Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 3
Helena.

—¿Quieres que vaya por una pizza y vemos una película?—Me preguntó Santiago, acostado en mi sofá, con los brazos cruzados detrás de su cabeza.

—Si, me encantaría—Sonreí—Pero yo elijo la película.

—Y yo la pizza—Sonrió él y se puso de pie de un salto. —Ya vuelvo.

Se dirigió hacia la puerta y escuché un ligero portazo.

Mi teléfono empezó a sonar, pero no sabía de donde provenía el sonido. Me tomó un par de segundos darme cuenta de que estaba entre los cojines del sillón.

—Hola—Contesté.

—Hola Helena, soy Camila. Estamos en la playa de siempre, ¿Puedes venir?

—Hola Cami—Tosí, nerviosa—Eh, estoy ocupada. Y no tengo combustible en el coche.

—No pasa nada. Mikel y yo podemos ir a buscarte. ¿Que puedes estar haciendo durante el fin de semana?—Hizo pausa y añadió inmediatamente—No me contestes. Sé que te tomas el tiempo para descansar del trabajo y de la universidad. Pero te necesitamos. Ximena está pasando por una... Fase... Y necesita de nuestra ayuda.

En mi garganta se formó un nudo y mi corazón empezó a sacudirse dentro de mi pecho. Ellos no podían saber que Santiago estaba en mi piso.

—¿Helena? ¿Sigues allí?

—Si, aquí sigo.

—Pía está en camino, estaba jugando tenis con sus padres pero ha dicho que venía. Raquel también está aquí.

—Está bien, vengan a buscarme. Voy a cambiarme.

—Bien, vamos hacia allí.

Suspiré y cerré los ojos con fuerza, aún con el teléfono en la oreja.

Fui a mi habitación a cambiarme por el bañador y colocarme encima un short, una camiseta y unas sandalias.
Tomé un bolso y metí los protectores solares y una toalla.

Escuché la puerta abrirse y cerrarse.

—Ya volví —Oí a Santiago gritar.

—Ya voy...

Cuando volví a la sala, me miró de arriba hacia abajo. Interrogante.

—¿Por qué te has cambiado?—Preguntó—Vamos a ver la película, ¿Cierto?

Todo mi rostro se compungió.

—Lo siento, tengo que ir...

—Las chicas.—Terminó él por mí

—Si, Ximena tiene una crisis y...

—Ya eso me lo contaste—Se cruzó de brazos, molesto—Se esforzó mucho por meses para salvar unos árboles y los han cortado. Han empezado un proyecto de construcción en su lugar... ¿Que motivo de crisis hay en eso?

—No conoces a Ximena.

—Claro que la conozco, desde que era una cría.

—Está muy deprimida, no entiendes.

—Lo que no entiendo es por qué no podemos tener una relación normal.

—Las conoces.—Repliqué—Ha sido Camila quien me ha llamado y viene hacia aquí con Mikel.

—Con Mikel...—Repitió irónico—Claro, ella puede tener esta extraña y tóxica relación con él. Y yo no puedo estar contigo.

—Estamos juntos...

—No de la forma que yo quiero, Helena. Nos estamos escondiendo. Si salimos juntos, ellas te llaman y me dejas tirado.—Suspiró y añadió frustrado—No te quiero a medias, Helena, te quiero completa. Hay que decirles la verdad y si no les gusta que se vayan al diablo.

—No, no todavía.—Repliqué nerviosa—No sé si pueda enfrentarme a tu hermana y a las críticas recriminatorias de mis amigas.

—Esa estúpida regla de amigas es una mierda, Helena. Tienes veinte años y yo veinticuatro. Somos adultos y podemos elegir que hacer con nuestras vidas. No tenemos que pedirles permiso.

—Lo sé, Santiago. Pero...

—Me voy, no puedo con esto, que se diviertan.—Cortó exasperado.

Y enseguida escuché un portazo detrás de mí. Me senté en el sofá y me abracé a un cojín con deseos de llorar.

************

—¿Has estado llorando?—Me preguntó Mikel, observándome.

—¿Qué dices?—Me limpié debajo de los ojos con los dedos, mi máscara de pestañas se había corrido.

—Ya, no tienes que decirme nada.—Me dijo.

Camila se volvió hacia nosotros.

—He estacionado el coche a la perfección —Sonrió triunfante mirándolo con detenimiento, como si fuese una gran hazaña —Vamos, Raquel está por allá.

No quería admitirlo, pero estaba sufriendo.

Santiago es una mezcla casi perfecta de los mejores y más guapos cantantes de K-Pop con los actores más guapos y hermosos de K-Drama y unos genes y rasgos étnicos europeos fuertes. Alto, musculoso y apuesto. A excepción de ese carácter volátil que tiene, es casi perfecto. Llevo toda mi vida obsesionada y sumergida en el anime, los comics, el mukbang y en la cultura Sur Coreana. Así que, enamorarme de él fue algo que siempre supe que pasaría, desde que era una niña.

