Capitulo 1: Cuando la noche sale.
"Desde aquel día, no nos hemos vuelto a separar. La sensación de casi perderlo todo se clavo en nuestros corazones..."
Ya han pasado dos meses desde que las clases comenzaron. Durante ese tiempo he echo las cosas rutinarias.
Levantarme temprano, asearme, desayunar, ponerme el uniforme, e ir a la escuela. Nada fuera de lo común.
Pero aquel día estaba lloviendo, y vaya que llovía. Se podía oír como las gotas de agua chocaban agresivamente contra el pavimento, ventanas, y el techo de la casa.
Era un perfecto día para no hacer nada. Pero había un pequeño detalle. Mis padres no estaban, por lo que, tendría que cuidar de Nanami, mi hermana menor, hasta que ellos llegarán.
Mi hermana tiene 8 años de edad. Soy mayor que ella por 6 años, y compartimos, casi, los mismos rasgos. La única diferencia son nuestros ojos. Pero ya les explicaré más adelante.
—¡Nanami! ¿Estás despierta?—Pregunte desde el primer piso.
Cómo no recibí respuesta, subí al segundo piso, dirigiendo me hacía su habitación. Llame a la puerta, pero no recibí respuesta.
Abrí lentamente la puerta, asomando mi cabeza por la brecha que se formó.
La habitación tenía algunas cosas interesantes. Pósters de la banda favorita de Nanami, algunas cosas Otakus de colección, un espejo sobre su tocador, y muchas más cosas que si las mencionara, nunca terminaría.
En la mitad de la habitación, estaba una cama, lo suficientemente grande y espaciosa para dormir agusto. Ahí, tendida boca abajo sobre su cama, se encontraba Nanami. Su cabello negro, claramente despeinado, le daba un toque perezoso y tierno a mi hermanita. Llevaba puesto su típica pijama rosa con flores blancas.
Tanto ella como yo, somos de piel morena clara, cabello negro y ojos... Bueno, nos míos son rojos vino. Pero Nanami tiene el ojo derecho de color grisáceo.
Eso es una alteración en sus patrones genéticos... o algo así menciono el doctor. Nunca presenté mucha atención a lo que dijo en ese momento.
Con una pequeña sonrisa en mi rostro, me acerque hasta estar al lado de la cama. Entonces, moviendo un poco su hombro derecho, la desperté.
Ella se sentó lenta, y torpemente, sobre la cama, volteando a verme con una mirada llena de sueño y con la baba saliendo de su boca.
—¿Otra te quedaste hasta tarde?—Pregunte sin dejar de sonreír.
—Buenis días, Isaac—Saluda mientras se talla el ojo izquierdo.—¿Que hay de desayunar?—
—Discutamos eso mientras vamos a la sala—Le respondí.
Cargado a Nanami como si fuese una princesa, la lleve hasta la sala mientras hablábamos sobre el desayuno. Decidimos que íbamos a desayunar Omelette.
Dejé a mi hermana sobre el sofá y le prendí la televisión. Mientras tanto, yo ponía manos a la obra.
Cocinar es todo un arte, y se requiere de paciencia, presicion, apetito. O al menos así lo veo yo.
—¿Hoy no vamos a ir a la escuela?—Pregunta al percatarse de la lluvia.
—No. Además ya son las 8 : 30 de la mañana. Desde las seis que no ha dejado de llover—Respondo mientras cocino.
—¡Entonces pasaremos un día genial juntos!—Dice en entonación alegre.
—Quizas. Aún tengo pendiente el proyecto de la profesora Elma, y necesito pensar en algo que la asombre. Si no, me tocará repetir curso—Mencione.
—Estoy seguiré de que algo se te va a ocurrir—
Sirviendo los Omelettes en los platos, apagó la estufa y llevo nuestro desayuno al sofá. Dejo los platos sobre la pequeña mesita de la sala.
Comimos a nuestro ritmo. Al ser el primero en terminar, lleve mi plato al fregadero.
Para matar el tiempo, me pondré a barrer un poco. Pero tendré que bajar al perro lugar de la casa. Un lugar donde solo sobrevive el más valiente y capacitado para soportar los traumas que aquel lugar pueda traer... El sótano.
