Capitulo 14
La cabeza le estaba matando.
Entre la información sobre el plan del cara de serpiente, su magia resistiéndose al hechizo de memoria, y sus instintos gritándole que buscara a su Hjerte, iba colapsar pronto.
Respiro profundamente, antes de seguir avanzando por los pasillos de piedra, en dirección a sus habitaciones privadas.
Se daría un baño, necesitaba despejarse y quitarse la sensación de suciedad y traición que lo recorría. Agradeció que la mayoría de los estudiantes estuvieran en los jardines, disfrutando de los últimos momentos de sol antes de la cena.
Una media hora después, ya limpio y con sus nervios un poco más estables, se encamino al gran comedor.
El ambiente se escuchaba animado, revuelo típico de un fin de semana sin exámenes que lo entristecieran todo. La comida desprendiendo ese delicioso aroma que llenaba los pasillos cercanos al lugar, recordándole el escaso alimento que había consumido en el día.
Apenas diviso las puertas cuando su sangre se encendió.
Ahí, justo en la entrada, se encontraba su Hjerte, acompañado de la horrible presencia de Justin Finch-Fletchley. El Hufflepuff lo tenía tomado de la mano, masajeando gentilmente el dorso de la misma.
-¡¡¡POTTER!!! – el grito escapo de su boca antes de notarlo, ni siquiera se dio cuenta cuando se había acercado a la pareja.
- Draco, regresaste – soltó Harry una vez se recuperó del susto. La mano de Finch- Fletchley no se movió afianzando ligeramente su agarre.
- Claro que regrese, te dije que solo serían unas horas- rezongó el rubio con acides – aunque creo que tu prefieres tener más tiempo para “ti”.
El moreno se sonrojo ante la insinuación.
-Esto no es…- intento decir el Gryffindor, jalando su brazo.
-¿Y a ti que, si quiere pasar tiempo con alguien más que no seas tú, Malfoy? – dijo Justin molesto.
- Tu mejor no hables Finch-Fletchley, si no quieres terminar con un par de huesos rotos.- le contesto el Slytherin. Con un rápido movimiento zafó el brazo de su Hjerte de las garras de su captor.
- No me amenaces Malfoy. Soy bastante capaz de hacerte frente yo solo. Además, tú no eres dueño de Harry, él puede hacer lo que le plazca – contraataco el Hufflepuff
La furia tomo control de nuevo, haciéndolo reforzar su agarre en el brazo de su pareja, el cual soltó un quejido suave. Draco lo ignoro.
-Entiéndelo de una buena vez, Finch-Flechley. Potter es mío. No importa cuánto hagas para negarlo, eso no va a cambiar.
La piel de Justin se tornó carmín. Sus ojos destellaron la furia que le carcomía por dentro. Dio un paso hacia el moreno, intentando alejarlo del otro, logrando únicamente que el Slytherin se colocara en su camino y afianzara su agarre.
Esta vez no pudo ignorar la queja por parte del menor.
Harry se había mantenido en silencio, entendiendo que el Veela necesitaba demostrar su lugar, pero una cosa era dejarlo ser y otra muy diferente que lo lastimara en el proceso.
Sin decir nada, se soltó con un tirón fuerte. Su vista vago por su brazo, que estaba cubierto por unos vendajes, que hasta unos momentos antes eran completamente blancos. El rojo de su sangre comenzaba a teñirlos lentamente.
-Demonios – susurro el moreno, sujetando fuertemente su extremidad lastimada.
- Pero que…- dijo Draco, inmediatamente guardo silencio al ver la expresión de dolor que tenía su Hjerte.
El Hufflepuff sonrió para sus adentros. Tenía toda la intención de usar cualquier oportunidad para conquistar a Harry. Le demostraría al sangre pura que al final sería el quien se quedara con el corazón del Gryffindor.
-¿Cómo se te ocurre apretar su brazo de esa forma, sabiendo lo lastimado que esta?
