Capitulo 1: Desde el Abismo.
Capitulo 2: El Plan de Presentación.
Capitulo 3: Un Simple Paseo, parte 1.
Capitulo 4: Un Simple Paseo, parte 2.
Capitulo 5: Lucha.
Capitulo 6: De Compras.
Capitulo 7: Lluvia.
Capitulo 8: Duelo de Amor y Confusión.
Capotulo 9: Comienza la Aventura... Por Fin.
Capitulo 10: Bosque Invertido.
Capitulo 11: La Casa de Ozen, parte 1.
Capitulo 12: La Casa de Ozen, parte 2.
Capitulo 13: Choque Abismal.
Capitulo 1: Desde el Abismo.
El sol resplandecía en aquel lugar donde unas nubes pasaban por en medio de unas especies de islas y aquellas desenfiladas que sobre salían de la pared de roca. Era como si aquel lugar tuviera su propio clima. Cada isla y parte sobre saliente de la pared tenia arboles, un alto césped, he incluso pequeñas corrientes de agua. Desde el cielo, el sonido de algo cayendo desde lo mas alto se hace oír. Era una cuerda, una muy resistente, la cual había caído al suelo. Y deslizando en ella una joven chica de marrón cabello, y ojos como la miel, descendió unos 20 metros desde su antigua posición.

La chica parecía tener de entre los 15 a 16 años, y vestía un pantalón y chaqueta de color marrón. Debajo de la chaqueta llevaba puesto una blusa negra, en su cabeza un casco de casi el mismo color, con una lampa incluida en la parte frontal, era el único equipo de protección que llevaba. Adema de un silbato rojo que colgaba de su cuello. En su espalda, una mochila con equipamiento básico para minar y escalar, ademas de servir para trasportar cosas de valor, se encontraba algo cargada al tope de cosas.

Sacando una especie de brújula del bolsillo derecho de su pantalón, la chica observa detenidamente algunos números que antes parecían ser distintos a los que ahora indica. Sonriendo para si misma, y clavando su pico en el suelo, la chica alza su puño en una señal de victoria y orgullo.

─¡Al fin! ¡Por fin he llegado a los 300 metros!─Exclama.─Si sigo así no tardare en ingresar al grupo de los 400 metros─

Pero mientras ella celebraba su logro, desde 20 metros por encima, y asomándose por la desenfilada, el rostro joven de un chico de 14 años la miraba desde la distancia. Aquel chico vestía exactamente igual a la chica, con la única diferencia siendo los guantes de cuero que protegían sus manos. Su negro cabello, algo largor, se libraba de cubrirle los ojos gracias al casco, y sus violetas ojos le daban una apariencia un tanto femenina.

─¡Oye, Lily! ¡Recuerda que no podemos bajar mas de los 300 metros!─Le grita su compañero.

─¡Lo se Claud! ¡Te prometo no bajar a mas de 350!─Le responde desde el suelo y recuperando la cuerda que utilizo.

─¡Como sea! ¡Volveré al orfanato!─Le avisa antes de tomar sus cosas y ponerse de pie.─¡Procura no cometer ninguna tontería!─Le pide antes de irse.

─¡Adiós, Claud!─Se despide mirando hacia arriba y agitando una de sus manos de una lado al otro.

Tras despedirse, Lily arroja la cuerda hacia mas abajo y continua con su descenso hasta llegar a los 312 metros, donde comienza a caminar entre los arboles, los cuales tienen una gran tamaño. El tronco de cada árbol mide por lo menos 2 o 3 metros de diámetro. Otra cosa que hay que resaltar, es que la corteza de sus troncos se volvieron una especie de piedra con una textura como de arena. La chica, quien llevaba su pico en manos, miraba fascinada aquellos arboles petrificados. Pese a que ya sabia de su existencia, era la primera vez que veía estos dichosos arboles en persona.

