Capitulo 2
Empezó poco a poco, tanto que no lo notó.
Por la mañana despertó con un poco de frío pero no le importó mucho, se puso la bufanda y fue a clases normal. Malfoy no parecía notar que había tomado la piedra, e interiormente, Harry se preguntó por qué lo había hecho y si cabía la posibilidad de regresarla antes del anochecer. Se sentía culpable, y podía notar como el rubio parecía extraño, como si no supiera que él la había tomado, pero supiera que no estaba.
Quizá era algo muy importante.
Continuó el día, pensando en cómo, pero sin animarse a regresar la pequeña y cálida piedra en su bolsillo, y jugando con ella de vez en cuando. Tanía que regresarla antes del anochecer, se dijo. Pero a medida que el día avanzaba, el frío lo abarcó más y más, llegando al punto en que los abrigos, y las sábanas ya no eran suficientes; y no podía moverse. Le dolía, le ardía el cuerpo.
¿Era la piedra?
Metido en su cama, tras las cortinas y con todos los hechizos calóricos en él, Harry sacó entre temblores la pequeña piedra blanca y observó cómo se congelaba poco a poco, y, a medida que lo hacía, Harry también parecía hacerlo.
En medio de todo ese frío, Harry se preguntó si Malfoy estaba bien.
-¿Harry?-preguntó Ron tras las cortinas.-¿Estás bien, compañero?
Harry no pudo contestar, sus dientes chocaban entre ellos, pero con voluntad arrastró las cortinas hacia atrás.
-Merlín, Harry, ¿qué te pasó?-gritó- Neville, Seamus, ayudenme a llevarlo a la enfermería.
-Demonios-gritó Dean al ver a Harry como saliendo de una tormenta de nieve. Habían copos congelados en su cabello y su nariz estaba roja. Temblaba.
Entre todos los llevaron como pudieron a la enfermería, el toque de ellos destrozaba a Harry segundo a segundo y estuvo seguro que en algún momento cayó dormido.
Sin embargo, lo último que le pareció ver fue a Hermione corriendo hacia él, tomando su mano.
En ese momento, Harry soltó la piedra, dejándola a su cuidado.
Por la mañana despertó con un poco de frío pero no le importó mucho, se puso la bufanda y fue a clases normal. Malfoy no parecía notar que había tomado la piedra, e interiormente, Harry se preguntó por qué lo había hecho y si cabía la posibilidad de regresarla antes del anochecer. Se sentía culpable, y podía notar como el rubio parecía extraño, como si no supiera que él la había tomado, pero supiera que no estaba.
Quizá era algo muy importante.
Continuó el día, pensando en cómo, pero sin animarse a regresar la pequeña y cálida piedra en su bolsillo, y jugando con ella de vez en cuando. Tanía que regresarla antes del anochecer, se dijo. Pero a medida que el día avanzaba, el frío lo abarcó más y más, llegando al punto en que los abrigos, y las sábanas ya no eran suficientes; y no podía moverse. Le dolía, le ardía el cuerpo.
¿Era la piedra?
Metido en su cama, tras las cortinas y con todos los hechizos calóricos en él, Harry sacó entre temblores la pequeña piedra blanca y observó cómo se congelaba poco a poco, y, a medida que lo hacía, Harry también parecía hacerlo.
En medio de todo ese frío, Harry se preguntó si Malfoy estaba bien.
-¿Harry?-preguntó Ron tras las cortinas.-¿Estás bien, compañero?
Harry no pudo contestar, sus dientes chocaban entre ellos, pero con voluntad arrastró las cortinas hacia atrás.
-Merlín, Harry, ¿qué te pasó?-gritó- Neville, Seamus, ayudenme a llevarlo a la enfermería.
-Demonios-gritó Dean al ver a Harry como saliendo de una tormenta de nieve. Habían copos congelados en su cabello y su nariz estaba roja. Temblaba.
Entre todos los llevaron como pudieron a la enfermería, el toque de ellos destrozaba a Harry segundo a segundo y estuvo seguro que en algún momento cayó dormido.
Sin embargo, lo último que le pareció ver fue a Hermione corriendo hacia él, tomando su mano.
En ese momento, Harry soltó la piedra, dejándola a su cuidado.
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