Capitulo 2: El primer aviso.
Sobre saltado, abrí los ojos mientras mi respiración agitada se calmaba de apoco. Creí que era solo una pesadilla, pero al ver a Nanami, supe que no era así. Parecía inquieta en su propio sueño, temblaba y respiraba muy agitada mente.
Quise despertarla, así que puse el dedo índice entre medio de las cejas, y lo deslice hasta la punta de su nariz. Hizo un gesto de molestia, antes de abrir los ojos.
Al verme, se aferró a mi camiseta, recargando su cabeza en mi hombro. Parecía no querer despegarse de mi. Sollozaba al punto de casi estar llorando. El sentimiento me gano y abrace a Nanami.
Estábamos asustados y aterrados por lo que vivimos en la noche. Cuando trato de recordar, inmediatamente, se me viene a la cabeza la imagen de esa cosa. Solo de recordarlo me dan ganas de vomitar. No del asco. Si no de la mezcla de emociones que ocurre en segundos.
—Tengo miedo—Dice Nanami.
—Esto no está bien... Tiene que haber al logico—Me dije, tratando de buscar alguna respuesta.—¡¿Que diablos fue todo eso?!—
Solté a Nanami, tenía que alistarme para la escuela, pero ella seguía aferrada a mi.
La puerta de la habitación se abrió. Instintivamente coloque detrás mío a Nanami. Nuestra madre entro por la puerta, encontrándose con mi hermana, aferrada a mi brazo, y conmigo, en posición de defensa.
—¿Pasa algo, chicos?—Pregunta al vernos así.
Tomé aire, tratando de calmarme. Banano fue la que respondió.
—¡Un mounstro!—Exclama.
—¿Mounstro?—Se pregunta nuestra madre.
—Se que sonara loco, y sin sentido alguno. ¡Pero es cierto! ¡Había una cosa en la puerta, y luego un... un...! No lo recuerdo...—
Quería recordar algo más, trataba de hacerlo, pero fue como si alguien me arrebatará los recuerdos de aquella noche. Simplemente no podía decir ni una dona palabra de lo que ví.
—¿Seguros que no se quedaron viendo películas de terror hasta tarde?—Pregunta mamá, mientras cruza los brazos.
—P–p–pero... Si... Tal vez tengas razon—Respondi resignado.
—Okey. No lo hagan de nuevo. Y ya vayan alistándose para la escuela—Ordena con su suave voz.
Nuestra madre salió del cuarto, haciendo caso omiso a lo que le dijimos. Nanami se me quedó mirando con preocupación. Estaba claro que, tanto ella como yo, no quería volver a ver a esa cosa.
Nanami se soltó de mi y bajo de la cama para irse a su cuarto y comenzar a cambiarse. Se veía desanimada, así que quise ayudarla.
Antes de que diera un paso lejos de la cama, la abrace por la espalda, dándole un beso detrás de su oreja. Ella soltó una pequeña risita.
—¿Que haces?—Pregunta con un poco más de ánimos.
—Te doy cariñito—Respondi con una sonrisa.
Sin decir nada más, comencé a besarla detrás de su oreja derecha. Eso, por alguna razón, le causaba risa. Después de unos segundos pare de besarla. Ella voltea a verme con su carita sonrojada, y una linda sonrisa en su rostro. La solté luego de eso.
—¿Mejor?—Pregunte.
—¡Si!—Responde con felicidad.
—Ven. Te acompaño a tu habitación—Dije mientras extendía mi mano.
Amablemente acepto mi invitación. Tomé su pequeña, y suave mano, comenzando a caminar hasta su habitación. Una vez ahí, la deje pare que se cambiara, diciéndole que la vería en el comedor.
Fui a mi habitación a vestirme con el uniforme. No era gran cosa, es muy parecido a los uniformes negros que se usaban antes en Japón.
Una vez vestido, decidí, esperar a Nanami, afuera de su puerta. Ella salió poco después de que yo terminará. Su uniforme se compone de una camisa blanca, un chaleco, y un suéter escolar. La falda es de un azul marino que le llega un poco más arriba de las rodillas. Adicionalmente, se amarro el cabello con una cola de caballo. Y lleva calcetas largas, que le llegan hasta la rodilla.