─Vaya. Para que la corteza de los arboles se haya petrificado debieron de pasar cientos de años aquí plantados─

Acercándose a una de las raíces de aquellos arboles, la chica comienza a escavar la tierra de alrededor hasta llegar a un delgada capa de piedra similar a la de las cortezas de los arboles. Con el pico rompe aquella capa de piedra, la cual se rompe como si fuera arena. Tras un rato de estar picando, un pequeño brillo se muestra desde debajo de la piedra. Con cuidado logra extraer aquello que brillaba, y lo limpia de la tierra utilizando su chaqueta haciendo brillar un poco mas al objeto. Era un collar con un pequeño cristal celeste en forma de rombo. El cristal colgaba de una delgada cadena echa de plata, o algún metal similar, y que ademas tenia la parte del broche echa de oro, aumentando su valor aun mas del que ya tenia. 

Los ojos de la chica brillaron de alegría y emoción al mismo tiempo que una sonrisa se pintaba en su rostro. Para ella se le hacia que algo tan increíble como esto se encontrara en los primeros 500 metros de profundidad. Esto podría subir la reputación de un principiante al grado de subir de rango. Pero esta chica... Digamos que no es muy normal.

─Esto ira para mi colección─

Guardando su hallazgo en el bolsillo de la chaqueta, la chica toma sus cosas, guardándolas en la mochila, y lista para regresar al orfanato junto a su compañero. Quien ya se había marchado desde hace rato. Pero antes de poder dar un paso hacia adelante, un sonido, similar a un rugido algo distorsionado llamo su atención. El sonido venia desde afuera de aquellos arboles de piedra. Corriendo hacia donde provenía aquel sonido, la chica salio de entre aquellos arboles hasta quedar casi a la orilla de una pequeña desenfilada que daba una vista única al centro de aquel lugar en el que se encontraba.

Frente a ella, a unos 20 metros, una especie de serpiente voladora de escamas carmesí se encontraba rodeando una desenfilada, como si estuviera buscando algo. Quizás una presa. Su tamaño era descomunal. Media lo mismo que un edificio de cuatro pisos, y su cuerpo era ancho pero conforme bajaba a la cola se volvía mas delgada hasta tener una cola como de mantarraya.

"Una Mandíbula Carmesí. ¿Que hace tan alto? Se supone que no suben a mas de los hasta los 500 metros"─Pensaba la chica.

La Mandíbula Carmesí se detuvo de un momento al otro centrando su vista sobre algo que ya hacia en aquella desenfilada. Entre cerrando su ojos, y tratando de ver lo que había llamado la atención de aquella criatura, la chica abre los ojos de sorpresa. Una persona, mas precisamente un aprendiz como ella, era acechado por la Mandíbula Carmesí. El aprendiz estaba echo una bolita en el suelo, sujetando su cabeza y tapándose la cara con el casco tratando de ocultarse de su depredador. Su cuerpo temblaba de miedo, algo que parecía atraer aun mas a la Mandíbula Carmesí.

La chica sabia que si no hacia algo aquel aprendiz seria devorado por aquella criatura. Mirando nerviosamente hacia los lados y con su mano sujetando fuertemente su rojo silbato, la chica lanza una mirada llena de coraje hacia donde la Mandíbula Carmesí antes de tomar su silbato y soplar fuertemente atrevas de el. El sonido del silbato siendo sonado resonó con un fuerte eco por todo el lugar revotando en cada pared hasta llegar a los oídos de la criatura. Aquel sonido, que para el era molesto, llamo su atención haciéndolo girar hacia donde la chica estaba.

─¡Oye, ¿Por que no te metes con alguien de tu tamaño?!─Grita la chica mientras agita su puño en el aire.

Rugiendo y mostrando sus filosos dientes, la Mandíbula Carmesí se mueve como si fuera una serpiente arrastrándose por el suelo, la chica, al ver que aquello se acercaba hacia ella, dio la media vuelta comenzando a correr en dirección a los arboles de roca. Pese a su tamaño, la Mandíbula Carmesí era capaz de pasar por en medio de los arboles, los cuales se formaban creando pasillos, lo que le facilitaba el camino. Pero no para la chica, quien debía de saltar las raíces sobre salientes del suelo.