Aquel lugar es mi fuente de pesadillas secundarias. Desde que me quedé casi todo un día encerrado ahí abajo, me ha dado miedo de entrar y que pase lo mismo.
Pero eso paso hace 5 años, así que no debería de preocuparme por eso, ¿Cierto? Además, no existe nada fuera de lo normal ahí abajo. Solo bajamos al sótano para lavar la ropa, y guardar algunas cosas.
La puerta que lleva al sótano estaba bajo las escaleras. Sin más me dirigí hacia aya. Pero al llegar, pude escuchar una pequeñas voces al otro lado de la puerta. Era raro. No tenemos ratones en casa, pero aún que así fuera, no podrían recrear tan perfectamente la voz humana.
—Es solo mi imaginación—Me dije a mi mismo.
—¿De qué hablas, Isaac?—Pregunta Nanami.
Seguramente me escucho. No le diré nada de lo que oí, ella es muy miedosa con este tipo de cosas, y es muy creyente de lo paranormal.
—Nada Nanami. Solo imaginé que pasaba el año con la mejor calificación de la escuela—Menti.
—Bueno. Entonces ven y siéntate conmigo—Pide con una sonrisa.
Mire la puerta de sótano durante unos segundos. Aquellas voces parecían no querer cesar. Pero tampoco era como si se pudieran escuchar desde más aya de medio metro. Eran tan sutiles que tenía que concentrarme para oirlas.
Entonces recordé que mi madre había guardado una caja música ahí abajo. De seguro es eso.
—Esta bien—Dije.
Sentandome en el sofá, dejo caer mi peso sobre el. Nanami se recarga en mi mientras cambia a un canal que tenga algo interesante.
La mayor parte de la tarde nos la pasamos viendo animes de acción, aventura, y misterio.
Tres horas antes de la cena, nuestros padres ya habían llegado. Se encontraron con Nanami durmiendo en el sofá, recostando su cabeza en mi regazo. Y conmigo viendo una película de horror.
Cenamos en familia mientras hablábamos de lo que pasó durante el día. Evite comentar lo que oí cuando iba al sótano. ¿Quien iba a creer eso?.
Poco después, cada quien se fue a su habitación. En todo el día Nanami no se había quitado su pijama, así que solo se fue y se metió en la cama. Yo tenía puesto el uniforme, por lo que me lo cambie a una ropa más cómoda para dormir.
Mirando hacia el techo, con los brazos extendido sobre la cama, me puse a pensar. ¿Lili estará enfadada por haber faltado hoy? Espero que sí.
Con ese tonto pensamiento, me quedé dormido.
Me desperté a mitad de la noche. Creo que un poco pasado de las doce. Hacía más frío de lo normal. No se me hizo extraño. Era algo lógico por la lluvia. Pero eso no fue lo que me despertó.
Una voz me llamaba mientras movía sutilmente mi cuerpo. Abrí los ojos y voltee a verla.
Parada al lado de la cama, estaba Nanami, con su pijama rosa y abrazando una almohada. ¿Que hacía despierta a esta hora, y con este frío?.
—¿Que ocurre?—Pregunte medio dormido.
—Hay un mounstro bajo mi cama—Responde en voz baja y temblorosa.
—Esas cosas no existen—Mencione.—Pero si quieres, puedes dormir conmigo—Dije.
Tal rápido como termine de decirle eso, Nanami se acostó en el lado derecho de la cama, colocando su almohada. Estaba muy pegada a mi, tanto que podía sentir su respiración y los latidos de su corazón.
No duermo con ella desde hace tres años, por lo cual se me hace un poco incómodo dormir con alguien que se ve tan indefenso.
—¿Cómo es el mounstro?—Pregunte vagamente.
—Nunca lo he visto—Responde con más calma que antes.
—¿Desde cuándo está bajo tu cama?—
—Desde hoy—
—¿Y sigue ahi?—
—No...—
—¿Dónde está ahora?—
—Nos está mirando desde la puerta...—
Al oír eso sentí como un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Por instinto voltee a ver hacía la puerta mientras la sensación de miedo, angustia, e inseguridad, recorría mi cuerpo.
Tras la puerta entre abierta, habían unos ojos negros. Eran tan negros que se veían pese ha estar a oscuras. Parecían los ojos de un animal nocturno.
