Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 3
11:00 AM. Miércoles 03 de Enero.

Connor

Estaba cansado, aunque había dormido más de lo que había descansado en la ultima semana, las pastillas para el sueño lo habían noqueado.

No sólo había tenido que soportar sacarse tres tubos de sangres en la mañana del frío miércoles, si no que Samuel—confabulado con Tomás, le habían reservado una hora con una psicóloga.

Y no, no era el hecho de tener que contar sus penurias a una persona que ni conocía, era el hecho de esperar en una sala con putas sillas de plástico.

Quizás estaba de malhumor, después de todo Tom no lo había dejado tomar café esa mañana y eso ya provocaba en el una irritación del porte de un iceberg.

También era esa alianza confabulada que tenían su mejor amigo y su hermano, que un día habían dicho: "hoy nos pondremos en contra de Connor para tocarle las pelotas" como diría una de sus tías locas que viajó a argentina, ¿cual de todas era?.

—Connor Cooper es el siguiente—dice la recepcionista llamándolo, logrando que el pobre hombre se paré del incomodo asiento; joder, en vez de estar perdiendo el tiempo en rectificar algo que ya sabía preferiría estar trabajando, aun le quedaba mucho que hacer y ya no quería perder más tiempo.

Arrastrando los pies llego hasta la oficina de Jules Lewis, abriendo la puerta encontrándose con una mujer de unos 40 años, cabellos castaños, ojos avellanas, una sonrisa pacífica y tranquila.

—pasa, pasa—dice la mujer indicando el asiento enfrente de ella, ¿donde esta el sillón de gamuza que aparece en las películas?, suspirando se sienta con pesar en el asiento de plástico frente a la mujer.

—y el sillón de gamuza?—pregunta Connor frunciendo el ceño, mientras mira por unos segundos su celular, tres mensajes y una llamada perdida, magnífico.

—no tenemos tanta economía—responde la mujer riendo divertida, mientras se toma un sorbo de energética.

—me llamo Connor—dice el hombre arreglando sus cabellos, sintiéndose observado por Jules, quien sonríe analítica.

—lo se, dime Connor que haces por acá?—interpela con astucia, apoyando sus codos en la mesa con interés.

¿Que hacía ahí?, le pareció una duda estúpida, ¿que se hace en un sicólogo?; para él era como ir a cualquier doctor normal, cómo cuando se fractura un brazo o se resfriaba, pero en vez de arreglar su brazo arreglaba su cabeza.

—bueno estoy aquí para mejorarme—responde el hombre calmadamente, meditando bien sus palabras.

¿Quería estar bien?, la respuesta era si, quería estar mejor para poder ayudar a Samuel y a su padre, para volver a su trabajó habitual y tomar su café por las mañanas; pero en cuanto pensaba en todas sus responsabilidades crecía una presión en su pecho, que comenzaba a molestarle.

—bien, para eso debo saber que es lo que te pasa—dice Jules, tomando nota nuevamente.

—ya se lo que me pasa, estoy estresado, fin de la historia, sólo recetame unos anti-depresivos y ya—murmuro Connor cruzándose de brazo, moviendo sus pies frenéticamente, un acto de impaciencia que tenía desde joven.

—primero yo no te puedo recetar ninguna medicina, porque ese no es mi trabajo y segundo estoy aquí para escucharte, ¿que es lo que pasa en tu vida?—pregunta Jules tomando otro sorbo de energética, para luego botar la lata al basurero que estaba lleno de comida rápida, vasos de café y más latas de energética.

Hablar, no era algo que hacía muy bien, no sabía hacerlo, no se le daba bien hablar de lo que sea; prefería leer un buen libro, mirar alguna serie interesante o simplemente acariciar a su perro.

Las personas eran complicadas, una palabra determinaba si les caías bien o mal.

Meditando su respuesta observo el escritorio de la psicóloga, en el una computadora bastante nueva, dos marcos con fotos, la primera eran dos mujeres (una de ellas Jules), junto a un chico sonriendo alegremente en un campo lleno de flores; la segunda foto tenía una mano morada en el centro, el símbolo del feminismo.

