Capitulo 1: Sangre en la nieve.
Capitulo 2: La prueba inicial.
Capitulo 3: Entrenamiento.
Capitulo 4: Selección final.
Capitulo 5: Problemas en Aruhia, pt 1.
Capitulo 6: Problemas en Aruhia, pt 2.
Capitulo 7: Valessa.
Capitulo 8: Derrota parcial.
Capitulo 9: Sonido de tambores.
Capitulo 9: Sonido de tambores.
Aquel gordo niñato que consumía todo lo que veía, ansiado de devorar lo que su madre preparaba, golpeaba la mesa para apresurar a su madre. Esta, con su coraje tragado, solo sonreía dejándose mandar por su hijo.

—¡Mujer! ¡¿Por qué tardas tanto?!—Le grita su marido.—¡Nuestro hijo no puede esperar! ¡Tiene que comer mucho para que pueda crecer fuete y muy, pero que muy millonario como yo!—

—Y-ya voy querido le responde con voz temblorosa.

La mujer ya tenía los platos en las manos. Con el miedo de ser golpeada de nuevo, y tener otro moretón en el rostro, se apresuro hasta el comedor a servirle los platos. Pero al llegar encontró algo totalmente diferente a lo esperado.

Frente a ella la cabeza de su marido estaba sobre la mesa mientras que su cuerpo era consumido por un niño más gordo y grande que hijo, quien miraba horrorizado la escena mientras era tapado de boca por una pálida mujer atractiva. Su piel pálida y su cuerpo excesivo de sebo, le daba un aspecto demoníaco a aquel niño.

Sentado donde debería de estar su esposo, un hombre pálido vestido de negro con un sombrero de gala le miraba con unos ojos vacíos de vida. O más bien. Con un brillo de vida fingido.

—¡¿Q-q-quienes son ustedes?!—Pregunta horrorizado dejando caer los platos al suelo.

—¿Nosotros? Solo somos... Demonios—Responde el hombre.

Levantándose y caminando hacia la mujer, está trata de correr, pero alguien le toma por detrás, evitando que escape.

—No tan rápido—

—Gracias Envidia. Me ahorraste molestias—Le halaga.

Parándose frente a la mujer, este, clava sus dedos en su frente para luego bombear un poco de su sangre.

—Si un humano se contagia con mi sangre, su cuerpo puede terminar de dos formas...Dice mientras el cuerpo de la mujer convulsiona.

Sacando sus dedos de su frente, le da una señal a Envidia, y está suelta a la mujer, dejándola caer al suelo.

—La primera: mi sangre se fusionará con el cuerpo infectado y terminará por convertirse en un Demonio. En caso de que la primera falle, pasamos al segundo resulta: el cuerpo del infectado explotara—

Dicho eso, el cuerpo de la mujer se estira hasta que los huesos salen de la piel y se arquean para formar una especie de domo sobre el pecho de la mujer.

—Buena lección. ¿Pero que haremos con el niño?—Pregunta Lujuria.

—Que Gula se lo coma—

—Sera un placer, Padre—

...

El sol ya había salido este hace algunas horas, y Edward caminaba a hasta su siguente misión. Hacia ya un rato que Hideo se había ido a su rollo. Volviendo a estar solo, este joven silbaba una canción para el campo de arroz por el que estaba pasado.

Con un ritmo tranquilo marcando su avance, el camino no se le hacía eterno, y más bien, parecía disfrutarlo.

—¡¡Ayuda!!—Grita la voz de un niño.

Los sentidos de Edward se alertaron al instante. El grito venía de un pequeño, pero gran, grupo de árboles. Corriendo a toda prisa, Edward llega hasta donde escucho el grito, encontrándose con un niño campesino que se escondía arriba de uno de los árboles. De frente, había una casa de madera de por lo menos tres pisos. Los árboles eran tan grandes que nadie podría ver la casa desde la distancia.

De el, se desprendía una presencia raro, la cual se podría describir como, "Locura".

—¡¿Estás herido?!—Le pregunta Ed.

