Capitulo 6
Habían pasado un día desde la ceremonia de selección y dos desde el ataque. Las cosas parecían ir bien dentro del castillo. La mayoría de los estudiantes había optado por ignorar a los aurores. Únicamente un pequeño grupo de chicas solía pasearse alrededor de los agentes, con el fin de llamar su atención.
El trío dorado por su parte respiraba de la inusual tranquilidad que los rodeaba dados los últimos acontecimientos.
Malfoy no había vuelto a hablarle a Harry en todo el fin de semana. Más no quería decir que lo ignorara completamente. Una plateada mirada perseguía al Gryffindor donde fuera. Ronald por su parte se limitó a soñar despierto sobre la posible identidad de quien le regalo los chocolates. Y Hermione, bueno ella se pasó los dos días leyendo todo lo que encontró sobre Veelas y enviándose cartas con su amigo, Victor Krum.
Para cuando se quisieron dar cuenta, ya era lunes y ellos se encontraban sentados en el gran comedor, tomando su desayuno a la espera de los horarios de clases.
—Te lo digo Harry, no pasa de hoy que Malfoy se quiebre y te vuelva a hablar —le dijo por milésima vez la castaña.
—Y yo te digo que no me importa. Hasta donde sé, mi vida va bien sin Malfoy rondando —replico el Harry molesto por la insistencia de su amiga.
Era consiente, gracias a Hermione, que eventualmente el muchacho rubio necesitaría algo más allá de un par de miradas encontradas. Pero por ahora esperaba que eso, y el mantenerse al alcance de su vista, mantuvieran los instintos Veela a raya. Al menos hasta hacerse completamente a la idea de que pasaría el resto de su vida junto a él de una manera u otra, cosa que sorprendentemente no lo molestaba, sino más bien lo desconcertaba.
—Vamos compañero, hasta yo he notado cómo evitas los lugares como la torre o los dormitorios privados, para que Malfoy pueda encontrarte rápidamente —se burló el Gryffindor pelirrojo ante el fallido intento del moreno de negar cualquier interés hacia el menor de los Malfoy.
— ¿Tú de qué lado estás? ¿No se suponía que odiabas a Dra... —Tosió disimulando el error—... Malfoy? —preguntó Harry incrédulo por la postura de su mejor amigo.
—Lo odio, de eso no hay duda, pero eso no quita el hecho de que te pasaste más tiempo de lo debido en la biblioteca para que Malfoy te pudiera ver. Además, has evitado a casi todo mundo, parece que no quieres que tu veela se ponga celoso. Acéptalo hermano. Como mínimo, Malfoy empieza a interesarte.
—No es así. Pero gracias por el apoyo —gruñó en respuesta, una vez recuperado del shock provocado por las palabras de Ron.
Dejaron la plática inconclusa por la aparición de los horarios. Con temor miró el papel. Una extraña idea había pasado por su cabeza. Sabía lo que le esperaba, pero aún así rogó a Merlín para que no fuera cierto. Merlín no lo escuchó.
—¿Ya viste Harry? todas las clases con Slytherin, menos Astrología —le hizo saber su amigo.
—Seguramente fue Dumbledore. Parece encantado con la idea de Malfoy y yo juntos. Si no estuviera cien por ciento seguro de que me necesita para acabar con Voldemort, podría jurar que hace todo para que mi vida se acorte —lamentó Harry. Definitivamente no terminaré Hogwarts. Antes me da un paro cardiaco.
—¡Oh! vamos Harry, el director sólo quiere ayudar. ¿No dijiste que querías conocer más a Malfoy? —preguntó en tono de regaño la mujer de cabellera castaña.
—Quiero conocerlo, pero no sé si soportaré verlo todo el día, toda la semana, a todas horas —suspiró en resignación., Si el director estaba dispuesto a cambiar las clases con tal de que estuvieran juntos no había salvación alguna.
Así pues, arrastrando sus pies con pesar, el trío de amigos se preparó para la primera clase del día. Historia de la magia.
El pasillo frente al aula de Historia se encontraba abarrotado por sus compañeros de Gryffindor, que a fin de evitar una baja en los puntos decidieron llegar antes, puesto que el maestro era nada más y nada menos que Lucius Malfoy.
Apenas llevaban un minuto frente a la puerta cuando esta se abrió, mostrando la gallarda figura del mayor de los Malfoy.