Arriba de el, otro par de ojos se asomaron acompañado de una voz familiar.
La voz de nuestra madre parecía estar llamando nos desde fuera del pasillo. Ignorando todo lo que veía, ya que creía que el sueño estaba jugando me una broma, me puse de pie. Al hacerlo, Nanami sujeto mi mano.
—No vayas—Pide con voz temblorosa.
Su cara tenía una expresión de terror, podía sentir como su mano temblaba incontrolable mente por culpa del miedo.
—Usare la linterna del celular—Dije.
Haciendo lo anteriormente mención, tomé mi celular y camine hacia la puerta. Entre más me acercaba a la puerta, esos ojos parecían entre cerrarse, y cuando estuve a unos cuatro pasos de la puerta, aquellos ojos dejaron de observar nos.
Cerré la puerta y encendí las luces de mi habitación. Durante unos segundos cerré los ojos por culpa de la luz. Luego de poco se acostumbraron.
Mire a Nanami ocultarse bajo las sábanas, pude oírla sollozar, tratando de contener su miedo. No entendí lo que acaba de pasar. ¿Que era esa cosa en la puerta? ¿Por qué mi madre nos estaba llamando a está hora? Aún que, ¿Por qué ya no nos está llamando?.
—¿Eso era el mounstro?—Pregunte con voz temblorosa.
Ella solo asintió con la cabeza.
—Apartir de ahora dormirás conmigo. ¿Verdad?—Me pregunta.
—Si... Si, así es—Respondí tratando de contener las ganas de vomitar.—Mañana le hablaré de esto a nuestros padres—Dije.
Volví a acostarme, esta vez, dejando la luz prendida de la habitación. Me ti la cabeza bajo las sábanas para ver a Nanami. Ella se encontraba en posición fetal, con algunas lágrimas en sus ojos. Su rostro parecía expresar los traumas más horribles en su memoria.
Mi pequeña hermanita, aterrada y temblando como un cachorro. No la veía así desde el bombardeo en nuestra antigua ciudad. Fueron tiempos duros, en especial para ella, quién apenas tenía 4 años cuando eso paso.
Puse una mano sobre su cabeza y la empecé a acariciar. Eso parecía calmarla un poco. Podía sentir la tensión en su cuerpo con tan solo tocar su cabeza.
"Algún día nos veremos de nuevo, Isaac"
Esa voz, estaba justo detrás de mi nuca. Era una voz aterradora de ultratumba. Y no fui el único que lo oyó, Nanami estaba con sus ojos abiertos como platos, su rostro se volvió pálido, parece que se paralizó del miedo. De sus ojos salían unas lágrimas silenciosas.
Yo no estaba mejor que ella. La sangre se me congelo y el corazón casi me para de latir. El estómago y la cabeza me daban vueltas, casi apunto de tener un colapso, y en lo mejor de los casos, vomitar la cena.
Sentí como las sábanas se deslizaban sobre nosotros, como si alguien las estuviera jalando. Por reflejo, abrace a Nanami, tratando de protegerla con mis brazos.
Entonces las sábanas se despegaron de nosotros. Tenía miedo de ver lo que había echo eso, al dueño de la voz. Pero mi curiosidad me hizo voltear.
Ahí parado, estaba algo casi imposible de describir, al que no pude existir en la mente de nadie. Una aberración, una pesadilla viviente. No se puede distinguir si es un hombre, una mujer, un animal, o el mismo Diablo. Tenía cuernos de alce, que más bien parecían ramas, su cuerpo estaba echo de lo mismo, solo que tenía caras en sufrimiento. Esas caras estaban en casi todo su cuerpo. Las caras parecían moverse, como si quisieran pedir ayuda, como si suplicarán por su muerte.
Mi mento solo me pudo mostrar lo que llegaba a entender, todo lo demás estaba fuera de mi compresión.
No pude contenerme y grite, grite del terror y horror que vivía en el momento. Grite tanto que mis sentidos parecían haberse apagado. Y entonces, mi consciencia se desvanecido, dejándome con la imagen de aquella cosa que solo existe en la mente del Diablo.
