Capitulo 13
El rasgar de las plumas, paginas cambiando y algunos susurros llenaban la biblioteca, donde el grupo más curioso de alumnos intentaba terminar con sus deberes sin pleitos. No que estuviera funcionando.
- Te digo que estas mal Ronald. Las tres maldiciones imperdonables fueron prohibidas en 1513, todas el mismo año – insistía Hermione por quinta vez.
- Enserio Mione, puedes ser todo lo cerebrito que quieras pero de DCAO no tienes ni idea – dijo el pelirrojo, ganándose un par de risas por parte el resto de la mesa – las imperdonables fueron descubiertas, nombradas y restringidas en diferentes años cada una.
-Yo insisto en que estas en un error. Lo que te dije lo leí en uno de los libros de historia de la magia – contraataco la castaña.
- Por eso es que no tienes ni idea de DCAO. Harry sabe que tengo razón. ¿Verdad hermano?- soltó Weasley- ¿Harry?
El-niño-que-vivió permaneció imperturbable, toda su atención en la ventana que mostraba algunas nubes de tormenta formándose.
Estaba preocupado por Draco. Cualquier cosa podía pasar y las alternativas no dejaban de bailar en su cabeza.
Un escalofrió le recorrió el cuerpo, seguido de un sobresalto al sentir una mano en su hombro. Blaise Zabini le sonrió.
- Todo va a salir bien. A pasado solo una hora, no deberías de preocuparte todavía. – intento animarlo.
- Desearía no tener que hacerlo, pero tengo experiencia en planes que salen mal y cosas que se complican.- dijo nervioso jugando con sus manos, para luego esconder su cara en ellas – Tal vez no fue buena idea.
- Era lo correcto.- escucho que dijo Nott, que había permanecido callado desde que llegaron, únicamente para responder alguna que otra pregunta por parte de Neville.
- Además, si pasa algo, siempre podemos hacer caso a ese instinto de reacción rápida que tienen los Gryffindor´s – intervino Blaise
- ¡Oye! – grito ofendido Ron
- Ven, reacción rápida. Si se hubiera detenido a pensarlo un poco, se daría cuenta de que no lo estaba insultando.
- ¿Estás diciendo que yo no pienso las cosas? El de pocas luces aquí eres tú. – rebatió el pelirrojo
- ¿Pocas luces? ¿Yo? Yo no soy quien piensa que cualquier intento de plática es para pelear.
- Es porque siempre termina en pelea.
- Pero no significa que la busque – dijo Zabini subiendo el tono de voz
- Pues no haces mucho para evitarlo – le imito Ron
- ¡Te ayude durante el ataque!
-¡Porque era el amigo de Harry Potter! ¡Nunca me hubieras hecho nada por mí simplemente por que sí!
-¿¡Y Davis sí!? ¡Yo intente ayudarte, el mocoso estaba luciéndose! ¡Casi hace que los maten mientras posaba con su varita!
-El solo trataba de detener a los mortifagos – Contrataco el pelirrojo.
-¿Seduciéndolos? No puede ser que creas que eso ayuda. No eres tan tonto.
-¿¡Ahora dices que soy tonto!?
-¡No me refería a eso!
-¡Pero lo crees, crees que soy tonto!
-¡QUE NO!
-¡QUE SI!
-¡QUE NO!
-¡QUE SI!
-¡POR AMOR A MERLIN, WEASLEY! ¡EL TONTO AQUI SOY YO, POR SENTIRME ATRAIDO POR ALGUIEN TAN NECIO COMO TU!
Las palabras del chico dejaron a todos atónitos, a excepción de Theo, que ya se imaginaba algo por el estilo.
-¿Qué dijiste?- susurro el Gryffindor.
-Na..Nada – Tartamudeo Blaise antes de salir corriendo del lugar.
- deberías seguirlo Ron – le aconsejo Neville, después de un momento de silencio. En respuesta solo hubo un asentimiento, antes de ver el cabello naranja desaparecer por la puerta.
-Eso fue…inesperado – susurro Hermione.
-Y no tanto a la vez- Acordó Theodore.
Harry sonrió un poco, agradecido por la distracción.