—Pasen. —Fue todo lo que salió de la boca del profesor, antes de que diera la vuelta rumbo a su escritorio.
Raudos, los alumnos tomaron sus lugares con la sensación de miedo titilando en su cerebro. Fue en ese momento que Harry notó cómo Malfoy acababa de tomar asiento detrás de él, seguido de Blaise Zabini y Theodore Nott.
—Parece que Malfoy se va a pasar la clase entre Gryffindors —susurró Ron con molestia al notar su presencia. Y es que usualmente las casas tendían a separarse en secciones del salón, lo cual evidenciaba mucho más la presencia de los corbata verde en medio de los leones.
La puerta se cerró con un golpe, haciendo que todos posaran su vista en el profesor.
—Mi nombre es Lucius Abraxas Malfoy y estaré impartiendo la materia de Historia de la magia. Como sabrán, mi hijo Draco asiste a esta misma clase y por lo mismo me veo en la necesidad de aclarar que no habrá ninguna ayuda extra de mi parte, ni preferencia; la calificación que obtengan será exactamente la misma que merezcan.
El discurso se vio interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose. Por ella pasaron prácticamente todos los alumnos de Slytherin del curso, liderados por Pansy Parkinson.
Los chicos se encaminaron a sus asientos, siendo observados por Lucius que esperó a que estuvieran en sus lugares para hablar.
—Disculpen jóvenes, se puede saber ¿quién les dio permiso para entrar así en mi clase e interrumpirla? —preguntó el hombre.
—¡Oh! Sentimos haber llegado tarde, pero estábamos terminando de desayunar y pues usted sabe cómo es eso, profesor —se excusó Pansy, dirigiéndole una sonrisa.
—Sí, lo sé… —Los Gryffindor, que ya esperaban una conducta similar en el adulto, suspiraron resignados. Otro Snape pensó la mayoría.
—…Y cómo sé de lo que habla señorita Parkinson, no entiendo cómo es que la hora y media que le dan para desayunar no le alcanza y tiene que tomar diez minutos de mi clase para terminar —dijo muy serio Lucius—. Ahora, si es tan amable, usted y el resto de sus compañeros, hagan el favor de retirarse de mi clase y no presentarse hasta que comprendan que la clase comienza a las nueve en punto, no nueve y diez.
Los Slytherin estaban atónitos, jamás imaginaron que el padre de Draco los trataría así, ellos pensaron que como compañeros de casa de su hijo y del mismo Lucius les daría preferencia, al igual que Snape. Uno a uno se fueron levantando, más confundidos que otra cosa. Pansy fue la última en hacerlo, luego de echarle una mirada a Draco y ver como este sonreía socarronamente.
—Señorita Parkinson— la llamo el profesor Malfoy —cinco puntos menos a Slytherin por cada uno de los que llegó tarde el día de hoy. Que no se vuelva a repetir ¿Quedó claro?— ante las últimas palabras dichas por el hombre la chica movió la boca intentando decir algo, palabra que no salió de sus labios. La casa de los leones estaba impresionada por la actitud del profesor.
—¿En qué estaba? ¡Ah, sí! No habrá ningún tipo de preferencia. Me gusta la puntualidad y espero su presencia a la hora, si no quieren perder puntos. Una vez aclarados esto me gustaría que respondieran el pequeño examen que aparecerá en sus pupitres. Es una evaluación de conocimientos, si copian entre sí, además que me daré cuenta, no servirá al propósito del mismo y por lo tanto no sabré que temas necesitan reforzar y que temas ya están vistos. ¿Alguna duda? —Ante la negativa, las hojas aparecieron con un movimiento de su varita. Los perplejos chicos se apresuraron a contestar.
Una hora después los alumnos salían del aula nerviosos por la prueba, pero emocionados por saber la calificación.
La siguiente clase resulto Duelo, clase que compartían las cuatro casas. Los chicos se encaminaron al salón esperando conseguir un buen lugar, grande fue su sorpresa al encontrarse con la habitación abarrotada de estudiantes a la espera del profesor Lupin.
—Esto es genial, Remus siempre fue el mejor profesor que hemos tenido —exclamó Ron, mientras tomaban sus lugares.
—Me parece que no eres el único emocionado. El salón está a reventar y aún faltan un par de minutos para que llegue —indicó Hermione señalando con su cabeza el reloj de su muñeca.
