Capitulo 7: Valessa.
"Antes de todo esto, existieron personas que habitaban este mundo. Personas que pasaron de espadas a pistolas. De caballos a automóviles. De monarquía a democracia. Los humanos siempre encuentran la forma de avanzar... Pero cometen los mismos errores una y otra vez."
"Pese a eso, cuando se tuvieron que enfrentar a un enemigo en común, unieron fuerzas y pelearon hasta el último aliento. Pero todos sus esfuerzos solo retrasaron lo inevitable. Aún que es curioso. Decidieron destruir su propio mundo por qué, sino es de ellos, no será de nadie."
...
El sonido de un cuervo volando alrededor de Ed le advertía de su próximo trabajo. Extendiendo su brazo para usarlo como una base para que el cuervo se parase sobre el, aprecio como el cuervo descendía con gracia mientras sujetaba un sobre en una de sus patas.
—Hola devuelta—Dice Ed.—Veamos que me trajiste—
Tomando gentilmente el sobre de la pata del cuervo, abre el sobre con ayuda de sus dientes y lee el contenido.
"Para: Edward Deluxe.
¡Felicidades por su primera misión! Ha echo un buen trabajo.
Tiene nuevas instrucciones:
La primera: Debe de encontrarse con una mujer llamada Valessa. Una doctora que trabaja para la Sede. Ella le dará algo de somos valor para la Sede. Debe entregárselo a otro Asesino de Demonio que se encargará de hacerlo llegar a la Sede. Se encontrara con el en la cima de gran reloj de la ciudad a media noche.
La segunda: Acabe con el Demonio del lugar.
Suerte en su misión."
Guardando el sobre en su mochila, se encamina hacia donde decía la carta, acompañado del cuervo quien reposa sobre su hombro derecho. La ciudad estaba algo lejos, e ir caminando le tomaría como mínimo dos días.
Tenía que buscar una forma más rápida de llegar a su destino... ¡Claro! Hay un tren que pasa a medio día cerca de este lugar. Solo tendrá que subirse mientras el tren está en movimiento y evitar a los empleados del tren. Eso debería de ser mucho más fácil que pelear contra Demonios.
...
Con el anochecer, la ciudad de ilumina de cientos de luces. Cada una pertenecientes a distintos negocios, hogares, apartamentos, entre otros. Los altos edificios resaltaban sobre todo. Pero el que !as lo hacía era aquel gigantesco reloj en el centro de la ciudad. Se parecía a un que Edward había visto en los libros de historia que poseía su maestra.
Bajándose del tranvía, al cual se subió poco después de llegar a la estación del tren, el joven observaba sus alrededores con curiosidad. La multitud de gente era mayor que el de un pueblo, y los murmullos eran acompañados de música callejera.
"Asi que esto es Cristal. Es una ciudad hermosa."—Piensa.—"Recuerda a lo que viniste."
Ahora que lo pensaba mejor, ¿Cómo le haría para encontrar a esa tal Valessa?
"Es una ciudad grande. Es imposible que no la conozcan."
Comenzando a preguntarle a cada persona a la que se topaba, parecía no conseguir ni una sola pista de dónde se encontraba aquella mujer. Pero tuvo que parar de buscar por qué su estómago le pedía comida. Desde anoche que no come nada.
Sin darse cuenta, y por estar preguntando en cada calle que entraba, Edward termino llegando a un pequeño parque del lugar. Casi que perteneciendo al parque, un pequeño local de lo que parece comida oriental se encontraba ahí, aún abierto.
Acercándose a pasó apresurado por el miedo de que cerrará justo cuando llegaba, Ed se sentó en uno de los asientos cerca del mostrador.
—Buenas noches—Saluda.
—Buenas noches, joven. ¿Se le ofrece algo?—Pregunta el dueño, el cual es un hombre de cómo unos 40 años.
—Deme... Unos fideos con todo, por favor. Ah, y algo para el cuervo—
—Enseguida—
El hombre se puso a preparar los fideos mientras que Ed sacaba un pequeño libro donde iba anotando todo lo que hacia. Un diario para que su hermana.
—Aqui tienes—Dice el hombre.
Colocando un plato de fideos y uno con semillas sobre el mostrador, el hombre anuncia que la orden estaba lista.
—Son 30 rupias—
Buscando en sus bolsillos recolecta el dinero suficiente y se lo entrega al hombre antes de empezar a comer. La comida sacio el apetito de Ed. Incluso lo hizo sentir con más fuerza. Agradeciendo la comida, se levanta de su lugar para seguir con su búsqueda.
Caminaba tranquilamente por las calles iluminadas por las luces de la ciudad. En su cabeza trataba de hacerse una idea de dónde podría estar esa mujer. Pero esos pensamientos fueron desechados cuando sus sentidos detectaron algo familiar que había estado buscando.
Se detuvo en seco con su corazón latiendo como loco y chocando contra su pecho. Su respiración se detuvo por un segundo antes de regresar y comenzar a agitarse mientras una descarga de adrenalina se liberaba por todo su cuerpo.
