Sinopsis
Prólogo
Ángel guardián
La preparación
Los mejores momentos
Por qué Dios me envió a la tierra
Lo que soy
La extraña joven
La segunda plaga
Mi familia
Mi historia
La preparación
El Génesis
El dolor o la felicidad?
El rostro borrado (primera parte)
El rostro borrado (segunda parte)
La amenaza
Presagio
Una tarde en la vida de la Muerte
El mundo dividido en dos
El recuerdo que jamás olvidaré
La oportunidad
El fin es solo el comienzo
Epílogo
Mi familia
Rubby


Salí temprano de la escuela. Hacía mucho tiempo, no pasaba algo como eso; la escuela ese día fue aburrida, no pude ver a Castiel, quería hacerle preguntas, pero me había sido imposible. Estaba sola, perdida mirando la nada misma, así que me puse de pie. Todos se habían marchado, la señora que limpia, la conserje, Lisa, me miró con el ceño fruncido esperando que me vaya. Le dediqué una sonrisa y no dije nada, cargué la mochila y comencé a caminar para salir del edificio escolar.

Fui a tomar el colectivo para ir a mi casa. Ya no soportaba estar por esos rumbos, todo era muy aburrido; las personas pasaban de un lado al otro, pero mi mirada se focalizó en una extraña joven de cabello rizado y pelirrojo, con un excelente atuendo, en mi humilde opinión, estaba muy elegante para encontrarse en un lugar tan extraño. La extraña joven estaba hablando sola en un parque y caminé hacia ella para ver que le sucedía.

—Discúlpame, ¿estás bien? —Puse mí mano en su hombro, el cual estaba muy cálido, el calor que salía de su interior era increíble, no podía creerlo.

No comprendía cómo era posible, nunca había sentido una calidez tan especial. Todo eso era una verdadera locura, no podía hacer mucho para saber sobre la joven, ella no me respondía. Supuse que estaba bien, pero no lo sabía.

—Sí, estoy bien —me miró y quitó inmediatamente mi mano de su hombro.

Está bien, comprendo, no le agradó que haya interferido en su espacio personal. Tampoco me gustaba que personas que no conozco me tocaran, creo que cualquier persona reaccionaría como esta mujer.

Fui demasiado tonta, no sabía cómo hacer para que la mujer quitara esa cara de enfado, así que busqué algo bonito con la mirada y lo encontré, había un montón de bonitos animalitos.

—Mira que lindos perritos —Los señalé con una gran sonrisa que adornaba mi rostro.

—Sí, muy bonitos —Los observó sin darle demasiada importancia.

No podía creer la reacción que la mujer había tenido. Cualquier persona hubiera reaccionado con un “ahhh”. No había algo más bonito que un montón de perritos, eso era lo más tierno que se podría ver en el día.

Aunque, yo creí que no le gustaban mucho los animalitos, pero aún así, le pregunté esperando una respuesta de su parte—: ¿Quieres alimentarlos? —Le mostré que tengo algo de comida balanceada para ellos.

Esas ternuritas, siempre estaban allí. Me daba lastima no poder hacer nada por ellos, siempre que podía hacía un boletín para que las personas se los llevaran a sus casas, pero eran demasiados y sabía que no podían llevarse a todos. Lamentablemente, sabía que eran perros, y por lo tanto, se reproducían muy rápido.

Esperaba que la mujer me respondiera, pero no lo hacía, se tomaba su tiempo para pensar con seriedad lo que podría responderme. No tenía idea de lo mucho que ella podría estar pensando, la respuesta era simple, bueno… quizás, ella era una de esas personas las cuales detestaba a los pequeños animalitos y alimentarlos no estaba en su lista.

Dejé de ver a la mujer y me enfoqué en los bonitos perritos; estos estaban felices por el alimento que les estaba dando. Los animales son muy agradecidos, mucho más que los seres humanos. Tendríamos que aprender muchas cosas de ellos, son demasiado inteligentes y algunos son más humanos que los mismos.

—No, no debería. Yo... —Me miró con su rostro triste.

La tristeza que poseía el rostro de esa mujer no tenía nombre. Ni siquiera, los perritos tenían aquella tristeza. No sé lo que esa mujer esté pasando en estos momentos, pero sin duda, debía encontrar algo que la haga feliz, por lo menos, por un par de segundos.

—Lo sé, debes creer que soy muy rara —Miré el cielo buscando una respuesta—. Alimento a los perros de la calle, me parecen muy buenos y amables —Toqué la cabeza de un perro.