-D&H-
Había escuchado la frase “Las apariencias engañan”, sabía que era cierta, teniendo en cuenta que el mismo vivía en un mundo lleno de ellas. Pero jamás imagino estar parado frente al epitome de aquello.
Ante sus ojos se alzaba una mansión de estilo victoriano, completamente blanca, flores por todos lados y hermosos vitrales.
Esto no sería considerado como factor para el uso de la frase, a menos que pretendieras encontrarte con el mago obscuro más grande y peligroso del momento. Cosa que parecía que iba a hacer, por el andar seguro de su padre.
-¿Estás seguro que es aquí? – pregunto.
- Es aquí. Al Lord le pareció el disfraz perfecto para el cuartel, y tengo que admitir que funciona bastante bien, aunque sigo pensando que la idea es descabellada.- le respondió su padre, deteniéndose un par de metros de la puerta. – Bien, recuerda lo que te dije. No contacto visual, hablas cuando te lo indiquen y por amor a Merlín, si el lord insulta a Potter no abras la boca.
El asentimiento por parte del menor le basto, antes de volver a caminar. Bajo su capa, Draco se aferró a su varita.
Los pasillos permanecían iluminados gracias a los grandes ventanales, aunque eso no desaparecía la atmosfera lúgubre que reinaba en el lugar.
-Todo va a salir bien Draco – le animo en un susurro Lucius, frente a la entrada del salón principal. El menor solo asintió mostrando en su rostro únicamente un ligero seño.
Con un chirrido las puertas se abrieron. Draco Malfoy tomo aire, y con pasos precisos entro en la sala.
Esta distaba del resto de la fachada. Con gruesos cortinajes se habían cubierto las ventanas, llenando el lugar con sombras. Un par de candelabros y la chimenea eran la única fuente de luz. En el centro de la habitación una gran mesa, de roble quiso suponer el rubio, rodeada por, al menos, veinte sillas.
- bienvenido Joven Malfoy – la voz seca, y hasta cierto punto serpentina, se escuchó por todo el lugar.
Frente a él, en la cabecera, se encontraba nada menos y nada más que el hombre que había arruinado la vida de su Hjerte, además claro, de ser el mago obscuro más poderoso.
- Mi lord – saludo con una ligera reverencia.
Voldemort se levantó de su asiento, caminando pausadamente por el gran salón. Todas las miradas le seguían mientras se acercaba poco a poco al menor de los Malfoy.
- Lucius me ha dicho que tienes gran interés en unirte a la causa, Draco – siseo el hombre – estoy bastante complacido, a decir verdad, eres el heredero de una de las familias más importantes de las islas y tu ayuda me resultara muy útil.
Su boca estaba seca, no sabía se por la furia que le carcomía al pensar que aquel hombre quería acabar con Harry, o por el miedo a ser descubierto. Decidió asentir únicamente.
- Perfecto. Me encantaría marcarte ya mismo, pero según los informes de Severus, Dumbledore ha reforzado su sistema de vigilancia. – Soltó el lord – sin embargo, necesito que hagas algo por mí, pequeño Malfoy.
Volvió a asentir tranquilamente.
El viperino hombre hiso una señal y la sala se vacío rápidamente, únicamente permanecieron su padre, Voldemort y el.
- La misión que quiero encomendarte es en extremo secreta y delicada. Tu padre será informado, pues será tu contacto. Cualquier información que tengas sobre la misión se la entregaras a él, encriptada por supuesto. – Anuncio - Ahora. Dentro del castillo, se encuentran dos elementos indispensables para mi plan de conquista. Con ellos lograre volverme el mago más poderoso de todos los tiempos.
Los ojos rojos del mayor refulgieron con locura, mientras su mente se perdía brevemente en las imágenes de su plan.
Nota mental: El tipo está completamente loco, delira y sufre de alucinaciones.
- ¿Mi lord? – lo llamo Lucius. Si Voldemort noto que se había quedado callado o no, era un misterio. Pero continúo con su plan.