La chica tratando de burlar a la criatura, giro a la derecha ingresando a otro pasillo de arboles. La Mandíbula Carmesí la imito, pero al dar la vuelta choco contra uno de los troncos, lo que lo dejo quieto por un par de segundos antes de retocar su persecución. Pero esta vez con mas deseos de atrapar a su presa. Saltando de raíz en raíz, la chica notaba como la criatura se acercaba cada vez mas a ella sin importar cuanto girara a otros pasillos. En un momento, la Mandíbula Carmesí embistió fuertemente el suelo en un intento de atrapar a su presa. Pero solo consiguió lanzar la unos metros hacia delante.

La chica había salido expulsada al aire por la onda del choque. Cayendo sobre su mochila comenzó a rodar por el suelo mientras su equipamiento se caía con cada vuelta que daba. Al final perdió hasta su propia mochila, y solo se detuvo hasta caer por una pequeña desenfilada. La chica cayo de espaldas al suelo desde una altura de 5 metros, golpeándose la cabeza por culpa del mismo casco. La chica se sentó en el suelo y comenzó a inspeccionarse a si misma en busca de alguna fractura.

─¡Ni un huesos roto!─Se dice para si, sacando le lo mínima mente bueno a su situación.

Su ligera alegría de duro nada al oír el rugir de la Mandíbula Carmesí, que ya hacia casi sobre ella. Lo único que los separaba a ambos era solo esos 5 metros que la chica había tenido que caer. Volteando hacia arriba pudo ver como los colmillos de aquella criatura se mostraban como gigantescas dagas afiladas, listas para despedazar su carne. Pero entonces, el sonido del aire comprimiéndose y girando sobre si mismo a una alta velocidad se hizo oír por dos segundos antes de una fuerte corriente de aire caliente pasara a centímetros de la criatura mientras los hilos de viento se movían en el interior.

La Mandíbula Carmesí apenas y pudo evadir el aire caliente, recibiendo una quemadura de primer grado en el costado derecho de su cabeza, lo que provoco que huyera a toda prisa hasta las profundidades de la que había salido para evitar sufrir mas daño. La chica no comprendía lo que acababa de pasar. Era claro que alguien la había salvado, pero aun no lograba entender como fue que pudo manipular el aire. Mirando hacia el lugar donde el aire caliente fue disparado, la chica se da cuenta que las copas de los arboles están calcinados. El lugar de impacto parece como si un gran pedazo de la pared de roca hubiera sido extraído.

Levantándose, la chica voltea a su izquierda, de donde provino la corriente de aire, y ahí, a unos 5 metros de ella, se encontraba un joven chico de casi su misma edad. El ya hacia en el suelo con la palma de su mano apuntando al lugar de la chica, y unos hilos de humo saliendo de la palma. Su negro cabello parecía tener plata en algunos mechones, y sus ojos aun no eran visibles, pero gracias a mi, su narrador, saben que son unos ojos de un hermoso color marrón. El chico viste una gabardina marrón, la cual tiene algunos parches negros por el largo de dicha gabardina. Debajo de la gabardina llevaba una camisa blanca con dorados botones. Y su pantalón es similar al que lleva la chica.

La chica camino hasta donde el chico estaba, y con una mirada curiosa camino alrededor de el. Aun que físicamente parecía una persona, había algo que lo distingue de ser una persona normal. Y eso era que los dos últimos dedos de su mano derecha estaban echo de un metal ligero y conectado directamente a los nervios. Con el dedo indice, la chica toco el rostro de aquel chico tratando de conseguir una respuesta o señal de vida, pero lo único que consiguió fue un quejido de dolor. Mirando hacia arriba, la chica vio el cielo de la superficie transformándose en un celeste, a un rojo escarlata. Y ahora, solo pensaba en como le haría para subir a ambos desde el abismo.

