Capitulo 7
Cuando tenía diez años, un par de días antes de partir a Hogwarts, su padre se sentó en su cama, algo impropio de él, y le conto de la relación que tenían los Malfoy y las Veelas.
Fue una gran sorpresa a decir verdad, algo que cambio la idea que tenia de su familia. Su padre sonaba orgulloso de ello, aunque la unión entre un mago y una creatura no era tan bien vista. Queriendo reflejar el orgullo que mostraba su padre decidió investigar. El seria la persona más preparada para recibir su herencia en la historia de Hogwarts.
Para cuando su décimo sexto cumpleaños llego estaba listo. No había nada que pudiera sorprenderlo.
Veela dominante. Eso sí fue sorpresa.
Pero habiendo estudiado a las Veelas, sus comportamientos y habilidades, adaptarse no presentaba un gran problema. Su candidato a Hjerte, sí que lo era.
Durante años, llevado de la mano por las historias románticas que llenaban los libros referentes a Veelas, fantaseo con conocer a su Hjerte, su otra mitad, el amor de su vida, su alma gemela y toda esa cursilería. Al principio se imagino una chica guapa, de cabello rubio al igual que el suyo y ojos azules. De hecho, ahora que lo pensaba, sus primeros pensamientos sobre su pareja se parecían bastante a su madre.
Con el tiempo pudo contemplar dentro de la ecuación a un hombre como posible candidato, al mismo tiempo que cambiaba el cabello rubio por uno más obscuro y los ojos azules por unos un poco mas verdoso; debió imaginarse que el que esos ojos se parecieran sospechosamente a los de alguien que conocía era una señal, pero lo desestimo ante la expectativa cada vez más cercana de conocer a su Hjerte.
El golpe fue fatal.
Una vez pasados los molestos cambios tanto físicos, como mágicos, se dio cuenta de la identidad de su Hjerte con un solo pensamiento, dejándolo en shock por aproximadamente una hora, para seguir con la negación en toda su forma, incluyendo, como no, el típico berrinche tan inapropiado para un Malfoy.
Aceptarlo le tomo, increíblemente, dos días. Uno pensaría que nada mas descubrir a su Hjerte un Veela queda completamente enamorado, lamentablemente la realidad era otra, y Draco sabía, dada la larga lista de antecedentes, que no podía tener de Hjerte a su enemigo. Se matarían entre ellos en menos de cinco minutos.
La idea de intentar lastimar a su Hjerte acabo con sus dudas llevándolo a la resignación, seguida en un lapso de menos de un día, por amarga aceptación.
Ahora se preguntaba si no hubiera sido mejor que su Hjerte hubiera sido cualquier otro, de preferencia alguien a quien pudiera manejar o como mínimo alguien que no le diera dolores de cabeza.
Un suspiro profundo escapo de sus labios, mientras intentaba poner atención a su libro de pociones, en vez de estar observando cada movimiento de la mesa frente a él.
- Deja de hacer eso- indico Theo sin levantar la vista de sus apuntes.
- No puede evitarlo, está enamorado – susurro Blaise imitando la voz de una chica
- Cállate Blaise- ordeno el rubio escondiendo su rostro entre las páginas de su libro
- Es tu culpa estar así – volvió a hablar Theo – si le hablaras en vez de solo mirar podrías concentrarte en tus deberes.
- ¿Hablarle? ¿Qué no recuerdas que prácticamente me grito que me alejara?...por un segundo pensé que me mandaría a volar permanentemente – exclamo angustiado por la sola idea
- No creo que eso sea posible – rebatió el castaño
- ¿Ah no? Ilústrame – lo reto Malfoy
- En primera: el solo hecho de que no se haya negado apenas le dijiste de que iba todo ya es una buena señal. Segunda: acaso no has notado como parece que Potter se mantiene en tu rango de visión misteriosamente o como a rechazado la compañía de más de la mitad del alumnado. Tercera: me parece que cada vez que estas lo suficientemente cerca Potter parece estar luchando por decir algo, pero o no se decide, o no tiene muy claro como decirlo porque siempre termina por cerrar la boca y solo mirarte con ojos de perrito perdido, o debería decir gatito perdido. – explico el chico de ojos castaños
- Muy bien Theo, eso es ser un buen observador – lo felicito Blaise
- Me parece que te imaginas cosas Nott, la última vez que cheque Harry me detestaba, ¿Por qué si no, me gritaría en pleno comedor? – dijo Draco
- Porque lo atosigabas – respondió el cerebrito del grupo
- ¿Atosigarlo? – pregunto incrédulo el rubio
- Claro, ¿o te crees que es fácil tener detrás tuyo a alguien que pierde los papeles cada vez que alguien se acerca demasiado? Vamos Dragón, por mas halagador que sea el que celes a alguien, eventualmente se vuelve agobiante, ahora imagina si apenas te estás planteando la idea de conocer al susodicho. Estoy seguro que Potter no intentaba que le dejaras de hablar, más bien quería que le dieras un poco de espacio. –explico el italiano
- No estoy seguro de que tengas razón – dijo el ojiplata
Ambos amigos negaron simplemente con la cabeza en señal de derrota.
