Capítulo 2
Al llegar al hotel, me dirigí directamente a la suite para revisar los documentos y prepararme para la reunión del día siguiente. Mientras me preparaba para la cena, mi mente vagaba hacia Arizona. Las empresas no se manejaban solas, y siempre había algo que requería mi atención. Pero esta noche, decidí dejarlo todo atrás y disfrutar del momento.
—Señorita Deborah, su coche la espera. El señor Tan aguarda su llegada para la cena.
Me miré en el espejo, ajustando mi collar de perlas.
—Estoy lista. ¿Cómo está el tráfico?
—Está tranquilo, señorita. Llegaremos a tiempo.
El Mercedes-Benz S-Class me llevó a través de las calles iluminadas de Singapur. La cena estaba programada en el restaurante del SkyPark, con vistas impresionantes de la ciudad. Me reuní con el señor Tan, donde nos saludamos con apretones de manos firmes y sonrisas profesionales.
—Deborah Abrahams, siempre tan guapa. ¿Cómo te va?
—Tan, siempre tan amable— respondí sonriendo.—Singapur es impresionante esta noche.
—Siempre—Dijo, ofreciéndome un brindis con su copa de champán—Es un placer verte de nuevo.
—Lo mismo digo, Tan.
—Tu reputación como empresaria es impresionante. Estoy seguro de que juntos podemos lograr grandes cosas— Agregó él, con un brillo en los ojos que sugería que había mucho más detrás de sus palabras.
—Por supuesto, Tan. Cuentas conmigo, siempre—Sonreí, tomando un sorbo de la copa de Champán.
—Tu empresa de energía solar está teniendo un éxito astronómico, todos estamos impresionados.
—¿Que te puedo decir, Tan? En Arizona tenemos el mejor sol del mundo.
La cena fue todo un éxito, con conversaciones sobre negocios y política, pero siempre manteniendo un tono ligero y profesional.
Después de la cena, mientras caminaba de regreso a mi suite, me detuve un momento en el borde de la piscina infinita, mirando hacia la ciudad que brillaba como un faro en la noche. Singapur era un lugar donde todo parecía posible, donde el éxito estaba al alcance de la mano para aquellos que estaban dispuestos a trabajar por él.
—Señorita Deborah, su coche la espera. El señor Tan aguarda su llegada para la cena.
Me miré en el espejo, ajustando mi collar de perlas.
—Estoy lista. ¿Cómo está el tráfico?
—Está tranquilo, señorita. Llegaremos a tiempo.
El Mercedes-Benz S-Class me llevó a través de las calles iluminadas de Singapur. La cena estaba programada en el restaurante del SkyPark, con vistas impresionantes de la ciudad. Me reuní con el señor Tan, donde nos saludamos con apretones de manos firmes y sonrisas profesionales.
—Deborah Abrahams, siempre tan guapa. ¿Cómo te va?
—Tan, siempre tan amable— respondí sonriendo.—Singapur es impresionante esta noche.
—Siempre—Dijo, ofreciéndome un brindis con su copa de champán—Es un placer verte de nuevo.
—Lo mismo digo, Tan.
—Tu reputación como empresaria es impresionante. Estoy seguro de que juntos podemos lograr grandes cosas— Agregó él, con un brillo en los ojos que sugería que había mucho más detrás de sus palabras.
—Por supuesto, Tan. Cuentas conmigo, siempre—Sonreí, tomando un sorbo de la copa de Champán.
—Tu empresa de energía solar está teniendo un éxito astronómico, todos estamos impresionados.
—¿Que te puedo decir, Tan? En Arizona tenemos el mejor sol del mundo.
La cena fue todo un éxito, con conversaciones sobre negocios y política, pero siempre manteniendo un tono ligero y profesional.
Después de la cena, mientras caminaba de regreso a mi suite, me detuve un momento en el borde de la piscina infinita, mirando hacia la ciudad que brillaba como un faro en la noche. Singapur era un lugar donde todo parecía posible, donde el éxito estaba al alcance de la mano para aquellos que estaban dispuestos a trabajar por él.
Коментарі