Capitulo 1: Sangre en la nieve.
Corriendo por la nieve, aquel joven de negro cabello y ojos rojos como el vino, cargaba en la espalda a su hermana menor. La sangre que de ella salía, iba manchado la blanca nieve, la cual, seguía callendo del cielo. En un intento de conservar calor, aquel joven le había puesto encima una manta a su hermana.
"¿Como paso todo esto?"–Se preguntaba aquel joven.—"¡Maldición! ¡Si hubiera llegado antes! ¡Si nunca hubiera ido al pueblo, esto nunca hubiera pasado!"
—¡Resiste, Natsuki, tu hermano mayor te salvará! ¡Solo aguanta un poco más!—Le gritaba al viento.
...
Era una mañana de invierno, fría como cualquier otra, nadie quería salir de su casa sin un abrigo calientito. Pero aquel día, una pequeña familia que vivía en lo alto de una montaña, que tenía un pueblo bajo sus pies, laboraba como siempre.
Con la cara mancha de negro por culpa del carbón. El joven de ojos rojos, se colgaba canasto repleto de carbón en la espalda. Su expresión era fría, pero agradable. Cuando aquel joven sonríe, se ve totalmente diferente a como lo denota su expresión. Es amable y cálido, también, piensa mucho en su familia. Aún que es débil, se esfuerza para darle lo mejor a su familia.
Vistiendo una gabardina negra, y un pantalón de mismo color, aquel chico se preparaba junto con sus botas de nieve, para descender la montaña.
—Edward, ¿Bajarás al pueblo?—Pregunta una femenina y amable voz.
Parada en la puerta de la casa de madera, la madre de Edward, lo miraba con orgullo y lento al mayor de sus hijos. Ella vestía un vestido marrón que se veía algo desgastado, con distintos tonos de marrón debido a las veces que tuvo que cocer su vestido. Sobre el, llevaba un abrigo marrón.
El cabello de aquella mujer era negro, y sus ojos eran rojos, pero en una menor medida que la de Edward. Su piel era blanca, y se podían ver cómo su rostro comenzaba a arrugarse.
—Si. Quiero que en noche de año nuevo, todos coman hasta reventar. Es por eso que iré a vender carbón—Responde el joven.
—Solo tienes 12 años. Deberías de asistir a la escuela junto a tus hermanos. Yo me encargo de conseguir el dinero—Dice la madre.
—No te preocupes madre. Me romperé la espalda por ustedes, y que así, no les falte nada—Contesta Edward con una sonrisa en su rostro, y deshaciendo brevemente esa expresión fría.
—Al menos déjame limpiar tu rostro—Pide la madre.
Usando un pañuelo húmedo, la madre de Ed, le limpia el rostro, haciendo desaparecer aquellas manchas negras que tenía. Y mientras lo hacía, le decía.
—Desde que tú padre falleció, te has esforzado por llenar sus zapatos. Deberías de descansar de vez en cuando—
—No puedo hacerlo. No hasta que llegue el año nuevo. Entonces podré descansar y disfrutar aquel día con ustedes—Menciona Ed.
—¡Hermano!—Dice una voz masculina junto a una femenina.
Dos niños de cabello negro y ojos rosados, corren hasta donde Ed se encuentra. El niño, viste que un pantalón azul y un abrigo negro. Mientras que la niña, viste con un vestido echo para la nieve, además de llevar mallones bajo el vestido. Los dos traen puesto sus botas de nieve.
Los dos no tienen más de 8 años. Se puede saber que son gemelos debido al lunar que ambos tiene debajo del ojo derecho.
La niña corre hasta su hermano y lo abraza con sus manos, mientras que el niño, pone el hacha que cargaba sobre su hombro derecho.
—Lora, Lucas, buenos dias—Saluda Ed.
—¿Vas a bajar al pueblo?—Pregunta Lora.
—Asi es—Responde Ed.
—¡Yo también quiero ir contigo!—Dice con entusiasmo.
—Lora, Edward no llevará la carreta, y no podrás seguirle el paso—Le responde ella madre.
—¡Ayudaré, no lo perderé de vista! ¡Prometo ser de mucha ayuda!—Insiste.
—Muchas gracias Lora,—Ante eso, Lora sonríe.— pero no puedo llevarte—
Lora hace un puchero mientras Ed, le acaricia la cabeza con su mano derecha.
—Lucas, ¿Crees poder cortar la leña tu solo?—Pregunta Ed.
—Claro que si... Pero creí que lo haríamos juntos—Se queja brevemente.
Ed se acerca a su hermano, y acaricia su cabeza también.
—Buen chico—Le dice.
Rápidamente, Lucas, aparta la mano de sue hermano.
—¡¿Que crees que estás haciendo?!—Exclama.
Ed se ríe de la acción de su hermano, y una vez más, su fría expresión desapareció por un corto periodo de tiempo.
Edward se despide de sus hermanos y madre, antes de alejarse de la cabaña. Cuando se había alejado unos 10 metros, se encuentra con su hermana de 10 años, Natsuki.
Ella es una chica de cabello negro y ojos rojos como su hermano, su piel es blanca, y tiene una pequeña cicatriz en el labio inferior. Natsuki viste con un pantalón color crema y un abrigo marrón con gorro.
—Edward—Dice ella.
—Hola Natsuki—Saluda.
