Capítulo 6
10:00 AM. Viernes 06 de Enero.
Connor
Había estado media hora mirando el techo, pensando en esos bellos ojos celestes.
Cuando vio la foto de Ariel Devine y esos ojos celestes tristes, luego el muchacho que intento robarle y ahora el chico, el tal Alexander, quizás era un poco paranoico, pero sentía que era demasiada coincidencia.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por Tom, quien prendió la luz de la habitación y depósito una bandeja con comida.
—cómo te sientes?, Sam me dijo que ayer estabas muy pálido y que parecía que te ibas a desmayar, así que vine a ver cómo éstas—dice el castaño sentándose junto Connor.
—estoy bien, sabes que Samuel es un exagerado—susurra Connor tomando la taza de café sorbiendo el líquido humeante.
—un exagerando lindo—dice Tom sin pensar, para luego avergonzarse y tapar su boca como un chiquillo que acaba de decir algo que no debía.
Connor miro a su amigo con ceño fruncido, ¿esos dos iban a dejar de coquetarse en algún momento?, le parecía sumamente deprimente ver la relación de ambos y ya hasta le daba depresión lo lento que podían ser ese par.
—ay no, si quieres decirle algo, por favor que sea a tres metros de mi existencia—gruñe Connor frotando su frente, —y ya dejense de mirar y declarense de una vez, tanta tensión sexual comienza a afectarme—dice el hombre de ojos grisáceos echándose unas galletas a la boca.
—tensión sexual?, no digas tonterías Connor, además Sam es demasiado guapo y amable como para fijarse en mi—susurra Tom jugando con sus dedos, mientras se sonroja.
—y yo demasiado viejo para soportar un amorío de adolescentes, pero así es la vida—dice Connor comiendo esta vez un sándwich.
Samuel se hizo presenté junto a Daisy, quiénes divertidos reían como locos.
—de que hablan?—pregunta Sam saltando encima de Connor, mientras Daisy lo imita saltando encima de Tom.
—de cómo tú y Tom darán un paseo y hablaran sobre lo que está pasando entre ustedes—dice Connor apartándose a su hermano.
Sam y Tom se miraron incrédulos antes de sonrojarse hasta las orejas.
—n..no se de que éstas hablando hermanito—tartamudeo Samuel, saliendo de la habitación, seguido de Tom.
—y usen protección!—gritó Connor tomando a la pequeña Daisy y siguiendo al par, que estaban saliendo de la casa.
—no es lo que crees, sólo iremos a comprar, idiota!—chilla Tom rojo de la vergüenza.
—ajá si!—grita Connor, antes de ver como Sam y Tom le sacan la lengua.
—genial, bueno que quieres hacer linda?—pregunta Connor volviendo su atención a Daisy, quien aplaude entusiasmada.
Cinco minutos después Connor se encontraba en la sala totalmente pintado con labial rosa, sombra de ojos negro y un rubor rojo fosforescente.
Daisy se había empeñado en pintar sus uñas de un color negro petróleo que esparció por todos sus dedos.
En eso estaban cuando el timbre de la casa sonó, extrañado Connor miró por la ventana viendo a Andrew fuera de su casa.
Abriendo la puerta se saludaron con un apretón de manos.
—y esa niña?—preguntó el rubio curioso, adentrándose a la casa.
—es la hermana de un amigo del trabajo, debe estar llegando junto a Samuel o quizás se desvíen por ahí—dice Connor dejándose caer al sillón, viendo como Andrew acariciaba a la castaña.
Algo súper extraño de ver, pues Andrew era un mastodonte, con una cara ruda y ojos agresivos, pero a Daisy no pareció importarle la apariencia del rubio, pues se tiró a abrazarlo.
—es muy tierna, así que Samuel anda de nuevo de flor en flor?—pregunto Andrew sentándose junto a Connor.
—no, está vez creo que es serió y dime como esta Dante?—pregunta Connor, sentando en su regazo a Daisy.
—bien, en uno de sus viajes—responde Andrew, sonriendo.
—claro, se me hacía raro verte en una misión, cuando recuerdo que Dante era un sobre protector de mierda—dice Connor riendo, pues Dante era el esposo de Andrew y aunque el rubio parecía un súper macho resulto domado por un sexy modelo canadiense.