—¡Hola Harry!— escucharon decir a alguien detrás de donde se encontraban. Un chico alto, de cabellos castaño claro y ojos chocolate saludaba al joven de ojos verdes.
—¡Hey, Justin! —respondió el moreno con una sonrisa.
—Va a ser una buena clase, el profesor Lupin es genial enseñando —comentó animado el chico acercándose al lugar donde el trío dorado se sentaba.
—Definitivamente —aseguró Harry.
—Y... ¿Qué tal tus vacaciones? —preguntó el Hufflepuff, acercándose un poco más a Harry.
El moreno lo pensó un momento antes de responder.
—Pues, bien. Nada interesante —rió nervioso, mientras se alejaba un poco del chico.
—¡Vamos! —Exclamó Justin—. Seguro tus vacaciones fueron emocionantes y divertidas siendo el chico que vivió. Me encantaría que me las contaras... —Volvió a acercarse para susurrar—... con lujo de detalles. —El tono y la forma fueron tan sugestivas que ni Harry siendo Harry, pudo evitar notar.
—Si quieres saber tantos detalles de su vida, te sugiero que compres El Profeta, ahí parecen encontrar fascinante cómo Potter bosteza —intervino Draco. Nadie se había percatado de su llegada y ahora se encontraba parado a un lado de ellos.
—Malfoy ¿Qué no te enseñaron a no interrumpir? ¿O es que tu linaje no alcanza para tanto? —gruñó Justin, muy molesto por la intervención.
—¿Y a ti no te enseñaron a respetar las cosas de los demás? —cuestionó de vuelta Draco sin inmutarse, tomando asiento a un lado de Harry.
—De nuevo con lo de la posesión— el Gryffindor puso los ojos en blanco—. ¿En qué idioma te lo digo Draco, para que entiendas que NO soy una cosa? —replicó Potter.
—Según recuerdo, hace algunos días dijiste que eras mío. Claro que si gustas repetirlo, lo puedes decir en parsel, es una lengua que encuentro por demás interesante —propuso Draco pasando su brazo por la cintura del joven más bajo.
Harry se tornó más rojo que la grana, y se removió intentando soltarse sin éxito alguno. Tanto Ron como Hermione rieron disimuladamente por las caras de auxilio que ponía el elegido. Únicamente Justin no encontraba la situación entretenida, al ver cómo Malfoy le estaba ganando terreno.
—No entiendo qué necesidad tienes de estar tan cerca de Harry, Malfoy. Pero a mí parecer, él no te quiere aquí —habló soltando todo el desprecio que sentía, pensando que Harry se lo agradecería. Después de esto lo puedo invitar a salir.
—En realidad, no me importa mucho —dijo resignado desde los brazos de Draco.
La cara del castaño se mantuvo impávida, sólo la pequeña vena palpitante en su sien delató el profundo enfado hacia Draco.
—Ya escuchaste Fin-Flecher. Ahora haz el favor de quitarte de enfrente —ordenó Malfoy apretándose contra él el cuerpo del moreno—. Tapas la vista.
Furioso, no le quedó más remedio que retirarse. Pero no se rendiría en su conquista. Para Justin, mientras Harry no dijera lo contrario él no pararía en su fin de conseguir una cita con el joven de verde mirada.
Cuando el Hufflepuff se hubo marchado, Harry se giró a encarar a Draco.
—Tú y yo debemos hablar. No creas que porque me sacaste de esta incómoda situación estás perdonado por ignorarme —riñó Harry.
—Te recuerdo que fuiste tú quién me dijo que me alejara en la cena del sábado —dijo Draco con una ceja alzada. No obtuvo respuesta del de ojos verdes. Resignado acepto la idea.
-Después de clase hablaremos todo lo que quieras ¿Te parece? Además, tengo que explicarte un par de cosas sobre los Veelas —dijo Draco más relajado, pero aún sin soltarlo.
— Bien —aceptó—. Pero sigo enfadado. —Harry se volteó a ver la puerta abrirse y por donde apareció Remus Lupin un par de segundos después.
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El pensamiento fue tan rápido como natural, que apenas y se dio cuenta del hecho de que acababa de reclamar como suyo al chico junto a él. Frunció el ceño en señal de disgusto, estaba seguro que Draco había hecho algo con sus poderes Veela, si no como explicaba que pensara en el como “su” Veela, además de la ligera molestia al ser ignorado por el rubio.