Al escuchar esas palabras, por primera vez desde su aparición paseo su mirada sobre su Hjerte.
Potter tenía un brazo vendado, desde el codo hasta la palma de su mano. La piel de su cara estaba un ligero tono más pálido y sobre su mejilla, bastante cerca de uno de sus ojos, un feo corte que comenzaba a ponerse morado.
-Yo…yo no sabía – tartamudeo haciendo amago de acercarse al pelinegro.
- claro que no, estabas muy ocupado con tus asuntos familiares. Estuvo a punto de morir y tu ni en cuenta. Valiente novio resultaste.- le echó en cara.
Draco sentía que el mundo giraba muy rápido, su vista nublada y los escalofríos recorriéndole la espalda.
Su Hjerte había sido lastimado.
Harry noto que el veela comenzaba a alterarse. Rápidamente intervino.
-No exageres Justin, fue solo un pequeño corte, no me amputaron nada y no me estaba muriendo. Ahora ¿Por qué no vas a cenar? Tengo que hablar con Draco.
El castaño no parecía querer moverse.
-A solas – insistió el ojiverde.
-pero Harry, te puede lastimar. Ya viste lo que hiso – intento convencerlo el Hufflepuff
- Él no sabía del accidente. Draco jamás me lastimaría conscientemente.- le defendió el moreno, tomando gentilmente la mano del alterado chico- Déjanos solos por favor, Justin.
Enfurruñado y ofendido, el Hufflepuff se encamino al gran comedor.
Una vez solos, la atención del moreno regreso al veela.
-Draco, mírame – ordeno el ojiverde. Las lagunas plateadas recayeron en su persona.- estoy bien. No me morí, jamás estuve en peligro mortal, solo me atrofie un poco, nada nuevo.
-pero te lastime- susurro mortificado.
-No sabias lo que paso – le reitero con voz suave, como hablándole a un ciervo demasiado asustado. – ¿Qué te parece que vamos a tus habitaciones, pedimos la cena, te cuento como termine así y tú me cuentas como te fue?
El Slytherin solo asintió dócilmente, dejándose llevar por el más bajo.
“Algo no anda bien, esta inestabilidad emocional debió de haberla superado hace meses. Tendré que preguntarle a Hermione”
La nota mental del niño que vivió permaneció picando en su cerebro, mientras se apresuraba a llegar a las habitaciones.
Dioses, como había extrañado al rubio.
-D&H-
El castillo de Hogwarts, mejor conocido por ser uno de los mejores colegios de magia y hechicería, era una construcción majestuosa. Con sus paredes de piedra, bastos jardines, el lago y la magia fluyendo por cada uno de sus poros.
Todo en el gritaba grandeza.
Los pasillos, llenos de vida durante el día y solitarios por la noche, resguardaban los secretos del lugar con sus intrincado diseño, digno de los laberintos griegos.
Y ahí, en medio de uno de esos pasillos, una figura descansaba contra la pared.
Sus ropas, cuidadosamente elegidas, se arrugaban al estar medio escondido entre la pared y una armadura.
Se sentía ridículo, frustrado, como un completo tonto. Los planes de casualmente toparse con quien atraía su atención no habían resultado.
-Que coraje- murmuro el joven.
Su mal humor siguió aumentando, mientras observaba el cielo comenzar a nublarse. Apostaría lo que fuera a que apenas vislumbrara la entrada la lluvia caería cual diluvio. Un suspiro cansado escapo de él. Tal vez no había sido tan buena idea regresar al Reino Unido. Hacia frio, llovía todo el tiempo y el destino parecía mucho más dispuesto a arruinarle la vida aquí, que en los dorados desiertos de Egipto.
Siguió auto compadeciéndose un momento más, cuando lo escucho.
Una melodía animada completamente desconocida para él.
Llevado por la innata curiosidad, herencia familiar, siguió el sonido hasta una de las aulas en desuso.