—si...ayer no pudimos hablar mucho y desde lo de Sam no eh podido seguir en contacto—dice Andrew melancólico, rascando su nuca, —pero no vengó por eso, es más bien por el pelirrojo, el tal Alexander, anoche en la comisaria dijo varias cosas— comienza el rubio mirando a Connor seriamente.
—habla—manda Connor interesado.
—si, por cierto bonito maquillaje—rie burlón el rubio, antes de volver a ponerse serio, —al parecer los padre del muchacho tenían una deuda muy grande con Dario y éste aprovechando la muerte de los padres obligaron a Alex a ser su perro—dice Andrew entregándole a Connor las fotos de dos personas que seguro eran los padres de Alexander.
—entonces que harán con él?—pregunta Connor revisando las fotos, recordando los ojos celestes.
—lo dejaran en libertad mientras se investiga la conexión con los Rivera, pero en cuanto salga Alex estoy seguro de que lo mataran, es por eso que vine acá, necesitó que alguien le de alojamiento por un tiempo; yo lo llevaría a mi casa, pero si Dante se entera me matará—explica el rubio apretando el hombro de Connor, quien miraba a Daisy dormir.
—y ese alguien soy yo?—preguntó con el ceño, acariciando la cabeza de la niña, mientras pensaba sobre lo que decía su amigo.
—prefiero que sea alguien conocido, que alguien por conocer—Una frase popular que usaban los empresarios y que Dario solía decir con frecuencia con esa sonrisa arrogante.
El silencio reino por lo que pareció una eternidad; Connor debatía pensando en todas las posibilidades, de todos los ángulos posibles, mientras calculaba todo lo que podría gastar.
—por cuento tiempo sería?—pregunta Connor, aun desconfiado.
—tres o cuadro meses, más o menos, es lo que se demoraran en atrapar a Gale Rivera—informa Andrew, apartando los pelos de su cara, nervioso, la verdad no sabía ah quien más podría pedírselo.
—bien, dime que día y ah que hora lo voy a buscar—responde Connor suspirando, ¿cual era la por la que había aceptado?, ni él lo sabía en ese momento.
08:70 AM. Lunes 14 de Enero.
Connor
—estas seguro de esto?, Connor eres un adulto y sabes que tienes responsabilidad y....—decía Tomás al otro lado de la linea, cuando Connor cortó la llamada ya harto de el drama de su amigo.
Mientras viraba a la izquierda observo las casa destartaladas y poco sofisticadas de la zona, entre más avanzaba la infractutura era peor; se estacionó frente un complejo de departamento antiguo.
Mirando la dirección que le mando Andrew se bajo del automóvil, quedando frente a un hombre de edad que lo miraban con el ceño fruncido.
—aquí no entran ricos—dice el hombre apoyado frente a las rejas del complejo con una sonrisa descuadrada.
—vengo por Alexander Anderson, soy de la PDI—dice Connor sacando su placa falsa, que le había entregado su rubio amigo.
El tipo se apartó dejándolo pasar sin quejarse; buscó la puerta con el número 113B, luego de encontrarla golpeó la puerta, pero nadie salio de allí.
Suspirando deslizó su tarjeta de crédito usada por la ranura de la puerta, quitando el seguro y entrando a la habitación; en ella sólo una cama de una plaza, al lado una mesa de noche de madera negra y nada más.
Alexander apareció con el ceño fruncido secando su cabello con una toalla, con sus brazos tomó la mochila que había preparado con anticipación, sabiendo que no lo dejarían en paz.
—vamos o que?—pregunta con rudeza, colocando sobre su cabeza una gorra azul y mirando de lado a Connor.
—si, ven—dice el mayor saliendo del departamento hasta el auto estacionado en frente del complejo.
Ambos se adentraron al carro en un silencio sepulcral, Connor prendió la radio poniendo algo de rock, tarareo Numb de Linkin Park, mientras golpeaba con sus dedos el manubrio al compás de la canción.
Cuando llego la parte del coro comenzó a cantar la canción, mientras movía su cabeza de un lado a otro, virando a la izquierda llegando a su casa.