Definitivamente era cosa de los poderes del Slytherin, porque no había forma de que un abrazo se sintiera tan bien naturalmente ¿verdad?
El trío dorado por su parte respiraba de la inusual tranquilidad que los rodeaba dados los últimos acontecimientos.
Malfoy no había vuelto a hablarle a Harry en todo el fin de semana. Más no quería decir que lo ignorara completamente. Una plateada mirada perseguía al Gryffindor donde fuera. Ronald por su parte se limitó a soñar despierto sobre la posible identidad de quien le regalo los chocolates. Y Hermione, bueno ella se pasó los dos días leyendo todo lo que encontró sobre Veelas y enviándose cartas con su amigo, Victor Krum.
Para cuando se quisieron dar cuenta, ya era lunes y ellos se encontraban sentados en el gran comedor, tomando su desayuno a la espera de los horarios de clases.
—Te lo digo Harry, no pasa de hoy que Malfoy se quiebre y te vuelva a hablar —le dijo por milésima vez la castaña.
—Y yo te digo que no me importa. Hasta donde sé, mi vida va bien sin Malfoy rondando —replico el Harry molesto por la insistencia de su amiga.
Era consiente, gracias a Hermione, que eventualmente el muchacho rubio necesitaría algo más allá de un par de miradas encontradas. Pero por ahora esperaba que eso, y el mantenerse al alcance de su vista, mantuvieran los instintos Veela a raya. Al menos hasta hacerse completamente a la idea de que pasaría el resto de su vida junto a él de una manera u otra, cosa que sorprendentemente no lo molestaba, sino más bien lo desconcertaba.
—Vamos compañero, hasta yo he notado cómo evitas los lugares como la torre o los dormitorios privados, para que Malfoy pueda encontrarte rápidamente —se burló el Gryffindor pelirrojo ante el fallido intento del moreno de negar cualquier interés hacia el menor de los Malfoy.
— ¿Tú de qué lado estás? ¿No se suponía que odiabas a Dra... —Tosió disimulando el error—... Malfoy? —preguntó Harry incrédulo por la postura de su mejor amigo.
—Lo odio, de eso no hay duda, pero eso no quita el hecho de que te pasaste más tiempo de lo debido en la biblioteca para que Malfoy te pudiera ver. Además, has evitado a casi todo mundo, parece que no quieres que tu veela se ponga celoso. Acéptalo hermano. Como mínimo, Malfoy empieza a interesarte.
—No es así. Pero gracias por el apoyo —gruñó en respuesta, una vez recuperado del shock provocado por las palabras de Ron.
Dejaron la plática inconclusa por la aparición de los horarios. Con temor miró el papel. Una extraña idea había pasado por su cabeza. Sabía lo que le esperaba, pero aún así rogó a Merlín para que no fuera cierto. Merlín no lo escuchó.
—¿Ya viste Harry? todas las clases con Slytherin, menos Astrología —le hizo saber su amigo.
—Seguramente fue Dumbledore. Parece encantado con la idea de Malfoy y yo juntos. Si no estuviera cien por ciento seguro de que me necesita para acabar con Voldemort, podría jurar que hace todo para que mi vida se acorte —lamentó Harry. Definitivamente no terminaré Hogwarts. Antes me da un paro cardiaco.
—¡Oh! vamos Harry, el director sólo quiere ayudar. ¿No dijiste que querías conocer más a Malfoy? —preguntó en tono de regaño la mujer de cabellera castaña.
—Quiero conocerlo, pero no sé si soportaré verlo todo el día, toda la semana, a todas horas —suspiró en resignación., Si el director estaba dispuesto a cambiar las clases con tal de que estuvieran juntos no había salvación alguna.
Así pues, arrastrando sus pies con pesar, el trío de amigos se preparó para la primera clase del día. Historia de la magia.
El pasillo frente al aula de Historia se encontraba abarrotado por sus compañeros de Gryffindor, que a fin de evitar una baja en los puntos decidieron llegar antes, puesto que el maestro era nada más y nada menos que Lucius Malfoy.
Apenas llevaban un minuto frente a la puerta cuando esta se abrió, mostrando la gallarda figura del mayor de los Malfoy.
—Pasen. —Fue todo lo que salió de la boca del profesor, antes de que diera la vuelta rumbo a su escritorio.