Con sus ojos abiertos como platos, y su rostro casi pálido, da media vuelta comenzando a correr. Dobla en la calle a su derecha, la cual, está algo plagada de gente. Esquivando ágilmente a las personas, y pasando entre medio sin importarle sus reacciones, trata de alcanzar aquello que estaba buscando.
"Esa presencia... Es la misma que sentí en mi casa encima de la montaña. Debe de tratarse de la misma persona. ¿Pero que hace aquí?"
Sin dejar de correr, Ed llega a una parte algo despejada donde, finalmente alcanzo al dueño o dueña de esa presencia. Tomándolo por el hombro mientras se encontraba de espalda, llama eficazmente su atención.
Al voltear, los ojos de Ed, y los de el dueño de aquella presencia, se encuentran en un breve instante que genera una tención y presión enorme sobre nuestro protagonista.
Delante suyo había una alto vestido con ropa fina de color negro, y llevaba puerto un sombrero del mismo color. Parecía ser de clase alta. Su piel, tan pálida como la de aquella mujer que vio la última vez, le hacía pensar que quizás estuvieran relacionados. Sus ojos eran de un rojo vivido que podían ver a tu alma directamente.
"Te encontré... "Rey..."
...
En una de las habitaciones del templo, se encontraba Natsuki. Ella estaba tendida sobre una cama mientras era cubierta por una sábana. En su frente había un trapo húmedo que trataba de bajar la temperatura de Natsuki.
Desde que despertó ha estado enfermando seguidamente, aún que las enfermedades no duran más de un día. Rukua, quien atendía a Natsuki con amabilidad, se encontraba sentada a su lado. En una pequeña mesita, la maestra había dejado dos tazas de te. Una especialmente para Natsuki.
—Señorita Rukua—Habla la joven.—¿Cuando regresará mi hermano?—Pregunta con clara preocupación.
—No lo se. Normalmente a los Asesinos de Demonios los mandan de un lugar al otro—Responde.—Pero no te preocupes. Estoy segura de que el volverá en cuando pueda—
Natsuki sonríe dulcemente demostrando que confía en sus palabras.
"Espero que vuelvas pronto, hermano."
...
Sin desviar la mirada, ambos se quedan viéndose por un segundo, el cual, pareció eterno. Ed parpadea y por instinto trata de llevar su mano derecha a su katana.
"Por fin podré vengarme de ti, y encontrar la cura para mi hermana."
Con ese pensamiento, Ed se preparaba para atacar. Pero apenas y desenfunda dos centímetros del acero es detenido por una voz aguda que le habla al hombre con cariño.
—Papá, ¿Quienes el niño?—
Asomándose por encima de su hombro, una niña, la cuan está sobre los brazos de aquel hombre, llama "Papá" al dueño de aquella presencia.
—Tranquila Temari. De seguro me habla confundido con alguien—Le responde tranquilamente.
—Disculpa. ¿Conoces a mi esposo?—
Una mujer vestida elegante!ente de blanco se acerca hacia Ed, quien está con una cara pálida y llena de confusión.
—Este... Yo... Bueno...—
Sin poder conjugar palabras, Ed se lleva su mano derecha a su cabeza tratando de calmar el dolor de sus pensamientos.
—Tal vez se perdió, o está buscando a alguien—Habla el hombre, mandándole una mirada asesina a Ed.
"¿Cómo es posible? ¿Familia? ¡Pero si el es un Demonio! ¡No tiene sentido!"
Una pareja de enamorados pasa cerca de ahí sin restar atención a la escena. En menos de lo que dura un parpadeo, aquel hombre, con sus uñas transformadas en garras, corta la nuca del hombre que caminaba junto a su amada.
Soltando un quejido de dolor se lleva las manos a la nuca. Eso llama la atención de su amada quien pregunta sobre su estado.
—Querido, ¿Te encuentras bien?—
Lejos de conseguir una respuesta, el hombre cae al suelo antes de empezar a convulsionar violentamente. Su amada se agachó e intento ayudarlo de alguna forma. Las personas de su alrededor observar la escena con intriga.
Poco después el hombre deja de convulsionar y se levanta rápidamente con su piel de un pálido intenso. Sus dientes, los cuales se transformaron en colmillos, se clavan en el hombro izquierdo de la mujer, quien grita por el dolor de la mordida.
Reaccionando lo más rápido posible, Ed salta a la ayuda, dejando de lado al dueño de aquella presencia.
—Emilia, no veas eso—Le dice a la niña.
Tomando la mano de su esposa, el hombre se aleja junto a su familia, perdiéndose entre la multitud de personas que observaban la escena. Ed apartó al hombre de la mujer tomándole por el hombro. Al verle los ojos supo que se había convertido en un Demonio. Mejor dicho, aquel hombre lo había transformado en uno.
Con un movimiento rápido, Ed pone contra el suelo al Demonio, sujetando ambos brazos un una sola mano mientras que con la otra preciosa su cabeza contra el suelo.
—Señorita, no se mueva o la herida se abrirá más—Adbierte Ed.
"Maldita sea. Lo tuve tan cerca y fui incapaz de hacer algo. ¿Por qué dude? ¿Sera por qué tiene familia? ¡No! ¡Los Demonios pueden tener familia! ¡Ellos devoran humanos!"
