Cien años de soledad
Cien años de soledad que en realidad fueron veinte, esperando a alguien que me complete, hasta que entendí que mi amor eterno está en mi espejo, yo soy quien me leo, comprendo mi mente y a veces no, aunque me abandono esperando que otros comprendan lo que debo hacer yo o quererme lo que yo debo quererme, ¿Y quién si no yo? Egoísmo desmedido no, sano amor sí, permitiendo dar, pero sabiendo recibir. Cien años de soledad que pasé sin ti amor eterno esperando que lo de fuera me complete cuando nací con tus besos, naciste en mí con todo arte para acompañarme, me llamaste cuando nadie quiso hablarme, y lloraste en mi hombro conmigo cada tarde, conmigo escribías y siempre hablas, me amas aún mis fallas aunque odias mis inconstancias, gracias a ti comprendí lo mucho que te amo y necesito a mi lado, ni el oxígeno es más importante que el conocerte y el escucharte, tu voz es manantial de vida del cual la sangre de batalla es arte y no murallas, las caídas son la música de gloria, gran sinfonía, y las compañías se convirtieron de algo que obtengo a un complemento porque desde que nací soy completo, aunque también me susurras el agradecer sus cálidas compañías, y engrandecer lo grande, porque si un guerrero es fuerte, junto a mil es inmortal, y aunque el pavimento reciba nuestras lágrimas o el sudor tiña nuestras frentes, lograremos obtener lo que sembramos y cultivamos, nuestros esfuerzos no serán en vano y los amores perdidos son un amor más que encontramos, cada estocada que recibimos, de fortaleza nos cargamos, y en el equipaje llevamos la esperanza y el trabajo incansable, inteligente, constante, mi amor eterno busca amarme más y para eso es el lograr lo propuesto, respetar mis cielos, y dar calor en invierno, para volar no hay que ver hacia el suelo, y si algún día me olvidó de ti, lo recordaré leyendo esto.
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