al ver bajar una lágrima en mi mejilla,  tras eso me da un puñetazo que me desorienta, y que causa que una gota de sangre descienda desde mi labio,  este mas tarde me sube a su hombro y me lleva a no sé donde. Salimos de la casa y estando colgada en su espalda veo como nos alejamos de mi casa,  veo como mas tarde sacan a Lucy de la casa como a mi y prenden fuego a mi casa,  bueno,  a mi antigua casa.  No puedo evitar llorar al ver como sufre mi amiga.

(***)

Aquí me encuentro, estando en una fila horizontal llena de chicas de como dijeron de entre quince y veinte años.  Unas lloran,  otras se dejan derrumbar y otras se hacen la fuerte.  Yo solo bajo la cabeza,  teniendo a mi izquierda a un chica.

Levanto un momento la mirada encontrándome a hombres que se comportan como militares.  Todos llevan solo unas bermudas y van descalzos y sin camisa. Subo mi mirada al cielo y ya la luna está en lo mas alto,  está totalmente de color carmín y sin ninguna estrella o nube alrededor.

De repente todos esos bichos bajan la mirada como temiendo algo o a....  Alguien. Rápidamente bajo la mirada sin querer ver a esa bestia.

Escucho unos pasos fuertes y amenazantes sobre la tierra.  Un escalofrío recorre todo mi cuerpo y me trago un sollozo que quería dejar escapar. Teniendo la mirada en el suelo puedo ver unos zapatos de cuero negro que se ven muy caros...

~Vaya lobo.~ Pienso.

Este se queda quieto ahí.  Y en mi memoria solo repito y vuelvo a repetir ~Vete a la otra punta de la fila~, pero no,  el se queda ahí.

- No quiero estar aquí - Escucho susurrar a la chica de al lado mío.

Lo último que escucho es el golpe que recibe la chica al caer al suelo por el golpe que recibe de este  por otro de esos hombres.  Sin poderlo evitar me encamino hacia ella y la ayudo a levantarse. Levanto la mirada encontrándome unos ojos grises mirándome fijamente,  estos ojos se fueron volviendo totalmente negros.

- Te encontré...

¿Por que a mi?

Lo último que llego a oir es los aullidos de todos esos hombres y uno aún mas fuerte que ya se de quien es.  En eso mis ojos se cierran llevándome a una plena oscuridad.  Antes de caer al suelo,  siento como unos brazos me elevan.

© Carla Gaona,
книга «Te Encontré».
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