—Veo que irás al pueblo. Ten mucho cuidado—
—Estaré bien. Volveré tan pronto como termine de vender carbón—Menciona.
—De acuerdo. Ahora, ya no te molesto mas y dejaré que te marches—Dice ella.
Despidiendo se de su hermana, Ed se aleja de su familia, comenzando a descender la nevada montaña llena de pinos. Sus pisadas se clavaban en la nieve, produciendo un peculiar sonido que, con un poco de imaginación, se transformaba en una melodía agradable.
"Nuestra familia es pobre, pero unida y humilde. Desde la muerte de nuestro padre, no la hemos tenido difícil, y yo he tenido que ocupar su lugar y hacerme cargo de los gastos. Me esfuerzo cada día. Me esfuerzo por ellos. Quiero ir nunca más tengan que preocuparse por algo, que nunca más nos falta nada. No me importa si me mato trabajando. Me sentiré feliz sabiendo que ellos viven agusto."
"Así somos felices... Pero cuando la felicidad se termina... Siempre, vuele a sangre..."
Poco después de que descendió la montaña, Edward, tomo el camino de tierra que llevaba hasta el pueblo. No tardó mucho para ingresar al pueblo, dónde las casas de madera le daban la bienvenida. Algunas casas, tenían un estilo japonés o chino que las hacían resaltar.
Las personas que caminaban por la calles no eran muchas. Debido al frío, muchos se quedaban en sus casas, otros, quienes tenían que trabajar o comprar suministros, salían de sus cálidos hogares.
Al contrario que en la montaña dónde el vive, aquí se siente más humanizado.
—Edward—Dice una voz masculina y algo desgastada.
Al voltear, nuestro joven Ed, se percata de aquel hombre de 47 años, quién viste ropa para la nieve. Su cabello y barba se están volviendo blanco debido a la edad.
—Buenos días, sr. Mustang. ¿Una pieza de carbón como siempre?—Pregunta Ed.
—Esta vez que sean tres, por favor—Le responde.
—En seguida—
Quitándose la canasta de carbón, y dejándola en el suelo, Ed, le da las tres piezas de carbón.
—Gracias. Aquí tienes, y quédate con lo que sobre—Dice el sr. Mustang mientras le da una pequeña bolsa de dinero.
Ed toma aquella pequeña bolsa y la abre. Sus ojos se abrieron de sorpresa al ver la cantidad de dinero que había.
—¡Estas son muchas rupias! ¡No puedo aceptar tanto solo por tres piezas de carbón!—Menciona Ed.
—Tómalo como una muestra de agradecimiento de mi parte—Dice Mustang.—Ahora ve y siguen con lo tuyo. Hay más personas que esperan por ti—Menciona.
Edward le da las gracias antes de colgarse la cesta de carbón y continuar su recorrido. Durante todo el día, Ed, se la paso caminando de aquí a aya, vendiendo le carbón ayudas las personas que lo necesitaban. También, ayudaba a las personas que ya conocía en tareas simples.
Y luego de muchas horas de trabajo, el joven decidió regresar a su casa cuando el sol comenzaba a ocultarse. La noche, quién recién cai, acompañaba Edward mientras esté, ascendía la montaña para llegar a su humilde hogar.
—Se hizo de noche. Pero lo bueno es que pude venderlo todo—Se decía a si mismo.
Caminando un poco más, Ed, paso cerca de una pequeña choza de madera. Dentro de la choza, y un hombre de la mediana edad se asoma atráves de su ventana.
—Edward, ya es tarde, y subir la montaña así es peligroso. Ven y duerme en mi casa—Le ordena el hombre.
—No se preocupe Sr. Moisés, tengo un gran sentido de la percepción—Menciona.
—No desobedezcas a tus mayores. Los Demonios siempre salen de noche—Dice con una voz sería.
Edward pudo haberse ido, pero eso último que le dijo le hizo sentir un escalofrío por la espalda. Haciéndole caso al Sr. Moisés, Ed, ingresa a la pequeña choza de madera. Dentro, apenas había espacio para dos personas. En las paredes colgaban algunos sombreros de echo de paja, cometas echas a mano, y una katana antigua.
Aquel hombre le dió cenar antes de prepararle una cama pegada al suelo. Una vez que Ed se acostó, y se cubrió con la manta, pregunto.
—¿Que son los Demonios?—
—Son criaturas con aspectos grotescos y cuerpos asombrosos. Se dice que un día, la luna se transformó en un gigantesco ojo, y que gracias a el, cintos de Miles de Demonios aparecieron sobre la tierra. Desde entonces, se dedican a matar y devorar humanos. Pero esa historia es de hace 2,000 años—Responde mientras fuma de su pipa.
—¿Y los Demonios no entran a las casas?—Pregunta.
—Si, lo hacen—Le responde casi de inmediato.
—Entonces devorarán a todo el mundo—Argumenta.
—Por eso existen los Asesinos de Demonios que los cazan para que podamos vivir en paz. Algunos dicen que son reales, y otros creen que es una antigua leyenda—Contesta.
Dándole una fumada a la pipa, el hombre apaga las luces y cierra la ventana.
—Duerme, madruga y llegarás a casa—Le dice Moisés.
...
La el salió como siempre. Cómo ya se lo había dicho el Sr. Moisés, Ed se levantó temprano.
—Bueno, ya me voy—Agradece.