Alguien dijo una vez: "Aún no estamos listos para saberlo todo. Pero el humano siempre quiere saberlo todo, aún que eso le cueste la existencia."
Ya han pasado dos meses desde que las clases comenzaron. Durante ese tiempo he echo las cosas rutinarias.
Levantarme temprano, asearme, desayunar, ponerme el uniforme, e ir a la escuela. Nada fuera de lo común.
Pero aquel día estaba lloviendo, y vaya que llovía. Se podía oír como las gotas de agua chocaban agresivamente contra el pavimento, ventanas, y el techo de la casa.
Era un perfecto día para no hacer nada. Pero había un pequeño detalle. Mis padres no estaban, por lo que, tendría que cuidar de Nanami, mi hermana menor, hasta que ellos llegarán.
Mi hermana tiene 8 años de edad. Soy mayor que ella por 6 años, y compartimos, casi, los mismos rasgos. La única diferencia son nuestros ojos. Pero ya les explicaré más adelante.
—¡Nanami! ¿Estás despierta?—Pregunte desde el primer piso.
Cómo no recibí respuesta, subí al segundo piso, dirigiendo me hacía su habitación. Llame a la puerta, pero no recibí respuesta.
Abrí lentamente la puerta, asomando mi cabeza por la brecha que se formó.
La habitación tenía algunas cosas interesantes. Pósters de la banda favorita de Nanami, algunas cosas Otakus de colección, un espejo sobre su tocador, y muchas más cosas que si las mencionara, nunca terminaría.
En la mitad de la habitación, estaba una cama, lo suficientemente grande y espaciosa para dormir agusto. Ahí, tendida boca abajo sobre su cama, se encontraba Nanami. Su cabello negro, claramente despeinado, le daba un toque perezoso y tierno a mi hermanita. Llevaba puesto su típica pijama rosa con flores blancas.
Tanto ella como yo, somos de piel morena clara, cabello negro y ojos... Bueno, nos míos son rojos vino. Pero Nanami tiene el ojo derecho de color grisáceo.
Eso es una alteración en sus patrones genéticos... o algo así menciono el doctor. Nunca presenté mucha atención a lo que dijo en ese momento.
Con una pequeña sonrisa en mi rostro, me acerque hasta estar al lado de la cama. Entonces, moviendo un poco su hombro derecho, la desperté.
Ella se sentó lenta, y torpemente, sobre la cama, volteando a verme con una mirada llena de sueño y con la baba saliendo de su boca.
—¿Otra te quedaste hasta tarde?—Pregunte sin dejar de sonreír.
—Buenis días, Isaac—Saluda mientras se talla el ojo izquierdo.—¿Que hay de desayunar?—
—Discutamos eso mientras vamos a la sala—Le respondí.
Cargado a Nanami como si fuese una princesa, la lleve hasta la sala mientras hablábamos sobre el desayuno. Decidimos que íbamos a desayunar Omelette.
Dejé a mi hermana sobre el sofá y le prendí la televisión. Mientras tanto, yo ponía manos a la obra.
Cocinar es todo un arte, y se requiere de paciencia, presicion, apetito. O al menos así lo veo yo.
—¿Hoy no vamos a ir a la escuela?—Pregunta al percatarse de la lluvia.
—No. Además ya son las 8 : 30 de la mañana. Desde las seis que no ha dejado de llover—Respondo mientras cocino.
—¡Entonces pasaremos un día genial juntos!—Dice en entonación alegre.
—Quizas. Aún tengo pendiente el proyecto de la profesora Elma, y necesito pensar en algo que la asombre. Si no, me tocará repetir curso—Mencione.
—Estoy seguiré de que algo se te va a ocurrir—
Sirviendo los Omelettes en los platos, apagó la estufa y llevo nuestro desayuno al sofá. Dejo los platos sobre la pequeña mesita de la sala.
Comimos a nuestro ritmo. Al ser el primero en terminar, lleve mi plato al fregadero.
Para matar el tiempo, me pondré a barrer un poco. Pero tendré que bajar al perro lugar de la casa. Un lugar donde solo sobrevive el más valiente y capacitado para soportar los traumas que aquel lugar pueda traer... El sótano.
Aquel lugar es mi fuente de pesadillas secundarias. Desde que me quedé casi todo un día encerrado ahí abajo, me ha dado miedo de entrar y que pase lo mismo.