La puerta entreabierta dejaba escapar aquella melodía, la cual parecía querer meterse en su piel y tomar control de su cuerpo. Decidido a investigar la causa de ello se adentró en la habitación. Se encontró con una sala completamente vacía, a excepción de unas cuantas cajas negras, que retumbaban con el sonido que salía de ellas.
Reconocerlas no fue ningún problema, había pasado gran parte de su tiempo en bares y demás lugares Muggles, como para identificar las benditas bocinas de un estéreo. Frente a la consola principal, se encontraba un hombre, que movía su cuerpo al compás de la música.
Aquella animada melodía termino abruptamente, dando paso a otra, mucho más tranquila y lenta.
¯ The storm is coming but I don't mind. People are dying, I close my blinds… ¯
Era triste, pero a la vez con una emoción más halla, como si la propia canción intentaba liberar tu alma.
¯ All that I know is I'm breathing. All I can do is keep breathing. All we can do is keep breathing ¯
Un viento lleno de magia azotó el salón, mientras su cuerpo seguía adentrándose en el lugar. Cada paso que daba lo acercaba a esa paz, a esa liberación.
Sus ojos cerrados y su alma abierta.
Apenas y sintió la cálida caricia que llego a su mejilla. Aquel movimiento le hiso abrir los ojos, para toparse de lleno con unas orbes castañas y una sonrisa amable.
-La canción- susurro al notar el silencio. Supuso que habría algún grito o burla por su comportamiento, así que espero. No hubo nada.
-Una de mis favoritas, siempre me hace sonreír- respondió el otro.
-Pero es tan triste. – Y era verdad, la canción podía hacerte llorar sin mayor problema.
- No lo es, al menos no toda. Es más como una lluvia, que mientras cae todo se apaga, se deprime el mundo, pero una vez que acaba puedes apreciar la belleza que dejo a su paso. El pasto es más verde, el cielo más azul y el alma más limpia. – las palabras casi poéticas de aquel hombre le sacaron una ligera sonrisa.
Pasaron unos segundos y el silencio se volvió ligeramente incómodo.
-Bill ¿cierto? – dijo el otro intentando desvanecer la atmosfera.
- sí, Bill Weasley. Tú eres el tío de Harry.- respondió a su vez el pelirrojo
Matteu soltó una carcajada.
-No sé tú, pero esto creo que ya lo había vivido – fue turno del más joven de reír. El castaño tenía razón, la última vez que se habían visto algo parecido fue dicho.
-ciertamente.
-Dime Bill ¿Qué te trae al castillo? Porque en definitiva no tomas clases aquí. Lo hubiera notado.
El tono casi coqueto que había usado el profesor de DCAO hiso sonrojar a Weasley.
-Mmm…yo…Dum…ejem. Dumbledore. ¡Si, eso! Tenía un encargo para Dumbledore – soltó a medio grito luego de recuperarse del comentario.
- Cosas de la Orden supongo. Desde que el director me puso a cargo de la organización del baile, lo cual es horrible por cierto, no he podido ponerme al día con las actividades de la orden. – el fastidio era palpable en su voz.
-¿Baile? ¿Qué Baile?- eso era nuevo. En su época solo había tenido un solo baile, que resulto el de su graduación. En cambio sus hermanos ya iban para el segundo y aún faltaba para que salieran.
-Halloween – aclaro Matteu – Aparentemente Dumbledore planea subir los ánimos del alumnado con una fiesta. Ya sabes, por lo del ataque y todo eso.- explico el hombre. Su varita moviéndose grácilmente mientras guardaba los aparatos.
-Por eso las bocinas. –Susurro más para sí que otra cosa Bill – Vaya, debe ser un gran trabajo.
- Lo es. Sobre todo por la cantidad de hechizos que aún tengo que poner para evitar que introduzcan alcohol. Aunque estoy seguro que tus hermanos ya inventaron algo para que los alumnos pasen lo que sea.
