Dedicatorias
Prólogo
1
2
3
4
5
6
6 (Segunda parte)
7
8
9
10
11
12
12 (Segunda parte)
12 (Tercera parte)
13
Epígrafes
11
-                 Dameron.. - lo llamó Rami

-                 Sí.. - lo miró

-                 Me puedes acompañar - exclamó -  por favor..

-                 Voy y vuelvo.. - sonrió Dameron y Halime se quedó con Melek, Rami llevó a otro lado a su hermano y le dice:

-               ¿Qué ocurre? - preguntó
-               ¿Qué cosa? - sin entender

-                Tú y Melek

-                 No ocurre.. nada

-                 Seguro..

-                 Sí.. claro - exclamó - mejor voy con mi padre

-                 Sí.. mejor.. hermano - exclamó - nos vemos después

Dameron se dirigió al trono del rey, y pensaba que le hubiera pasado sí  Melek le hubiera pasado algo. No podía imaginar tener a Melek muerta, no la podía perder como perdió a Cansu. El joven príncipe no entendía porque pensaba así, bueno Melek era su amiga y no le gustaría que le ocurriera algo; y en la sala del trono el rey estaba sentado:

-              Padre..

-              Hijo ya sé lo que me quieres decir..- exclamó - no es necesario

-              Es grave.. padre

-              ¿Y tú sabes porque? - preguntó inquisitivo el rey

-                 No lo sé.. - se tomó la barbilla

-                 Hijo.. tienes otra misión.. - exclamó el rey

-                Sí.. padre.. - exclamó

-                La próxima misión tienes que ir al océano Af hay una tierra en donde hay una isla que sus guerreros son fieros.. y que te acompañe la joven Hoffmann, ella te va a ayudar mucho..  - exclamó el rey

-                Sí.. padre.. -  sonrió el joven, mientras que se retira a su misión

-                Te aconsejo que lleves armas

-                 Esta bien padre.. algo más majestad - exclamó

-                 No.. te puedes retirar - exclamó el rey

Dameron se retiró de la sala del trono, a la habitación de Melek; que todavía estaban levantando evidencia y Melek estaba en el pasillo tomando las huellas del cerrojo, para ella era un trabajo minucioso y se requería una máxima concentración; Dameron observaba con detenida atención el proceso de levantar las huellas dactilares, pero no había huellas y dijo:

-                ¡Uf!.. no hay huellas - exclamó para sí misma - es un asesino muy listo

Dameron no quería interrumpir su monólogo interno de detective, pero en ésta oportunidad era necesario:

-              Melek - la llamó y está se sobresalto

-             Príncipe.. - exclamó sobresaltada - ¿Qué quiere majestad?

-             Tenemos misión..  - sonrió

-             ¿A dónde? - preguntó

-             En una tierra de guerreros feroces - exclamó Dameron

-              ¡Uh!.. suena interesante.. - exclamó Melek - ¿ Y qué más?

-              Tenemos que buscar dos talismanes que se encuentran allí - exclamó Dameron

-             Entonces vamos a salir inmediatamente - exclamó Melek buscando su pistola, su bayoneta y su cartucho de balas; Dameron la observaba mientras ella limpiaba su arma con sumo cuidado, ya que en otras oportunidades se le ha disparado sola el arma y ha asustado a más de una persona, ella sonreía cuando recuerda eso; el joven príncipe no entendía precisamente que era lo que la hacía reír. Después de limpiar el arma Melek lo guardó entre su ropa al igual que su bayoneta. Los jóvenes salieron a una nueva aventura que al parecer va a hacer interesante, ellos llegaron al puerto y el capitán del barco se acercó a ellos:

-                Príncipe - hizo un saludo y después a Melek - joven heroína.. vamos a viajes..  ¿Hacía dónde?

-                En el océano Af.. hay una isla aparentemente con el mismo nombre - exclamó

-                 Es en serio.. - su rostro se tornó pálido y comenzó a temblar el mentón

-                ¿Qué le ocurre capitán? - se preocupó Melek

-                Nada.. joven heroína.. - intentó de fingir una sonrisa - vamos jóvenes..

Los jóvenes y el capitán se subieron al barco; en donde salieron del puerto, a las tres de la tarde, Melek sentía que no era una gran idea ir a esa isla; lo notó en la expresión del rostro del capitán. Dameron se acercó con tranquilidad hacía Melek; ella pudo detectar su intención, pero fingió no estar atenta. Para ella Dameron representaba una pequeña gota de un gran enigma. Como sí eso pudiera resolver las grandes preguntas que tenía en su mente por ejemplo: ¿Por qué la gema la escogió?, ¿Es necesario salvar este mundo, sí no podía salvar el suyo?, entre tantas preguntas relativamente sin resolver; observando el horizonte en donde la antorcha de color amarilla, se hacía roja para mostrar que el día se acabó. La naturaleza de ese planeta no era diferente al de la Tierra, es un sol en el día y dos lunas en la noche; con ciclos lunares no tan diferentes a su mundo, Melek recuerda que llegó cuando una de las lunas era creciente y al parecer la otra era nueva, eso es lo que ella recuerda. O sea las leyes de la naturaleza; son diferentes tanto los ciclos lunares y solares, solamente hay que percatarse en la fauna y flora del lugar.

Tanto pensamiento científico, perturba la mente de Melek; quisiera saber más, pero siente que no puede. Ella sintió que alguien le hablaba desde lo más profundo de sus pensamientos, su voz ella la identificó y era Dameron:

-              ¿Te gusta?.. - preguntó con una sonrisa en sus labios

-              ¡Eh!.. Si.. es muy bonito - siseo Melek

-              Es igual a tu planeta.. - sonrió el joven príncipe

-              Es una verdad incuestionable - intentó de sonreír la joven heroína

-             Los misterios de la vida son sólo misterios que todavía no tienen respuesta, pero no significan que no existe una respuesta para ello - reflexionó el joven

-              Bueno eso es cierto.. - Melek lo miró asombrada ante la reflexión - hay preguntas que no tienen respuesta, pero no significa que no sé responderán algún día

-              Me gustaría ser.. - cortó lo que iba a decir y se quedó en silencio viendo el resplandor del astro luminoso que se alejaba en el horizonte, escondiéndose como un bandido; en la  salida al espectáculo surgió los astros plateados que su danza; mostraban su gran belleza en conjunto a pequeños destellos de luz.  Melek pensaba que no tenía miedo a morir, sino vivir muriendo; cada vez que inhalaba  sentía que moría un poco. Su gran miedo no era morir ella, porque es sólo el cuerpo que muere; si no morir siendo olvidada. Ella recuerda sus días en la que tuvo depresión en donde se hizo heridas en sus muñecas, Melek sentía que estaba rota, quebrada y lastimada por la vida; ella no podía sonreír, ni reír. Ella tenía derecho a sonreír y que le ocurran cosas buenas; en el fondo ella tenía esperanza de que su infierno terminará, pero no sabía sí el ser humano albergaba el cielo y a la vez el infierno o era tanto Dios y el Diablo, ella no lo sabía; como saberlo, pero la única certeza era que respiraba. Ella soltó unas lágrimas desde sus ojos al recordar su vida, se secó rápidamente y se fue a su camarote e intentó de callar su mente, como sí fuera tan fácil.

Continuará..

© Sara. J González,
книга «Las Crónicas de Melek Hoffmann: El inicio».
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