—Ve con cuidado—
Con su cesta de carbón tontamente vacía, Edward, continuo su camino a casa. La mañana era fría, como ayer, la nieve se volvió un centímetro más profunda, algo de lo que el joven se percató.
"El Sr. Moisés ha vivido solo en el pie de la montaña desde que su mujer e hijos murieron. Seguro que siempre se siente solo. Mañana le traeré a mis hermanos para que no se sienta así, y también le mostraré que no existen los Demonios."–Pensaba el Ed.
Pasaron unos 10 minutos desde que comenzó a subir la montaña. Con cada paso que daba, más se acercaba a su casa, al mismo tiempo, lograba percibir algo que estaba fuera de lo normal. Edward había nacido con el don de percibir la "Energía Corporal", gracias a eso, podía percibir a personas u animales que estuvieran a cierta distancia.
No lograba percibir la "Energía Corporal" de sus hermanos, o la de su madre. Un poco alarmado, Ed, comenzó a correr hasta su casa. Fue al llegar cuando vio lo que había ocurrido.
Sus ojos se abrieron de la sorpresa y conmoción, su respiración comenzó a agitarse mucho más de lo que estaba por haber corrido, el corazón se aceleró de más, liberando consigo una descarga de adrenalina.
La nieve estaba teñida de roja. No muy lejos de la puerta, ya hacia el cuerpo de su hermana Natsuki tendido sobre la nieve, rodeada de sangre.
—¡¡NATSUKI!!—Grito mientras corría al cuerpo de su hermana.
Quitándose el cesto que llevaba, se lanzó de rodilla contra la nieve, al lado de su hermana.
—¡Natsuki, Natsuki!—Decia mientras movía el cuerpo de su hermana, esperando alguna respuesta o señal de vida.
La puerta de la casa estaba abierta, por lo que Edward, ingreso dentro, solo para encontrar una desgarradora escena. Contra la pared de la sala, ya hacían sus hermanos, Lucas y Lora. Los dos tenía un rostro sin vida, sus abdomen estaban abiertos y parecía como si les hubieran sacado los órganos.
En el suelo, ya hacia el cuerpo de su madre, cuyo cuerpo, ahora, era irreconocible. El suelo y las paredes estaba manchadas de sangre, y una sensación sombre era perceptible.
Recargando se en el marco de la puerta, Ed, se deja caer de rodillas al suelo. Su celebro trataba de procesar el cambio emocional y la información que estaba recibiendo. La mente se le quedó en blanco mientras algunas lágrimas salían de sus ojos.
—¿Por qué... por qué tuvo que pasar esto?—Se decía a el mismo.
Llevándose las manos a la cabeza, Ed, trato de reprimir las ganas de gritar, pero fue inútil. Con todas las fuerzas que tenía, grito como nunca lo había dicho. Un grito lleno de dolor, tristeza, y desesperación. Aquella escena marcaría la memoria de Ed durante mucho tiempo.
"¿Fue un oso? Pero los osos invernal durante el invierno. ¿Acaso será uno que se despertó?"–Pensaba el joven.
Mientras se lamentaba y especulaba, su sentido de la percepción logro captar una señal de vida. Natsuki, quién apenas conservaba algo de calor, a duras penas producía la energía suficiente como para estar consiente de lo que pasaba. Los ojos de Ed se iluminaron al instante.
...
Y así terminó corriendo por la nieve, cargando a su hermana en la espalda, y llevándose el hacha para defenderse en caso fuera necesario.
"Les dolió, ¿Verdad? Sufrieron una pesadilla mientras yo dormía plácidamente en otra casa. Soy un egoísta, ¡Un egoísta! Si hubiera llegado a casa, ¿Podría haberlos salvado? Más encima, comenzó a nevar"
Saltando sobre el tronco de un árbol caído, Edward, tuvo que hacer un esfuerzo para no caer a la nieve. Se detuvo brevemente durante medio segundo antes de volver a correr.
Entre más corría, más aire frió respiraba, y con eso, sus pies dejaban de moverse como lo quería.
"¡Mierda! ¡Los pulmones se me están congelando! ¡Me cuesta respirar! ¡No dejes de correr, no lo hagas! ¡Vamos, sigue corriendo, o Natsuki morirá! ¡Corre, corre, tienes que llegar al pueblo y salvarla!"–Se decía Internamente.
Su velocidad comenzó a bajar, ahora, apenas y movía los pies. La nieve no ayudaba en nada, solo complicaba más las cosas. Edward ya estaba cansado, sus pulmones le calaban y sentía como si un cuchillo le atravesará el pecho de lado a lado. Caminando por la nieve, usando todas las fuerzas que le quedaban, no dejo de avanzar.
La nieve seguía cayendo, elevando la profundidad de la nieve que reposaba sobre el suelo. Y de pronto, Edward se detuvo a percibir una cantidad abrumadora de Energía Corporal. Justo delante de el, una sombra paso tan veloz como un rayo, y se estrello contra el tronco de un árbol.
El árbol crujió, haciendo temblar todas sus ramas y dejando caer la nieve que tenía encima. Una estela de nieve se levantó durante unos segundos, ocultando a lo que se que era aquello que pasó delante de Ed.
Cuando la estela desapareció, la figura de una criatura humanoide apareció ante sus ojos. Parecía como si la piel estuviera pegada a los huesos. Sus dedos, eran prácticamente garras, al igual que los de sus pies. Sus rostro parecía de alguna nariz, y solo poseía una boca que se abría más de lo normal, y unas cuencas vacías. También, carecía de pelo, y se encontraba en una posición cuadrúpeda, semejante a la de un animal.