Sus pensamientos siguieron de la misma forma el resto del fin de semana, dando paso a un malestar que le quitaba el sueño y le impedía relajarse.
Para el lunes por la mañana, sus ojeras eran color verdoso, sus ojos estaban inyectados en sangre y su piel había tomado una coloración gris muy poco saludable. Oculto todo esto tras un hechizo glamur y se vio remolcado por sus amigos hasta el gran comedor en un intento de que consumiera algo de comida.
Apenas entro fijo su mirada en la mesa de quien le robaba el sueño, exhalo tranquilo al verlo sonreírle a sus amigos.
-Deberías comer un poco, te ves francamente fatal – hablo Blaise mirándolo tras una mueca para enfatizar su estado
- Gracias Blaise yo también te aprecio – respondió con todo el sarcasmo y el mal humor que se cargaba.
- La verdad sea dicha Draco, por mas glamur que uses sabemos que no has dormido nada y seguramente estas agarrado de la mesa para no irte corriendo a la mesa de los leones. – intervino Theodore
- Miren se que se preocupan por mi pero puedo yo solo, solo necesito tranquilizarme un poco, mis instintos están un poco alterados, nada de qué preocuparse. – intento tranquilizarlos el rubio respirando profundamente.
Toda su concentración se fue por el retrete una vez el trió dorado se levanto con intención de ir a su primera clase y el los siguió automáticamente a una distancia prudente. Inmediatamente se dio cuenta que no era el único que seguía al trió dorado a la distancia. Un Hufflepuff, por el color de su corbata, caminaba tranquilamente detrás de los chicos pero antes de que pudiera verle la cara el muchacho se había ido por uno de los tantos pasillos.
Rápidamente olvido el incidente una vez hubo llegado al aula de Historia, donde una gran cantidad de Gryffindor´s esperaba la llegada del profesor. Llamo su atención que pese a ser una clase impartida por uno de los mayores iconos de la casa de las serpientes, ninguno de sus compañeros estuviera ahí.
No tuvieron que esperar mucho ya que la figura del nuevo profesor apareció por la puerta, se negaba a pensar en él como su padre, en esos momentos.
—Pasen. —Fue todo lo que salió de la boca del profesor, antes de que diera la vuelta rumbo a su escritorio.
Obviamente todos apuraron el paso para entrar y fue en ese momento de su encrucijada; tomar su lugar usual, del lado de Slytherin o sentarse detrás de su hjerte. Gano su instinto de supervivencia, necesitaba prestar toda la atención que pudiera y solo lo lograría estando lo suficientemente cerca de su dolor de cabeza.
La clase con Lucius fue mucho más entretenida de lo que creyó, además de la increíble interrupción por parte de su casa, y con todo el ajetreo logro olvidarse de su malestar durante el tiempo que duro.
Después de finalizada y tras haberle asegurado a su padre, extraoficialmente claro, que estaba todo bien, cosa que seguramente no le creyó, se apresuro a llegar al aula de Duelo, únicamente para encontrar a su Hjerte siendo acosado por un Hufflepuff. El mismo Hufflepuff que lo había seguido en la mañana; Justin Fin-Flecher.
Escucho como el castaño coqueteaba sin descaro, y se rio al ver la cara de confusión de su Gryffindor, una vez hubo captado al indirecta. Fue en ese momento decidió salir en su ayuda y reclamar el lugar que le pertenecía.
—Si quieres saber tantos detalles de su vida, te sugiero que compres El Profeta, ahí parecen encontrar fascinante cómo Potter bosteza —intervino Draco. Nadie se había percatado de su llegada y ahora se encontraba parado a un lado de ellos, sonrió para sus adentros.
—Malfoy ¿Qué no te enseñaron a no interrumpir? ¿O es que tu linaje no alcanza para tanto? —gruñó Justin, muy molesto por la intervención.
— ¿Y a ti no te enseñaron a respetar las cosas de los demás? —cuestionó de vuelta el rubio sin inmutarse, tomando asiento a un lado de Harry.
