Pablo Sciuto
@pablosciuto
Pablo Sciuto (Montevideo, 1979) cantautor y poeta uruguayo radicado en España.
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La combustión del beso
La combustión del beso creo polen que se cristalizó en miel de deseo, para untar en tu delicada cintura y lamer lentamente tus texturas. En un ciclo de fricciones cinéticas que generan energía renovadora, así tan simple como besarte se creó en mi alma una supernova.
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La ciencia del café
Cada mañana bajo el peso de los párpados, revuelvo el día con la cuchara de la existencia. Ejecuto ecuaciones mínimas de supervivencia, para no caer nuevamente bajo el hechizo de la inercia. Formuló teorías sobre el universo de la cama, con la anatomía de tu cuerpo que se quedó entre las sábanas. Lucho contra las fuerzas de la dictadura de la rutina, y preparo el bolso con las obligaciones mundanas de la vida. Me aferro a la mesa con el aroma de la taza y su borra, que uso como matemática para calcular el ahora. Invento una ley para abrazarme al abrigo de tu cuerpo, con la ciencia del café como sustento de este preciso momento.
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Impostores
En el fondo todos somos impostores al aceptar forzosamente un apellido y una casa, los átomos no tienen denominación de orígen y las estrellas son rehenes de las galaxias. Jugamos a ser dueños de un reino inexistente, el ego secuestro nuestras ingenuas miradas, nacemos y morimos imitando la nada, porque no conocemos en profundidad nuestra atalaya. Pero el universo tiene tantas historias que podemos convertir lo evidente en magia, surcar los mares profundos de la vida mundana, variar el ciclo del tiempo, creando poesía cada mañana.
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Viento de despedida
Siento el viento de tu despedida que refrescó el alma del abrazo, en nuestro pacto de silencio. Te pienso en la distancia absoluta, donde la única señal que llega, es la vibración de tu recuerdo.
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Ejercer la calma
Ejercer es entender lo que amas asumir el viento y fluir sin trabas, rodearse de fe, sin creer en nada invitar a los dioses a visitar tu casa. Cantar a la tristeza y pintarla de magia aferrarse a un amigo sin esperar nada no marcar la tarjeta que controla tu alma, ejercer tu derecho, a vivir libre en calma.
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Simplemente
Levitar es posible con el silencio, expandirse es tan básico como observar el universo, escalar se práctica cada día con buen sexo, saltar es volar sin aspavientos y lamentos, predecir no necesita de adivinos agoreros, insinuar muchos lo hacen por miedo a comunicar sus deseos, abrir y cerrar el grifo, es mejor que derramar los excesos. Aprender de los errores, tarde o temprano todos lo hacemos, aceptar a muchos les cuesta por simple negación del paso del tiempo. Afrontar es tan fácil como entender que todo tiene mecanismos inversos. Comprender no necesita de diccionarios ni anexos. Amar resume todo lo anterior en un sólo sentimiento.
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El contrato
No hace falta tanta arrogancia combativa, ni guantes de hierro macizo con esquirlas, ni besos portadores de democracia de sofá. El contrato se firma con ojos desafiantes, con palabras directas, sin revestimientos, ni accesorios y adornos de impostura. No hace falta calcular nada en la pizarra, ni poner cerrojos imposibles e invisibles, solo la mirada y las manos ingobernables.
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80 sucios instantes
80 bolsas de plástico, 80 eternos lamentos que agotaron todo el aire. Eludiendo redes de acero entre restos de carburante. Soñando con cálidos mares donde poder refugiarse. 80 compras malditas, 80 sucios instantes, 80 distintos lugares, pudieron con el gigante.
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Los años
Los años para algunos son estadísticas sin días, anuarios asépticos o almanaques de ferretería. Se adjuntan en carpetas, junto a recibos de gestoría, y se enmarcan en museos como nostalgia de arqueología. Para otros sin embargo, los años son pura poesía, como moldear el barro o surcar las arrugas de la vida. Son una apuesta sin números para respirar otro nuevo día, la oportunidad irrepetible de seguir amando sin medida.
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La razón
Al final quien tiene la razón, la razón por si misma no razona, ni menos el ego, ni la soberbia deudora, ni el triunfador sagaz, ni el perdedor constante, no hay razón que salve a quien no cree en nada. La vida es tan breve, que por si sola no sostiene la razón que tu deseabas.
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La cama de Onetti
La cama de Onetti tiene un colchón incómodo, con visceras de boxeadores y perdedores suicidas. Astilleros con esqueletos de habitantes de Santa María. La vida es un amuleto que ahuyenta viejas heridas, en la cama de Onetti me duermo con su postura de orfebrería.
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