De su boca, salía un sonido peculiar, similar al de un oso o jabalí. Aquello miraba fijamente a Edward, quién retrocedía lentamente sin despegar le la mirada.
"¿Un Demonio? No, los Demonios tienen un cuerpo grotescos. Esta cosa se parece a una persona. ¡Un Wendigo! Son las únicas criaturas hostiles que se parecen a los humanos. Pero, ¿No sé supone que solo salen en las lunas llenas?"
Edward sabía que estaba perdido. Si esas cosas te atacan, no descansan hasta que estés muerto. Pero no podía quedarse ahí parado, debía de, al menos, tratar de salvar a Natsuki.
Liberando una descarga de adrenalina que recorrió todo su cuerpo, Edward comenzó a correr nuevamente. El Wendigo de inmediato salió detrás de el. Era más rápido que Edward, por lo que no tardó mucho en estar, prácticamente encima de el.
El Wendigo salto hacia Ed, pero un segundo antes, este había doblado a su derecha, metiéndose entre los árboles. Aquel Wendigo trato de seguirlo, pero Ed, se movía de un árbol a otro, tratando de confundirlo. Solo consiguió retrasar algunos cuantos metros.
"¡Mierda! ¡A este ritmo, terminaremos muerto!"
Sin darse cuenta, Edward tropezó un la raíz de un árbol y callo sobre la nieve. Rodó un par de veces antes de detenerse. Rápidamente se levantó y blandio el hacha con ambas manos. Afortunadamente no estaba lejos de Natsuki, por lo que pudo llegar justo a tiempo para rechazar el ataque de aquel Wendigo.
El Wendigo retrocedió de un salto, dejando una distancia de un metro entre el y Ed. Este se colocó en posición de combate y se preparaba para pelear. El Wendigo soltó un fuerte rugido que no se parecía al de algún animal.
El Wendigo salto contra Ed, pero este reaccionó rápidamente y lanzo un corte en diagonal hacia arriba. El Wendigo uso sus garras para cambiar su trayectoria y evadir el ataque de Ed.
Antes de que pudiera tocar el suelo, Edward corrió hacia el Wendigo lanzando le un corte horizontal que corto su abdomen.
El Wendigo cayó al suelo y rodó hacia su izquierda antes de levantarse. La nieve se había mancha con una espesa y negra sangre que olía a aceite podrido. Levantándose sobre sus piernas, el Wendigo rugió lleno de ira y dolor.
Antes de que el Wendigo pudiera hacer otra cosa, una firme energía se acercaba con rapidez hacia ellos. Y en menos de lo que dura un parpadeo, la cabeza de aquel Wendigo cayó al suelo. Edward nunca se percató de lo que había pasado.
—¿Te encuentras bien?—Pregunta una voz masculina.
Delante de él, estaba un joven de 17 años, cabello negro y ojos morados. Su piel era blanca, y su cabello era tan largo que le cubría las orejas por completo. Vestía con un manto negro y azul, con algunos adornos japoneses. Bajo el manto, llevaba una especie de abrigo celeste,y tenía un pantalón de un azul más fuerte. En su lado izquierdo, llevaba una katana, cuya funda, era de color blanco.
¿Aquel joven le había salvado la vida? Y sobre todo, ¿Quienes?.
—Si...—Responde sin saber aún lo que pasó.
—¿Y que hay de la chica?—Pregunta.
Rápidamente, Ed, reacciona y corre hacia su hermana.
—Se ve que está muy herida—Menciona el joven.
—¡Ayúdame! ¡Necesito salvar a mi hermana!—Exclama.
—Por eso estoy aquí—Dijo el joven.—Ten, dáselo a tu hermana. Con una gota es más que suficiente para que se recupere—
Tras eso, el joven le arroja un pequeño frasco con un líquido púrpura en su interior. Edward atrapa aquel frasco y lo abre rápidamente. Con cuidado, deja caer una gota de aquel líquido en la boca de Natsuki.
—Por ahora, eso será suficiente. Pero tenemos que ir con mi maestra, ella sabrá cómo tratarla mejor—
—¿No sería más rápido ir con un doctor en el pueblo bajo a pie de la montaña?—Pregunta Ed.
—Tu hermana tiene sangre de demonio en su interior. Si no la tratamos como se debe, podría morir, o transformarse en un demonio—Explica el joven.
—¿Y como sabes eso?—Pregunta Ed, un poco sorprendido y asustado.
—Por que su presencia está cambiando—Responde.
Sorprendentemente era verdad, Edward apenas se había percatado de eso.
—Entonces, ¿Iremos o la dejaras aquí a que se convierta o muera?—Pregunta el joven.
Pensando un poco, Edward procesa todo lo que está pasando. Si lo que aquel joven decía era verdad, no tenía de otra más que seguirlo hasta donde el dijera.
—Esta bien, vamos—Responde Ed.
El joven hace una señal con la cabeza antes de empezar a correr a un ritmo que Edward pudiera seguir. Este, con su hermana en la espalda, lo seguía lo más rápido posible. Aún tenía mucho que procesar y pensar, pero tendría tiempo para eso cuando se asegurará de que su hermana está bien.
"¿Será que aquel joven es un Asesino de Demonios?"–Penso Ed.