—aquí es—dice Connor saliendo del automóvil buscando las llaves de su casa, busco en su bolsillo izquierdo y nada, en el derecho y nada; desesperándose busco en sus bolsillos de nuevo, como si mágicamente volviera a aparecer.
Cuando sintió una mano intrusa en su culo, sorprendido volteo ah ver al muchacho pecoso, quien con una sonrisa burlona le mostró las llaves. Connor avergonzado agarro las llaves de la mano ajena, sintiendo su cara arder por la vergüenza, le había tocado el inexistente trasero que no poseía, deseo poder tener más para alejar algo.
Giro entonces la llave y abrió la puerta por fin, dejando pasar a su nuevo compañero, no sabía porqué pero ese hecho lo hizo sentir una alegría inédita, al menos ya no estaría sólo en su gran casa; y también tenía una nueva historia que contarle a Jules Lewis, su psicóloga.
Ya dentro fue ah preparar café.
—si quieres prende la televisión —gritó desde la cocina Connor, tomando dos tasas y colocando una bajo la cafetera, la cual comenzó a temblar y soltar humo.
Parece que Alex lo escucho, pues prendió la televisión y escucho como se acomodaba en el sillón; después de un rato, con café listo y galletas de chocolates hechas por él fue hasta la sala donde las dejó sobre la pequeña mesa al frente del sillón.
—come si quieres, las hice yo—dijo desinteresado Connor, aunque por dentro quería que los probara ya y que les gustará, aunque Alexander se mostraba reacio a él sabía que el muchacho había pasado por mucho y quería al menos ayudarlo, hacerlo sentir en casa.
El pelirrojo sonrió de lado y tomó una de las galletas llevándosela a la boca, masticando la dulce galleta; Connor espero con expectación el comentario del pecoso, algo nervioso sorbia café.
—esta muy buena, gracias—dijo luego de tragarla, para luego girarse y mirar al mayor con intensidad, —se que sólo soy su rata de laboratorio, pero en verdad agradezco que seas tan amable —Eso último dejo helado a Connor, ¿rata de laborario?, ¿ah que rayos se refería?, Andrew no le había comentado nada más que lo necesario.
—no se de que hablas, yo no soy de la asociación, sólo ayudo de vez en cuando—dijo Connor incómodo por la acusación del niño y temiendo que lo hayan dañado.
—que?—Eso dejo confundido a Alex, quien palideció, —entonces porque me dejas quedarme?—cuestionó levantándose del sillón, mientras apretaba el hombro de Connor.
—pues...me lo pidió un amigo, además ese día no me mataste, supongo que también es porque quiero ayudar, no se—tartamudea el mayor, quien se sorprendió por el arrebató del muchacho.
El menor volvió ah sentarse concentrado en las galletas de la mesa.
—estoy confundido y atraído al mismo tiempo—susurro el pelirrojo para sí, tapando su boca algo sonrojado.
—que?, emm...bueno quieres conocer tu habitación y acomodar tus cosas?—pregunto nervioso Connor pasando su mano por el pelo, parándose siendo seguido por Alex; la habitación al final del pasillo, con una puerta blanca, dentro las paredes azules, la cama ordenada con sabanas blancas, una mesita de noche y las ventanas con cortinas blancas le daban un aire tranquilo.
Silbando Alex dejo sus cosas en la cama mirando el alrededor, sentía que había caído en buenas manos, Connor era la mejor persona que conocía, maduro y le atraía esa aura medía malota que tenía, que ah la vez ocultaba con su empatia y sensibilidad.
—muchísimas gracias, eres tan bueno—dijo el pelirrojo saltando a la cama, viendo de arriba al hombre.
El hijo mayor y heredero de los Cooper, ese cabello negro, ojos grisáceos, una barba corta, eran sumamente atractivo, varonil y maduro.
Un Sugar Daddy al que le gustaría dominar y ver como se retorcía de placer mientras...
—Alex?, Alexander, hey! Te quedaste en blanco —gritó Connor, agitando su mano frente a los ojos del pelirrojo.
—que?, ah si, perdón—Se disculpó Ale saltando de la cama abriendo su mochila dejando la escasa ropa que tenía, muchas de ellas eran prestadas
nota: este cap podría o nopublicarlo ;).