—bueno trabajo desde hace dos años en la empresa de mi padre, vivo sólo con mi perro; tengo un hermano llamado Samuel al que estimó mucho y mi mejor amigo Tomás, con quien compartí en la universidad y ahora trabaja como mi secretario, de hecho ambos me obligaron a venir—responde Connor bastante melancólico, riendo un poco al finalizar, ah pesar de todo quería mucho a Sam y a Tom, sabía que ambos sólo querían su bienestar, aunque ah veces se metieran mucho en su vida.

—vaya, parecen ser muy importante ellos dos, no?, que me dices de padre, está preocupado por ti?—La pregunta lo tomó por sorpresa, no quería que la conversación fuera por ese terreno, no quería acordarse de la jaqueca que le daba su padre.

—no se y no importa—bramo el hombre con el ceño fruncido con hostilidad.

—éstas peleado con él?—cuestiona Jules, anotando varias cosas, Connor aburrido se concentra en mirar un punto en la pared.

—algo así—La respuesta llega despacio, débil, casi un murmullo, carraspeando Connor se acomoda en el asiento mordiendo su labio inferior.

12:40 AM. Miércoles 03 de Enero.

Samuel

Se estaba volviendo loco.

Luego de que Tomás y él obligaran a Connor a tomar una hora al psicólogo, había tenido una llamada de su secretaria y con el pesar de su corazón tuvo que ir hasta la central y atender a compradores importantes.

Para cuando se quiso dar cuenta ya era tarde y el horario de almuerzo estaba por terminar, Sam sin perder tiempo llamo a Tom para quedar a comer juntos.

Pero Tomás no respondía, a la sexta llamada comenzó a preocuparse, esperaba que en cualquier momento llamará y le dijera que estaba ocupado, en el baño o quizás porque se había descargado el móvil; lamentablemente eso nunca paso, preocupado Samuel tomó su chaqueta y salió prácticamente corriendo a la casa de los Blake.

Por lo que sabía Tomás aún vivía con sus padres, Doroty Blake y Jason Blake, sus hermanos Willian el mayor y Daisy la menor; la duda era ¿porque?, Tom ya tenía 28 años y tenía un trabajo estable, en donde ganaba bastante dinero.

Con la curiosidad a tope salio del automóvil y golpeo la puerta blanca con los nudillos; después de unos minutos un adolescente de bellos ojos grisáceos y cabello castaño le abrió la puerta, de inmediato el semblante del chico cambio, frunciendo el ceño se cruzo de brazos.

—quien eres tú?—preguntó con desinterés apoyando su cuerpo en el marco de la puerta, Samuel intento mirar sobre el hombre del chiquillo a Tom, pero el adolescente era bastante alto, lo suficiente para tapar toda la entrada.

—soy el hermano de Connor Cooper y amigo de Tomás —dijo Sam con una sonrisa brillante y coqueta, su típica sonrisa de chico bueno que engañaba a todos.

—no me hagas reír, Cooper es negro y tiene ese aura triste, tú no puedes ser su hermano—alegó el chico con el ceño fruncido; a Samuel le dio un poco de gracia, la verdad nadie creía que él y Connor fueran hermanos, muchos creían que eran hijos de diferentes madres o que alguno era adoptado.

—quien es Will?—preguntó una voz detrás del adolescente, logrando que Willian saliera del marco de la puerta y Samuel se encontrará cara a cara con Tom, quien traía en sus brazos a una pequeña niña, muy tierna por cierto, tenía el cabello castaño y lindos ojos avellanas.

—hey, te estaba llamando—dice Sam con una sonrisa coqueta, casi babeando al imaginar la misma situación pero Tomás tomando a su hijo y besando sus labios; sacudiendo un poco la cabeza volvió a centrar su atención a Tom.

—oh, lo siento, tuve una emergencia y no eh visto mi celular—dice el castaño apartándose de la puerta y sonriendo pacíficamente, —por favor entra—pide Tomás adentrándose en la casa seguido por Will y Samuel.

Dentro la casa era incluso mas amplía, con un aire muy cálido y familiar, todas las paredes estaban decoradas con fotos de los Blake, en algunas todos juntos y en otras sólos o con un integrante; muchas eran de Daisy la menor de la familia.

—perdón por venir así, me preocupe cuando no contestaste y me apresure en venir acá —dice Sam apretando el hombro del castaño, recibiendo una sonrisa cálida de Tom que lo dejó sin aliento.