—¡¡"Rey", juro que te encontraré!! ¡¡Vas a pagar por lo que le hiciste a mi familia!!—Grita lo más fuerte que puede.
La voz llegó hasta donde "Rey" estaba. Este solo paso por alto sus palabras y continuo avanzando mientras sonreía internamente.
—¡¿Que está pasando aquí?!—Preguntan un policía que viene acercándose.
Pasando entre la multitud, abriéndose paso a como pueden, dos policías llegan hacia donde está Ed sujetando al Demonio. Ambos policías visten un uniforme color azul marino, y un gorro de oficial. Ambos van equipados con una porra de policía.
—¡Hey! ¡Suelta lo!—Dice uno de los policías.
Mirándoles sin verles, Ed hace caso omiso a sus palabras a sabiendas de lo que realmente pasaba.
—¡Necesito algo para atarlo de pies y manos! ¡Si lo suelto, todos correrán peligro!—Exclama.
—¡Te dije que lo soltarás!—
Preparándose para golpear con la porra a Ed, aquel policía ignoraba por completo las palabras del joven. Este se preparaba para para recibir el golpe cuando un dulce aroma a flores se esparció por todo el lugar.
Como si de una ilusión se tratase, unas cortinas de flores rodearon a Ed junto al Demonio, cubriendo les de la vista de todos. El aroma a flores, y la cortinas, desaparecieron al poco tiempo, y en dónde antes estaba Ed y el Demonio, ahora solo había un espacio sin nada.
Confundidos por lo que acaba de pasar, los policías miran hacia todos lados en busca de Ed y el Demonio. Al poco tiempo se olvidan de ellos y ayudan a la mujer herida.
Mientras tanto, en un callejón donde no pasa nadie, en el suelo estaba atado aquel Demonio con una resistente cuerda. Un joven de cabello verde y corto, vestido con un atuendo chino de color blanco, se aseguraba de que el Demonio estuviera bien atado. Por otro lado, Ed, se asomaba cuidadosamente por el callejón.
—Las cosas se calmara pronto—Dice la voz del joven.
—Gracias por ayudarme—
—No hay de que. Supongo que buscas a la doctora Valessa—
Abriendo los ojos de sorpresa, se gira rápidamente hacia el joven, mirándolo con curiosidad.
—¿Cómo sabes eso?—Pregunta.
—No es la primera vez que vemos a un Asesino de Demonios por aquí—Responde.—Te llevaré con ella una vez que las cosas se calmen—
—¿Y que haremos con el?—Señala al Demonio.
—Ese es tu trabajo—
Sacando su katana de la funda, apunta la hoja de acero directo al cuello del Demonio, y con un rápido movimiento corta su cabeza sin problemas.
—Ya es hora de irnos—Dice el joven.—Asegúrate de no perderme de vista. Si te pierdes no vendré a buscarte—
Ed asiente con la cabeza y sigue atentamente al joven.
—Por cierto, ese aroma e ilusión que vistes antes, es un mini efecto de la habilidad de la doctora Valessa—Comenta.
Si entender lo que dice, solo continúa sigue delo por detrás.
...
Llegando a una calle con poca iluminación, y lejos de la zonas más pobladas de la ciudad, el joven está completamente seguro de hacia donde se dirije, mientras que Edward duda un poco.
—Es aquí—Avisa el joven.
Parándose frente a una pared de ladrillos al final de la calle, el joven invita a pasar a Ed, pero este le mira con una fría mirada.
—Aqui solo hay una pared—Dice.
—Cierto. Es la primera vez que nos visitas, así que te mostraré algo—
Caminando hacia la pared sin detenerse, el joven la atraviesa como si nada, sorprendiendo a Ed. Dando un salto innecesario hacia atrás por la impresión, se queda asombrado por lo que acaba de ver.
Asomando su cabeza atraves del muro, el joven le invita a pasar. Edward no le hace esperar más y con el mismo ritmo que el joven atraviesa la pared. Al otro lado había una casan de dos pisos echan de madera y hormigón. Habían árboles de cerezos rodeando el muro desde el otro lado del muro. Todo lo demás era un amplio espacio de tierra lisa sin ninguna piedra.
Las luces de la casa estaba encendidas, y parada frente a la puerta estaba una mujer de cabello largo de color rosado y negro sujetado por tres coletas. Llevaba puesto un kimono negro con flores verdes, amarillas, y rojas, las cuales seguían un patrón que hacia ver vivido el kimono. Y su piel era muy pálida, tanto que parecía estar muerta.
"¡Un Demonio!"
Apunto de empuñar su espada, el joven sujeta firmemente el hombro derecho de Edward, deteniendo su acción.
—Tranquilo. Puede que sea un Demonio, pero nunca a devorado a ni un solo humano—
Confirmado en la firmeza de sus palabras, Edward se tranquiliza, para después caminar junto al joven hacia donde se encontraba la mujer. No es muy alta, ella mide como 1,60 metros de alto. Parándose ante ella, Edward la mira con curiosidad.
"Es linda. Pero no tanto como Natsuki"
—Bienvenido, Edward Deluxe—Saluda.
—Valessa, ¿Cierto?—Pregunta.