-Como decía antes de que tu padre nos interrumpiera, hay dos cosas en Hogwarts que necesito. Una de ellas en un enigma por el momento, aun hay que trascribir algunos textos para saber la verdadera forma del objeto. La segunda es una persona, nada más y nada menos que nuestro ilustre Harry Potter. Ahí es donde necesito de tu ayuda, querido Draco. Sé que tú y el chico no se llevan bien, pero tienes que hacer un esfuerzo por convencerlo de lo contrario y acercarte a él. Gánate su confianza, su amistad, y si se puede algo más. Tienes que tenerlo en tus garras, para cuando tenga todas las piezas. – termino por explicar el hombre.
Los pensamientos de ambos Malfoy eran un torbellino de planes, conversaciones y demás. El Lord les había dado la pauta para frustrar sus planes, era su oportunidad para evitar la guerra.
- Claro está, que al decirles de mis planes necesito una salvaguarda – soltó Voldemort, interrumpiendo a los rubios. - Occultas cogitationes
El hechizo los golpeo a ambos, haciéndolos trastabillar.
La cabeza comenzó a dolerle, mientras las palabras del Lord parecían querer desvanecerse. Se aferró a la plática con todo su ser. Momentos después su cabeza dejo de zumbar.
Miro a su padre en busca de explicaciones, pero el hombre parecía bastante confundido. Decidió imitar su expresión hasta saber que pasaba.
- No se preocupen, el hechizo oculta sus pensamientos, pero la idea sigue en sus mentes, así que aun harán lo que les pedí, pero no tendrán conciencia de ello. – aclaro el Lord.
Sin más el hombre tomo a Nagini y salió por una de las puertas laterales.
Draco se aseguró de recordar cada una de sus palabras; Todo seguía allí.
-D&H-
Cada cosa estaba cayendo en su lugar, cada una de las personas que necesitaba estaban acudiendo a su llamado. Solo faltaba descifrar el maldito pergamino y juntar los elementos. Si todo iba bien el mundo mágico seria su regalo de Navidad.
Un golpe en la puerta le hiso despertar de sus cavilaciones. Con un giro de su mano dejo entrar a la misteriosa figura.
- Mi lord – hablo por primera vez, denotando al voz de una mujer – conseguí las pruebas.
Interesado por la información, el hombre le indico que continuara.
- Encontré un árbol familiar que indica la unión de un veela con la familia Malfoy, hace unas cinco generaciones – aseguro Bella emocionada – Esto prueba que el chico tiene parte Veela, aunque no explica como pudo acabar tan fácilmente con Greyback, los Veelas suelen ser más pasivos, pero prometo descubrirlo.
- Silencio – Ordeno con voz tranquila, pero amenazante – cuando te di la oportunidad de buscar pruebas, sinceramente solo quería que te fueras y dejaras tus tontas ideas en paz. Al parecer eso no paso. El punto Bella, es que Draco Malfoy es una pieza importante en mi plan, y el día de hoy ha venido a jurarme lealtad. Eso es lo que importa, no tus alucinaciones.
-Pero el árbol – intento hacerle ver la pelinegra.
- El árbol seguramente es una artimaña, algún truco creado por los enemigos de los Malfoy para desprestigiarlos. Nada nuevo entre sangre puras.- siguió Voldemort – Ahora, si pudieras dejar las tonterías de lado y ser de verdadera utilidad, necesito que alguien entrene a los nuevos reclutas.
-Pe…pero Malfoy y…
- ¿¡ESTAS RETANDOME!?
-N...No mi Lord, iré a entrenar a los reclutas de inmediato. – aun asustada la mujer camino presurosa a la salida.
- Bella – la detuvo Voldemort - Ignis intestina
Una luz rojiza la cubrió, antes de comenzar a sentir como su interior comenzaba a calentarse. Poco a poco la temperatura subía, mientras su cuerpo se colapsaba en el suelo.
- Dentro de diez minutos el hechizo se desvanecerá, hasta entonces disfruta tu castigo. – la sonrisa demoniaca que ilumino el rostro del mago obscuro, le recordó a Bellatrix por que se había unido a él en primer lugar.
Sola, por fin, se permitió sollozar levemente. No importaba cuanto tuviera que sufrir por la mano de su amo, siempre que le permitiera permaneces a su lado.
Nadie le iba a alejar de él, no lo había hecho su familia, no lo había logrado Lucius y mucho menos lo iba a lograr el mocoso de su sobrino.