La joven me miró y sonrió.

La sonrisa que me dejó ver, era muy bonita. Sus dientes eran resplandecientes. Toda mi vida quise tener una boca así, pero nunca lo pude lograr.

También miré a la mujer y le sonreí, mis dientes no eran tan perfectos, pero los cuidaba.

—Estos perros son como de mi familia —La miré directamente a los ojos—. Mis padres me tratan como sino existiera, yo creo que ellos me aman a su manera, pero no lo sé. Mi nombre es Rubby —Alcé mí mano en forma de saludo, esperé que ella haga lo mismo.

No era una persona muy sociable, pero esa mujer me superaba.

Rasqué mi nuca, mi ceño se frunció.

—Mi nombre es Tamara —Primero, miro mí mano de una extraña manera, pero luego me dio su mano, estaban​frías y sus venas se veían.

Solté su mano con cuidado y la observé directo a los ojos.

—Un gusto, Tamara.

—Igualmente…

—¿Ya habías visto esta plaza? Es muy bonita, pero no viene mucha gente —comenté con seguridad en mi discurso, no podía decir una tontería.

—No, no estaba presente, hace unos días llegué —me confesó, hizo una mueca con sus labios y me miró—. Tienes razón, he notado que las personas no vienen aquí.

—¿Dónde estabas? —Pregunté llena de intriga. Solté una risita y negué—. No todas, pero yo estoy aquí y tú también, eso ya es algo.

—Eso ya es algo… —Repitió.

Su voz era diferente, no sonaba como alguna que ya haya escuchado y eso que había oído muchas voces. Me daba mucha curiosidad saber más de ella, pero no era muy sociable.

—Y bueno… —Susurré con el ceño fruncido.

—¿Qué sucede? —Se atrevió a preguntar, lo cual me sorprendió.

Negué con la cabeza, ya no sabía qué decir y cuando eso pasaba, decía justamente eso.

Hablamos por un buen rato. Hasta que vi la hora en mi teléfono y entonces le dije, esperando que no se ofendiera—: Tamara, disculpa, quedé en que iba a ir a hacer un trabajo práctico a lo de una amiga —Comenté, mientras agarraba la mochila e iba quitando la Sube.

—Claro Rubby, no hay problema —Se levantó de la banca y entró al hospital.

Me llamó mucho la atención que haya ido al hospital, pero no dije nada y solo guardé mi comentario en lo más profundo de mi ser.

Me fui a la parada, por suerte el colectivo llegó rápidamente, pagué el máximo, ya que la hora ya no me cubría más. Esperaba que el viaje fuera tranquilo, tenía mucho que pensar para el trabajo que debía hacer con mis amigas. Los trabajos que nos daban en la escuela eran demasiado extensos y de pensar mucho, por momentos, eso me gustaba, pero por otros, era una tortura.

El viaje era muy largo, así que cerré mis ojos y esperé que el sueño se haga presente, cuando sucedió, no tarde en quedarme dormida. Me desperté y supe que ya era tiempo de bajar, muy pronto sería el momento para hacerlo.

Bajé del colectivo y comencé a caminar, por suerte, no debía caminar demasiado. Tenía suerte si lo veía de ese modo. Toqué el timbre de la casa de Luciana y esperé que lo escuchara.

—¿Quién es? —Preguntó, el sonido no era muy nítido, pero se entendía.

—Soy Mirtha Legrand —Siempre hacíamos esas bromas.

Evidentemente, no era dicha mujer.

—Ya va —Me respondió.

No se río y eso me pareció muy extraño, ya que ella siempre se reía cuando hacíamos esa broma de los famosos argentinos.

Salió, abrió la puerta y nos saludamos choque de manos y puño. Ese era nuestro saludo, no había otro mejor, nadie nos imitaba, era imposible. Entramos y ya estaba Julieta, Cecilia y Sandra. Supuse que ya habían comenzado con el trabajo, pero aún así, teníamos que seguir con el, así que nos pusimos a elaborar el trabajo. Se trataba acerca de La Revolución Democrática. Me agradaba el tema, la historia era mi favorita, pero arte era mejor.

Buscamos en Internet, en todos lados, esperábamos que todo lo que estábamos haciendo quedara perfecto. Queríamos un enorme diez, ya que seguramente, nosotras seriamos las únicas en hacer el trabajo. Muchos de los estudiantes no hacían nada, se colaban o esperaban desaprobar y dar el final para que puedan pasar directamente al próximo año. Esas personas siempre me habían sorprendido, ya que no comprendía cómo era posible haber desaprobado todo en el año y luego con una evaluación, que ocupaba todo lo del año, se sacaban una nota perfecta, que los dejaba pasar de año.

