Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 2
Noah.

Noah tenía excelentes calificaciones. Sus padres estaban seguros de que su hijo se graduaría de leyes con honores. Su madre lo miraba orgullosa y satisfecha, mientras éste redactaba algún informe en una libreta de notas en la mesa de la cocina. Le habían estado animando desde hacía meses para que se comprometiera con Melissa, su novia de toda la vida. No entendían que lo hacía dudar porque a simple vista eran la pareja perfecta.

Tom el perro golden retriever de la familia se le abalanzó encima a Noah pasándole la lengua por la cara, tomándolo por sorpresa.

Se restregó la mano en la mejilla limpiándose la baba y poniéndose de pie de un salto. Tom ladeó la cabeza mirándolo expectante y soltó un agudo ladrido.

Su madre se echó a reír.

—Por favor mamá, no te rías. Hay baba de Tom por todas partes.

Su madre tomó una servilleta y se acercó a él.

—Déjame limpiar ese bello rostro.—Le dijo con ternura.

—No soy un bebé, mamá.

—Siempre serás mi bebé—Y le hizo un puchero pellizcándole las mejillas.

Su padre entró a la sala quitándose el saco y dejando el maletín de trabajo a un lado. Y después se dirigió a la cocina.

—¿Como va el futuro abogado?—Le saludó.

Le dio un golpe suave en el pecho a su hijo con la mano y después besó a su mujer.

—Todo bien, pero Tom acaba de arruinar un informe importante.

Su padre se echó a reír, avanzó hacia el refrigerador y tomó una manzana.

—¿Como está Melissa?

—Está bien, mañana la acompañaré a una reunión familiar.

—¿Te has decidido a proponerle...?

—Ya, papá. Es muy apresurado.

—¿Lo has hablado con ella?

—No, pero estamos muy ocupados con nuestras carreras y...

—Tienen casi diez años juntos.—Intervino su madre.

—Siete, mamá.—Corrigió.

—Es lo mismo, hijo. No queremos poner en sobre aviso a sus padres porque tu no te decides.

Su padre le dio otro mordisco a la manzana.

—Tu madre te dará el anillo de tu bisabuela si lo necesitas.

Noah suspiró.





La hermosa pelinegra de ojos grises se paseaba por la habitación, mientras Kate, su mejor amiga, sentada en la cama, la observaba hurgar en el armario.

—¿Que tal éste?—Preguntó Melissa estirando el vestido sobre ella a modo de prueba.

Kate entrecerró los ojos, mirándolo con detenimiento.

—No—Dijo finalmente—Algo más sexy.

Melissa puso los ojos en blanco y miró al techo en gesto de súplica y fastidio.

—No pongas esa cara. Cómo piensas comprometerte si te vistes así.—Chasqueó los dedos, y siguió:—Ese, el negro—Y señaló el vestido que se asomaba del armario.

—¡Es diminuto!.—Exclamó Melissa—No me queda.

—Claro que si—Y se levantó de la cama para tomarlo—Es perfecto.



Una comida familiar era preparada en la cocina, mientras algunas personas acomodaban mesas con manteles blancos y sillas en el jardín, bajo una carpa, también blanca, rodeada por hermosas flores y plantas.

Melissa estaba acostumbrada a este tipo de reuniones semanalmente, su familia era conservadora, tradicional y muy cercana. Sin embargo, tenía la impresión de que su prima, la hija más pequeña de sus tíos paternos, tenía algo entre manos. Siempre sospechaba de ella, había cierta rivalidad entre ambas. Pero lo siguiente nunca se lo esperó y probablemente su prima tampoco, porque ésta no podía borrar de su semblante la impresión y el asombro, cuando su novio, desde hacía cuatro meses, de apenas diecinueve años igual que ella, se arrodilló, en presencia de toda la familia, pidiéndole que se casara con él. Y ésta lo miraba con los ojos como platos, boquiabierta, mientras él le extendía un brillante anillo de diamante.

Melissa se quedó pasmada. Y Kate, ante su reacción, porque la conocía de siempre, luchaba por contener las carcajadas, mientras Mike, su también prometido, le pedía entre murmullos que se controlara.

