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UN BREVE APUNTE DE LA FILOSOFÍA DEL ARTE
UN BREVE APUNTE DE LA FILOSOFÍA DEL ARTE. EL PESO DE LOS CONCEPTOS CONTRARIOS (En La Literatura, La Música y La Pintura)
En Modo Poesía. Tenemos A. Tenemos B. Están A y B. Cada uno presenta cierto grado de permeabilidad.
Si se pretende que A y B se integren en un único C. Será necesario el reducir el número de a y b para facilitar la integración. Esto si A y B son parte de varios C. Si C es único o se resuelve con rapidez, la reducción de a y b no se muestra tan condicionada. En cualquier caso, la integración ha de cumplir una forzosa adecuación al molde opuesto.
Tenemos C. Están A y B y C. 1A. a1, a2, a3, a4, a5… 2B. b1, b2, b3, b4, b5...————————————3C. en el que C puede ser =C, =%A, =%B, =%a1, =%b1, =%a2, =%b2, =…
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EL INFIERNO ( TORTURA Y ASESINATO EN SAN SEBASTIÁN )
En esta vida que me han elegido
En esta vida que me dejan vivir
No existe el azar
No existe la casualidad.
En esta vida de terrorífica soledad
De soledad impuesta y programada
Fantasmas de humanos seres
Como tentáculos de la muerte
Se pasean y sonríen doctrinarios
Las consignas del mal y de la muerte.
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SONETO XII
De Sonetos Incorrectos (2001) de Borja Wallace Parra-Álvarez
Sus bragas colgaban en el tendal
Al calor de un Sol que ante su presencia
Tan blanca de pureza y de inocencia
Se le antojó un amor terrenal.
Cada amanecer el Rey Sideral
Le mandaba unos rayos de avenencia
Y capturaba con ellos la esencia
De aquel cálido aroma genital.
Y así día tras día al despuntar la aurora
Ella le ofrecía su prenda interior
Para consumar amor tan dichoso.
Hasta que anheló el Astro Superior
Las cualidades que el hombre atesora
No conoce el Cielo amor más hermoso.
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ALTIVAS PROSTITUTAS
Ratas comemierda se pasean
soltando repugnantes chillidos
ante la víctima humana
ante la humanidad al completo
representada por la víctima asesinada.
Ratas prostitutas que se ríen
así como se ríen las ratas
con hilos de mierda saliéndose
de sus apestadas bocas
por donde también cagan.
Prostitutas altivas que desprecian
desde el orificio de sus bocas culo
dando esos miserables chillidos de rata
mientras fingen que el humano
que les dice y recuerda
su crimen
es ahora invisible.
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RELAJADO DE SOL EN UN PARQUE OTOÑAL
Entre el verdor
De las hojas
Siempre verdes
Y el fulgor
De aquellas otras
Que se doran
Me entremezclo
Con el bullicio
De los colores
De esta mañana
Auxiliadora
Que me acerca
Con manos santas
Su aliento de oro
Su frente lisa
Para mostrarme
Recto el camino
Hacia donde
Descansa el tiempo
En volandas
De una sonrisa
Ya desnuda
Como el silencio
De los árboles
Enamorados
Y tan colmada
De abundancia
En su lirismo
Cenital
Que aguarda ociosa
Los Suspiros
Embalsamados
En el sueño
De alguna flor
De albo cristal
Del poemario 'Manual'.
En algún lugar del otoño del 2003
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POEMA JUNTO A EMILY DICKINSON Y EL REVERENDO EMERSON
A veces
se me meten
piedrecitas
en los zapatos.
Pobrecitas
tan pequeñas
me molestan tanto.
Me paro
en cualquier esquina
y me descalzo.
Pobrecitas piedrecitas
de mis zapatos
que sin ser tu amor
me molestan tanto.
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SÍMBOLOS
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Vosotros que habéis teñido la luz de sombras funestas y demenciales, deberíais de conocer El tratado contra la psicosis, porque esa es la puerta que comunica los infiernos.
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Para mí los árboles son desde siempre árboles, porque desde siempre han estado en mi vida, en lo secreto y en la rutina de la vida. Lo que poseo de los árboles es el conocimiento de su existencia y su lugar asignado en el infinito. Hay quienes los comprimen a los árboles, a todos los de todos los tiempos, y hacen con los árboles un medallón. Entonces le juran amor y lo nombran y le dicen dios.
Ella era una silla sin nombre y sin ser siquiera casi silla. Yo le miré el respaldo y le ví los huecos y me la follé. No hay más cosa que un joven pene aprensado entre madera, y una silla que volvió a ser silla sin nombre y no ser siquiera, casi ni silla. Otros la han cogido después, y eso que no era suya, y malamente se la llevaron a la misma silla y fueron todos que se la llevaron distinta a la silla. Ahora está en todas partes y todos dicen que es suya.
Vinieron con el medallón y vieron que yo tenía mis árboles, y me los quisieron arrancar y comprimir. Entonces me engañaron, me decían quédate aquí mientras ellos se llevaban a mis árboles a morir, o me tapaban los ojos para quebrarles las ramas frente a mí que no los podía ver, que me contaban luego que
era el viento. Saltaban y se reían haciendo el ruido del viento. Yo no lo podía oir a ese viento chocando contra los árboles míos.
La silla era una silla. Era la silla que quedaba junto al sofá y la que me ofreció sus huecos una noche de estar sentado con el pene en la mano y el ojo en la mujer apantallada en la televisión. La silla que volvió a ser una silla aunque yo sé que siempre fue solo silla y solo fue huecos unos pocos minutos, esos en los que yo la hice poesía, en los que yo la transformé en poema, en uno propio y mío.
Un día, otro día más que volvieron los del medallón y me entraron en lo mío sin decírmelo, lo revolvieron lo que encontraban y lo destrozaron así todo, y llegaron a donde yo guardaba el poema de la silla. Lo copiaron cada uno diferente y lo dijeron en alto para que se les oyese. Y lo decían cada uno diferente y las sillas al final fueron muchas y tuvieron muchos el poema de los huecos y de mi pene adolescente entre las tablas del respaldo de una silla. Que decían luego que era la mía, mi silla. Pero es que a mi silla, a mi poema ninguno se le parecía.
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