Pero aún se seguía preguntando algo: ¿Quien, o que, fue lo que mató al resto de su familia? Eso es algo que solo el tiempo le dirá.
"¿Como paso todo esto?"–Se preguntaba aquel joven.—"¡Maldición! ¡Si hubiera llegado antes! ¡Si nunca hubiera ido al pueblo, esto nunca hubiera pasado!"
—¡Resiste, Natsuki, tu hermano mayor te salvará! ¡Solo aguanta un poco más!—Le gritaba al viento.
...
Era una mañana de invierno, fría como cualquier otra, nadie quería salir de su casa sin un abrigo calientito. Pero aquel día, una pequeña familia que vivía en lo alto de una montaña, que tenía un pueblo bajo sus pies, laboraba como siempre.
Con la cara mancha de negro por culpa del carbón. El joven de ojos rojos, se colgaba canasto repleto de carbón en la espalda. Su expresión era fría, pero agradable. Cuando aquel joven sonríe, se ve totalmente diferente a como lo denota su expresión. Es amable y cálido, también, piensa mucho en su familia. Aún que es débil, se esfuerza para darle lo mejor a su familia.
Vistiendo una gabardina negra, y un pantalón de mismo color, aquel chico se preparaba junto con sus botas de nieve, para descender la montaña.
—Edward, ¿Bajarás al pueblo?—Pregunta una femenina y amable voz.
Parada en la puerta de la casa de madera, la madre de Edward, lo miraba con orgullo y lento al mayor de sus hijos. Ella vestía un vestido marrón que se veía algo desgastado, con distintos tonos de marrón debido a las veces que tuvo que cocer su vestido. Sobre el, llevaba un abrigo marrón.
El cabello de aquella mujer era negro, y sus ojos eran rojos, pero en una menor medida que la de Edward. Su piel era blanca, y se podían ver cómo su rostro comenzaba a arrugarse.
—Si. Quiero que en noche de año nuevo, todos coman hasta reventar. Es por eso que iré a vender carbón—Responde el joven.
—Solo tienes 12 años. Deberías de asistir a la escuela junto a tus hermanos. Yo me encargo de conseguir el dinero—Dice la madre.
—No te preocupes madre. Me romperé la espalda por ustedes, y que así, no les falte nada—Contesta Edward con una sonrisa en su rostro, y deshaciendo brevemente esa expresión fría.
—Al menos déjame limpiar tu rostro—Pide la madre.
Usando un pañuelo húmedo, la madre de Ed, le limpia el rostro, haciendo desaparecer aquellas manchas negras que tenía. Y mientras lo hacía, le decía.
—Desde que tú padre falleció, te has esforzado por llenar sus zapatos. Deberías de descansar de vez en cuando—
—No puedo hacerlo. No hasta que llegue el año nuevo. Entonces podré descansar y disfrutar aquel día con ustedes—Menciona Ed.
—¡Hermano!—Dice una voz masculina junto a una femenina.
Dos niños de cabello negro y ojos rosados, corren hasta donde Ed se encuentra. El niño, viste que un pantalón azul y un abrigo negro. Mientras que la niña, viste con un vestido echo para la nieve, además de llevar mallones bajo el vestido. Los dos traen puesto sus botas de nieve.
Los dos no tienen más de 8 años. Se puede saber que son gemelos debido al lunar que ambos tiene debajo del ojo derecho.
La niña corre hasta su hermano y lo abraza con sus manos, mientras que el niño, pone el hacha que cargaba sobre su hombro derecho.
—Lora, Lucas, buenos dias—Saluda Ed.
—¿Vas a bajar al pueblo?—Pregunta Lora.
—Asi es—Responde Ed.
—¡Yo también quiero ir contigo!—Dice con entusiasmo.
—Lora, Edward no llevará la carreta, y no podrás seguirle el paso—Le responde ella madre.
—¡Ayudaré, no lo perderé de vista! ¡Prometo ser de mucha ayuda!—Insiste.
—Muchas gracias Lora,—Ante eso, Lora sonríe.— pero no puedo llevarte—
Lora hace un puchero mientras Ed, le acaricia la cabeza con su mano derecha.
—Lucas, ¿Crees poder cortar la leña tu solo?—Pregunta Ed.
—Claro que si... Pero creí que lo haríamos juntos—Se queja brevemente.
Ed se acerca a su hermano, y acaricia su cabeza también.
—Buen chico—Le dice.
Rápidamente, Lucas, aparta la mano de sue hermano.
—¡¿Que crees que estás haciendo?!—Exclama.
Ed se ríe de la acción de su hermano, y una vez más, su fría expresión desapareció por un corto periodo de tiempo.
Edward se despide de sus hermanos y madre, antes de alejarse de la cabaña. Cuando se había alejado unos 10 metros, se encuentra con su hermana de 10 años, Natsuki.
Ella es una chica de cabello negro y ojos rojos como su hermano, su piel es blanca, y tiene una pequeña cicatriz en el labio inferior. Natsuki viste con un pantalón color crema y un abrigo marrón con gorro.
—Edward—Dice ella.
—Hola Natsuki—Saluda.
—Veo que irás al pueblo. Ten mucho cuidado—
—Estaré bien. Volveré tan pronto como termine de vender carbón—Menciona.
—De acuerdo. Ahora, ya no te molesto mas y dejaré que te marches—Dice ella.