Pero eso paso hace 5 años, así que no debería de preocuparme por eso, ¿Cierto? Además, no existe nada fuera de lo normal ahí abajo. Solo bajamos al sótano para lavar la ropa, y guardar algunas cosas.
La puerta que lleva al sótano estaba bajo las escaleras. Sin más me dirigí hacia aya. Pero al llegar, pude escuchar una pequeñas voces al otro lado de la puerta. Era raro. No tenemos ratones en casa, pero aún que así fuera, no podrían recrear tan perfectamente la voz humana.
—Es solo mi imaginación—Me dije a mi mismo.
—¿De qué hablas, Isaac?—Pregunta Nanami.
Seguramente me escucho. No le diré nada de lo que oí, ella es muy miedosa con este tipo de cosas, y es muy creyente de lo paranormal.
—Nada Nanami. Solo imaginé que pasaba el año con la mejor calificación de la escuela—Menti.
—Bueno. Entonces ven y siéntate conmigo—Pide con una sonrisa.
Mire la puerta de sótano durante unos segundos. Aquellas voces parecían no querer cesar. Pero tampoco era como si se pudieran escuchar desde más aya de medio metro. Eran tan sutiles que tenía que concentrarme para oirlas.
Entonces recordé que mi madre había guardado una caja música ahí abajo. De seguro es eso.
—Esta bien—Dije.
Sentandome en el sofá, dejo caer mi peso sobre el. Nanami se recarga en mi mientras cambia a un canal que tenga algo interesante.
La mayor parte de la tarde nos la pasamos viendo animes de acción, aventura, y misterio.
Tres horas antes de la cena, nuestros padres ya habían llegado. Se encontraron con Nanami durmiendo en el sofá, recostando su cabeza en mi regazo. Y conmigo viendo una película de horror.
Cenamos en familia mientras hablábamos de lo que pasó durante el día. Evite comentar lo que oí cuando iba al sótano. ¿Quien iba a creer eso?.
Poco después, cada quien se fue a su habitación. En todo el día Nanami no se había quitado su pijama, así que solo se fue y se metió en la cama. Yo tenía puesto el uniforme, por lo que me lo cambie a una ropa más cómoda para dormir.
Mirando hacia el techo, con los brazos extendido sobre la cama, me puse a pensar. ¿Lili estará enfadada por haber faltado hoy? Espero que sí.
Con ese tonto pensamiento, me quedé dormido.
Me desperté a mitad de la noche. Creo que un poco pasado de las doce. Hacía más frío de lo normal. No se me hizo extraño. Era algo lógico por la lluvia. Pero eso no fue lo que me despertó.
Una voz me llamaba mientras movía sutilmente mi cuerpo. Abrí los ojos y voltee a verla.
Parada al lado de la cama, estaba Nanami, con su pijama rosa y abrazando una almohada. ¿Que hacía despierta a esta hora, y con este frío?.
—¿Que ocurre?—Pregunte medio dormido.
—Hay un mounstro bajo mi cama—Responde en voz baja y temblorosa.
—Esas cosas no existen—Mencione.—Pero si quieres, puedes dormir conmigo—Dije.
Tal rápido como termine de decirle eso, Nanami se acostó en el lado derecho de la cama, colocando su almohada. Estaba muy pegada a mi, tanto que podía sentir su respiración y los latidos de su corazón.
No duermo con ella desde hace tres años, por lo cual se me hace un poco incómodo dormir con alguien que se ve tan indefenso.
—¿Cómo es el mounstro?—Pregunte vagamente.
—Nunca lo he visto—Responde con más calma que antes.
—¿Desde cuándo está bajo tu cama?—
—Desde hoy—
—¿Y sigue ahi?—
—No...—
—¿Dónde está ahora?—
—Nos está mirando desde la puerta...—
Al oír eso sentí como un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Por instinto voltee a ver hacía la puerta mientras la sensación de miedo, angustia, e inseguridad, recorría mi cuerpo.
Tras la puerta entre abierta, habían unos ojos negros. Eran tan negros que se veían pese ha estar a oscuras. Parecían los ojos de un animal nocturno.