Connor
Había estado media hora mirando el techo, pensando en esos bellos ojos celestes.
Cuando vio la foto de Ariel Devine y esos ojos celestes tristes, luego el muchacho que intento robarle y ahora el chico, el tal Alexander, quizás era un poco paranoico, pero sentía que era demasiada coincidencia.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por Tom, quien prendió la luz de la habitación y depósito una bandeja con comida.
—cómo te sientes?, Sam me dijo que ayer estabas muy pálido y que parecía que te ibas a desmayar, así que vine a ver cómo éstas—dice el castaño sentándose junto Connor.
—estoy bien, sabes que Samuel es un exagerado—susurra Connor tomando la taza de café sorbiendo el líquido humeante.
—un exagerando lindo—dice Tom sin pensar, para luego avergonzarse y tapar su boca como un chiquillo que acaba de decir algo que no debía.
Connor miro a su amigo con ceño fruncido, ¿esos dos iban a dejar de coquetarse en algún momento?, le parecía sumamente deprimente ver la relación de ambos y ya hasta le daba depresión lo lento que podían ser ese par.
—ay no, si quieres decirle algo, por favor que sea a tres metros de mi existencia—gruñe Connor frotando su frente, —y ya dejense de mirar y declarense de una vez, tanta tensión sexual comienza a afectarme—dice el hombre de ojos grisáceos echándose unas galletas a la boca.
—tensión sexual?, no digas tonterías Connor, además Sam es demasiado guapo y amable como para fijarse en mi—susurra Tom jugando con sus dedos, mientras se sonroja.
—y yo demasiado viejo para soportar un amorío de adolescentes, pero así es la vida—dice Connor comiendo esta vez un sándwich.
Samuel se hizo presenté junto a Daisy, quiénes divertidos reían como locos.
—de que hablan?—pregunta Sam saltando encima de Connor, mientras Daisy lo imita saltando encima de Tom.
—de cómo tú y Tom darán un paseo y hablaran sobre lo que está pasando entre ustedes—dice Connor apartándose a su hermano.
Sam y Tom se miraron incrédulos antes de sonrojarse hasta las orejas.
—n..no se de que éstas hablando hermanito—tartamudeo Samuel, saliendo de la habitación, seguido de Tom.
—y usen protección!—gritó Connor tomando a la pequeña Daisy y siguiendo al par, que estaban saliendo de la casa.
—no es lo que crees, sólo iremos a comprar, idiota!—chilla Tom rojo de la vergüenza.
—ajá si!—grita Connor, antes de ver como Sam y Tom le sacan la lengua.
—genial, bueno que quieres hacer linda?—pregunta Connor volviendo su atención a Daisy, quien aplaude entusiasmada.
Cinco minutos después Connor se encontraba en la sala totalmente pintado con labial rosa, sombra de ojos negro y un rubor rojo fosforescente.
Daisy se había empeñado en pintar sus uñas de un color negro petróleo que esparció por todos sus dedos.
En eso estaban cuando el timbre de la casa sonó, extrañado Connor miró por la ventana viendo a Andrew fuera de su casa.
Abriendo la puerta se saludaron con un apretón de manos.
—y esa niña?—preguntó el rubio curioso, adentrándose a la casa.
—es la hermana de un amigo del trabajo, debe estar llegando junto a Samuel o quizás se desvíen por ahí—dice Connor dejándose caer al sillón, viendo como Andrew acariciaba a la castaña.
Algo súper extraño de ver, pues Andrew era un mastodonte, con una cara ruda y ojos agresivos, pero a Daisy no pareció importarle la apariencia del rubio, pues se tiró a abrazarlo.
—es muy tierna, así que Samuel anda de nuevo de flor en flor?—pregunto Andrew sentándose junto a Connor.
—no, está vez creo que es serió y dime como esta Dante?—pregunta Connor, sentando en su regazo a Daisy.
—bien, en uno de sus viajes—responde Andrew, sonriendo.
—claro, se me hacía raro verte en una misión, cuando recuerdo que Dante era un sobre protector de mierda—dice Connor riendo, pues Dante era el esposo de Andrew y aunque el rubio parecía un súper macho resulto domado por un sexy modelo canadiense.