—De nuevo con lo de la posesión— el Gryffindor puso los ojos en blanco—. ¿En qué idioma te lo digo Draco, para que entiendas que NO soy una cosa? —replicó Potter.
—Según recuerdo, hace algunos días dijiste que eras mío. Claro que si gustas repetirlo, lo puedes decir en parsel, es una lengua que encuentro por demás interesante —propuso Draco pasando su brazo por la cintura del joven más bajo.
Noto como el ojiverde se removía para soltarse, supuso que estaba incomodo así que decidió alejarse un poco antes de que le terminara gritando como el otro día. Apenas se alejo un par de centímetros cuando noto el cuerpo del moreno relajarse dentro de su agarre. Antes de que siquiera pudiera reaccionar ante tal cosa se vio nuevamente interrumpido por Fin-Flecher.
—No entiendo qué necesidad tienes de estar tan cerca de Harry, Malfoy. Pero a mí parecer, él no te quiere aquí —habló soltando todo el desprecio que sentía. Él ni se inmuto, seguro que a Harry no le incomodaba en lo absoluto.
—En realidad, no me importa mucho —dijo resignado desde los brazos de Draco.
La cara del castaño se mantuvo impávida, sólo la pequeña vena palpitante en su sien delató el profundo enfado hacia Draco. Sonrió complacido por la reacción del castaño y decidió contraatacar.
—Ya escuchaste Fin-Flecher. Ahora haz el favor de quitarte de enfrente —ordenó Malfoy apretando contra él el cuerpo del moreno—. Tapas la vista.
Furioso, no le quedó más remedio que retirarse. Pero no se rendiría en su conquista. Para Justin, mientras Harry no dijera lo contrario él no pararía en su fin de conseguir una cita con el joven de verde mirada.
Cuando el Hufflepuff se hubo marchado, Harry se giró a encarar a Draco.
—Tú y yo debemos hablar. No creas que porque me sacaste de esta incómoda situación estás perdonado por ignorarme —riñó Harry.
—Te recuerdo que fuiste tú quién me dijo que me alejara en la cena del sábado —dijo Draco con una ceja alzada. No obtuvo respuesta del de ojos verdes, por lo que cansado prosiguió a contarle su intención.
»Después de clase hablaremos todo lo que quieras ¿Te parece? Además, tengo que explicarte un par de cosas sobre los Veela —dijo Draco más relajado, pero aún sin soltarlo.
— Bien —aceptó—. Pero sigo enfadado. —Harry se volteó a ver la puerta abrirse y por donde apareció Remus Lupin un par de segundos después.
Su corazón salto al escuchar el reclamo, que a todas luces era por haberlo ignorado. No sabía que tanto estaban avanzando en su relación, pero al menos estaba seguro que ya estaba anclado en la mente del ojiverde y planeaba ocupar todo el espacio posible.
Con ese último pensamiento se dispuso a poner toda su atención en la clase.
-D&H-
“Ser parte de esta familia implica mostrar al mundo perfección y dejar nuestra humanidad en casa.”
Ese era el lema de su familia.
Por años creyó que se remontaba a generaciones, que ser un Malfoy implicaba perfección.
La verdad era otra.
Fue su padre quien lo volvió parte de la herencia familiar. Antes de el solo era mostrar perfección. Nada humano.
Ser un Malfoy era el más grande orgullo que un mago pudiera tener. Ser un sangre pura.
Pero no lo eran, no al cien por ciento.
Cada cierto tiempo un Malfoy con herencia Veela nacía en la familia, y era deber de la familia mantenerlo oculto. Abraxas Malfoy fue uno de ellos.
Cuando Abraxas recibió su herencia los Malfoy sabían que hacer. Cortejaría a su Hjerte, en caso de que cumpliera los requisitos para formar parte de la familia, se cansaría y tendría herederos. En caso de que el Hjerte “sugerido” no fuera del agrado de sus padres, tendrían que buscar otro candidato a Hjerte. Simple.
Un plan que había funcionado por años. Hasta ese momento.
La, en ese entonces, señora Malfoy tenía otros planes.
Criada en una familia orgullosa de su linaje, con ideas profundamente conservadoras, se negaba a que su hijo escogiera como Hjerte a un hombre. Y Larence Withmore lo era.
Larence era un chico alegre, rico, apuesto y sangre pura, todo lo necesario para ser la pareja perfecta de un Malfoy, además de ser el mejor amigo de Abraxas. Pero a la señora Malfoy poco le importo.
No era que los matrimonios entre gente del mismo sexo estuvieran prohibidos, o que los embarazos masculinos fueran extraños, simplemente había familias que no lo entendían.