El niño niega con la cabeza antes de bajar al suelo con ayuda de Edward.

—¿Que haces aquí tu solo? ¿Te perdiste acaso?—

—No. Venía del campo junto con mi hermana. Pero entonces, oímos algo dentro de la casa, y cuando nos acercamos, algo se la llevó para adentro—Señala con su mano temblorosa.—¡Te lo ruego! ¡Salva a mi hermana!—

—Tranquilo. Iré a salvarla—Le dice Ed con toda seguridad.

El niño parecía haberse calmado por un momentos.

—Si es un Demonio, dudo que siga viva—Dice una voz femenina.

Girando se para ver a la dueña de aquella voz. Los ojos de Edward, y de la peli rosada con puntas negra. Intercambiando miradas desafiantes, Edward recuerda dónde fue que la vio.

"Es la chica de la selección final."

—Eso no lo sabremos hasta no entremos—Dice.

—Eres Asesino de Demonios, ya deberías saberlo—

El niño nuevamente comenzaba a preocuparse, pero desde dentro de la casa se oyó algo. Las pisadas frenéticas, y aura de tención, se acercaba hasta el balcón de la casa. Y desde una de las habitaciones, una mujer con su ropas rasgadas, y platicamos te desnuda, se revela ante sus hojas.

Arrojando se del balcón, deja caer su cuerpo contra el suelo. Saltando de Inmediato, ambos Asesinos llegan con la mujer, quien parece tener conciencia todavía.

—¿Salí...? Luego de días ahí... ¿Por fin salí...?—Se pregunta la mujer.

La gabardina roja de Edward cae sobre el cuerpo de la mujer, cubriéndola para tratar de conservar el calor. Su cuerpo lleno de heridas hacia que la sangre salida a un ritmo constante. Rebuscando en su blanca mochila, Edward saca algunas gasas, alcohol, hilo y aguja, para cercar las heridas de la mujer.

Por su parte, la peli rosada hacia lo suyo. Anestesiando a la mujer, la calma para que Edward haga su parque. El niño solo observaba desde lejos como estos dos actuaban como doctores experimentados. Con cuidado, el joven usaba el alcohol para limpiar las heridas, y aquellas que eran profundas, las cerraba con el hilo y aguja.

Luego se un rato, cociendo y vendando, lograron cerrarle las heridas a la mujer. Quien para su fortuna, seguía con vida. Cargándola entre los dos, la sientan a raíz de un árbol, con su espalda recargada sobre el tronco.

La peli rosada uso también su gabardina para tapar a la mujer, quien parecía estar diciendo algo.

—¿Que le habrá pasado?—Pregunta la peli rosada con compasión.

Esperando una respuesta de parte de su compañero, no obtiene nada de nada.

—¡Oye, te estoy hablando!—

—Silencio. ¿Acaso no lo puedes oír?—

Guardando absoluto silencio, a los oídos de la chica, el sonido de un tambor siendo golpeado, apenas perceptible, Alimenta su curiosidad. Con un golpe cada tres segundos, para luego dar otros dos de seguidos, y tomarse otros tres segundos en volver a golpear, amenazaba a todo aquel que estuviera cerca de la casa.

—Niño, quédate aquí con la mujer—Le dice la peli rosada.

—¡Si!—

Caminando hasta la entrada, acompañada de Edward, abre la puerta solo para oír el sonido de aquel tambor resonar con mayor fuerza.

—¿Cómo te llamas?—Le pregunta Edward.

—Issenda Hermes—

—Edward Deluxe—

Mirando la oscuridad del interior de la casa, ambos Asesinos ingresan al mismo tiempo. Al hacerlo, el sonido del tambor siendo golpeado rebota por las paredes. Cómo si algo los hubiera trasladado a otro lugar, la puerta desapareció justo detrás suyo. No. El entorno cambio por completo.

El pasillo de la entrada, donde antes estaban, ahora no era más que una amplia sala con puertas corredizas en cada pared. Dichas puertas tenían el diseño japonés mezclado con el de otra cultura que ninguno sabía a la que pertenecía.