Noah había adoptado un total estado de rigidez, nerviosismo y calma, todo revuelto. Ni siquiera tuvo el valor de mirar el rostro de su novia, que era una combinación de muchas cosas, el color rojo enojo era una.

—¡Si! ¡Si, si quiero!—Gritó la chica y se le abalanzó a su novio en brincos de alegría.

Todos aplaudieron. Los felicitaron. Y ese fue el tema de conversación el resto de la tarde.




—Es que no lo sé, no estoy seguro. Siento que falta algo.—Noah apretó el volante, hizo una mueca y volvió a mirar al frente.

—¿Como qué? Melissa es perfecta.—Replicó Mike.

—Lo sé, es sólo que...

—Kate me ha dicho que Melissa está algo ansiosa y molesta porque tu no te has propuesto.

—¿Eso dijo?

—Si.—Y le dio una mirada honesta—Habla con ella. Prepárale una velada romántica en ese restaurante que tanto le gusta, solos los dos, y luego abordala, con el anillo.

—No es así de fácil.

—Han estado juntos toda una vida, se conocen desde siempre, crecieron juntos. ¿Que te detiene hombre? Son el uno para el otro.—Y siguió disuadiéndolo y enumerando— Tendrán una bonita boda, una linda casa, bonitos hijos, ocuparás el lugar de tu padre. Tienes el futuro asegurado.

Noah suspiró.

—Lo pensaré... Lo del restaurante.

Dejó a Mike en su casa y se fue a la suya, también en Castle Hill.

Su mente estaba dispersa. Siendo un joven de veinticuatro años tan centrado e íntegro, no encontraba sentido a su vida, aparentemente perfecta. Como si algunas piezas no encajaran, que algo imprescindible hacía que todo lo demás careciera de significado. Se sentía vacío, frustrado e inconforme.

Dejó el Jetta estacionado en el garaje y entró a la casa por la puerta lateral. Su madre estaba preparando la cena y el delicioso aroma inundaba toda la casa. A penas Tom notó su presencia se le abalanzó encima inquieto, como una invitación clara para iniciar algún juego. Noah lo acarició afectuosamente.

—Huele delicioso—Y le dió un sonoro beso a su madre en la mejilla.

—Estoy haciendo unas pruebas para Hanukkah. Tu tío Joseph y Jacob vienen a cenar.

—¿Jacob no está estudiando en Melbourne?

—Si, es fantástico. Tu padre está muy contento de que su sobrino decidiera estudiar leyes igual que tú.

—Me alegro por él.

—También viene mi hermana Mary con sus dos hijos.

—Ya veo porque te estás esforzando tanto.—Se acercó al refrigerador y tomó una botella de agua.

—¿Como está Melissa?—Y volvió a emplearse en lo que cocinaba—¿Que tal la reunión?

—Muy bien...—Se atragantó con el agua mientras bebía y tosió.

—¿Estás bien? —Dejó de revolver la mezcla que preparaba y se volvió para mirarlo—¿Todo bien?

—Si—Hizo pausa, reponiéndose. Y como si las palabras le dolieran soltó:—Kelly va a casarse.

Su madre abrió los ojos como platos.

—Pero si tiene como quince años.—Replicó

—Diecinueve.—Corrigió Noah.

—¿Algún escándalo?

—No. Son jóvenes, están enamorados.

—¿Como estaba Melissa?

—¿Feliz por ella?—Se encogió de hombros.

Su madre frunció el ceño y lo miró con seriedad.

—Hijo...

—Voy a mi habitación. Tengo cosas que hacer.—Y abandonó la cocina antes de que su madre pudiera decirle algo más.

¿Cuándo tendría el valor de aceptar la situación? Y ser sincero consigo mismo. Se sentía tan insatisfecho. Y un montón de sentimientos de frustración hacían mella en él, sin que pudiera desahogarse con alguien que no lo empujara a seguir por el camino por donde iba y dejar las cosas como estaban. Pero, ¿Cómo podría decirle a Melissa que no quería casarse? Todos daban por hecho de que ese sería su destino pero... ¿Qué quería él de verdad? Tal vez ni él mismo lo sabía.