Arriba de el, otro par de ojos se asomaron acompañado de una voz familiar.
La voz de nuestra madre parecía estar llamando nos desde fuera del pasillo. Ignorando todo lo que veía, ya que creía que el sueño estaba jugando me una broma, me puse de pie. Al hacerlo, Nanami sujeto mi mano.
—No vayas—Pide con voz temblorosa.
Su cara tenía una expresión de terror, podía sentir como su mano temblaba incontrolable mente por culpa del miedo.
—Usare la linterna del celular—Dije.
Haciendo lo anteriormente mención, tomé mi celular y camine hacia la puerta. Entre más me acercaba a la puerta, esos ojos parecían entre cerrarse, y cuando estuve a unos cuatro pasos de la puerta, aquellos ojos dejaron de observar nos.
Cerré la puerta y encendí las luces de mi habitación. Durante unos segundos cerré los ojos por culpa de la luz. Luego de poco se acostumbraron.
Mire a Nanami ocultarse bajo las sábanas, pude oírla sollozar, tratando de contener su miedo. No entendí lo que acaba de pasar. ¿Que era esa cosa en la puerta? ¿Por qué mi madre nos estaba llamando a está hora? Aún que, ¿Por qué ya no nos está llamando?.
—¿Eso era el mounstro?—Pregunte con voz temblorosa.
Ella solo asintió con la cabeza.
—Apartir de ahora dormirás conmigo. ¿Verdad?—Me pregunta.
—Si... Si, así es—Respondí tratando de contener las ganas de vomitar.—Mañana le hablaré de esto a nuestros padres—Dije.
Volví a acostarme, esta vez, dejando la luz prendida de la habitación. Me ti la cabeza bajo las sábanas para ver a Nanami. Ella se encontraba en posición fetal, con algunas lágrimas en sus ojos. Su rostro parecía expresar los traumas más horribles en su memoria.
Mi pequeña hermanita, aterrada y temblando como un cachorro. No la veía así desde el bombardeo en nuestra antigua ciudad. Fueron tiempos duros, en especial para ella, quién apenas tenía 4 años cuando eso paso.
Puse una mano sobre su cabeza y la empecé a acariciar. Eso parecía calmarla un poco. Podía sentir la tensión en su cuerpo con tan solo tocar su cabeza.
"Algún día nos veremos de nuevo, Isaac"
Esa voz, estaba justo detrás de mi nuca. Era una voz aterradora de ultratumba. Y no fui el único que lo oyó, Nanami estaba con sus ojos abiertos como platos, su rostro se volvió pálido, parece que se paralizó del miedo. De sus ojos salían unas lágrimas silenciosas.
Yo no estaba mejor que ella. La sangre se me congelo y el corazón casi me para de latir. El estómago y la cabeza me daban vueltas, casi apunto de tener un colapso, y en lo mejor de los casos, vomitar la cena.
Sentí como las sábanas se deslizaban sobre nosotros, como si alguien las estuviera jalando. Por reflejo, abrace a Nanami, tratando de protegerla con mis brazos.
Entonces las sábanas se despegaron de nosotros. Tenía miedo de ver lo que había echo eso, al dueño de la voz. Pero mi curiosidad me hizo voltear.
Ahí parado, estaba algo casi imposible de describir, al que no pude existir en la mente de nadie. Una aberración, una pesadilla viviente. No se puede distinguir si es un hombre, una mujer, un animal, o el mismo Diablo. Tenía cuernos de alce, que más bien parecían ramas, su cuerpo estaba echo de lo mismo, solo que tenía caras en sufrimiento. Esas caras estaban en casi todo su cuerpo. Las caras parecían moverse, como si quisieran pedir ayuda, como si suplicarán por su muerte.
Mi mento solo me pudo mostrar lo que llegaba a entender, todo lo demás estaba fuera de mi compresión.
No pude contenerme y grite, grite del terror y horror que vivía en el momento. Grite tanto que mis sentidos parecían haberse apagado. Y entonces, mi consciencia se desvanecido, dejándome con la imagen de aquella cosa que solo existe en la mente del Diablo.
Alguien dijo una vez: "Aún no estamos listos para saberlo todo. Pero el humano siempre quiere saberlo todo, aún que eso le cueste la existencia."
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