La cara de sufrimiento puesta por el mayor le saco la más honesta de las risas. Definitivamente era bastante divertido ver como alguien caía bajo las bromas y artilugios de Fred y George.
-No te burles de mi tragedia- exigió cual niño de 3 años – como tú no tienes que organizar todo.
Los pucheros del hombre solo acrecentaron su risa, a tal grado que el castaño no podía parar. Solos los dos, en un aula abandonada y con la lluvia de fondo. Si no fuera porque se encontraban revolcándose de la risa, cualquiera pensaría que era una de esas prohibidas escapadas nocturnas.
-Ba…basta – suplico el pelirrojo entre carcajadas. – No puedo más.
-Tú…Tú culpa.
Pasaron unos minutos y las risas amainaron, hasta desaparecer en una sonrisa. La luz de un relámpago ilumino el lugar.
-Demonios. Tendré que pedirle a Remus que me preste su chimenea, no creo poder aparecerme con semejante clima.- dijo Weasley al darse cuenta de su situación.
- Usa la mía- le ofreció el castaño. – técnicamente es mi culpa, por entretenerte con tonterías.
- Claro que no. Es mi culpa por distraerme en el camino, además la música fue muy bella y me reí bastante. No fueron tonterías.
La complicidad en sus miradas les hiso sonreír aún más.
-Vamos. Te muestro el camino.
- Muchas gracias, em…¿tío de Harry? – Hasta ese momento recordó que, de hecho, no recordaba el nombre de aquel frente a él.
- Matteu Beurk. Puedes llamarme Matt o profesor Beurk, como prefieras.- dijo sonriendo luminosamente.
- Creo que ahora soy yo el que ya había vivido esto – soltó alegremente el pelirrojo.- dime Bill.
- ciertamente Bill, ciertamente. Por cierto, linda ropa.
La risa de aquellos dos pareció iluminar los obscuros pasillos de piedra que conformaban el castillo. El camino a las habitaciones del profesor de DCAO nunca pareció mas corto.
Entre la información sobre el plan del cara de serpiente, su magia resistiéndose al hechizo de memoria, y sus instintos gritándole que buscara a su Hjerte, iba colapsar pronto.
Respiro profundamente, antes de seguir avanzando por los pasillos de piedra, en dirección a sus habitaciones privadas.
Se daría un baño, necesitaba despejarse y quitarse la sensación de suciedad y traición que lo recorría. Agradeció que la mayoría de los estudiantes estuvieran en los jardines, disfrutando de los últimos momentos de sol antes de la cena.
Una media hora después, ya limpio y con sus nervios un poco más estables, se encamino al gran comedor.
El ambiente se escuchaba animado, revuelo típico de un fin de semana sin exámenes que lo entristecieran todo. La comida desprendiendo ese delicioso aroma que llenaba los pasillos cercanos al lugar, recordándole el escaso alimento que había consumido en el día.
Apenas diviso las puertas cuando su sangre se encendió.
Ahí, justo en la entrada, se encontraba su Hjerte, acompañado de la horrible presencia de Justin Finch-Fletchley. El Hufflepuff lo tenía tomado de la mano, masajeando gentilmente el dorso de la misma.
-¡¡¡POTTER!!! – el grito escapo de su boca antes de notarlo, ni siquiera se dio cuenta cuando se había acercado a la pareja.
- Draco, regresaste – soltó Harry una vez se recuperó del susto. La mano de Finch- Fletchley no se movió afianzando ligeramente su agarre.
- Claro que regrese, te dije que solo serían unas horas- rezongó el rubio con acides – aunque creo que tu prefieres tener más tiempo para “ti”.
El moreno se sonrojo ante la insinuación.
-Esto no es…- intento decir el Gryffindor, jalando su brazo.
-¿Y a ti que, si quiere pasar tiempo con alguien más que no seas tú, Malfoy? – dijo Justin molesto.
