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Al salir al exterior, ignoré a las personas que se reían a carcajadas de mí. Al dirigirme a la salida, vi un coche lujoso negro y rojo, junto a un grupo de chicas a su alrededor. Un chico vestido completamente de negro estaba apoyado en él dándome la espalda. Sam me lanzó una mirada asesina al ver que me acercaba para salir de allí, antes de sonreír al chico de nuevo.

- ¿Qué te parece si... - Pasó su mano por el pecho del chico, el cual estaba cruzado de brazos - nos divertimos un rato? - Sonrió Sam ampliamente.

- Inténtalo, pero nadie me satisface nunca... - Reconocía esa voz.

Porque no lo has intentado conmigo - Sam se acercó para besarlo, pero todas las chicas al verme se empezaron a reír y hacerme fotos, cortándoles; el chico se giró.

No puede ser - Se rió al verme.

Al verlo reírse también de mí, no aguanté la humillación y dejé caer algunas lágrimas; recorrieron mis mejillas sin apartar mi mirada de la suya. Su sonrisa poco a poco se borró. Rodeé a todos para evitar más risas y comentarios, marchándome rápidamente de allí. La gente me miraba extrañada, bajé la mirada apretando la correa de mi mochila con fuerza.

¡Oye! - Seguí hasta la parada del autobús - Ashley - Luzbel se puso enfrente de mí, justo cuando llegaba el bus.

Tengo que irme... - Susurré bajando la cabeza. No quería mirarlo a los ojos y ver como volvía a burlarse de mí.

Si, vale, pero... - Dudó, quedándose en silencio unos largos segundos; lo miré con curiosidad al ver que no hablaba, viendo que me miraba con seriedad.

¿Por qué has venido? - Pregunté, viendo como el bus se cansaba de esperarme y se iba sin mí.

Estaba comprobando una cosa - Apuntó su pulsera plateada - Cuando están separadas... - Apuntó a la mía manchada de pintura - Se vuelven doradas y cuando se juntan vuelven a estar plateadas. Tipo GPS - Se encogió de hombros, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón vaquero.

Está bueno saberlo... - Susurré, sentándome en uno de los asientos de la parada junto a una anciana que abrazaba a su bolso; me miró de reojo extrañada.

¿Por qué estás cubierta de pintura? - Preguntó Luzbel posicionándose frente a mí.

Por nada... - Apreté con fuerza las manos en mi regazo; tenía muchas ganas de llorar y gritar. Necesitaba desahogarme.

Me miró con seriedad y se marchó sin decir nada. Tal vez, no estaría tan mal que un Arcángel me matara, mi vida iba cada vez a peor... Apoyé los codos en mis rodillas y oculté mi cara entre mis manos, dejando que algunas lágrimas las mojaran. Unas botas militares negras entraron en mi campo de visión; miré al sujeto, sorprendiéndome.

Vamos, te llevo a casa - Apuntó a su coche aparcado a un metro.

Iré en autobús, gracias igualmente - Le sonreí tristemente, limpiándome las lágrimas.

Estoy siendo amable, no me jodas - Frunció el ceño.

Te mancharé el coche - Se encogió de hombros.

Me compro otro - me hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera; suspiré y lo seguí hasta el coche.

Abrí la puerta del copiloto y me senté, cerrando la puerta con cuidado, este coche valdrá más de lo que he gastado a lo largo de mis diecinueve años. Luzbel se sentó a mi lado y arrancó. Mi móvil comenzó a vibrar repetidas veces; miles de fotos y vídeos estaban por internet junto con algún que otro insulto hacia mi persona. Ahora sí que estaba completamente avergonzada en cualquier parte del mundo. Dejé caer mi móvil entre mis pies, los subí sobre el asiento y abracé mis piernas ocultando mi rostro entre las rodillas.

Y por fin, me desahogué, sin importarme que Luzbel estuviera a mi lado, sin importarme que me viera en este estado tan lamentable. Solo quería desahogarme, ya que no podía hacer otra cosa que no fuera llorar. No tengo apoyo familiar ni amigos en los que respaldarme, no importa las veces que vaya a dirección a quejarme, no importa que los evite o no haga nada... Siempre acabará de la misma forma; yo en completo ridículo o siendo el payaso de la universidad.