Raudos, los alumnos tomaron sus lugares con la sensación de miedo titilando en su cerebro. Fue en ese momento que Harry notó cómo Malfoy acababa de tomar asiento detrás de él, seguido de Blaise Zabini y Theodore Nott.
—Parece que Malfoy se va a pasar la clase entre Gryffindors —susurró Ron con molestia al notar su presencia. Y es que usualmente las casas tendían a separarse en secciones del salón, lo cual evidenciaba mucho más la presencia de los corbata verde en medio de los leones.
La puerta se cerró con un golpe, haciendo que todos posaran su vista en el profesor.
—Mi nombre es Lucius Abraxas Malfoy y estaré impartiendo la materia de Historia de la magia. Como sabrán, mi hijo Draco asiste a esta misma clase y por lo mismo me veo en la necesidad de aclarar que no habrá ninguna ayuda extra de mi parte, ni preferencia; la calificación que obtengan será exactamente la misma que merezcan.
El discurso se vio interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose. Por ella pasaron prácticamente todos los alumnos de Slytherin del curso, liderados por Pansy Parkinson.
Los chicos se encaminaron a sus asientos, siendo observados por Lucius que esperó a que estuvieran en sus lugares para hablar.
—Disculpen jóvenes, se puede saber ¿quién les dio permiso para entrar así en mi clase e interrumpirla? —preguntó el hombre.
—¡Oh! Sentimos haber llegado tarde, pero estábamos terminando de desayunar y pues usted sabe cómo es eso, profesor —se excusó Pansy, dirigiéndole una sonrisa.
—Sí, lo sé… —Los Gryffindor, que ya esperaban una conducta similar en el adulto, suspiraron resignados. Otro Snape pensó la mayoría.
—…Y cómo sé de lo que habla señorita Parkinson, no entiendo cómo es que la hora y media que le dan para desayunar no le alcanza y tiene que tomar diez minutos de mi clase para terminar —dijo muy serio Lucius—. Ahora, si es tan amable, usted y el resto de sus compañeros, hagan el favor de retirarse de mi clase y no presentarse hasta que comprendan que la clase comienza a las nueve en punto, no nueve y diez.
Los Slytherin estaban atónitos, jamás imaginaron que el padre de Draco los trataría así, ellos pensaron que como compañeros de casa de su hijo y del mismo Lucius les daría preferencia, al igual que Snape. Uno a uno se fueron levantando, más confundidos que otra cosa. Pansy fue la última en hacerlo, luego de echarle una mirada a Draco y ver como este sonreía socarronamente.
—Señorita Parkinson— la llamo el profesor Malfoy —cinco puntos menos a Slytherin por cada uno de los que llegó tarde el día de hoy. Que no se vuelva a repetir ¿Quedó claro?— ante las últimas palabras dichas por el hombre la chica movió la boca intentando decir algo, palabra que no salió de sus labios. La casa de los leones estaba impresionada por la actitud del profesor.
—¿En qué estaba? ¡Ah, sí! No habrá ningún tipo de preferencia. Me gusta la puntualidad y espero su presencia a la hora, si no quieren perder puntos. Una vez aclarados esto me gustaría que respondieran el pequeño examen que aparecerá en sus pupitres. Es una evaluación de conocimientos, si copian entre sí, además que me daré cuenta, no servirá al propósito del mismo y por lo tanto no sabré que temas necesitan reforzar y que temas ya están vistos. ¿Alguna duda? —Ante la negativa, las hojas aparecieron con un movimiento de su varita. Los perplejos chicos se apresuraron a contestar.
Una hora después los alumnos salían del aula nerviosos por la prueba, pero emocionados por saber la calificación.
La siguiente clase resulto Duelo, clase que compartían las cuatro casas. Los chicos se encaminaron al salón esperando conseguir un buen lugar, grande fue su sorpresa al encontrarse con la habitación abarrotada de estudiantes a la espera del profesor Lupin.
—Esto es genial, Remus siempre fue el mejor profesor que hemos tenido —exclamó Ron, mientras tomaban sus lugares.
—Me parece que no eres el único emocionado. El salón está a reventar y aún faltan un par de minutos para que llegue —indicó Hermione señalando con su cabeza el reloj de su muñeca.
—¡Hola Harry!— escucharon decir a alguien detrás de donde se encontraban. Un chico alto, de cabellos castaño claro y ojos chocolate saludaba al joven de ojos verdes.