Aun sabiendo que su hijo ya había decidido cortejar al joven Withmore, la señora Malfoy ideo un plan, uno con el que lograría convencer a Abraxas de desposar a una dama.
Maldijo a Larence, transformando al alegre joven en un gato.
Abraxas intento todo para romper la maldición pero nada funciono, su único consuelo fue el de poder mantener al gato con él.
El último de los Malfoy accedió al final a contraer nupcias con una joven de familia destacada y procrear un hijo, que se volvió su luz durante un tiempo hasta que la necesidad de permanecer con su Hjerte fue demasiada, enclaustrándose en el estudio la mayor parte del tiempo.
El día que su padre murió fue el mismo día que el gato color caramelo, no despertó más.
Por eso era que Lucius se había esforzado en encontrar a alguien como Narcisa, inteligente, carismática, elegante y con cero intención de mantener una relación amorosa con él, para despistar a su madre. Sumándole que había sido Narcisa la que le había abierto los ojos en lo referente a Severus.
Ahora aplicaba la misma idea de su padre, únicamente dentro de cuatro paredes se transformaba en lo que realmente era, un hombre perdidamente enamorado de un pocionista necio y serio.
- Deja de pensar tanto – le indico Severus acomodándose mejor en el sofá.
- Estaba recordando- explico el
- ¿Qué? Si se puede saber – el ojinegro lo miro por sobre el libro que estaba entre sus manos
- Acerca de mi padre y Larence – dijo encogiéndose de hombros restándole importancia.
-Oh- fue todo lo que soltó el hombre antes de volver a esconderse tras su libro
El rubio se volvió a acomodar, con la cabeza en el regazo del azabache y los ojos cerrados, intentaba encontrar algo que ayudar a su hijo en su intento de conquistar al necio león.
- Deberías relajarte Luc, solo lograras que te duela la cabeza – intervino de nuevo el pocionista mientras masajeaba suavemente los rubios cabellos.
- Lo sé, pero no puedo evitarlo, mi familia y sus secretos. No tenemos la mejor historia en lo referente a romances. Y antes de que digas nada, ya sé que lo de Draco y Potter no es un romance, aun, pero tienes que admitir que no sería la gran sorpresa si decidieran intentarlo. Agreguemos la guerra y mi papel como mano derecha del Lord. Todo puede salir mal - Soltó en carrerilla, era evidente para cualquiera que Lucius Malfoy había perdido los papeles.
- ¿Qué hay de los aspectos positivos? – Los ojos grises mirándolo con suspicacia lo interrumpieron – No me mires así, no seré el ser más positivo que exista pero logro notar cuando hay oportunidades y aquí las hay. Primero el carácter de ambos evitara que Potter se aburra de Draco además de que le ayudara a entrar en razón al mocoso. La historia entre ellos, si bien no es la mejor manera de empezar una relación también ayuda, se conocen bastante bien por andar vigilando lo que el otro hacía, además de que todo el colegio piensa que sus peleas son por la tención sexual entre ellos. Y por ultimo tu posición con el lord nos sirve a todos, incluyendo a Potter. No sabemos cuánto tarde en descubrirme y si eso pasa nos quedaremos sin informante. – explico el ojinegro dejando de lado el libro que leía para concentrarse en su pareja.
La idea de que el Lord descubriera a Severus le asustaba más que convertirse el mismo en espía; el Lord no perdonaba una traición.
- No te va a descubrir – dijo el mayor seriamente incorporándose en su sitio.
- Intentare que no pase, pero en el caso que me descubra ya no podre seguir siendo el espía de la orden y ahí es donde entras tu. – rectifico el moreno suavizando su expresión, solo para Lucius
- Más le vale a Potter acabar con el Lord antes de que eso pase. Si lo hace juro pagar la boda más impresionante que se pueda imaginar, cuando por fin salgan de la negación donde parece que viven – sentencio Malfoy
-Asumiendo que acepte a Draco – le recordó Severus
- Se que lo aceptara, la duda es cuando – concluyo el rubio retomando su lugar en el regazo del pocionista.
Severus Snape sonrio al imaginar la situación. Un par de labios sobre los suyos lo distrajeron de sus pensamientos.
- Te amo – soltó el mayor antes de cerrar los ojos
La única respuesta que recibió fueron los hábiles dedos del pocionista pasando tranquilamente por entre su cabello, y sonrió.
“Ser parte de esta familia implica mostrar al mundo perfección y dejar nuestra humanidad en casa.”
Ahora entendía lo que realmente quería decir su padre, ser un Malfoy no se trataba de arrogancia, si no de dar lo mejor de uno a quienes realmente importaban y si lo mejor eran ellos mismos, que mejor que darse únicamente a sus seres queridos.