—La auténtica. Por favor pasa, prepararé algo para tomar—Le dice a Ed.—En cuanto a ti, Alex. Puedes irte a descansar—
—Con su permiso, señorita Valessa—
Con una reverencia el joven, llamado Alex, se retira del lugar. De un salto llega hasta una de las ventanas de la casa e ingresa atraves de ella.
Ingresando al interior de la casa, Edward observa lo acogedora que es. Con algunos cuadros adornado las paredes pitadas de crema.
—Toma asiento. Enseguida te serviré un poco de té—Dice gentilmente.
—Muchas gracias—
Sentándose en el rojo sofá, Edward deja caer su peso sobre el, después de todo apenas y había descansado su cuerpo, además de que no se a recuperado de su anterior pelea.
—Vienes de Celeste, ¿Cierto?—Pregunta Valessa.
—¿Cómo lo sabe?—
—Por tu presencia. Celeste es un ligar frío, por lo que tú presencia se define debido al calor que genera tu cuerpo—
"Eso no lo sabía."
—Usted es un Demonio, ¿No?—
Ella asiente.
—¿Cómo le hace para no devorar humanos?—
—Eso es algo fácil de entender. Puedo abstenerme de consumir carne humana siempre y cuando beba sangre humana. Es así como puedo mantener una vida... Digamos, "Normal"—Responde con una pizca alegre.—El te ya está listo—Avisa.
Sirviendo en te en dos pequeñas tazas que se encontraban sobre una bandeja, Valessa lleva las tazas junto a la bandeja, la cual, deja sobre la pequeña mesa frente al sofá antes de tomar asiento. Tomando una de las tazas, Edward bebe un poco de te antes de seguir hablando.
—Entiendo. Pero como son Demonios no pueden salir de dia—
—Eso es verdad. Pero no es complicado llevar una vida nocturna. De echo, creo que es hasta más fácil—Dice con una pequeña risa.
—Entonces, ¿Sería posible que la coexistencia entre Humanos y Demonios?—Pregunta.
—Me temo que eso es algo imposible—Responde antes de darle un sorbo al te.
—¿No? ¿Pero por qué?—
—Hace unos 200 años, una mujer encontró la forma de curar a los Demonios, y probó dicha cura sobre mi. En ese tiempo yo me había transformado en un Demonio, y como era su hija, la probó en mi con la esperanza de curarme. Pero no fue así—Le da un sorbo al te—Lo único que consiguió fue disminuir mi impulso de consumir carne humana. Pero no se rindió y siguió experimentando conmigo hasta que consiguió convertirme en lo que soy. Un Demonio pasivo. Pero seguía siendo un Demonio. La edad termino por matar a mi madre, y yo me quedé con la fórmula de la cura. Hasta hace poco contacte con la Sede y le informe sobre esto. Ellos quieren... Continuar con la creación de la cura—
—Pero, ¿Acaso no existe una cura ya?—
—Claro que la hay. Pero no funciona en Demonios que ya se han terminado de transformar—
Levantándose del sofá, Valessa camina nuevamente hacia la cocina. Sacando algo de uno de los cajones, regresa con Ed. Poniendo una pequeña caja de madera, la cual, tenía una cerradura, le dice a Ed.
—Esto es lo que debes de entregarles—
Mirando la caja, preguntándose lo que aguarda en su interior, Edward asiente con la cabeza antes de guardar la caja en su mochila blanca.
—Ya casi será media noche. Será mejor que me vaya—Dice Edward.
—Espero qu–
Siendo interrumpida por un ruido abrupto, algo atraviesa la pared de hormigón. Edward salta sobre Valessa y ambos caen al suelo. Lo que había entrado en la casa, no era nada más y nada menos que una Temari. Una pelota con una cascabel en su interior.
La Temari rebota por todas las paredes y el suelo antes de salir por la puerta, destrozando la en el proceso. Una nube de polvo se levantó del suelo y los escombros.
—¡¿Que mierda fue eso?!—Pregunta Alex, quien bajaba al primer piso atraves de las escaleras.
Desde fuera de la nube de polvo se podía oír como alguien hacia rebotar a la Temari contra el suelo y su mano.
—Estonsera divertido—Dice la voz de una mujer.
—Alko, haces mucho ruido—Dice la voz de un joven.
—Tranquilo Lamba. Esto acabará pronto—Dice con una risa burlesca al final.
Levantándose del suelo, Ed y Valessa se cobren junto a Alex en las escaleras.
—¿Quienes son ellos?—Pregunta Alex.
—No lo se. Pero buenas intenciones CLARAMENTE no tiene—Resalta Edward.
—¿Y que harás?—Le pregunta Valessa.
—Mi trabajo—
Quitándose la mochila y dejándola a un lado de Valessa, Ed empuñar su katana y sale de su escondite con su espada de frente. Junto a el, sale Alex.
—Te ayudaré—Le dice.—Yo también soy un Asesino de Demonios—
Con un movimiento rápido, de ambas mangas, una daga sale directo hacia cada una de sus manos. Tomando ambas dagas al revés, se pone en posición ofensiva, listo para saltar a la acción.
—¿En serio? Más bien, pareces un delincuente juvenil—
Con la Temari marcando los segundos, y la nube de polvo dicipandose de poco, la tensión recaía sobre sus hombros.