Iba a acabar con ellos, le mostraría al Lord que eran unos traidores, que ella era quien merecía estar a su lado, no unos estúpidos rubios elitistas.
- Te digo que estas mal Ronald. Las tres maldiciones imperdonables fueron prohibidas en 1513, todas el mismo año – insistía Hermione por quinta vez.
- Enserio Mione, puedes ser todo lo cerebrito que quieras pero de DCAO no tienes ni idea – dijo el pelirrojo, ganándose un par de risas por parte el resto de la mesa – las imperdonables fueron descubiertas, nombradas y restringidas en diferentes años cada una.
-Yo insisto en que estas en un error. Lo que te dije lo leí en uno de los libros de historia de la magia – contraataco la castaña.
- Por eso es que no tienes ni idea de DCAO. Harry sabe que tengo razón. ¿Verdad hermano?- soltó Weasley- ¿Harry?
El-niño-que-vivió permaneció imperturbable, toda su atención en la ventana que mostraba algunas nubes de tormenta formándose.
Estaba preocupado por Draco. Cualquier cosa podía pasar y las alternativas no dejaban de bailar en su cabeza.
Un escalofrió le recorrió el cuerpo, seguido de un sobresalto al sentir una mano en su hombro. Blaise Zabini le sonrió.
- Todo va a salir bien. A pasado solo una hora, no deberías de preocuparte todavía. – intento animarlo.
- Desearía no tener que hacerlo, pero tengo experiencia en planes que salen mal y cosas que se complican.- dijo nervioso jugando con sus manos, para luego esconder su cara en ellas – Tal vez no fue buena idea.
- Era lo correcto.- escucho que dijo Nott, que había permanecido callado desde que llegaron, únicamente para responder alguna que otra pregunta por parte de Neville.
- Además, si pasa algo, siempre podemos hacer caso a ese instinto de reacción rápida que tienen los Gryffindor´s – intervino Blaise
- ¡Oye! – grito ofendido Ron
- Ven, reacción rápida. Si se hubiera detenido a pensarlo un poco, se daría cuenta de que no lo estaba insultando.
- ¿Estás diciendo que yo no pienso las cosas? El de pocas luces aquí eres tú. – rebatió el pelirrojo
- ¿Pocas luces? ¿Yo? Yo no soy quien piensa que cualquier intento de plática es para pelear.
- Es porque siempre termina en pelea.
- Pero no significa que la busque – dijo Zabini subiendo el tono de voz
- Pues no haces mucho para evitarlo – le imito Ron
- ¡Te ayude durante el ataque!
-¡Porque era el amigo de Harry Potter! ¡Nunca me hubieras hecho nada por mí simplemente por que sí!
-¿¡Y Davis sí!? ¡Yo intente ayudarte, el mocoso estaba luciéndose! ¡Casi hace que los maten mientras posaba con su varita!
-El solo trataba de detener a los mortifagos – Contrataco el pelirrojo.
-¿Seduciéndolos? No puede ser que creas que eso ayuda. No eres tan tonto.
-¿¡Ahora dices que soy tonto!?
-¡No me refería a eso!
-¡Pero lo crees, crees que soy tonto!
-¡QUE NO!
-¡QUE SI!
-¡QUE NO!
-¡QUE SI!
-¡POR AMOR A MERLIN, WEASLEY! ¡EL TONTO AQUI SOY YO, POR SENTIRME ATRAIDO POR ALGUIEN TAN NECIO COMO TU!
Las palabras del chico dejaron a todos atónitos, a excepción de Theo, que ya se imaginaba algo por el estilo.
-¿Qué dijiste?- susurro el Gryffindor.
-Na..Nada – Tartamudeo Blaise antes de salir corriendo del lugar.
- deberías seguirlo Ron – le aconsejo Neville, después de un momento de silencio. En respuesta solo hubo un asentimiento, antes de ver el cabello naranja desaparecer por la puerta.
-Eso fue…inesperado – susurro Hermione.
-Y no tanto a la vez- Acordó Theodore.
Harry sonrió un poco, agradecido por la distracción.
-D&H-
Había escuchado la frase “Las apariencias engañan”, sabía que era cierta, teniendo en cuenta que el mismo vivía en un mundo lleno de ellas. Pero jamás imagino estar parado frente al epitome de aquello.