Fue una gran sorpresa a decir verdad, algo que cambio la idea que tenia de su familia. Su padre sonaba orgulloso de ello, aunque la unión entre un mago y una creatura no era tan bien vista. Queriendo reflejar el orgullo que mostraba su padre decidió investigar. El seria la persona más preparada para recibir su herencia en la historia de Hogwarts.
Para cuando su décimo sexto cumpleaños llego estaba listo. No había nada que pudiera sorprenderlo.
Veela dominante. Eso sí fue sorpresa.
Pero habiendo estudiado a las Veelas, sus comportamientos y habilidades, adaptarse no presentaba un gran problema. Su candidato a Hjerte, sí que lo era.
Durante años, llevado de la mano por las historias románticas que llenaban los libros referentes a Veelas, fantaseo con conocer a su Hjerte, su otra mitad, el amor de su vida, su alma gemela y toda esa cursilería. Al principio se imagino una chica guapa, de cabello rubio al igual que el suyo y ojos azules. De hecho, ahora que lo pensaba, sus primeros pensamientos sobre su pareja se parecían bastante a su madre.
Con el tiempo pudo contemplar dentro de la ecuación a un hombre como posible candidato, al mismo tiempo que cambiaba el cabello rubio por uno más obscuro y los ojos azules por unos un poco mas verdoso; debió imaginarse que el que esos ojos se parecieran sospechosamente a los de alguien que conocía era una señal, pero lo desestimo ante la expectativa cada vez más cercana de conocer a su Hjerte.
El golpe fue fatal.
Una vez pasados los molestos cambios tanto físicos, como mágicos, se dio cuenta de la identidad de su Hjerte con un solo pensamiento, dejándolo en shock por aproximadamente una hora, para seguir con la negación en toda su forma, incluyendo, como no, el típico berrinche tan inapropiado para un Malfoy.
Aceptarlo le tomo, increíblemente, dos días. Uno pensaría que nada mas descubrir a su Hjerte un Veela queda completamente enamorado, lamentablemente la realidad era otra, y Draco sabía, dada la larga lista de antecedentes, que no podía tener de Hjerte a su enemigo. Se matarían entre ellos en menos de cinco minutos.
La idea de intentar lastimar a su Hjerte acabo con sus dudas llevándolo a la resignación, seguida en un lapso de menos de un día, por amarga aceptación.
Ahora se preguntaba si no hubiera sido mejor que su Hjerte hubiera sido cualquier otro, de preferencia alguien a quien pudiera manejar o como mínimo alguien que no le diera dolores de cabeza.
Un suspiro profundo escapo de sus labios, mientras intentaba poner atención a su libro de pociones, en vez de estar observando cada movimiento de la mesa frente a él.
- Deja de hacer eso- indico Theo sin levantar la vista de sus apuntes.
- No puede evitarlo, está enamorado – susurro Blaise imitando la voz de una chica
- Cállate Blaise- ordeno el rubio escondiendo su rostro entre las páginas de su libro
- Es tu culpa estar así – volvió a hablar Theo – si le hablaras en vez de solo mirar podrías concentrarte en tus deberes.
- ¿Hablarle? ¿Qué no recuerdas que prácticamente me grito que me alejara?...por un segundo pensé que me mandaría a volar permanentemente – exclamo angustiado por la sola idea
- No creo que eso sea posible – rebatió el castaño
- ¿Ah no? Ilústrame – lo reto Malfoy
- En primera: el solo hecho de que no se haya negado apenas le dijiste de que iba todo ya es una buena señal. Segunda: acaso no has notado como parece que Potter se mantiene en tu rango de visión misteriosamente o como a rechazado la compañía de más de la mitad del alumnado. Tercera: me parece que cada vez que estas lo suficientemente cerca Potter parece estar luchando por decir algo, pero o no se decide, o no tiene muy claro como decirlo porque siempre termina por cerrar la boca y solo mirarte con ojos de perrito perdido, o debería decir gatito perdido. – explico el chico de ojos castaños
- Muy bien Theo, eso es ser un buen observador – lo felicito Blaise
- Me parece que te imaginas cosas Nott, la última vez que cheque Harry me detestaba, ¿Por qué si no, me gritaría en pleno comedor? – dijo Draco
- Porque lo atosigabas – respondió el cerebrito del grupo
- ¿Atosigarlo? – pregunto incrédulo el rubio
- Claro, ¿o te crees que es fácil tener detrás tuyo a alguien que pierde los papeles cada vez que alguien se acerca demasiado? Vamos Dragón, por mas halagador que sea el que celes a alguien, eventualmente se vuelve agobiante, ahora imagina si apenas te estás planteando la idea de conocer al susodicho. Estoy seguro que Potter no intentaba que le dejaras de hablar, más bien quería que le dieras un poco de espacio. –explico el italiano
- No estoy seguro de que tengas razón – dijo el ojiplata
Ambos amigos negaron simplemente con la cabeza en señal de derrota.