—¿Por qué estás triste?—Me preguntó Raquel sacándome de mi ensimismamiento.

—Estoy bien. ¿Cómo está Ximena?

—Está dando un paseo con Pablo. Al parecer es el único que puede hablar con ella sin que ésta llore.

Me senté junto a ella en la arena y me quité la camiseta. Dejé que los rayos del sol golpearan mi piel desnuda.

—¿Que te dijo?—Me preguntó Raquel

—¿Quién? ¿Sobre qué?

—Ximena.

Inhalé y exhalé antes de contestar...

—Fue a la cafetería el jueves, no hablamos mucho. Le pidió a Cinthia un capucchino y una hamburguesa con un filete. Eran apenas las ocho de la mañana. Supe inmediatamente que algo andaba muy mal.

—¿Y qué hiciste?

—Solo me acerqué a ella y la saludé. Nunca la había visto comer así. Devoró la comida con mucha prisa y ansiedad. Le pregunté cómo estaba y apenas respondió. Cuando terminó de comer solo dijo que había dejado la organización y que tenía mucho apetito, que pasaría por una pastelería a por el postre. Pagó la cuenta, me dió las gracias y se marchó.

—¿Crees que estará bien?—Preguntó haciendo círculos y figuras en la arena con los dedos.

—Si, Ximena es fuerte.—Respondí—Supongo que es difícil haber dado tanto por esa causa y al final fracasar.

—Nunca la había visto así. ¿Y qué hace Pablo con ella?

—Pablo estaba en la organización por ella, eso lo sabemos, y por ella la ha dejado también.

—¿Estará enamorado?— Sonrió, sus ojos brillaban de ilusión.

—No lo sé.

—Pues el amor está en el aire—Sonrió y señaló con la barbilla hacia Camila y Mikel que jugaban en la orilla con el agua y luego hacia Pablo y Ximena que paseaban por el otro extremo de la playa casi tomados de la mano.

Casi me reí, pero sentí una leve amargura por mi situación con Santiago. Sabía que era lo mejor decirles, pero no quería hacerlo. No quería que nuestra relación fuese sometida a su escrutinio crítico. Eran mis amigas, pero también era mi vida. Sin embargo, en el fondo, no contarles aumentaba mi desdicha.

—Hola bellezas—Saludó Pía, casi lanzándose sobre nosotras. Vestía un short blanco, una linda blusa azul a la altura del ombligo y llevaba el pelo rubio platino atado en un moño. Tiró su bolso de playa casi encima de mí.

—Hola Pía—Saludó Raquel emocionada —Que gusto verte.

—Hola Pía—Saludé.

—Estaba en una partida de tenis con mamá y papá. Casi tuve que rogarles para que me dejaran venir. Pero están tan orgullos de mí, por mi trabajo en la compañía, que me permitieron darme un respiro.

—Que bueno, Pía. Me alegro mucho por tí—Siguió Raquel sonriendo—Tenemos que vernos más seguido, durante semanas hemos estado muy ocupadas y no nos hemos puesto al día como se debe.

—Pronto solucionaremos eso, Raquel. He estado planificando algo fantástico para mi cumpleaños que nos va a encantar a todas.

—¿Si? ¿Cómo qué?—Pregunté

—No puedo decirles todavía. Es una sorpresa.

—Nos dejas en ascuas.—Solté

—Ya, pero no será por mucho.—Hizo pausa y miró por los alrededores—¿Donde están los demás?

—Los tórtolos, querrás decir.— Corrigió Raquel—Es sábado de parejas y de amor en el aire. Solo nosotras quedamos excluidas.

—Ah—Pronunció Pía y se encogió de hombros—Me alegro mucho de que Ximena ya haya olvidado el asunto del otro día. He visto los planos del proyecto que construirán en esa zona, mis padres comprarán un par de pisos del complejo. Por cierto, que en solo un par de días, ha dado mucho impulso al crecimiento y a la inversión en toda la ciudad. Los apartamentos serán muy accesibles. La arquitecta que dirige el proyecto ha destinado un par de edificios enteros para indigentes y personas pobres. Vienen con un subsidio del cincuenta por ciento ¿No es eso maravilloso?

—Que bueno. Estamos seguras de que Ximena lo superará y también la institución que falló en la conservación de ese manglar—Siguió Raquel.

—Y por suerte no murió nadie. —Cortó Pía con horror—Nunca había visto tanta violencia y tanto odio en una manifestación.

—Es triste—Continuó Raquel— Tenemos que aprender a escoger nuestras batallas y ordenar nuestras prioridades.

—Si, así es.—Dijo Pía.

Levanté mi vista al cielo y observé el sol elevarse sobre nosotras y bañarnos con radiantes y fuertes rayos de luz. El cielo esbozaba los más bellos y brillantes colores, los que no había visto en mucho tiempo. Una sensación de paz me abrasó y me caló hasta los huesos. Me olvidé de todas mis penas y desdichas y me sentí feliz de estar en donde estaba.

© Luu Herrera ,
книга «Mucho Más Que Un Verano».
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