Sorprendidos y confundidos, voltearon hacia todas partes en busca de algún punto de referencia. Pero no tenían ni idea de dónde estaban.

—¿Que acaba de pasar?—Pregunta Issenda.

—¿Y yo que voy a saber? Estoy igual de confundido—

El sonido del tambor volvió a sonar, esta vez dos veces seguida, y la sala cambio en segundos. En un segundo estaban en una especie de altar en medio de una sala más pequeña que la anterior. Y luego estaban en un pasillo oscuro, donde ahí se quedaron.

—¡No estoy entendiendo nada!—Exclama Issenda alborotando su cabello.

Sacando una lámpara de aceite de su mochila, gira la perilla generando una chispa que enciende una flama, e ilumina el lugar.

—Vamos—Le dice Edward, quien toma la delantera.

—Te seguiré. ¡Pero esto no significa que dependo de ti!—Reclama.

—Si, como sea—

La oscuridad no era anormal. Simplemente no le llegaba la luz del sol. El ambiente no era pesado, si no, solitario, como si ninguna vida habitará en aquella casa.

Acercándose a una puerta que había visto más adelante, la desliza sin problemas para encontrarse con una sala iluminada. Ingresando al interior y comprobando que no hubiera nadie, Edward se gira hacia Issenda.

—Despej...–

Interrumpiendo las palabras de Edward, el sonido del tambor resuena por el lugar, haciendo que la sala frente a Issenda desapareciera, dejando solo una pared vacía.

—¿Edward? ¡Edward!—Le llama.

Sin obtener respuestas, la chica se teme lo peor.

"Los separamos en este lugar. En un laberinto que cambia cada cierto tiempo. De esta forma no podremos salir con vida. Al menos no los dos..."

Detrás de ella, unos pasos comienzan a sonar.

—Hola señorita. ¿Acaso se perdió?—Pregunta una macabra voz.

Un Demonio que andaba a cuatro patas, se acercaba a Issenda con hostilidad. Su lengua, que más bien, parece la punta de un arpón, se movía como una serpiente en el aire. Apunto de saltar contra ella, está se gira rápidamente.

Sujetando la empuñadura de la katana, inclinándose hacia delante, adopta una postura de ataque rápido.

—Primer Golpe: Desgarre de la Bestia—

Empuñando la katana, la cual, tiene el filo de un color rojo carmesí, en la punta de la hoja una especies de garras en curvada echas de un fierro ardiente aparecen.

Con un perfecto corte en diagonal, parte en dos al Demonio, cortándole la cabeza de paso, y acabando con varios de sus corazones. El Demonio se convierte en cenizas mientras el resto de su cuerpo arde en llamas.

—Tan vez hubieras tenido oportunidad con Issenda. Pero no conmigo—Dice la chica peli rosada, quien parece ser otra persona.—Ahora, vayamos a buscar a Edward—

Volviendo a ser la Issenda de antes, se dice así misma para luego ir a toda marcha.

...

"Odio mi vida como nunca me imaginé hacerlo."

Corriendo de un Demonio obeso que corría a cuatro patas, y que se movía bastante rápido, Edward solo se podía quejar de el mismo. Hasta que recordó que era un Asesino de Demonios.

Frenando en seco, y usando el Tercer Cielo, lanza un corte vertical que parte al Demonio en dos. Pero detrás de él venía otro más. Esta ves era un Demonio como los de la selección final, pero este tenía una lengua que usaba como arpón.

Dejando su lámpara en el suelo, salta hacia atrás alejándose unos cuantos pasos del Demonio. Cayendo sobre sus pies, lanza su lengua en línea curva contra Ed, quien corta la lengua en dos. Por el dolor, el Demonio contrae su lengua por culpa del dolor. Pero antes de hacerlo, su cabeza sale volando a los aires.

Guardando su katana, recoge la lámpara y continúa con su recorrido.