Sus pensamientos siguieron de la misma forma el resto del fin de semana, dando paso a un malestar que le quitaba el sueño y le impedía relajarse.
Para el lunes por la mañana, sus ojeras eran color verdoso, sus ojos estaban inyectados en sangre y su piel había tomado una coloración gris muy poco saludable. Oculto todo esto tras un hechizo glamur y se vio remolcado por sus amigos hasta el gran comedor en un intento de que consumiera algo de comida.
Apenas entro fijo su mirada en la mesa de quien le robaba el sueño, exhalo tranquilo al verlo sonreírle a sus amigos.
-Deberías comer un poco, te ves francamente fatal – hablo Blaise mirándolo tras una mueca para enfatizar su estado
- Gracias Blaise yo también te aprecio – respondió con todo el sarcasmo y el mal humor que se cargaba.
- La verdad sea dicha Draco, por mas glamur que uses sabemos que no has dormido nada y seguramente estas agarrado de la mesa para no irte corriendo a la mesa de los leones. – intervino Theodore
- Miren se que se preocupan por mi pero puedo yo solo, solo necesito tranquilizarme un poco, mis instintos están un poco alterados, nada de qué preocuparse. – intento tranquilizarlos el rubio respirando profundamente.
Toda su concentración se fue por el retrete una vez el trió dorado se levanto con intención de ir a su primera clase y el los siguió automáticamente a una distancia prudente. Inmediatamente se dio cuenta que no era el único que seguía al trió dorado a la distancia. Un Hufflepuff, por el color de su corbata, caminaba tranquilamente detrás de los chicos pero antes de que pudiera verle la cara el muchacho se había ido por uno de los tantos pasillos.
Rápidamente olvido el incidente una vez hubo llegado al aula de Historia, donde una gran cantidad de Gryffindor´s esperaba la llegada del profesor. Llamo su atención que pese a ser una clase impartida por uno de los mayores iconos de la casa de las serpientes, ninguno de sus compañeros estuviera ahí.
No tuvieron que esperar mucho ya que la figura del nuevo profesor apareció por la puerta, se negaba a pensar en él como su padre, en esos momentos.
—Pasen. —Fue todo lo que salió de la boca del profesor, antes de que diera la vuelta rumbo a su escritorio.
Obviamente todos apuraron el paso para entrar y fue en ese momento de su encrucijada; tomar su lugar usual, del lado de Slytherin o sentarse detrás de su hjerte. Gano su instinto de supervivencia, necesitaba prestar toda la atención que pudiera y solo lo lograría estando lo suficientemente cerca de su dolor de cabeza.
La clase con Lucius fue mucho más entretenida de lo que creyó, además de la increíble interrupción por parte de su casa, y con todo el ajetreo logro olvidarse de su malestar durante el tiempo que duro.
Después de finalizada y tras haberle asegurado a su padre, extraoficialmente claro, que estaba todo bien, cosa que seguramente no le creyó, se apresuro a llegar al aula de Duelo, únicamente para encontrar a su Hjerte siendo acosado por un Hufflepuff. El mismo Hufflepuff que lo había seguido en la mañana; Justin Fin-Flecher.
Escucho como el castaño coqueteaba sin descaro, y se rio al ver la cara de confusión de su Gryffindor, una vez hubo captado al indirecta. Fue en ese momento decidió salir en su ayuda y reclamar el lugar que le pertenecía.
—Si quieres saber tantos detalles de su vida, te sugiero que compres El Profeta, ahí parecen encontrar fascinante cómo Potter bosteza —intervino Draco. Nadie se había percatado de su llegada y ahora se encontraba parado a un lado de ellos, sonrió para sus adentros.
—Malfoy ¿Qué no te enseñaron a no interrumpir? ¿O es que tu linaje no alcanza para tanto? —gruñó Justin, muy molesto por la intervención.
— ¿Y a ti no te enseñaron a respetar las cosas de los demás? —cuestionó de vuelta el rubio sin inmutarse, tomando asiento a un lado de Harry.
—De nuevo con lo de la posesión— el Gryffindor puso los ojos en blanco—. ¿En qué idioma te lo digo Draco, para que entiendas que NO soy una cosa? —replicó Potter.