...

─Me alegra saber que todos están bien. Nadie sabe lo que puede pasar en las cuevas del abismo─Dice una mujer, ya algo mayor.

La mujer, cuyo negro cabello comienza a tener canas, vestía un negro vestido similar al de las mojas. Ella estaba parada frente a la pizarra, y por delante tenia a su clase. Todos los alumnos llevaban un silbato rojo en sus cuellos, ademas de que sus cascos estaba ausentes en sus cabezas. Los cubículos estaban colocados en escaleras, es decir, estaba uno mas arriba del otro. El salón era amplio y había por lo menos una distancia de 10 metros del suelo al techo. Lily estaba sentada en los mas alto de los cubículos, observando la clase con aburrimiento a la espera de poder irse a su habitación a descansar.

─Recuerden que el equipo perdido debe de ser remplazado. Ademas de que todo los tesoros encontrados en el abismo deben de ser entregado al orfanato. Nadie puede quedarse con nada─Con esa ultima palabra la mujer voltea a ver con algo de seriedad a Lily.

"¿Se dio cuenta?"─Se preguntaba internamente.

La mujer quito la vista de Lily y continuo dando la clase hasta que pasado unos 30 minutos les dio la orden de retirarse del lugar. En calma, cada alumno se retiro del lugar mientras hablaban entre ellos o pensaban en lo que harían después. Uno de ellos estaba parado en la puerta a la espera de alguien. Se trataba de aquel chico de ojos color violetas, quien esperaba a su buena amiga. Pero esta no salia, y apunto de retirarse, alguien lo sorprende por la espalda.

─¡Claud!─Exclama Lyli espantando a su amigo.

─¡Lily, ya te dije que no hagas eso!─Reclama.

─Ya. Como sea. ¿Me acompañas a reponer mi equipo?─

─¿Que tanto perdiste?─Le pregunta arqueando una ceja.

─¡Todo!─Exclama como si fuera algo de admirar.

─¡¿Que?!─

─Te lo explicare todo en el camino─

Mientras caminaban por aquellos pasillos del orfanato Lily le contaba de una forma un tanto cómica como le había echo para salir de aquella situación de muerte en la anteriormente se encontraba. Para Claud se le hacia increíble que esa chica hubiera sobrevivido al ataque una criatura asesina de esa categoría.

─¿Segura que no sacaste eso de una historieta de esas que sueles leer en clases cuando nadie te ve?─Le pregunta mientras hace un gesto con su dedo indice.

─Ah, ¿Tu sabias eso?─Dice con algo de pena.─Pero no. No es algo que me invente o saque de historietas─

─Como sea. Se en verdad ese chico pudo ser capaz de manipular el aire, entonces llévame a verlo y que me lo demuestre el mismo─Exige.

─Claro. De echo esta ahora mismo en mi habitación─

Claud parecía interesado en saber por que había traído a aquel chico a su habitación, pero decidió no preguntar para no llevarse sorpresas no deseadas. Solamente le pidió que fuesen a verlo, no sin antes, pasar a reponer el equipo que la chica perdió.

...

─Oye hermano, ¿Crees que algún día veremos el cielo?─Pregunta una niña albina.

Aquella niña vestía un traje como de sapo. Por así decirlo. Aun que mas bien parece ser una vestido blanco con un abrigo verde encima, y en su cabeza llevaba un esponjoso gorro. Ella se encontraba observando lo que estaba por encima de ella. Una niebla y una débil luz, como si fuera invierno. La distancia que había entre ella y aquella sima era demasiada. Al menos para su pequeño cuerpo.

─No lo se. Pero te prometo que algún día, nosotros dos, veremos aquel celeste cielo─Dijo aquel chico parado a un lado de ella, y con algunos mechones de su cabello con un color similar al de la plata.
© Osvaldo ,
книга «Beyond The Abyss».
Capitulo 2: El Plan de Presentación.
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