En lo personal, se ve muy linda. Sonreí sin darme cuenta, a lo que ella responde de igual forma. Tomados de la mano, bajamos al comedor donde nuestros padres, ya hacían preparando el desayuno.
Durante el desayuno nuestro padre menciono el tema del mounstro. Dijo que ya estábamos muy grandes para eso. Además de que, a mi edad, ya ni siquiera debería de creer en eso. Aún que a Nanami se la dejaron pasar ya que aún está creciendo. No mucho después, me fui a la escuela.
El camino fue el de siempre. Extrañamente, el ambiente se sentía casual. Ayer había llovido demasiado, y hoy no hay ni un solo charcho de agua, o árboles con sus ibas mojadas.
El metro fue extraño. No había nadie. Únicamente yo, en un vagón solitario.
Finalmente llegué a la escuela con suma regularidad. Mis compañeros de clases hablaban entre si, otros hacían la tarea, o se la pasaban entres si, y otros no hacían nada. Yo era de esos.
Me senté en mi asiento, que está al lado de la ventana, y mire al exterior. No había nada más que algunos estudiantes y el cielo mañanero totalmente despejado.
Lili vino a la escuela, pero me decepcionó no haberla molestado por faltar ayer. Lili tiene mi misma edad. Vamos en el mismo salón, nos sentamos al lado del otro, y es de baja estatura. Su cabello es rubio, sus ojos son color esmeralda, y es de piel blanca.
No hablamos muchos ya que no me sentía de humor. De vez en cuando volteaba a verla, o le decía alguna tontería. Pero la mayor parte del tiempo, permanecí callado. Y tampoco había algo que hacer. Extrañamente el profesor no vino hoy
Llegó la hora del almuerzo y todo transcurría con normalidad. El ruido de los alumnos jugando al fútbol, corriendo, y haciendo otras cosas, apenas y era perceptible.
—¿Puedes decir que te está pasando?—Pregunta Lili con un tono semi–molesto.
—Nada que te interese. Al menos si eres escéptica—Respondi sin voltear a verle.
—Estas más raro de lo normal. De seguro estás enamorado de alguien—Dice en forma de broma.
—Ojala fuera eso—Dije sin intención de seguirle la broma.
Luego de eso, Lili parecía estar preocupada. Era normal que lo hiciera. Después de todo, es mi mejor amiga desde la infancia, y también es la líder del grupo. Se podía decir que lo hacía por moral y obligación.
Frente a nosotros un alumno con anteojos, junto a un profesor, pasaron corriendo a toda prisa. Parecían realmente preocupados.
—Vente. Veamos que es lo que pasa—
Tal repentinamente como lo dijo, Lili me tomo de la mano de igual forma, obligando me a seguirla.
Desde el patio de la escuela, corrimos hasta la entrada, dónde algo estaba pasando. Es obvio cuando vez a una gran multitud de personas reunidas. Todas se encontraban observando hacía arriba, en lo más alto de la escuela. En cuando me les uni lo comprendo.
Un joven estaba parado al borde del techo, mirando la caída de 20 metros que le esperaba. Se estaba riendo, tal vez riéndose de lo que estaba por hacer.
—¡Baja de ahí!—Grita una chica de entre la multitud.
—¡¿Por qué no lo han bajado todavía?!—Pregunga una maestra con miedo y molestia.
—¡Parece que cerró la puerta de la azotea!—Le responde un alumno.
Poco después, se confirma lo que dijo el alumno.
—¡¿Y los servicios de emergencia?!—Pregunta la misma profesora.
—¡El maldito tráfico les impide llegar!—Exclama otra profesora.
No podía hacer nada por el. Ni siquiera sé quiénes. Tratar de ayudarlo sin saber nada de esa persona sería como lanzar una moneda al aire.
—¡Si mueres estarás desperdiciando la vida que tu madre te dió!—Gtite con todas mis fuerzas.