—Según recuerdo, hace algunos días dijiste que eras mío. Claro que si gustas repetirlo, lo puedes decir en parsel, es una lengua que encuentro por demás interesante —propuso Draco pasando su brazo por la cintura del joven más bajo.
Noto como el ojiverde se removía para soltarse, supuso que estaba incomodo así que decidió alejarse un poco antes de que le terminara gritando como el otro día. Apenas se alejo un par de centímetros cuando noto el cuerpo del moreno relajarse dentro de su agarre. Antes de que siquiera pudiera reaccionar ante tal cosa se vio nuevamente interrumpido por Fin-Flecher.
—No entiendo qué necesidad tienes de estar tan cerca de Harry, Malfoy. Pero a mí parecer, él no te quiere aquí —habló soltando todo el desprecio que sentía. Él ni se inmuto, seguro que a Harry no le incomodaba en lo absoluto.
—En realidad, no me importa mucho —dijo resignado desde los brazos de Draco.
La cara del castaño se mantuvo impávida, sólo la pequeña vena palpitante en su sien delató el profundo enfado hacia Draco. Sonrió complacido por la reacción del castaño y decidió contraatacar.
—Ya escuchaste Fin-Flecher. Ahora haz el favor de quitarte de enfrente —ordenó Malfoy apretando contra él el cuerpo del moreno—. Tapas la vista.
Furioso, no le quedó más remedio que retirarse. Pero no se rendiría en su conquista. Para Justin, mientras Harry no dijera lo contrario él no pararía en su fin de conseguir una cita con el joven de verde mirada.
Cuando el Hufflepuff se hubo marchado, Harry se giró a encarar a Draco.
—Tú y yo debemos hablar. No creas que porque me sacaste de esta incómoda situación estás perdonado por ignorarme —riñó Harry.
—Te recuerdo que fuiste tú quién me dijo que me alejara en la cena del sábado —dijo Draco con una ceja alzada. No obtuvo respuesta del de ojos verdes, por lo que cansado prosiguió a contarle su intención.
»Después de clase hablaremos todo lo que quieras ¿Te parece? Además, tengo que explicarte un par de cosas sobre los Veela —dijo Draco más relajado, pero aún sin soltarlo.
— Bien —aceptó—. Pero sigo enfadado. —Harry se volteó a ver la puerta abrirse y por donde apareció Remus Lupin un par de segundos después.
Su corazón salto al escuchar el reclamo, que a todas luces era por haberlo ignorado. No sabía que tanto estaban avanzando en su relación, pero al menos estaba seguro que ya estaba anclado en la mente del ojiverde y planeaba ocupar todo el espacio posible.
Con ese último pensamiento se dispuso a poner toda su atención en la clase.
-D&H-
“Ser parte de esta familia implica mostrar al mundo perfección y dejar nuestra humanidad en casa.”
Ese era el lema de su familia.
Por años creyó que se remontaba a generaciones, que ser un Malfoy implicaba perfección.
La verdad era otra.
Fue su padre quien lo volvió parte de la herencia familiar. Antes de el solo era mostrar perfección. Nada humano.
Ser un Malfoy era el más grande orgullo que un mago pudiera tener. Ser un sangre pura.
Pero no lo eran, no al cien por ciento.
Cada cierto tiempo un Malfoy con herencia Veela nacía en la familia, y era deber de la familia mantenerlo oculto. Abraxas Malfoy fue uno de ellos.
Cuando Abraxas recibió su herencia los Malfoy sabían que hacer. Cortejaría a su Hjerte, en caso de que cumpliera los requisitos para formar parte de la familia, se cansaría y tendría herederos. En caso de que el Hjerte “sugerido” no fuera del agrado de sus padres, tendrían que buscar otro candidato a Hjerte. Simple.
Un plan que había funcionado por años. Hasta ese momento.
La, en ese entonces, señora Malfoy tenía otros planes.
Criada en una familia orgullosa de su linaje, con ideas profundamente conservadoras, se negaba a que su hijo escogiera como Hjerte a un hombre. Y Larence Withmore lo era.
Larence era un chico alegre, rico, apuesto y sangre pura, todo lo necesario para ser la pareja perfecta de un Malfoy, además de ser el mejor amigo de Abraxas. Pero a la señora Malfoy poco le importo.
No era que los matrimonios entre gente del mismo sexo estuvieran prohibidos, o que los embarazos masculinos fueran extraños, simplemente había familias que no lo entendían.
Aun sabiendo que su hijo ya había decidido cortejar al joven Withmore, la señora Malfoy ideo un plan, uno con el que lograría convencer a Abraxas de desposar a una dama.