Entonces, la Temari se detuvo, y el polvo se esfumó.
"Pese a eso, cuando se tuvieron que enfrentar a un enemigo en común, unieron fuerzas y pelearon hasta el último aliento. Pero todos sus esfuerzos solo retrasaron lo inevitable. Aún que es curioso. Decidieron destruir su propio mundo por qué, sino es de ellos, no será de nadie."
...
El sonido de un cuervo volando alrededor de Ed le advertía de su próximo trabajo. Extendiendo su brazo para usarlo como una base para que el cuervo se parase sobre el, aprecio como el cuervo descendía con gracia mientras sujetaba un sobre en una de sus patas.
—Hola devuelta—Dice Ed.—Veamos que me trajiste—
Tomando gentilmente el sobre de la pata del cuervo, abre el sobre con ayuda de sus dientes y lee el contenido.
"Para: Edward Deluxe.
¡Felicidades por su primera misión! Ha echo un buen trabajo.
Tiene nuevas instrucciones:
La primera: Debe de encontrarse con una mujer llamada Valessa. Una doctora que trabaja para la Sede. Ella le dará algo de somos valor para la Sede. Debe entregárselo a otro Asesino de Demonio que se encargará de hacerlo llegar a la Sede. Se encontrara con el en la cima de gran reloj de la ciudad a media noche.
La segunda: Acabe con el Demonio del lugar.
Suerte en su misión."
Guardando el sobre en su mochila, se encamina hacia donde decía la carta, acompañado del cuervo quien reposa sobre su hombro derecho. La ciudad estaba algo lejos, e ir caminando le tomaría como mínimo dos días.
Tenía que buscar una forma más rápida de llegar a su destino... ¡Claro! Hay un tren que pasa a medio día cerca de este lugar. Solo tendrá que subirse mientras el tren está en movimiento y evitar a los empleados del tren. Eso debería de ser mucho más fácil que pelear contra Demonios.
...
Con el anochecer, la ciudad de ilumina de cientos de luces. Cada una pertenecientes a distintos negocios, hogares, apartamentos, entre otros. Los altos edificios resaltaban sobre todo. Pero el que !as lo hacía era aquel gigantesco reloj en el centro de la ciudad. Se parecía a un que Edward había visto en los libros de historia que poseía su maestra.
Bajándose del tranvía, al cual se subió poco después de llegar a la estación del tren, el joven observaba sus alrededores con curiosidad. La multitud de gente era mayor que el de un pueblo, y los murmullos eran acompañados de música callejera.
"Asi que esto es Cristal. Es una ciudad hermosa."—Piensa.—"Recuerda a lo que viniste."
Ahora que lo pensaba mejor, ¿Cómo le haría para encontrar a esa tal Valessa?
"Es una ciudad grande. Es imposible que no la conozcan."
Comenzando a preguntarle a cada persona a la que se topaba, parecía no conseguir ni una sola pista de dónde se encontraba aquella mujer. Pero tuvo que parar de buscar por qué su estómago le pedía comida. Desde anoche que no come nada.
Sin darse cuenta, y por estar preguntando en cada calle que entraba, Edward termino llegando a un pequeño parque del lugar. Casi que perteneciendo al parque, un pequeño local de lo que parece comida oriental se encontraba ahí, aún abierto.
Acercándose a pasó apresurado por el miedo de que cerrará justo cuando llegaba, Ed se sentó en uno de los asientos cerca del mostrador.
—Buenas noches—Saluda.
—Buenas noches, joven. ¿Se le ofrece algo?—Pregunta el dueño, el cual es un hombre de cómo unos 40 años.
—Deme... Unos fideos con todo, por favor. Ah, y algo para el cuervo—
—Enseguida—
El hombre se puso a preparar los fideos mientras que Ed sacaba un pequeño libro donde iba anotando todo lo que hacia. Un diario para que su hermana.
—Aqui tienes—Dice el hombre.
Colocando un plato de fideos y uno con semillas sobre el mostrador, el hombre anuncia que la orden estaba lista.
—Son 30 rupias—
Buscando en sus bolsillos recolecta el dinero suficiente y se lo entrega al hombre antes de empezar a comer. La comida sacio el apetito de Ed. Incluso lo hizo sentir con más fuerza. Agradeciendo la comida, se levanta de su lugar para seguir con su búsqueda.
Caminaba tranquilamente por las calles iluminadas por las luces de la ciudad. En su cabeza trataba de hacerse una idea de dónde podría estar esa mujer. Pero esos pensamientos fueron desechados cuando sus sentidos detectaron algo familiar que había estado buscando.
Se detuvo en seco con su corazón latiendo como loco y chocando contra su pecho. Su respiración se detuvo por un segundo antes de regresar y comenzar a agitarse mientras una descarga de adrenalina se liberaba por todo su cuerpo.
Con sus ojos abiertos como platos, y su rostro casi pálido, da media vuelta comenzando a correr. Dobla en la calle a su derecha, la cual, está algo plagada de gente. Esquivando ágilmente a las personas, y pasando entre medio sin importarle sus reacciones, trata de alcanzar aquello que estaba buscando.