—¡¿Y que más da?! ¡¿Acaso no lo ven?!—Grita mientras extiende los brazos.—¡Todos vamos a morir! ¡¿Que?! ¡¿No han visto a esas cosas observarlos mientras duermen?!—
¿Acoso se está refiriendo a los mounstros que ví anoche? ¿El también los puede ver?.
—¡Esas cosas vendrán por nosotros! ¡Y yo no estaré para ver cómo mueren todos!—Grita, con una maniática risa al final.—¡¡ADIÓS IMBÉCILES!!—
Con eso último, el joven se dejó caer hacia el suelo. Los gritos se soltaron como relámpagos segundos antes de que el cuerpo del joven se estrellara bruscamente contra el suelo.
Tras el impacto, los gritos de horror, pánico, y temor, fueron los más abundantes. Claramente pude oír como los huesos rotos se clavaban en los órganos y la piel, abriendo múltiples brechas para que la sangre saliera. Una de sus manos se doblo de tan forma que el hueso se salió por completo de su piel. Ahora, aquel joven, solo era una masa de carne y huesos que manchaba el suelo de sangre.
Lo peor fue que eso no causó su muerte. Luego de aquel impacto, el joven trataba de moverse. Gritaba de dolor y sufrimiento. Pedía gritos que no matarán mientras lentamente se arrastraba en el suelo como podía. Sin previo aviso, uno de sus ojos se salió de su cuenta, y solo colgaba por la vena del ojo.
No soporte ver eso. Mi estómago se revolvió por el asco, horror, lastima, y otros sentimientos que chocaban entre si. Termine vomitando el almuerzo frente a las personas. Seguido de mi, Lili, y un compañero del salón, hicieron lo mismo.
Cuando los servicios de emergencia llegaron, aquel joven ya ni se movía. Algunos alumnos estaba traumados, otros tenían náuseas, y el resto estaba conmocionado.
Nos padres de cada estudiante llegaron y se llevaron a sus hijos. Mi madre vino a recogerme, acompañada de Nanami. Al parecer paso algo similar en su escuela.
Sin decir nada, Nanami y yo nos miramos, buscando respuesta entre nosotros. Pero nada.
—Vamonos a casa. Te vez pálido—Menciona mi madre.
—Si. Vámonos.
Quise despertarla, así que puse el dedo índice entre medio de las cejas, y lo deslice hasta la punta de su nariz. Hizo un gesto de molestia, antes de abrir los ojos.
Al verme, se aferró a mi camiseta, recargando su cabeza en mi hombro. Parecía no querer despegarse de mi. Sollozaba al punto de casi estar llorando. El sentimiento me gano y abrace a Nanami.
Estábamos asustados y aterrados por lo que vivimos en la noche. Cuando trato de recordar, inmediatamente, se me viene a la cabeza la imagen de esa cosa. Solo de recordarlo me dan ganas de vomitar. No del asco. Si no de la mezcla de emociones que ocurre en segundos.
—Tengo miedo—Dice Nanami.
—Esto no está bien... Tiene que haber al logico—Me dije, tratando de buscar alguna respuesta.—¡¿Que diablos fue todo eso?!—
Solté a Nanami, tenía que alistarme para la escuela, pero ella seguía aferrada a mi.
La puerta de la habitación se abrió. Instintivamente coloque detrás mío a Nanami. Nuestra madre entro por la puerta, encontrándose con mi hermana, aferrada a mi brazo, y conmigo, en posición de defensa.
—¿Pasa algo, chicos?—Pregunta al vernos así.
Tomé aire, tratando de calmarme. Banano fue la que respondió.
—¡Un mounstro!—Exclama.
—¿Mounstro?—Se pregunta nuestra madre.
—Se que sonara loco, y sin sentido alguno. ¡Pero es cierto! ¡Había una cosa en la puerta, y luego un... un...! No lo recuerdo...—
Quería recordar algo más, trataba de hacerlo, pero fue como si alguien me arrebatará los recuerdos de aquella noche. Simplemente no podía decir ni una dona palabra de lo que ví.
—¿Seguros que no se quedaron viendo películas de terror hasta tarde?—Pregunta mamá, mientras cruza los brazos.