Maldijo a Larence, transformando al alegre joven en un gato.
Abraxas intento todo para romper la maldición pero nada funciono, su único consuelo fue el de poder mantener al gato con él.
El último de los Malfoy accedió al final a contraer nupcias con una joven de familia destacada y procrear un hijo, que se volvió su luz durante un tiempo hasta que la necesidad de permanecer con su Hjerte fue demasiada, enclaustrándose en el estudio la mayor parte del tiempo.
El día que su padre murió fue el mismo día que el gato color caramelo, no despertó más.
Por eso era que Lucius se había esforzado en encontrar a alguien como Narcisa, inteligente, carismática, elegante y con cero intención de mantener una relación amorosa con él, para despistar a su madre. Sumándole que había sido Narcisa la que le había abierto los ojos en lo referente a Severus.
Ahora aplicaba la misma idea de su padre, únicamente dentro de cuatro paredes se transformaba en lo que realmente era, un hombre perdidamente enamorado de un pocionista necio y serio.
- Deja de pensar tanto – le indico Severus acomodándose mejor en el sofá.
- Estaba recordando- explico el
- ¿Qué? Si se puede saber – el ojinegro lo miro por sobre el libro que estaba entre sus manos
- Acerca de mi padre y Larence – dijo encogiéndose de hombros restándole importancia.
-Oh- fue todo lo que soltó el hombre antes de volver a esconderse tras su libro
El rubio se volvió a acomodar, con la cabeza en el regazo del azabache y los ojos cerrados, intentaba encontrar algo que ayudar a su hijo en su intento de conquistar al necio león.
- Deberías relajarte Luc, solo lograras que te duela la cabeza – intervino de nuevo el pocionista mientras masajeaba suavemente los rubios cabellos.
- Lo sé, pero no puedo evitarlo, mi familia y sus secretos. No tenemos la mejor historia en lo referente a romances. Y antes de que digas nada, ya sé que lo de Draco y Potter no es un romance, aun, pero tienes que admitir que no sería la gran sorpresa si decidieran intentarlo. Agreguemos la guerra y mi papel como mano derecha del Lord. Todo puede salir mal - Soltó en carrerilla, era evidente para cualquiera que Lucius Malfoy había perdido los papeles.
- ¿Qué hay de los aspectos positivos? – Los ojos grises mirándolo con suspicacia lo interrumpieron – No me mires así, no seré el ser más positivo que exista pero logro notar cuando hay oportunidades y aquí las hay. Primero el carácter de ambos evitara que Potter se aburra de Draco además de que le ayudara a entrar en razón al mocoso. La historia entre ellos, si bien no es la mejor manera de empezar una relación también ayuda, se conocen bastante bien por andar vigilando lo que el otro hacía, además de que todo el colegio piensa que sus peleas son por la tención sexual entre ellos. Y por ultimo tu posición con el lord nos sirve a todos, incluyendo a Potter. No sabemos cuánto tarde en descubrirme y si eso pasa nos quedaremos sin informante. – explico el ojinegro dejando de lado el libro que leía para concentrarse en su pareja.
La idea de que el Lord descubriera a Severus le asustaba más que convertirse el mismo en espía; el Lord no perdonaba una traición.
- No te va a descubrir – dijo el mayor seriamente incorporándose en su sitio.
- Intentare que no pase, pero en el caso que me descubra ya no podre seguir siendo el espía de la orden y ahí es donde entras tu. – rectifico el moreno suavizando su expresión, solo para Lucius
- Más le vale a Potter acabar con el Lord antes de que eso pase. Si lo hace juro pagar la boda más impresionante que se pueda imaginar, cuando por fin salgan de la negación donde parece que viven – sentencio Malfoy
-Asumiendo que acepte a Draco – le recordó Severus
- Se que lo aceptara, la duda es cuando – concluyo el rubio retomando su lugar en el regazo del pocionista.
Severus Snape sonrio al imaginar la situación. Un par de labios sobre los suyos lo distrajeron de sus pensamientos.
- Te amo – soltó el mayor antes de cerrar los ojos
La única respuesta que recibió fueron los hábiles dedos del pocionista pasando tranquilamente por entre su cabello, y sonrió.
“Ser parte de esta familia implica mostrar al mundo perfección y dejar nuestra humanidad en casa.”
Ahora entendía lo que realmente quería decir su padre, ser un Malfoy no se trataba de arrogancia, si no de dar lo mejor de uno a quienes realmente importaban y si lo mejor eran ellos mismos, que mejor que darse únicamente a sus seres queridos.
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