Ante sus ojos se alzaba una mansión de estilo victoriano, completamente blanca, flores por todos lados y hermosos vitrales.
Esto no sería considerado como factor para el uso de la frase, a menos que pretendieras encontrarte con el mago obscuro más grande y peligroso del momento. Cosa que parecía que iba a hacer, por el andar seguro de su padre.
-¿Estás seguro que es aquí? – pregunto.
- Es aquí. Al Lord le pareció el disfraz perfecto para el cuartel, y tengo que admitir que funciona bastante bien, aunque sigo pensando que la idea es descabellada.- le respondió su padre, deteniéndose un par de metros de la puerta. – Bien, recuerda lo que te dije. No contacto visual, hablas cuando te lo indiquen y por amor a Merlín, si el lord insulta a Potter no abras la boca.
El asentimiento por parte del menor le basto, antes de volver a caminar. Bajo su capa, Draco se aferró a su varita.
Los pasillos permanecían iluminados gracias a los grandes ventanales, aunque eso no desaparecía la atmosfera lúgubre que reinaba en el lugar.
-Todo va a salir bien Draco – le animo en un susurro Lucius, frente a la entrada del salón principal. El menor solo asintió mostrando en su rostro únicamente un ligero seño.
Con un chirrido las puertas se abrieron. Draco Malfoy tomo aire, y con pasos precisos entro en la sala.
Esta distaba del resto de la fachada. Con gruesos cortinajes se habían cubierto las ventanas, llenando el lugar con sombras. Un par de candelabros y la chimenea eran la única fuente de luz. En el centro de la habitación una gran mesa, de roble quiso suponer el rubio, rodeada por, al menos, veinte sillas.
- bienvenido Joven Malfoy – la voz seca, y hasta cierto punto serpentina, se escuchó por todo el lugar.
Frente a él, en la cabecera, se encontraba nada menos y nada más que el hombre que había arruinado la vida de su Hjerte, además claro, de ser el mago obscuro más poderoso.
- Mi lord – saludo con una ligera reverencia.
Voldemort se levantó de su asiento, caminando pausadamente por el gran salón. Todas las miradas le seguían mientras se acercaba poco a poco al menor de los Malfoy.
- Lucius me ha dicho que tienes gran interés en unirte a la causa, Draco – siseo el hombre – estoy bastante complacido, a decir verdad, eres el heredero de una de las familias más importantes de las islas y tu ayuda me resultara muy útil.
Su boca estaba seca, no sabía se por la furia que le carcomía al pensar que aquel hombre quería acabar con Harry, o por el miedo a ser descubierto. Decidió asentir únicamente.
- Perfecto. Me encantaría marcarte ya mismo, pero según los informes de Severus, Dumbledore ha reforzado su sistema de vigilancia. – Soltó el lord – sin embargo, necesito que hagas algo por mí, pequeño Malfoy.
Volvió a asentir tranquilamente.
El viperino hombre hiso una señal y la sala se vacío rápidamente, únicamente permanecieron su padre, Voldemort y el.
- La misión que quiero encomendarte es en extremo secreta y delicada. Tu padre será informado, pues será tu contacto. Cualquier información que tengas sobre la misión se la entregaras a él, encriptada por supuesto. – Anuncio - Ahora. Dentro del castillo, se encuentran dos elementos indispensables para mi plan de conquista. Con ellos lograre volverme el mago más poderoso de todos los tiempos.
Los ojos rojos del mayor refulgieron con locura, mientras su mente se perdía brevemente en las imágenes de su plan.
Nota mental: El tipo está completamente loco, delira y sufre de alucinaciones.
- ¿Mi lord? – lo llamo Lucius. Si Voldemort noto que se había quedado callado o no, era un misterio. Pero continúo con su plan.
-Como decía antes de que tu padre nos interrumpiera, hay dos cosas en Hogwarts que necesito. Una de ellas en un enigma por el momento, aun hay que trascribir algunos textos para saber la verdadera forma del objeto. La segunda es una persona, nada más y nada menos que nuestro ilustre Harry Potter. Ahí es donde necesito de tu ayuda, querido Draco. Sé que tú y el chico no se llevan bien, pero tienes que hacer un esfuerzo por convencerlo de lo contrario y acercarte a él. Gánate su confianza, su amistad, y si se puede algo más. Tienes que tenerlo en tus garras, para cuando tenga todas las piezas. – termino por explicar el hombre.