—si...ayer no pudimos hablar mucho y desde lo de Sam no eh podido seguir en contacto—dice Andrew melancólico, rascando su nuca, —pero no vengó por eso, es más bien por el pelirrojo, el tal Alexander, anoche en la comisaria dijo varias cosas— comienza el rubio mirando a Connor seriamente.
—habla—manda Connor interesado.
—si, por cierto bonito maquillaje—rie burlón el rubio, antes de volver a ponerse serio, —al parecer los padre del muchacho tenían una deuda muy grande con Dario y éste aprovechando la muerte de los padres obligaron a Alex a ser su perro—dice Andrew entregándole a Connor las fotos de dos personas que seguro eran los padres de Alexander.
—entonces que harán con él?—pregunta Connor revisando las fotos, recordando los ojos celestes.
—lo dejaran en libertad mientras se investiga la conexión con los Rivera, pero en cuanto salga Alex estoy seguro de que lo mataran, es por eso que vine acá, necesitó que alguien le de alojamiento por un tiempo; yo lo llevaría a mi casa, pero si Dante se entera me matará—explica el rubio apretando el hombro de Connor, quien miraba a Daisy dormir.
—y ese alguien soy yo?—preguntó con el ceño, acariciando la cabeza de la niña, mientras pensaba sobre lo que decía su amigo.
—prefiero que sea alguien conocido, que alguien por conocer—Una frase popular que usaban los empresarios y que Dario solía decir con frecuencia con esa sonrisa arrogante.
El silencio reino por lo que pareció una eternidad; Connor debatía pensando en todas las posibilidades, de todos los ángulos posibles, mientras calculaba todo lo que podría gastar.
—por cuento tiempo sería?—pregunta Connor, aun desconfiado.
—tres o cuadro meses, más o menos, es lo que se demoraran en atrapar a Gale Rivera—informa Andrew, apartando los pelos de su cara, nervioso, la verdad no sabía ah quien más podría pedírselo.
—bien, dime que día y ah que hora lo voy a buscar—responde Connor suspirando, ¿cual era la por la que había aceptado?, ni él lo sabía en ese momento.
08:70 AM. Lunes 14 de Enero.
Connor
—estas seguro de esto?, Connor eres un adulto y sabes que tienes responsabilidad y....—decía Tomás al otro lado de la linea, cuando Connor cortó la llamada ya harto de el drama de su amigo.
Mientras viraba a la izquierda observo las casa destartaladas y poco sofisticadas de la zona, entre más avanzaba la infractutura era peor; se estacionó frente un complejo de departamento antiguo.
Mirando la dirección que le mando Andrew se bajo del automóvil, quedando frente a un hombre de edad que lo miraban con el ceño fruncido.
—aquí no entran ricos—dice el hombre apoyado frente a las rejas del complejo con una sonrisa descuadrada.
—vengo por Alexander Anderson, soy de la PDI—dice Connor sacando su placa falsa, que le había entregado su rubio amigo.
El tipo se apartó dejándolo pasar sin quejarse; buscó la puerta con el número 113B, luego de encontrarla golpeó la puerta, pero nadie salio de allí.
Suspirando deslizó su tarjeta de crédito usada por la ranura de la puerta, quitando el seguro y entrando a la habitación; en ella sólo una cama de una plaza, al lado una mesa de noche de madera negra y nada más.
Alexander apareció con el ceño fruncido secando su cabello con una toalla, con sus brazos tomó la mochila que había preparado con anticipación, sabiendo que no lo dejarían en paz.
—vamos o que?—pregunta con rudeza, colocando sobre su cabeza una gorra azul y mirando de lado a Connor.
—si, ven—dice el mayor saliendo del departamento hasta el auto estacionado en frente del complejo.
Ambos se adentraron al carro en un silencio sepulcral, Connor prendió la radio poniendo algo de rock, tarareo Numb de Linkin Park, mientras golpeaba con sus dedos el manubrio al compás de la canción.
Cuando llego la parte del coro comenzó a cantar la canción, mientras movía su cabeza de un lado a otro, virando a la izquierda llegando a su casa.