Despidiendo se de su hermana, Ed se aleja de su familia, comenzando a descender la nevada montaña llena de pinos. Sus pisadas se clavaban en la nieve, produciendo un peculiar sonido que, con un poco de imaginación, se transformaba en una melodía agradable.
"Nuestra familia es pobre, pero unida y humilde. Desde la muerte de nuestro padre, no la hemos tenido difícil, y yo he tenido que ocupar su lugar y hacerme cargo de los gastos. Me esfuerzo cada día. Me esfuerzo por ellos. Quiero ir nunca más tengan que preocuparse por algo, que nunca más nos falta nada. No me importa si me mato trabajando. Me sentiré feliz sabiendo que ellos viven agusto."
"Así somos felices... Pero cuando la felicidad se termina... Siempre, vuele a sangre..."
Poco después de que descendió la montaña, Edward, tomo el camino de tierra que llevaba hasta el pueblo. No tardó mucho para ingresar al pueblo, dónde las casas de madera le daban la bienvenida. Algunas casas, tenían un estilo japonés o chino que las hacían resaltar.
Las personas que caminaban por la calles no eran muchas. Debido al frío, muchos se quedaban en sus casas, otros, quienes tenían que trabajar o comprar suministros, salían de sus cálidos hogares.
Al contrario que en la montaña dónde el vive, aquí se siente más humanizado.
—Edward—Dice una voz masculina y algo desgastada.
Al voltear, nuestro joven Ed, se percata de aquel hombre de 47 años, quién viste ropa para la nieve. Su cabello y barba se están volviendo blanco debido a la edad.
—Buenos días, sr. Mustang. ¿Una pieza de carbón como siempre?—Pregunta Ed.
—Esta vez que sean tres, por favor—Le responde.
—En seguida—
Quitándose la canasta de carbón, y dejándola en el suelo, Ed, le da las tres piezas de carbón.
—Gracias. Aquí tienes, y quédate con lo que sobre—Dice el sr. Mustang mientras le da una pequeña bolsa de dinero.
Ed toma aquella pequeña bolsa y la abre. Sus ojos se abrieron de sorpresa al ver la cantidad de dinero que había.
—¡Estas son muchas rupias! ¡No puedo aceptar tanto solo por tres piezas de carbón!—Menciona Ed.
—Tómalo como una muestra de agradecimiento de mi parte—Dice Mustang.—Ahora ve y siguen con lo tuyo. Hay más personas que esperan por ti—Menciona.
Edward le da las gracias antes de colgarse la cesta de carbón y continuar su recorrido. Durante todo el día, Ed, se la paso caminando de aquí a aya, vendiendo le carbón ayudas las personas que lo necesitaban. También, ayudaba a las personas que ya conocía en tareas simples.
Y luego de muchas horas de trabajo, el joven decidió regresar a su casa cuando el sol comenzaba a ocultarse. La noche, quién recién cai, acompañaba Edward mientras esté, ascendía la montaña para llegar a su humilde hogar.
—Se hizo de noche. Pero lo bueno es que pude venderlo todo—Se decía a si mismo.
Caminando un poco más, Ed, paso cerca de una pequeña choza de madera. Dentro de la choza, y un hombre de la mediana edad se asoma atráves de su ventana.
—Edward, ya es tarde, y subir la montaña así es peligroso. Ven y duerme en mi casa—Le ordena el hombre.
—No se preocupe Sr. Moisés, tengo un gran sentido de la percepción—Menciona.
—No desobedezcas a tus mayores. Los Demonios siempre salen de noche—Dice con una voz sería.
Edward pudo haberse ido, pero eso último que le dijo le hizo sentir un escalofrío por la espalda. Haciéndole caso al Sr. Moisés, Ed, ingresa a la pequeña choza de madera. Dentro, apenas había espacio para dos personas. En las paredes colgaban algunos sombreros de echo de paja, cometas echas a mano, y una katana antigua.
Aquel hombre le dió cenar antes de prepararle una cama pegada al suelo. Una vez que Ed se acostó, y se cubrió con la manta, pregunto.
—¿Que son los Demonios?—
—Son criaturas con aspectos grotescos y cuerpos asombrosos. Se dice que un día, la luna se transformó en un gigantesco ojo, y que gracias a el, cintos de Miles de Demonios aparecieron sobre la tierra. Desde entonces, se dedican a matar y devorar humanos. Pero esa historia es de hace 2,000 años—Responde mientras fuma de su pipa.
—¿Y los Demonios no entran a las casas?—Pregunta.
—Si, lo hacen—Le responde casi de inmediato.
—Entonces devorarán a todo el mundo—Argumenta.
—Por eso existen los Asesinos de Demonios que los cazan para que podamos vivir en paz. Algunos dicen que son reales, y otros creen que es una antigua leyenda—Contesta.
Dándole una fumada a la pipa, el hombre apaga las luces y cierra la ventana.
—Duerme, madruga y llegarás a casa—Le dice Moisés.
...
La el salió como siempre. Cómo ya se lo había dicho el Sr. Moisés, Ed se levantó temprano.
—Bueno, ya me voy—Agradece.
—Ve con cuidado—
Con su cesta de carbón tontamente vacía, Edward, continuo su camino a casa. La mañana era fría, como ayer, la nieve se volvió un centímetro más profunda, algo de lo que el joven se percató.