Los pensamientos de ambos Malfoy eran un torbellino de planes, conversaciones y demás. El Lord les había dado la pauta para frustrar sus planes, era su oportunidad para evitar la guerra.
- Claro está, que al decirles de mis planes necesito una salvaguarda – soltó Voldemort, interrumpiendo a los rubios. - Occultas cogitationes
El hechizo los golpeo a ambos, haciéndolos trastabillar.
La cabeza comenzó a dolerle, mientras las palabras del Lord parecían querer desvanecerse. Se aferró a la plática con todo su ser. Momentos después su cabeza dejo de zumbar.
Miro a su padre en busca de explicaciones, pero el hombre parecía bastante confundido. Decidió imitar su expresión hasta saber que pasaba.
- No se preocupen, el hechizo oculta sus pensamientos, pero la idea sigue en sus mentes, así que aun harán lo que les pedí, pero no tendrán conciencia de ello. – aclaro el Lord.
Sin más el hombre tomo a Nagini y salió por una de las puertas laterales.
Draco se aseguró de recordar cada una de sus palabras; Todo seguía allí.
-D&H-
Cada cosa estaba cayendo en su lugar, cada una de las personas que necesitaba estaban acudiendo a su llamado. Solo faltaba descifrar el maldito pergamino y juntar los elementos. Si todo iba bien el mundo mágico seria su regalo de Navidad.
Un golpe en la puerta le hiso despertar de sus cavilaciones. Con un giro de su mano dejo entrar a la misteriosa figura.
- Mi lord – hablo por primera vez, denotando al voz de una mujer – conseguí las pruebas.
Interesado por la información, el hombre le indico que continuara.
- Encontré un árbol familiar que indica la unión de un veela con la familia Malfoy, hace unas cinco generaciones – aseguro Bella emocionada – Esto prueba que el chico tiene parte Veela, aunque no explica como pudo acabar tan fácilmente con Greyback, los Veelas suelen ser más pasivos, pero prometo descubrirlo.
- Silencio – Ordeno con voz tranquila, pero amenazante – cuando te di la oportunidad de buscar pruebas, sinceramente solo quería que te fueras y dejaras tus tontas ideas en paz. Al parecer eso no paso. El punto Bella, es que Draco Malfoy es una pieza importante en mi plan, y el día de hoy ha venido a jurarme lealtad. Eso es lo que importa, no tus alucinaciones.
-Pero el árbol – intento hacerle ver la pelinegra.
- El árbol seguramente es una artimaña, algún truco creado por los enemigos de los Malfoy para desprestigiarlos. Nada nuevo entre sangre puras.- siguió Voldemort – Ahora, si pudieras dejar las tonterías de lado y ser de verdadera utilidad, necesito que alguien entrene a los nuevos reclutas.
-Pe…pero Malfoy y…
- ¿¡ESTAS RETANDOME!?
-N...No mi Lord, iré a entrenar a los reclutas de inmediato. – aun asustada la mujer camino presurosa a la salida.
- Bella – la detuvo Voldemort - Ignis intestina
Una luz rojiza la cubrió, antes de comenzar a sentir como su interior comenzaba a calentarse. Poco a poco la temperatura subía, mientras su cuerpo se colapsaba en el suelo.
- Dentro de diez minutos el hechizo se desvanecerá, hasta entonces disfruta tu castigo. – la sonrisa demoniaca que ilumino el rostro del mago obscuro, le recordó a Bellatrix por que se había unido a él en primer lugar.
Sola, por fin, se permitió sollozar levemente. No importaba cuanto tuviera que sufrir por la mano de su amo, siempre que le permitiera permaneces a su lado.
Nadie le iba a alejar de él, no lo había hecho su familia, no lo había logrado Lucius y mucho menos lo iba a lograr el mocoso de su sobrino.
Iba a acabar con ellos, le mostraría al Lord que eran unos traidores, que ella era quien merecía estar a su lado, no unos estúpidos rubios elitistas.
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