—P–p–pero... Si... Tal vez tengas razon—Respondi resignado.
—Okey. No lo hagan de nuevo. Y ya vayan alistándose para la escuela—Ordena con su suave voz.
Nuestra madre salió del cuarto, haciendo caso omiso a lo que le dijimos. Nanami se me quedó mirando con preocupación. Estaba claro que, tanto ella como yo, no quería volver a ver a esa cosa.
Nanami se soltó de mi y bajo de la cama para irse a su cuarto y comenzar a cambiarse. Se veía desanimada, así que quise ayudarla.
Antes de que diera un paso lejos de la cama, la abrace por la espalda, dándole un beso detrás de su oreja. Ella soltó una pequeña risita.
—¿Que haces?—Pregunta con un poco más de ánimos.
—Te doy cariñito—Respondi con una sonrisa.
Sin decir nada más, comencé a besarla detrás de su oreja derecha. Eso, por alguna razón, le causaba risa. Después de unos segundos pare de besarla. Ella voltea a verme con su carita sonrojada, y una linda sonrisa en su rostro. La solté luego de eso.
—¿Mejor?—Pregunte.
—¡Si!—Responde con felicidad.
—Ven. Te acompaño a tu habitación—Dije mientras extendía mi mano.
Amablemente acepto mi invitación. Tomé su pequeña, y suave mano, comenzando a caminar hasta su habitación. Una vez ahí, la deje pare que se cambiara, diciéndole que la vería en el comedor.
Fui a mi habitación a vestirme con el uniforme. No era gran cosa, es muy parecido a los uniformes negros que se usaban antes en Japón.
Una vez vestido, decidí, esperar a Nanami, afuera de su puerta. Ella salió poco después de que yo terminará. Su uniforme se compone de una camisa blanca, un chaleco, y un suéter escolar. La falda es de un azul marino que le llega un poco más arriba de las rodillas. Adicionalmente, se amarro el cabello con una cola de caballo. Y lleva calcetas largas, que le llegan hasta la rodilla.
En lo personal, se ve muy linda. Sonreí sin darme cuenta, a lo que ella responde de igual forma. Tomados de la mano, bajamos al comedor donde nuestros padres, ya hacían preparando el desayuno.
Durante el desayuno nuestro padre menciono el tema del mounstro. Dijo que ya estábamos muy grandes para eso. Además de que, a mi edad, ya ni siquiera debería de creer en eso. Aún que a Nanami se la dejaron pasar ya que aún está creciendo. No mucho después, me fui a la escuela.
El camino fue el de siempre. Extrañamente, el ambiente se sentía casual. Ayer había llovido demasiado, y hoy no hay ni un solo charcho de agua, o árboles con sus ibas mojadas.
El metro fue extraño. No había nadie. Únicamente yo, en un vagón solitario.
Finalmente llegué a la escuela con suma regularidad. Mis compañeros de clases hablaban entre si, otros hacían la tarea, o se la pasaban entres si, y otros no hacían nada. Yo era de esos.
Me senté en mi asiento, que está al lado de la ventana, y mire al exterior. No había nada más que algunos estudiantes y el cielo mañanero totalmente despejado.
Lili vino a la escuela, pero me decepcionó no haberla molestado por faltar ayer. Lili tiene mi misma edad. Vamos en el mismo salón, nos sentamos al lado del otro, y es de baja estatura. Su cabello es rubio, sus ojos son color esmeralda, y es de piel blanca.
No hablamos muchos ya que no me sentía de humor. De vez en cuando volteaba a verla, o le decía alguna tontería. Pero la mayor parte del tiempo, permanecí callado. Y tampoco había algo que hacer. Extrañamente el profesor no vino hoy
Llegó la hora del almuerzo y todo transcurría con normalidad. El ruido de los alumnos jugando al fútbol, corriendo, y haciendo otras cosas, apenas y era perceptible.
—¿Puedes decir que te está pasando?—Pregunta Lili con un tono semi–molesto.
—Nada que te interese. Al menos si eres escéptica—Respondi sin voltear a verle.