"Esa presencia... Es la misma que sentí en mi casa encima de la montaña. Debe de tratarse de la misma persona. ¿Pero que hace aquí?"
Sin dejar de correr, Ed llega a una parte algo despejada donde, finalmente alcanzo al dueño o dueña de esa presencia. Tomándolo por el hombro mientras se encontraba de espalda, llama eficazmente su atención.
Al voltear, los ojos de Ed, y los de el dueño de aquella presencia, se encuentran en un breve instante que genera una tención y presión enorme sobre nuestro protagonista.
Delante suyo había una alto vestido con ropa fina de color negro, y llevaba puerto un sombrero del mismo color. Parecía ser de clase alta. Su piel, tan pálida como la de aquella mujer que vio la última vez, le hacía pensar que quizás estuvieran relacionados. Sus ojos eran de un rojo vivido que podían ver a tu alma directamente.
"Te encontré... "Rey..."
...
En una de las habitaciones del templo, se encontraba Natsuki. Ella estaba tendida sobre una cama mientras era cubierta por una sábana. En su frente había un trapo húmedo que trataba de bajar la temperatura de Natsuki.
Desde que despertó ha estado enfermando seguidamente, aún que las enfermedades no duran más de un día. Rukua, quien atendía a Natsuki con amabilidad, se encontraba sentada a su lado. En una pequeña mesita, la maestra había dejado dos tazas de te. Una especialmente para Natsuki.
—Señorita Rukua—Habla la joven.—¿Cuando regresará mi hermano?—Pregunta con clara preocupación.
—No lo se. Normalmente a los Asesinos de Demonios los mandan de un lugar al otro—Responde.—Pero no te preocupes. Estoy segura de que el volverá en cuando pueda—
Natsuki sonríe dulcemente demostrando que confía en sus palabras.
"Espero que vuelvas pronto, hermano."
...
Sin desviar la mirada, ambos se quedan viéndose por un segundo, el cual, pareció eterno. Ed parpadea y por instinto trata de llevar su mano derecha a su katana.
"Por fin podré vengarme de ti, y encontrar la cura para mi hermana."
Con ese pensamiento, Ed se preparaba para atacar. Pero apenas y desenfunda dos centímetros del acero es detenido por una voz aguda que le habla al hombre con cariño.
—Papá, ¿Quienes el niño?—
Asomándose por encima de su hombro, una niña, la cuan está sobre los brazos de aquel hombre, llama "Papá" al dueño de aquella presencia.
—Tranquila Temari. De seguro me habla confundido con alguien—Le responde tranquilamente.
—Disculpa. ¿Conoces a mi esposo?—
Una mujer vestida elegante!ente de blanco se acerca hacia Ed, quien está con una cara pálida y llena de confusión.
—Este... Yo... Bueno...—
Sin poder conjugar palabras, Ed se lleva su mano derecha a su cabeza tratando de calmar el dolor de sus pensamientos.
—Tal vez se perdió, o está buscando a alguien—Habla el hombre, mandándole una mirada asesina a Ed.
"¿Cómo es posible? ¿Familia? ¡Pero si el es un Demonio! ¡No tiene sentido!"
Una pareja de enamorados pasa cerca de ahí sin restar atención a la escena. En menos de lo que dura un parpadeo, aquel hombre, con sus uñas transformadas en garras, corta la nuca del hombre que caminaba junto a su amada.
Soltando un quejido de dolor se lleva las manos a la nuca. Eso llama la atención de su amada quien pregunta sobre su estado.
—Querido, ¿Te encuentras bien?—
Lejos de conseguir una respuesta, el hombre cae al suelo antes de empezar a convulsionar violentamente. Su amada se agachó e intento ayudarlo de alguna forma. Las personas de su alrededor observar la escena con intriga.
Poco después el hombre deja de convulsionar y se levanta rápidamente con su piel de un pálido intenso. Sus dientes, los cuales se transformaron en colmillos, se clavan en el hombro izquierdo de la mujer, quien grita por el dolor de la mordida.
Reaccionando lo más rápido posible, Ed salta a la ayuda, dejando de lado al dueño de aquella presencia.
—Emilia, no veas eso—Le dice a la niña.
Tomando la mano de su esposa, el hombre se aleja junto a su familia, perdiéndose entre la multitud de personas que observaban la escena. Ed apartó al hombre de la mujer tomándole por el hombro. Al verle los ojos supo que se había convertido en un Demonio. Mejor dicho, aquel hombre lo había transformado en uno.
Con un movimiento rápido, Ed pone contra el suelo al Demonio, sujetando ambos brazos un una sola mano mientras que con la otra preciosa su cabeza contra el suelo.
—Señorita, no se mueva o la herida se abrirá más—Adbierte Ed.
"Maldita sea. Lo tuve tan cerca y fui incapaz de hacer algo. ¿Por qué dude? ¿Sera por qué tiene familia? ¡No! ¡Los Demonios pueden tener familia! ¡Ellos devoran humanos!"
—¡¡"Rey", juro que te encontraré!! ¡¡Vas a pagar por lo que le hiciste a mi familia!!—Grita lo más fuerte que puede.