—¡Hey, Justin! —respondió el moreno con una sonrisa.
—Va a ser una buena clase, el profesor Lupin es genial enseñando —comentó animado el chico acercándose al lugar donde el trío dorado se sentaba.
—Definitivamente —aseguró Harry.
—Y... ¿Qué tal tus vacaciones? —preguntó el Hufflepuff, acercándose un poco más a Harry.
El moreno lo pensó un momento antes de responder.
—Pues, bien. Nada interesante —rió nervioso, mientras se alejaba un poco del chico.
—¡Vamos! —Exclamó Justin—. Seguro tus vacaciones fueron emocionantes y divertidas siendo el chico que vivió. Me encantaría que me las contaras... —Volvió a acercarse para susurrar—... con lujo de detalles. —El tono y la forma fueron tan sugestivas que ni Harry siendo Harry, pudo evitar notar.
—Si quieres saber tantos detalles de su vida, te sugiero que compres El Profeta, ahí parecen encontrar fascinante cómo Potter bosteza —intervino Draco. Nadie se había percatado de su llegada y ahora se encontraba parado a un lado de ellos.
—Malfoy ¿Qué no te enseñaron a no interrumpir? ¿O es que tu linaje no alcanza para tanto? —gruñó Justin, muy molesto por la intervención.
—¿Y a ti no te enseñaron a respetar las cosas de los demás? —cuestionó de vuelta Draco sin inmutarse, tomando asiento a un lado de Harry.
—De nuevo con lo de la posesión— el Gryffindor puso los ojos en blanco—. ¿En qué idioma te lo digo Draco, para que entiendas que NO soy una cosa? —replicó Potter.
—Según recuerdo, hace algunos días dijiste que eras mío. Claro que si gustas repetirlo, lo puedes decir en parsel, es una lengua que encuentro por demás interesante —propuso Draco pasando su brazo por la cintura del joven más bajo.
Harry se tornó más rojo que la grana, y se removió intentando soltarse sin éxito alguno. Tanto Ron como Hermione rieron disimuladamente por las caras de auxilio que ponía el elegido. Únicamente Justin no encontraba la situación entretenida, al ver cómo Malfoy le estaba ganando terreno.
—No entiendo qué necesidad tienes de estar tan cerca de Harry, Malfoy. Pero a mí parecer, él no te quiere aquí —habló soltando todo el desprecio que sentía, pensando que Harry se lo agradecería. Después de esto lo puedo invitar a salir.
—En realidad, no me importa mucho —dijo resignado desde los brazos de Draco.
La cara del castaño se mantuvo impávida, sólo la pequeña vena palpitante en su sien delató el profundo enfado hacia Draco.
—Ya escuchaste Fin-Flecher. Ahora haz el favor de quitarte de enfrente —ordenó Malfoy apretándose contra él el cuerpo del moreno—. Tapas la vista.
Furioso, no le quedó más remedio que retirarse. Pero no se rendiría en su conquista. Para Justin, mientras Harry no dijera lo contrario él no pararía en su fin de conseguir una cita con el joven de verde mirada.
Cuando el Hufflepuff se hubo marchado, Harry se giró a encarar a Draco.
—Tú y yo debemos hablar. No creas que porque me sacaste de esta incómoda situación estás perdonado por ignorarme —riñó Harry.
—Te recuerdo que fuiste tú quién me dijo que me alejara en la cena del sábado —dijo Draco con una ceja alzada. No obtuvo respuesta del de ojos verdes. Resignado acepto la idea.
-Después de clase hablaremos todo lo que quieras ¿Te parece? Además, tengo que explicarte un par de cosas sobre los Veelas —dijo Draco más relajado, pero aún sin soltarlo.
— Bien —aceptó—. Pero sigo enfadado. —Harry se volteó a ver la puerta abrirse y por donde apareció Remus Lupin un par de segundos después.
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El pensamiento fue tan rápido como natural, que apenas y se dio cuenta del hecho de que acababa de reclamar como suyo al chico junto a él. Frunció el ceño en señal de disgusto, estaba seguro que Draco había hecho algo con sus poderes Veela, si no como explicaba que pensara en el como “su” Veela, además de la ligera molestia al ser ignorado por el rubio.
Definitivamente era cosa de los poderes del Slytherin, porque no había forma de que un abrazo se sintiera tan bien naturalmente ¿verdad?
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