- Tu mejor no hables Finch-Fletchley, si no quieres terminar con un par de huesos rotos.- le contesto el Slytherin. Con un rápido movimiento zafó el brazo de su Hjerte de las garras de su captor.
- No me amenaces Malfoy. Soy bastante capaz de hacerte frente yo solo. Además, tú no eres dueño de Harry, él puede hacer lo que le plazca – contraataco el Hufflepuff
La furia tomo control de nuevo, haciéndolo reforzar su agarre en el brazo de su pareja, el cual soltó un quejido suave. Draco lo ignoro.
-Entiéndelo de una buena vez, Finch-Flechley. Potter es mío. No importa cuánto hagas para negarlo, eso no va a cambiar.
La piel de Justin se tornó carmín. Sus ojos destellaron la furia que le carcomía por dentro. Dio un paso hacia el moreno, intentando alejarlo del otro, logrando únicamente que el Slytherin se colocara en su camino y afianzara su agarre.
Esta vez no pudo ignorar la queja por parte del menor.
Harry se había mantenido en silencio, entendiendo que el Veela necesitaba demostrar su lugar, pero una cosa era dejarlo ser y otra muy diferente que lo lastimara en el proceso.
Sin decir nada, se soltó con un tirón fuerte. Su vista vago por su brazo, que estaba cubierto por unos vendajes, que hasta unos momentos antes eran completamente blancos. El rojo de su sangre comenzaba a teñirlos lentamente.
-Demonios – susurro el moreno, sujetando fuertemente su extremidad lastimada.
- Pero que…- dijo Draco, inmediatamente guardo silencio al ver la expresión de dolor que tenía su Hjerte.
El Hufflepuff sonrió para sus adentros. Tenía toda la intención de usar cualquier oportunidad para conquistar a Harry. Le demostraría al sangre pura que al final sería el quien se quedara con el corazón del Gryffindor.
-¿Cómo se te ocurre apretar su brazo de esa forma, sabiendo lo lastimado que esta?
Al escuchar esas palabras, por primera vez desde su aparición paseo su mirada sobre su Hjerte.
Potter tenía un brazo vendado, desde el codo hasta la palma de su mano. La piel de su cara estaba un ligero tono más pálido y sobre su mejilla, bastante cerca de uno de sus ojos, un feo corte que comenzaba a ponerse morado.
-Yo…yo no sabía – tartamudeo haciendo amago de acercarse al pelinegro.
- claro que no, estabas muy ocupado con tus asuntos familiares. Estuvo a punto de morir y tu ni en cuenta. Valiente novio resultaste.- le echó en cara.
Draco sentía que el mundo giraba muy rápido, su vista nublada y los escalofríos recorriéndole la espalda.
Su Hjerte había sido lastimado.
Harry noto que el veela comenzaba a alterarse. Rápidamente intervino.
-No exageres Justin, fue solo un pequeño corte, no me amputaron nada y no me estaba muriendo. Ahora ¿Por qué no vas a cenar? Tengo que hablar con Draco.
El castaño no parecía querer moverse.
-A solas – insistió el ojiverde.
-pero Harry, te puede lastimar. Ya viste lo que hiso – intento convencerlo el Hufflepuff
- Él no sabía del accidente. Draco jamás me lastimaría conscientemente.- le defendió el moreno, tomando gentilmente la mano del alterado chico- Déjanos solos por favor, Justin.
Enfurruñado y ofendido, el Hufflepuff se encamino al gran comedor.
Una vez solos, la atención del moreno regreso al veela.
-Draco, mírame – ordeno el ojiverde. Las lagunas plateadas recayeron en su persona.- estoy bien. No me morí, jamás estuve en peligro mortal, solo me atrofie un poco, nada nuevo.
-pero te lastime- susurro mortificado.
-No sabias lo que paso – le reitero con voz suave, como hablándole a un ciervo demasiado asustado. – ¿Qué te parece que vamos a tus habitaciones, pedimos la cena, te cuento como termine así y tú me cuentas como te fue?