La voz llegó hasta donde "Rey" estaba. Este solo paso por alto sus palabras y continuo avanzando mientras sonreía internamente.
—¡¿Que está pasando aquí?!—Preguntan un policía que viene acercándose.
Pasando entre la multitud, abriéndose paso a como pueden, dos policías llegan hacia donde está Ed sujetando al Demonio. Ambos policías visten un uniforme color azul marino, y un gorro de oficial. Ambos van equipados con una porra de policía.
—¡Hey! ¡Suelta lo!—Dice uno de los policías.
Mirándoles sin verles, Ed hace caso omiso a sus palabras a sabiendas de lo que realmente pasaba.
—¡Necesito algo para atarlo de pies y manos! ¡Si lo suelto, todos correrán peligro!—Exclama.
—¡Te dije que lo soltarás!—
Preparándose para golpear con la porra a Ed, aquel policía ignoraba por completo las palabras del joven. Este se preparaba para para recibir el golpe cuando un dulce aroma a flores se esparció por todo el lugar.
Como si de una ilusión se tratase, unas cortinas de flores rodearon a Ed junto al Demonio, cubriendo les de la vista de todos. El aroma a flores, y la cortinas, desaparecieron al poco tiempo, y en dónde antes estaba Ed y el Demonio, ahora solo había un espacio sin nada.
Confundidos por lo que acaba de pasar, los policías miran hacia todos lados en busca de Ed y el Demonio. Al poco tiempo se olvidan de ellos y ayudan a la mujer herida.
Mientras tanto, en un callejón donde no pasa nadie, en el suelo estaba atado aquel Demonio con una resistente cuerda. Un joven de cabello verde y corto, vestido con un atuendo chino de color blanco, se aseguraba de que el Demonio estuviera bien atado. Por otro lado, Ed, se asomaba cuidadosamente por el callejón.
—Las cosas se calmara pronto—Dice la voz del joven.
—Gracias por ayudarme—
—No hay de que. Supongo que buscas a la doctora Valessa—
Abriendo los ojos de sorpresa, se gira rápidamente hacia el joven, mirándolo con curiosidad.
—¿Cómo sabes eso?—Pregunta.
—No es la primera vez que vemos a un Asesino de Demonios por aquí—Responde.—Te llevaré con ella una vez que las cosas se calmen—
—¿Y que haremos con el?—Señala al Demonio.
—Ese es tu trabajo—
Sacando su katana de la funda, apunta la hoja de acero directo al cuello del Demonio, y con un rápido movimiento corta su cabeza sin problemas.
—Ya es hora de irnos—Dice el joven.—Asegúrate de no perderme de vista. Si te pierdes no vendré a buscarte—
Ed asiente con la cabeza y sigue atentamente al joven.
—Por cierto, ese aroma e ilusión que vistes antes, es un mini efecto de la habilidad de la doctora Valessa—Comenta.
Si entender lo que dice, solo continúa sigue delo por detrás.
...
Llegando a una calle con poca iluminación, y lejos de la zonas más pobladas de la ciudad, el joven está completamente seguro de hacia donde se dirije, mientras que Edward duda un poco.
—Es aquí—Avisa el joven.
Parándose frente a una pared de ladrillos al final de la calle, el joven invita a pasar a Ed, pero este le mira con una fría mirada.
—Aqui solo hay una pared—Dice.
—Cierto. Es la primera vez que nos visitas, así que te mostraré algo—
Caminando hacia la pared sin detenerse, el joven la atraviesa como si nada, sorprendiendo a Ed. Dando un salto innecesario hacia atrás por la impresión, se queda asombrado por lo que acaba de ver.
Asomando su cabeza atraves del muro, el joven le invita a pasar. Edward no le hace esperar más y con el mismo ritmo que el joven atraviesa la pared. Al otro lado había una casan de dos pisos echan de madera y hormigón. Habían árboles de cerezos rodeando el muro desde el otro lado del muro. Todo lo demás era un amplio espacio de tierra lisa sin ninguna piedra.
Las luces de la casa estaba encendidas, y parada frente a la puerta estaba una mujer de cabello largo de color rosado y negro sujetado por tres coletas. Llevaba puesto un kimono negro con flores verdes, amarillas, y rojas, las cuales seguían un patrón que hacia ver vivido el kimono. Y su piel era muy pálida, tanto que parecía estar muerta.
"¡Un Demonio!"
Apunto de empuñar su espada, el joven sujeta firmemente el hombro derecho de Edward, deteniendo su acción.
—Tranquilo. Puede que sea un Demonio, pero nunca a devorado a ni un solo humano—
Confirmado en la firmeza de sus palabras, Edward se tranquiliza, para después caminar junto al joven hacia donde se encontraba la mujer. No es muy alta, ella mide como 1,60 metros de alto. Parándose ante ella, Edward la mira con curiosidad.
"Es linda. Pero no tanto como Natsuki"
—Bienvenido, Edward Deluxe—Saluda.
—Valessa, ¿Cierto?—Pregunta.
—La auténtica. Por favor pasa, prepararé algo para tomar—Le dice a Ed.—En cuanto a ti, Alex. Puedes irte a descansar—
—Con su permiso, señorita Valessa—
Con una reverencia el joven, llamado Alex, se retira del lugar. De un salto llega hasta una de las ventanas de la casa e ingresa atraves de ella.