—no te preocupes, ya almorzaste?—La pregunta lo deja aturdido, bueno en realidad esa sonrisa tranquila y madura, suspirando se rasca la nuca algo nervioso.

—no, de hecho te llamaba para invitarte a comer—declara Samuel viendo con ternura como la niña estira sus brazos en dirección a él, sin pensárselo toma a Daisy en brazos quitándosela a Tom, —es muy linda, si, tu eres preciosa—dice Sam con voz suave y llena de amor abrazando a la niña quien ríe adorablemente.

—espera aquí, ya tengo todo listo, cuida un momento a Daisy—pide el castaño adentrándose a la cocina para terminar de preparar el almuerzo.

El rubio encantado se sienta en el sillón junto a Daisy y comienza a hablar con la niña, mientras que la castaña toma una hoja y un lápiz que estaba en el sillón comenzando a dibujar.

—que estas dibujando hermosa?—pregunta Sam besando las regordetas mejillas de la niña, está le devuelve el besito haciendo chillar al rubio, quién llena de más besos la cara de Daisy.

—no sabía que te gustaban los bebés—dice Tom colocando los platos con comida en la mesa, —Will trae los vasos de la cocina!—manda el castaño, logrando que adolescente lo obedezca.

—me encantan los niños pequeños, de hecho los amo, especialmente a los que son tan bellos como Daisy—dice con amor el rubio abrazando a la niña, totalmente enamorado de la linda castaña, que ríe divertida por los besos y abrazos de Sam.

—ya esta listo—anuncia Tom, mientras Will se sienta en la mesa seguido de Sam quién se sienta dejando en su regazo a Daisy.

—esto se ve delicioso—comenta Sam mirando el plato con estofado de carne y arroz, llevando un poco a su boca, probando la comida la cual esta tan buena como el estofado de Connor.

La comida transcurre en un ambiente cálido y familiar, Sam alimentando a Daisy, quien abre su boquita cada vez que quiere comida; la platica no se hace esperar y Sam cuenta varias historias, todas ellas de cuando Connor y él eran niños haciendo travesuras, Tom también cuenta anécdotas divertidas, que logran hacer reír a todos.

—estas seguro de que Connor era tan divertido?—pregunta Will riendo a carcajadas, sin poder imaginar al malhumorado jefe de su hermano robando galletas de la cocina o corriendo bajo la lluvia.

—si, aunque no lo creas Connor era bastante travieso cuando éramos niños, pero luego de la muerte de nuestra madre él se hizo cargo de todo y tuvo que madurar a temprana edad—comento algo nostálgico Sam, cuando su celular comenzó a vibrar.

Él nombre de su hermano apareció en la pantalla, de inmediato atendió la llamada.

—donde mierda éstas?, ya me quiero ir a casa!, Dan y yo tenemos pendiente un lindo día de peliculas—dice malhumorados su hermano, con ese hermoso vocabulario que saco de Dario, suspirando el rubio miro a Tom y bajo la mirada a la niña, quien aplaudía y balbuceaba.

—estoy en casa de Tom, hay estofado—responde sonriendo Sam, mientras toma una cucharada de comida y se la da a Daisy.

—Tom lo preparo?, voy para allá —antes de que pudiera decir algo Connor corto la llamada, lo que le hizo reír.

—quien era?—pregunta Tom tomando un poco de agua.

—era Connor, le dije estofado y de inmediato dijo que venía—dijo Samuel riendo mientras besaba la cabeza de Daisy.

Luego de unos segundos llego Connor, bastante mojado, las gotas de agua se deslizaban por su frente y su rostro tenso demostraba que no estaba de humor.

Connor estaba harto, para empezar en taxi lo dejo varias cuadras antes de la casa de Tom y aun así le cobro el dinero, luego cuando se iba chocó con una mujer y cayo a un charco de barro.

Definitivamente hoy no era el día de Connor.

Nota de la autora: sufro mucho, ayuda :( mañana se acaban mis vacaciones ;-; se me hicieron tan cortas :'v no quiero levantarme temprano y con frío; se supone que tenía que terminar mi tesis para lenguaje, pero shhh.

                      -unaJulymuerta:c.
© Shooting-stxr xxshootingsstarxx,
книга «Secretos oscuros».
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