Sabía que si no aprobaba me sentiría uno de ellos y eso no me gustaba, no me gustaba pertenecer a un grupo social malo. No era mi estilo, no me gustaba pertenecer. Tenía mi grupo de amigas, pero eso era todo y me gustaba solo eso, nada más. Sonaba muy egoísta, pero no iba a negar que adoraba lo que ya tenía. No quería cambiar nada, todo era perfecto.

El trabajo se extendió, no esperaba eso, pero tuve que avisar que me quedaría y de ese modo, podríamos seguir mañana. Mis padres no me dieron una respuesta negativa, así que eso fue lo que hice, me quedé.

Al terminar el trabajo, me quedé a dormir con Lu. Nos fuimos al cuarto... de la nada, se escuchó un estruendo horrible y vimos por la ventana que se veía una neblina; ella me dijo que tapáramos las ventanas y todo para que no la absorbiéramos, dijo que eso nos haría mal. Algo me dice que ella sabía lo que estaba ocurriendo, pero no me decía nada.

Luciana no era de ocultarme cosas, tarde o temprano, lo que guardaba en su interior salía. Éramos amigas del jardín, no podía creer que tenía cosas que no me contaba. No quería creer que me ocultaba información importante, necesitaba saber lo que estaba sucediendo y esperaba que ella me lo dijera. Quería que fuera ella la que me diera la información, necesitaba que deje de mentirme.

La neblina no entró a la habitación, pero por desgracia, sí a la casa. Se escuchaban los gritos de dolor y desesperación que provenían de su familia, se escuchaba como se daban la cabeza contra algo duro, quería ayudar. No podíamos salir de la habitación, pero eso queríamos. No tenía idea de lo que podría estar sucediendo con mi segunda familia, solo quería que ellos estuvieran bien.

Después de unas diez horas, mínimo; se dejó de ver la neblina y salimos, al salir de la habitación, vimos una escena horripilante, una cabeza dentro del microondas y otra en la heladera... toda esa sangre, aún podía escuchar sus gritos, no podía quitarlos de mi mente.
Ella estaba como si nada, como si no le importara... no lo comprendía.

—¿Cómo puedes estar así? —Pregunté negando con la cabeza.

Así no era mi amiga, ella se preocupaba, tenía un corazón. Sabía que ocultaba su dolor, pero sabía que si Luciana viera eso estaría llorando. Recordé verla llorar por la desaparición de su teléfono o porque su novio la había dejado, era imposible que no estuviera llorando en ese momento.

—¿Así? —Alzó ambas cejas.

—Sí, sin una gota de sentimiento…

—Así es la vida —Respondió con seguridad.

Negué con la cabeza más de una vez, no podía creerlo.

—¿No te duele verlos muertos? Son tus padres… —Aclaré mirándola a los ojos, no estaban ni siquiera húmedos.

Ella negó, no me miró más y comenzó a hacer lo suyo.

—La vida es así, Rubby.

—Lo sé, pero duele cuando se van… —Susurré mirando lo que ella estaba haciendo.

—Así es, pero cuando se van podes notar con el dolor todo lo que los amaste.

—Déjame decirte, que parece que no los amaste.

—¿Quieres que llore?, ¿es eso? Si es así, no tenemos tiempo para eso —Me respondió dejándome con dos nuevas preguntas.

Alcé ambas cejas, no esperaba esa respuesta, no esperaba nada de todo lo que salió de sus labios. Las cosas no estaban bien, sus padres estaban muertos y ella me estaba diciendo que no había tiempo para llorar y despedirse de esos seres que le dieron la vida.

—¿Cómo puedes ser tan fría? —Le pregunté con el ceño completamente fruncido.

—No soy fría, soy realista, no hay tiempo, Rubby.

—¿Tiempo para qué? —Pregunté con mis ojos cristalizados.

—Para sobrevivir, estamos perdiendo el poco tiempo que nos queda.

Todo se me estaba haciendo mucho más confuso, no comprendía nada de lo que estaba sucediendo y menos lo que ella me estaba diciendo.

—¿Sobrevivir? —Pregunté.

Ella asintió con la cabeza y se quedó callada.

© Byther Sarrafoglu,
книга «El ángel pecador».
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