"El Sr. Moisés ha vivido solo en el pie de la montaña desde que su mujer e hijos murieron. Seguro que siempre se siente solo. Mañana le traeré a mis hermanos para que no se sienta así, y también le mostraré que no existen los Demonios."–Pensaba el Ed.
Pasaron unos 10 minutos desde que comenzó a subir la montaña. Con cada paso que daba, más se acercaba a su casa, al mismo tiempo, lograba percibir algo que estaba fuera de lo normal. Edward había nacido con el don de percibir la "Energía Corporal", gracias a eso, podía percibir a personas u animales que estuvieran a cierta distancia.
No lograba percibir la "Energía Corporal" de sus hermanos, o la de su madre. Un poco alarmado, Ed, comenzó a correr hasta su casa. Fue al llegar cuando vio lo que había ocurrido.
Sus ojos se abrieron de la sorpresa y conmoción, su respiración comenzó a agitarse mucho más de lo que estaba por haber corrido, el corazón se aceleró de más, liberando consigo una descarga de adrenalina.
La nieve estaba teñida de roja. No muy lejos de la puerta, ya hacia el cuerpo de su hermana Natsuki tendido sobre la nieve, rodeada de sangre.
—¡¡NATSUKI!!—Grito mientras corría al cuerpo de su hermana.
Quitándose el cesto que llevaba, se lanzó de rodilla contra la nieve, al lado de su hermana.
—¡Natsuki, Natsuki!—Decia mientras movía el cuerpo de su hermana, esperando alguna respuesta o señal de vida.
La puerta de la casa estaba abierta, por lo que Edward, ingreso dentro, solo para encontrar una desgarradora escena. Contra la pared de la sala, ya hacían sus hermanos, Lucas y Lora. Los dos tenía un rostro sin vida, sus abdomen estaban abiertos y parecía como si les hubieran sacado los órganos.
En el suelo, ya hacia el cuerpo de su madre, cuyo cuerpo, ahora, era irreconocible. El suelo y las paredes estaba manchadas de sangre, y una sensación sombre era perceptible.
Recargando se en el marco de la puerta, Ed, se deja caer de rodillas al suelo. Su celebro trataba de procesar el cambio emocional y la información que estaba recibiendo. La mente se le quedó en blanco mientras algunas lágrimas salían de sus ojos.
—¿Por qué... por qué tuvo que pasar esto?—Se decía a el mismo.
Llevándose las manos a la cabeza, Ed, trato de reprimir las ganas de gritar, pero fue inútil. Con todas las fuerzas que tenía, grito como nunca lo había dicho. Un grito lleno de dolor, tristeza, y desesperación. Aquella escena marcaría la memoria de Ed durante mucho tiempo.
"¿Fue un oso? Pero los osos invernal durante el invierno. ¿Acaso será uno que se despertó?"–Pensaba el joven.
Mientras se lamentaba y especulaba, su sentido de la percepción logro captar una señal de vida. Natsuki, quién apenas conservaba algo de calor, a duras penas producía la energía suficiente como para estar consiente de lo que pasaba. Los ojos de Ed se iluminaron al instante.
...
Y así terminó corriendo por la nieve, cargando a su hermana en la espalda, y llevándose el hacha para defenderse en caso fuera necesario.
"Les dolió, ¿Verdad? Sufrieron una pesadilla mientras yo dormía plácidamente en otra casa. Soy un egoísta, ¡Un egoísta! Si hubiera llegado a casa, ¿Podría haberlos salvado? Más encima, comenzó a nevar"
Saltando sobre el tronco de un árbol caído, Edward, tuvo que hacer un esfuerzo para no caer a la nieve. Se detuvo brevemente durante medio segundo antes de volver a correr.
Entre más corría, más aire frió respiraba, y con eso, sus pies dejaban de moverse como lo quería.
"¡Mierda! ¡Los pulmones se me están congelando! ¡Me cuesta respirar! ¡No dejes de correr, no lo hagas! ¡Vamos, sigue corriendo, o Natsuki morirá! ¡Corre, corre, tienes que llegar al pueblo y salvarla!"–Se decía Internamente.
Su velocidad comenzó a bajar, ahora, apenas y movía los pies. La nieve no ayudaba en nada, solo complicaba más las cosas. Edward ya estaba cansado, sus pulmones le calaban y sentía como si un cuchillo le atravesará el pecho de lado a lado. Caminando por la nieve, usando todas las fuerzas que le quedaban, no dejo de avanzar.
La nieve seguía cayendo, elevando la profundidad de la nieve que reposaba sobre el suelo. Y de pronto, Edward se detuvo a percibir una cantidad abrumadora de Energía Corporal. Justo delante de el, una sombra paso tan veloz como un rayo, y se estrello contra el tronco de un árbol.
El árbol crujió, haciendo temblar todas sus ramas y dejando caer la nieve que tenía encima. Una estela de nieve se levantó durante unos segundos, ocultando a lo que se que era aquello que pasó delante de Ed.
Cuando la estela desapareció, la figura de una criatura humanoide apareció ante sus ojos. Parecía como si la piel estuviera pegada a los huesos. Sus dedos, eran prácticamente garras, al igual que los de sus pies. Sus rostro parecía de alguna nariz, y solo poseía una boca que se abría más de lo normal, y unas cuencas vacías. También, carecía de pelo, y se encontraba en una posición cuadrúpeda, semejante a la de un animal.