Ingresando al interior de la casa, Edward observa lo acogedora que es. Con algunos cuadros adornado las paredes pitadas de crema.
—Toma asiento. Enseguida te serviré un poco de té—Dice gentilmente.
—Muchas gracias—
Sentándose en el rojo sofá, Edward deja caer su peso sobre el, después de todo apenas y había descansado su cuerpo, además de que no se a recuperado de su anterior pelea.
—Vienes de Celeste, ¿Cierto?—Pregunta Valessa.
—¿Cómo lo sabe?—
—Por tu presencia. Celeste es un ligar frío, por lo que tú presencia se define debido al calor que genera tu cuerpo—
"Eso no lo sabía."
—Usted es un Demonio, ¿No?—
Ella asiente.
—¿Cómo le hace para no devorar humanos?—
—Eso es algo fácil de entender. Puedo abstenerme de consumir carne humana siempre y cuando beba sangre humana. Es así como puedo mantener una vida... Digamos, "Normal"—Responde con una pizca alegre.—El te ya está listo—Avisa.
Sirviendo en te en dos pequeñas tazas que se encontraban sobre una bandeja, Valessa lleva las tazas junto a la bandeja, la cual, deja sobre la pequeña mesa frente al sofá antes de tomar asiento. Tomando una de las tazas, Edward bebe un poco de te antes de seguir hablando.
—Entiendo. Pero como son Demonios no pueden salir de dia—
—Eso es verdad. Pero no es complicado llevar una vida nocturna. De echo, creo que es hasta más fácil—Dice con una pequeña risa.
—Entonces, ¿Sería posible que la coexistencia entre Humanos y Demonios?—Pregunta.
—Me temo que eso es algo imposible—Responde antes de darle un sorbo al te.
—¿No? ¿Pero por qué?—
—Hace unos 200 años, una mujer encontró la forma de curar a los Demonios, y probó dicha cura sobre mi. En ese tiempo yo me había transformado en un Demonio, y como era su hija, la probó en mi con la esperanza de curarme. Pero no fue así—Le da un sorbo al te—Lo único que consiguió fue disminuir mi impulso de consumir carne humana. Pero no se rindió y siguió experimentando conmigo hasta que consiguió convertirme en lo que soy. Un Demonio pasivo. Pero seguía siendo un Demonio. La edad termino por matar a mi madre, y yo me quedé con la fórmula de la cura. Hasta hace poco contacte con la Sede y le informe sobre esto. Ellos quieren... Continuar con la creación de la cura—
—Pero, ¿Acaso no existe una cura ya?—
—Claro que la hay. Pero no funciona en Demonios que ya se han terminado de transformar—
Levantándose del sofá, Valessa camina nuevamente hacia la cocina. Sacando algo de uno de los cajones, regresa con Ed. Poniendo una pequeña caja de madera, la cual, tenía una cerradura, le dice a Ed.
—Esto es lo que debes de entregarles—
Mirando la caja, preguntándose lo que aguarda en su interior, Edward asiente con la cabeza antes de guardar la caja en su mochila blanca.
—Ya casi será media noche. Será mejor que me vaya—Dice Edward.
—Espero qu–
Siendo interrumpida por un ruido abrupto, algo atraviesa la pared de hormigón. Edward salta sobre Valessa y ambos caen al suelo. Lo que había entrado en la casa, no era nada más y nada menos que una Temari. Una pelota con una cascabel en su interior.
La Temari rebota por todas las paredes y el suelo antes de salir por la puerta, destrozando la en el proceso. Una nube de polvo se levantó del suelo y los escombros.
—¡¿Que mierda fue eso?!—Pregunta Alex, quien bajaba al primer piso atraves de las escaleras.
Desde fuera de la nube de polvo se podía oír como alguien hacia rebotar a la Temari contra el suelo y su mano.
—Estonsera divertido—Dice la voz de una mujer.
—Alko, haces mucho ruido—Dice la voz de un joven.
—Tranquilo Lamba. Esto acabará pronto—Dice con una risa burlesca al final.
Levantándose del suelo, Ed y Valessa se cobren junto a Alex en las escaleras.
—¿Quienes son ellos?—Pregunta Alex.
—No lo se. Pero buenas intenciones CLARAMENTE no tiene—Resalta Edward.
—¿Y que harás?—Le pregunta Valessa.
—Mi trabajo—
Quitándose la mochila y dejándola a un lado de Valessa, Ed empuñar su katana y sale de su escondite con su espada de frente. Junto a el, sale Alex.
—Te ayudaré—Le dice.—Yo también soy un Asesino de Demonios—
Con un movimiento rápido, de ambas mangas, una daga sale directo hacia cada una de sus manos. Tomando ambas dagas al revés, se pone en posición ofensiva, listo para saltar a la acción.
—¿En serio? Más bien, pareces un delincuente juvenil—
Con la Temari marcando los segundos, y la nube de polvo dicipandose de poco, la tensión recaía sobre sus hombros.
Entonces, la Temari se detuvo, y el polvo se esfumó.
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