—aquí es—dice Connor saliendo del automóvil buscando las llaves de su casa, busco en su bolsillo izquierdo y nada, en el derecho y nada; desesperándose busco en sus bolsillos de nuevo, como si mágicamente volviera a aparecer.
Cuando sintió una mano intrusa en su culo, sorprendido volteo ah ver al muchacho pecoso, quien con una sonrisa burlona le mostró las llaves. Connor avergonzado agarro las llaves de la mano ajena, sintiendo su cara arder por la vergüenza, le había tocado el inexistente trasero que no poseía, deseo poder tener más para alejar algo.
Giro entonces la llave y abrió la puerta por fin, dejando pasar a su nuevo compañero, no sabía porqué pero ese hecho lo hizo sentir una alegría inédita, al menos ya no estaría sólo en su gran casa; y también tenía una nueva historia que contarle a Jules Lewis, su psicóloga.
Ya dentro fue ah preparar café.
—si quieres prende la televisión —gritó desde la cocina Connor, tomando dos tasas y colocando una bajo la cafetera, la cual comenzó a temblar y soltar humo.
Parece que Alex lo escucho, pues prendió la televisión y escucho como se acomodaba en el sillón; después de un rato, con café listo y galletas de chocolates hechas por él fue hasta la sala donde las dejó sobre la pequeña mesa al frente del sillón.
—come si quieres, las hice yo—dijo desinteresado Connor, aunque por dentro quería que los probara ya y que les gustará, aunque Alexander se mostraba reacio a él sabía que el muchacho había pasado por mucho y quería al menos ayudarlo, hacerlo sentir en casa.
El pelirrojo sonrió de lado y tomó una de las galletas llevándosela a la boca, masticando la dulce galleta; Connor espero con expectación el comentario del pecoso, algo nervioso sorbia café.
—esta muy buena, gracias—dijo luego de tragarla, para luego girarse y mirar al mayor con intensidad, —se que sólo soy su rata de laboratorio, pero en verdad agradezco que seas tan amable —Eso último dejo helado a Connor, ¿rata de laborario?, ¿ah que rayos se refería?, Andrew no le había comentado nada más que lo necesario.
—no se de que hablas, yo no soy de la asociación, sólo ayudo de vez en cuando—dijo Connor incómodo por la acusación del niño y temiendo que lo hayan dañado.
—que?—Eso dejo confundido a Alex, quien palideció, —entonces porque me dejas quedarme?—cuestionó levantándose del sillón, mientras apretaba el hombro de Connor.
—pues...me lo pidió un amigo, además ese día no me mataste, supongo que también es porque quiero ayudar, no se—tartamudea el mayor, quien se sorprendió por el arrebató del muchacho.
El menor volvió ah sentarse concentrado en las galletas de la mesa.
—estoy confundido y atraído al mismo tiempo—susurro el pelirrojo para sí, tapando su boca algo sonrojado.
—que?, emm...bueno quieres conocer tu habitación y acomodar tus cosas?—pregunto nervioso Connor pasando su mano por el pelo, parándose siendo seguido por Alex; la habitación al final del pasillo, con una puerta blanca, dentro las paredes azules, la cama ordenada con sabanas blancas, una mesita de noche y las ventanas con cortinas blancas le daban un aire tranquilo.
Silbando Alex dejo sus cosas en la cama mirando el alrededor, sentía que había caído en buenas manos, Connor era la mejor persona que conocía, maduro y le atraía esa aura medía malota que tenía, que ah la vez ocultaba con su empatia y sensibilidad.
—muchísimas gracias, eres tan bueno—dijo el pelirrojo saltando a la cama, viendo de arriba al hombre.
El hijo mayor y heredero de los Cooper, ese cabello negro, ojos grisáceos, una barba corta, eran sumamente atractivo, varonil y maduro.
Un Sugar Daddy al que le gustaría dominar y ver como se retorcía de placer mientras...
—Alex?, Alexander, hey! Te quedaste en blanco —gritó Connor, agitando su mano frente a los ojos del pelirrojo.
—que?, ah si, perdón—Se disculpó Ale saltando de la cama abriendo su mochila dejando la escasa ropa que tenía, muchas de ellas eran prestadas
nota: este cap podría o nopublicarlo ;).
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