De su boca, salía un sonido peculiar, similar al de un oso o jabalí. Aquello miraba fijamente a Edward, quién retrocedía lentamente sin despegar le la mirada.
"¿Un Demonio? No, los Demonios tienen un cuerpo grotescos. Esta cosa se parece a una persona. ¡Un Wendigo! Son las únicas criaturas hostiles que se parecen a los humanos. Pero, ¿No sé supone que solo salen en las lunas llenas?"
Edward sabía que estaba perdido. Si esas cosas te atacan, no descansan hasta que estés muerto. Pero no podía quedarse ahí parado, debía de, al menos, tratar de salvar a Natsuki.
Liberando una descarga de adrenalina que recorrió todo su cuerpo, Edward comenzó a correr nuevamente. El Wendigo de inmediato salió detrás de el. Era más rápido que Edward, por lo que no tardó mucho en estar, prácticamente encima de el.
El Wendigo salto hacia Ed, pero un segundo antes, este había doblado a su derecha, metiéndose entre los árboles. Aquel Wendigo trato de seguirlo, pero Ed, se movía de un árbol a otro, tratando de confundirlo. Solo consiguió retrasar algunos cuantos metros.
"¡Mierda! ¡A este ritmo, terminaremos muerto!"
Sin darse cuenta, Edward tropezó un la raíz de un árbol y callo sobre la nieve. Rodó un par de veces antes de detenerse. Rápidamente se levantó y blandio el hacha con ambas manos. Afortunadamente no estaba lejos de Natsuki, por lo que pudo llegar justo a tiempo para rechazar el ataque de aquel Wendigo.
El Wendigo retrocedió de un salto, dejando una distancia de un metro entre el y Ed. Este se colocó en posición de combate y se preparaba para pelear. El Wendigo soltó un fuerte rugido que no se parecía al de algún animal.
El Wendigo salto contra Ed, pero este reaccionó rápidamente y lanzo un corte en diagonal hacia arriba. El Wendigo uso sus garras para cambiar su trayectoria y evadir el ataque de Ed.
Antes de que pudiera tocar el suelo, Edward corrió hacia el Wendigo lanzando le un corte horizontal que corto su abdomen.
El Wendigo cayó al suelo y rodó hacia su izquierda antes de levantarse. La nieve se había mancha con una espesa y negra sangre que olía a aceite podrido. Levantándose sobre sus piernas, el Wendigo rugió lleno de ira y dolor.
Antes de que el Wendigo pudiera hacer otra cosa, una firme energía se acercaba con rapidez hacia ellos. Y en menos de lo que dura un parpadeo, la cabeza de aquel Wendigo cayó al suelo. Edward nunca se percató de lo que había pasado.
—¿Te encuentras bien?—Pregunta una voz masculina.
Delante de él, estaba un joven de 17 años, cabello negro y ojos morados. Su piel era blanca, y su cabello era tan largo que le cubría las orejas por completo. Vestía con un manto negro y azul, con algunos adornos japoneses. Bajo el manto, llevaba una especie de abrigo celeste,y tenía un pantalón de un azul más fuerte. En su lado izquierdo, llevaba una katana, cuya funda, era de color blanco.
¿Aquel joven le había salvado la vida? Y sobre todo, ¿Quienes?.
—Si...—Responde sin saber aún lo que pasó.
—¿Y que hay de la chica?—Pregunta.
Rápidamente, Ed, reacciona y corre hacia su hermana.
—Se ve que está muy herida—Menciona el joven.
—¡Ayúdame! ¡Necesito salvar a mi hermana!—Exclama.
—Por eso estoy aquí—Dijo el joven.—Ten, dáselo a tu hermana. Con una gota es más que suficiente para que se recupere—
Tras eso, el joven le arroja un pequeño frasco con un líquido púrpura en su interior. Edward atrapa aquel frasco y lo abre rápidamente. Con cuidado, deja caer una gota de aquel líquido en la boca de Natsuki.
—Por ahora, eso será suficiente. Pero tenemos que ir con mi maestra, ella sabrá cómo tratarla mejor—
—¿No sería más rápido ir con un doctor en el pueblo bajo a pie de la montaña?—Pregunta Ed.
—Tu hermana tiene sangre de demonio en su interior. Si no la tratamos como se debe, podría morir, o transformarse en un demonio—Explica el joven.
—¿Y como sabes eso?—Pregunta Ed, un poco sorprendido y asustado.
—Por que su presencia está cambiando—Responde.
Sorprendentemente era verdad, Edward apenas se había percatado de eso.
—Entonces, ¿Iremos o la dejaras aquí a que se convierta o muera?—Pregunta el joven.
Pensando un poco, Edward procesa todo lo que está pasando. Si lo que aquel joven decía era verdad, no tenía de otra más que seguirlo hasta donde el dijera.
—Esta bien, vamos—Responde Ed.
El joven hace una señal con la cabeza antes de empezar a correr a un ritmo que Edward pudiera seguir. Este, con su hermana en la espalda, lo seguía lo más rápido posible. Aún tenía mucho que procesar y pensar, pero tendría tiempo para eso cuando se asegurará de que su hermana está bien.
"¿Será que aquel joven es un Asesino de Demonios?"–Penso Ed.
Pero aún se seguía preguntando algo: ¿Quien, o que, fue lo que mató al resto de su familia? Eso es algo que solo el tiempo le dirá.
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