Entrando a una de las puertas que encontró, se haya con una sala rodeada de papeles con notas musicales. La sala era iluminada por algunas lámparas que habían sobre algunas estanterías y cajoneras.

Caminando hasta la mitad de la sala, observa a su alrededor. No parece que aya algo en particular, a excepción de las hojas. Apunto de irse, una presencia grotesca aparece a su alrededor.

—¿Quien se atreve a molestarme?—Aquella macabra voz provenía desde arriba de el.

Saltando hacia atrás mientras empuñando su espada en la mano derecha, y deshaciéndose de la lámpara, toma distancia de aquel Demonio que cayó en medio de la habitación.

Media unos dos metros, su cuerpo no era diferente al de un humano que ha echo bastante ejercicio. En sus hombros, muslos, y pecho, lleva una especies de tambores que no pasan de 15 centímetros. Su cabello es negro de un azul muy oscuro que apenas se alcanza a distinguir.

Dando un paso para atrás, sin querer, Ed pisa una de las hojas que andaban por el suelo. El Demonio, al ver eso, ruge de irá y golpea con fuerza el tambor de su pecho. Ed salta hacia la derecha un segundo antes de que unas enormes marcas de garras destrozaran el suelo.

Sintiendo como el aire se cortaba a su lado, levantó su guardia y avanzó con fuerza contra el Demonio. Este golpeó con la palma de la mano, el tambor que estaba en su muslo derecho.

Cortando en vertical, Ed fallo de una manera impresionante. La habitación había dado una vuelta hacia delante, haciendo que Ed perdiera la compostura y cayera de cara contra el suelo. O mejor dicho, sobre la pared qué ahora el el suelo para el.

Tratando de comprender lo que acaba de pasar, mira al Demonio en busca de una respuesta. Este golpea el tambor en su hombro izquierdo y la habitación gira hacia esa dirección. Cayendo sobre el techo, qué ahora es un suelo, se percata que está sobre el Demonio.

"¡¿Que diablos es esto?!"

Esquivando otro ataque de las garras, Ed cae contra la puerta corrediza luego de que el tambor del muslo izquierdo fuese golpeado. Fue un giro hacia atrás lo que dio la habitación. Golpeando el tambor del hombro derecho la habitación gira de nuevo hacia dicho lado.

Sin poder evitarlo se estrella contra la pared, sintiendo como su cuerpo dolía.

"¡¿Cómo se supone que ataque?!"

Los tambores son azotados por la palmas de las manos, haciendo que la habitación gire de formas imprevistas al mismo tiempo que el Demonio atacaba. Ed, a duras penas lograba evitar los ataques, pero en cambio, se golpeaba contra las paredes, techo, y puertas de la habitación.

Calledo al suelo de la habitación, donde estaba el Demonio, este mira a Ed, quien se levanta sujetando su espada con ambas manos mientras una pequeña línea de sangre se derrama por debajo de las vendas que rodea su cabeza.

"Creo que lo tengo. El hombro derecho hace girar la habitación a la derecha de el, y el izquierdo exactamente lo mismo pero para la otra dirección. Con los tambores de los muslos puede hacer rodar la habitación de adelante, para atrás. Y con el del pecho, ataca."—Piensa mientras busca una forma de atacar.—"Las habitaciones son cerradas, por lo que mis técnicas de viento no son efectivas. Pero el Primer, y Segundo Cielo, vaya que podré usarlos."

—¿Eso es todo?—Pregunta el Demonio.—Entonces daré fin a tu vida—

"Estoy listo..."

...

Abriendo puertas de ahí para haya, la peli rosada buscaba a su, recién, compañero de viaje. Después de todo, la primera regla de los Asesinos de Demonios es: Siempre ayudar a compañeros y civiles.

Pero, ¿Cómo le encontraría en este lugar que cambia cada 30 segundos? O quizás más... Tal vez menos... Quien sabe. Pero cambiaba.

—Ay, madre. Si vieras en lo que estoy ahora, seguramente te sentirías decepcionada de que tu hija fuese tan debil—Se dice para si misma.