—Estas más raro de lo normal. De seguro estás enamorado de alguien—Dice en forma de broma.
—Ojala fuera eso—Dije sin intención de seguirle la broma.
Luego de eso, Lili parecía estar preocupada. Era normal que lo hiciera. Después de todo, es mi mejor amiga desde la infancia, y también es la líder del grupo. Se podía decir que lo hacía por moral y obligación.
Frente a nosotros un alumno con anteojos, junto a un profesor, pasaron corriendo a toda prisa. Parecían realmente preocupados.
—Vente. Veamos que es lo que pasa—
Tal repentinamente como lo dijo, Lili me tomo de la mano de igual forma, obligando me a seguirla.
Desde el patio de la escuela, corrimos hasta la entrada, dónde algo estaba pasando. Es obvio cuando vez a una gran multitud de personas reunidas. Todas se encontraban observando hacía arriba, en lo más alto de la escuela. En cuando me les uni lo comprendo.
Un joven estaba parado al borde del techo, mirando la caída de 20 metros que le esperaba. Se estaba riendo, tal vez riéndose de lo que estaba por hacer.
—¡Baja de ahí!—Grita una chica de entre la multitud.
—¡¿Por qué no lo han bajado todavía?!—Pregunga una maestra con miedo y molestia.
—¡Parece que cerró la puerta de la azotea!—Le responde un alumno.
Poco después, se confirma lo que dijo el alumno.
—¡¿Y los servicios de emergencia?!—Pregunta la misma profesora.
—¡El maldito tráfico les impide llegar!—Exclama otra profesora.
No podía hacer nada por el. Ni siquiera sé quiénes. Tratar de ayudarlo sin saber nada de esa persona sería como lanzar una moneda al aire.
—¡Si mueres estarás desperdiciando la vida que tu madre te dió!—Gtite con todas mis fuerzas.
—¡¿Y que más da?! ¡¿Acaso no lo ven?!—Grita mientras extiende los brazos.—¡Todos vamos a morir! ¡¿Que?! ¡¿No han visto a esas cosas observarlos mientras duermen?!—
¿Acoso se está refiriendo a los mounstros que ví anoche? ¿El también los puede ver?.
—¡Esas cosas vendrán por nosotros! ¡Y yo no estaré para ver cómo mueren todos!—Grita, con una maniática risa al final.—¡¡ADIÓS IMBÉCILES!!—
Con eso último, el joven se dejó caer hacia el suelo. Los gritos se soltaron como relámpagos segundos antes de que el cuerpo del joven se estrellara bruscamente contra el suelo.
Tras el impacto, los gritos de horror, pánico, y temor, fueron los más abundantes. Claramente pude oír como los huesos rotos se clavaban en los órganos y la piel, abriendo múltiples brechas para que la sangre saliera. Una de sus manos se doblo de tan forma que el hueso se salió por completo de su piel. Ahora, aquel joven, solo era una masa de carne y huesos que manchaba el suelo de sangre.
Lo peor fue que eso no causó su muerte. Luego de aquel impacto, el joven trataba de moverse. Gritaba de dolor y sufrimiento. Pedía gritos que no matarán mientras lentamente se arrastraba en el suelo como podía. Sin previo aviso, uno de sus ojos se salió de su cuenta, y solo colgaba por la vena del ojo.
No soporte ver eso. Mi estómago se revolvió por el asco, horror, lastima, y otros sentimientos que chocaban entre si. Termine vomitando el almuerzo frente a las personas. Seguido de mi, Lili, y un compañero del salón, hicieron lo mismo.
Cuando los servicios de emergencia llegaron, aquel joven ya ni se movía. Algunos alumnos estaba traumados, otros tenían náuseas, y el resto estaba conmocionado.
Nos padres de cada estudiante llegaron y se llevaron a sus hijos. Mi madre vino a recogerme, acompañada de Nanami. Al parecer paso algo similar en su escuela.
Sin decir nada, Nanami y yo nos miramos, buscando respuesta entre nosotros. Pero nada.
—Vamonos a casa. Te vez pálido—Menciona mi madre.
—Si. Vámonos.
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