Melissa estaba que echaba chispas, moviéndose por toda la habitación, con una mano en la cintura, y con la palma de la otra dándose golpes en la frente. Kate la observaba con paciencia, nuevamente desde la cama.

—Es que no lo entiendo.—Empezó Melissa.

—¿Que no entiendes?

—Lo apresurado de esa boda.

—No tienes nada que entender—Se encogió de hombros y añadió con indiferencia:—Están enamorados, locos el uno por el otro. Eso es evidente.

—Ya, lo sé—Y se sentó junto a ella en la cama, derrotada—Es solo que...

—Noah y tú...

—Ocho años, Kate.—Asintió.

—Lo sé, es mucho tiempo.—Hizo pausa, pensativa y añadió: —Tal vez solo quiere terminar la carrera, sabes como lo presionan sus padres y luego...

Melissa apreció los rasgos japoneses en el rostro de su amiga tanto como su amistad y la abrazó.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Por estar aquí.

Kate le devolvió el abrazo y con intención de animarla se le ocurrió una propuesta.

—Es un hecho que ustedes se casarán—La separó y la miró:—. Por qué no empiezas tú con los preparativos, tal vez solo necesita un empujón.

—¿Sin su consentimiento?—Preguntó.

—Como una sorpresa, él verá que vas en serio y se animará.

—No, esperaba que él me lo propusiera.—Dijo negando con la cabeza, y trás una pausa breve, añadió preguntando con ligera tristeza:—¿Eso no me hace parecer desesperada?

—Solo estás frustrada, no desesperada.

—Aprecio tus intenciones. Pero es una locura.—Se tocó el puente de la nariz con los dedos y suspiró relajándose:—Solo voy a darle su espacio. Está tan ocupado con la universidad, con los partidos de rugby y con su trabajo, que tal vez esto sea algo que ni siquiera se le ha pasado por la cabeza.

—¿Tu crees? Pues se hace el tonto. Desde el año pasado estás estresada con todo esto. Desde que Mike y yo nos comprometimos.

—No, no es así. No creas que es por celos, estoy feliz por tí, por ambos. Y aunque ustedes sólo tienen tres años juntos tienen una relación muy sólida. —Hizo pausa y siguió en sollozos—Yo amo a Noah, no imagino mi futuro con nadie más. Solo estoy un poco asustada de que para él no sea igual. Temo perderlo.

—Ya, tranquila—Y le palmeó la espalda con una mano, mientras Melissa se ocultaba el rostro con ambas manos.—Todo estará bien, no llores.




La próxima vez que Noah y Melissa volvieron a encontrarse, ésta tenía un folleto en las manos, varios más bien. Los había colocado cuidadosamente encima de la mesa mientras cenaban en su restaurante favorito. Para empezar, Noah había decidido llevarla allí para compensarla y hablar con ella sobre su relación, pero no tenía el valor de hacerlo. Por otra parte para Melissa fue una clara señal de que la idea de Kate, descabellada para ella al principio, podía tomar sentido. Noah le prestó más atención a la comida que a otra cosa, y cuando Melissa alzó la mano con uno de los folletos, la miró confundido.

—¿Sabes que es?—Le preguntó Melissa

Noah le observó con detenimiento pero no logró descifrar el mensaje que contenían.

—No.—Y tomó otro bocado del filete de carne—¿Que es?

—Esta es una diseñadora de vestidos de novia.

—¿Estás organizando una boda?—Preguntó mientras masticaba—¿Ayudas a Kelly?

—No, es por la nuestra.—Soltó sin más.

Noah escupió el trozo de carne sobre la mesa y Melissa alzó una ceja, perpleja.

—¿No dirás nada?

—Es apresurado.—Tomó un sorbo de agua y se limpió la boca con una servilleta.

—¿Apresurado? —Replicó molesta—¿Ocho años te parecen apresurados?

Melissa tiró la servilleta que tenía en las rodillas sobre la mesa y se puso de pie tomando sus cosas. Todos la miraban.

—¿A dónde vas?

—Necesito estar sola, tomaré un taxi. Gracias por la cena.

Noah la vió desaparecer por la puerta pero no hizo nada para detenerla.

© Luu Herrera ,
книга «Escogidos».
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