"Eres fuerte. Pero tú miedo te domina"—Le habla su otra personalidad.

—¿Y como se supone que me enfrente a esas cosas? Apenas y puedo reaccionar para que tomes control de mis acciones—

"¿Tu crees que hago eso?"

—¿Hola?—Dice la voz de una niña.

Sobre saltada, Issenda comienza a hablarle a esa voz.

—¿Quien han ahí? ¿Eres una personas? Me llamo Issenda. Estoy buscando a una niña que está dentro de está casa—

En el pasillo habían dos puertas, y en una de ellas, se podían oír paso acercándose desde el interior. La puerta corrediza se abrió rebelando a una niña que sostenía un tambor en sus manos.

Vestía con un kimono campestre que estaba cocido en distintas partes. La niña tenía una cara de alivio y miedo, al mismo tiempo que sus ojos se volvió cristalino.

Dejando caer el tambor al suelo, abraza a la peli rosada con fuerza, deja salir sus lágrimas acompañado de un llanto adolorido.

—Tranquila. Todo estará bien—Le dice con algunas palmas en la cabeza.

—¡Tenía miedo! ¡Creí que esas cosas iban a matarme!—

—Calma, pronto estarás a salvo—Le sonríe carismática mente.—¿Cómo te llamas?—

—Soy Sofía—

—Bonito nombre. Así que, Sofía, dame la mano. Te sacaré de está casa para que te reúnas con tu hermano—

La niña asiente con la cabeza y sujeta la mano de la peli rosada, para después, las dos juntas, comenzar a correr por los pasillos en busca de la salida.

...

Mirando el cielo baja el porche del patio trasero, el cual tenía un enorme jardín bien cuidado, aquella mujer que vestía unas prendas negras, y muy finas, estaba sentado de rodillas sobre el suelo. Su cabello negro y blanco, y aquellas peculiares sicatrices que tenía en su rostro, la hacían resaltar más que nada.

Una joven mujer de piel blanca, incluso más que las de los Demonios. Cansada de ver el cielo, se levanta de su sitio y se gira hacia atrás, donde se encuentra una habitación iluminada por 10 velas de fuego negro que reposan sobre una especie de altar.

Cada vela está posicionada de tal forma que el fuego negro de cada una nunca chocan, pero nunca se separan. Y de entre ellas, la flama agitada de la última vela a la izquierda llama la atención de la mujer.

Sonriendo con sin sentimiento aparente, se acerca hasta dicha flama, y con ambas manos, forma una especie de domo, haciendo que la flama se calme y vuelva a su posición recta.

...

Un alivio profundo recorre el cuerpo de Ed. Para el, era como si una extraño calor familiar lo aya tocado. Y sin darse cuenta, el Quinto Cielo se activo, dejándole pensar con más claridad, al mismo tiempo que esquivaba los ataques.

"Rueda. ¡La habitación rueda! ¡Claro! ¡¿Por qué no lo pensé antes?! ¡Debo moverme al lado que marqué el son de los tambores!"

El tambor del muslo derecho suena por la habitación, la cual comienza a girar hacia delante del Demonio. Dando media vuelta, saltando hacia la pared al mismo tiempo que daba un paso en el aire, Ed pisa la superficie de dicha pared sin caer o golpearse otra ella.

"¡Lo tengo!"

Volteando a ver al Demonio, Ed le sonríe con emoción y respeto.

—¡Oye! ¡Tu técnica es muy buena! ¡Si no fueses un Demonio, te convertirás en mi rival!—Comenta Ed.

Abriendo sus ojos de sorpresa al oír las palabras de aquel joven, unas series de imágenes llegan a la mente del Demonio.

"¿El aprecio mi técnica?"—Se pregunta internamente.

—¡¡Calla y muere!!—Grita con irá.

Golpeando todos sus tambores a gran velocidad, genera una hermosa, pero mortal, melodía que solo podía ser escuchada por el, y aquel joven con el que se enfrentaba.
© naruto1250 ,
книга «Entre Espadas y Demonios».
Коментарі