Al levantar la mirada de mis rodillas, vi que estábamos dando vueltas por la zona, o más bien Luzbel, el cual conducía con una mano, mientras que con la otra tenía el codo entre la ventanilla y la puerta; su mano sostenía su cabeza ladeada. Me miró de reojo durante un segundo y volvió a la carretera.

¿Me explicas que ha pasado? - Preguntó sin moverse de su posición.

El mundo me odia - Susurré, volviendo a ocultar mi cara entre mis rodillas.

Bienvenida al club - Noté su sonrisa aún sin mirarlo - Ahora concreta un poco más - Me pidió.

¿Para qué quieres saberlo? - Miré su perfecto perfil.

No tengo nada mejor que hacer - Se encogió de hombros. Lo miré de reojo extrañada.

Si se lo digo se reirá de mí de nuevo...pero, ¿qué más da? Mi vida no podía ir a peor.

Me hacen Bullying en la universidad... Han subido vídeos y fotos con insultos para ridiculizarme aún más si es posible - Me pasé una mano por el pelo notando la pintura aún húmeda. Esperé su risa, pero estaba completamente serio.

- ¿No has pensado en enfrentarlos? - Miré por la ventanilla.

No es tan fácil... - Se rió, haciendo que lo mirará.

Es muy simple... Los amenazas, o te enfrentas a la cabecilla del grupo, que es el "más fuerte". Aunque en realidad es el más débil, ya que lo protege el resto - Se encogió de hombros.

Lo único que quiero hacer ahora es ducharme - Le dije mi calle, haciendo que asintiera y acelerara. En cuestión de pocos minutos, estaba frente a mí casa - Gracias por traerme - Le dediqué una leve sonrisa antes de salir y cerrar la puerta sin esperar una respuesta de su parte.

Una ducha de dos horas para quitarme la pintura me relajó un poco, aunque no pude evitar llorar al recordar todo lo que había pasado. Salí del baño de mí habitación envuelta en una toalla, viendo a Luzbel revisando mi habitación con curiosidad, mi corazón se aceleró.

¿¡Qué haces aquí!? - Grité, sujetando mi toalla con fuerza. Me ignoró, siguió revisando todo - Luzbel, te estoy hablando - Me miró de reojo.

Quiero llevarte a un sitio, ponte algo cómodo - Dijo cogiendo una hoja en la que había dibujado los símbolos de la pulsera.

¿Puedes... salir? - Apunté la puerta, antes de volverlo a mirar; se sentó en la silla, frente a mi escritorio.

No tienes nada que no haya visto ya millones de veces - Dijo dándome la espalda, mirando la mesa.

Puse los ojos en blanco, cogí la ropa interior, un pantalón vaquero gris y una camiseta blanca de manga larga del armario. Me encerré en el baño, me vestí rápidamente y me sequé un poco el pelo con la toalla. Salí, viendo a Luzbel en la misma posición en la que le había dejado hace unos minutos; me acerqué para ver qué hacía. Estaba, lentamente, dando vueltas a su pulsera junto a la hoja con los símbolos que había dibujado.

- ¿Qué haces? - Pregunté con curiosidad.

Faltan tres símbolos - Dijo volviendo a dar la vuelta a la pulsera mientras miraba de reojo el folio.

Tal vez, se me han pasado...

- No me refiero a que se te haya olvidado dibujar tres símbolos... Sino que han desaparecido de mi pulsera - Cogió mi muñeca y comprobó la mía - En la tuya tampoco están... - Dijo pensativo.

¿Qué crees que pasa? - Se encogió de hombros y se levantó lentamente.

No creo que sea nada... - Lo miré extrañada, pero asentí - Venga, vamos - Me hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera.

¿A dónde vamos? - Cogí mi móvil y mis llaves de mi escritorio, antes de bajar las escaleras corriendo para alcanzarlo.

A un sitio donde podrás desahogarte - Subimos a su coche y lo miré extrañada.

¿Desahogarme? - Dije pensativa - Bueno, hoy no me puede pasar nada peor - Apoyé la cabeza en la ventanilla mientras miraba el exterior.

Te puede caer un tiesto de una ventana en la cabeza - Lo miré con una ceja levantada; se encogió de hombros y se rió.

Oh, gracias por los ánimos - Sonrió de medio lado, sin apartar la vista de la carretera.

Las cosas como son - Puse los ojos en blanco y me reí, apoyando de nuevo la cabeza en la ventanilla.

© Carla Gaona,
книга «Lucifer».
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