Prefacio
Por mucho tiempo estuve en solitario, y por obra de mi circuito de recompensas me sentía vacío de algún modo. Ahora que tengo compañía lo veo todo con perspectiva, la soledad es ese espacio para conocerse, porque debo admitir que de no ser por todas esas veces que tuve el tiempo y la fortuna de descubrirme, de elegir sin influencias, de vivir mi propia escena, película, teatro, escribir el papel que quiero representar en este mundo de vivos... aunque la mayoría de ellos están muertos. Mueren los que creen en el quizás, y no en el sí, los que no hacen las pases con lo peor de si mismos y se aceptan, se contienen, pero no se extingan, es momento de liberarse. Esos pensamientos que no cambias, esas personas que aún estando te hacen sentir solo o sola, ese amor que no ama, esas obligaciones que te atan a la infelicidad, a eso le llamo yo morir en vida. Yo y mis melancolías es un poemario para el pensamiento, me hizo entender que unos cuantos de mis peores momentos también fueron de los buenos, me enseñó lo que no funcionaba, hacia donde no debía ir, me hizo pensar en si valía la pena embargarme en ese viaje, el peso entre el sacrificio y la recompenza, porque si das más de lo que vas a obtener ya estás perdiendo, dar horas por minutos, dar un te amo por un te quiero. La vida pasa, y soy un tanto joven, pero mis variables experiencias y alguna que otra vivencia, la visión de lo que es y el no engañarme me hace tener perspectiva, no tengo que caer a una fosa repleta de suicidas que dejan ir lo más valioso por lo más ilusorio, tenemos mente además de corazón, no dejes que una bomba sanguínea te haga creer que vale la pena lo que vale una mierda. Aunque podemos ser subjetivos la poesía es un alivio, y en mis poesías me encuentro pensando, viviendo, siendo yo mismo, es mi acto de egoísmo. Tengo tanto que decir y planeo usar toda mi vida para escribir versos sin fin. En mis melancolías vi dos cosas, al principio me ahogaba, pero descubrí que las esperanzas flotan, y aunque eran pocas enhebré unas cuantas y así creé mi barca, entre tormentas me hice amigo de la lluvia, consolé sus tristezas y dejó de llover, pero aún así le pido lloviznas, para no olvidar el cómo y el porqué.
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