El Slytherin solo asintió dócilmente, dejándose llevar por el más bajo.
“Algo no anda bien, esta inestabilidad emocional debió de haberla superado hace meses. Tendré que preguntarle a Hermione”
La nota mental del niño que vivió permaneció picando en su cerebro, mientras se apresuraba a llegar a las habitaciones.
Dioses, como había extrañado al rubio.
-D&H-
El castillo de Hogwarts, mejor conocido por ser uno de los mejores colegios de magia y hechicería, era una construcción majestuosa. Con sus paredes de piedra, bastos jardines, el lago y la magia fluyendo por cada uno de sus poros.
Todo en el gritaba grandeza.
Los pasillos, llenos de vida durante el día y solitarios por la noche, resguardaban los secretos del lugar con sus intrincado diseño, digno de los laberintos griegos.
Y ahí, en medio de uno de esos pasillos, una figura descansaba contra la pared.
Sus ropas, cuidadosamente elegidas, se arrugaban al estar medio escondido entre la pared y una armadura.
Se sentía ridículo, frustrado, como un completo tonto. Los planes de casualmente toparse con quien atraía su atención no habían resultado.
-Que coraje- murmuro el joven.
Su mal humor siguió aumentando, mientras observaba el cielo comenzar a nublarse. Apostaría lo que fuera a que apenas vislumbrara la entrada la lluvia caería cual diluvio. Un suspiro cansado escapo de él. Tal vez no había sido tan buena idea regresar al Reino Unido. Hacia frio, llovía todo el tiempo y el destino parecía mucho más dispuesto a arruinarle la vida aquí, que en los dorados desiertos de Egipto.
Siguió auto compadeciéndose un momento más, cuando lo escucho.
Una melodía animada completamente desconocida para él.
Llevado por la innata curiosidad, herencia familiar, siguió el sonido hasta una de las aulas en desuso.
La puerta entreabierta dejaba escapar aquella melodía, la cual parecía querer meterse en su piel y tomar control de su cuerpo. Decidido a investigar la causa de ello se adentró en la habitación. Se encontró con una sala completamente vacía, a excepción de unas cuantas cajas negras, que retumbaban con el sonido que salía de ellas.
Reconocerlas no fue ningún problema, había pasado gran parte de su tiempo en bares y demás lugares Muggles, como para identificar las benditas bocinas de un estéreo. Frente a la consola principal, se encontraba un hombre, que movía su cuerpo al compás de la música.
Aquella animada melodía termino abruptamente, dando paso a otra, mucho más tranquila y lenta.
¯ The storm is coming but I don't mind. People are dying, I close my blinds… ¯
Era triste, pero a la vez con una emoción más halla, como si la propia canción intentaba liberar tu alma.
¯ All that I know is I'm breathing. All I can do is keep breathing. All we can do is keep breathing ¯
Un viento lleno de magia azotó el salón, mientras su cuerpo seguía adentrándose en el lugar. Cada paso que daba lo acercaba a esa paz, a esa liberación.
Sus ojos cerrados y su alma abierta.
Apenas y sintió la cálida caricia que llego a su mejilla. Aquel movimiento le hiso abrir los ojos, para toparse de lleno con unas orbes castañas y una sonrisa amable.
-La canción- susurro al notar el silencio. Supuso que habría algún grito o burla por su comportamiento, así que espero. No hubo nada.
-Una de mis favoritas, siempre me hace sonreír- respondió el otro.
-Pero es tan triste. – Y era verdad, la canción podía hacerte llorar sin mayor problema.
- No lo es, al menos no toda. Es más como una lluvia, que mientras cae todo se apaga, se deprime el mundo, pero una vez que acaba puedes apreciar la belleza que dejo a su paso. El pasto es más verde, el cielo más azul y el alma más limpia. – las palabras casi poéticas de aquel hombre le sacaron una ligera sonrisa.
Pasaron unos segundos y el silencio se volvió ligeramente incómodo.
-Bill ¿cierto? – dijo el otro intentando desvanecer la atmosfera.
- sí, Bill Weasley. Tú eres el tío de Harry.- respondió a su vez el pelirrojo
Matteu soltó una carcajada.
-No sé tú, pero esto creo que ya lo había vivido – fue turno del más joven de reír. El castaño tenía razón, la última vez que se habían visto algo parecido fue dicho.
-ciertamente.
-Dime Bill ¿Qué te trae al castillo? Porque en definitiva no tomas clases aquí. Lo hubiera notado.
El tono casi coqueto que había usado el profesor de DCAO hiso sonrojar a Weasley.
-Mmm…yo…Dum…ejem. Dumbledore. ¡Si, eso! Tenía un encargo para Dumbledore – soltó a medio grito luego de recuperarse del comentario.
- Cosas de la Orden supongo. Desde que el director me puso a cargo de la organización del baile, lo cual es horrible por cierto, no he podido ponerme al día con las actividades de la orden. – el fastidio era palpable en su voz.
-¿Baile? ¿Qué Baile?- eso era nuevo. En su época solo había tenido un solo baile, que resulto el de su graduación. En cambio sus hermanos ya iban para el segundo y aún faltaba para que salieran.
-Halloween – aclaro Matteu – Aparentemente Dumbledore planea subir los ánimos del alumnado con una fiesta. Ya sabes, por lo del ataque y todo eso.- explico el hombre. Su varita moviéndose grácilmente mientras guardaba los aparatos.
-Por eso las bocinas. –Susurro más para sí que otra cosa Bill – Vaya, debe ser un gran trabajo.
- Lo es. Sobre todo por la cantidad de hechizos que aún tengo que poner para evitar que introduzcan alcohol. Aunque estoy seguro que tus hermanos ya inventaron algo para que los alumnos pasen lo que sea.
La cara de sufrimiento puesta por el mayor le saco la más honesta de las risas. Definitivamente era bastante divertido ver como alguien caía bajo las bromas y artilugios de Fred y George.
-No te burles de mi tragedia- exigió cual niño de 3 años – como tú no tienes que organizar todo.
Los pucheros del hombre solo acrecentaron su risa, a tal grado que el castaño no podía parar. Solos los dos, en un aula abandonada y con la lluvia de fondo. Si no fuera porque se encontraban revolcándose de la risa, cualquiera pensaría que era una de esas prohibidas escapadas nocturnas.
-Ba…basta – suplico el pelirrojo entre carcajadas. – No puedo más.
-Tú…Tú culpa.
Pasaron unos minutos y las risas amainaron, hasta desaparecer en una sonrisa. La luz de un relámpago ilumino el lugar.
-Demonios. Tendré que pedirle a Remus que me preste su chimenea, no creo poder aparecerme con semejante clima.- dijo Weasley al darse cuenta de su situación.
- Usa la mía- le ofreció el castaño. – técnicamente es mi culpa, por entretenerte con tonterías.
- Claro que no. Es mi culpa por distraerme en el camino, además la música fue muy bella y me reí bastante. No fueron tonterías.
La complicidad en sus miradas les hiso sonreír aún más.
-Vamos. Te muestro el camino.
- Muchas gracias, em…¿tío de Harry? – Hasta ese momento recordó que, de hecho, no recordaba el nombre de aquel frente a él.
- Matteu Beurk. Puedes llamarme Matt o profesor Beurk, como prefieras.- dijo sonriendo luminosamente.
- Creo que ahora soy yo el que ya había vivido esto – soltó alegremente el pelirrojo.- dime Bill.
- ciertamente Bill, ciertamente. Por cierto, linda ropa.
La risa de aquellos dos pareció iluminar los obscuros pasillos de piedra que conformaban el castillo. El camino a las habitaciones del profesor de DCAO nunca pareció mas corto.
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