Prólogo
1: Encontronazo
2: Llámame por tu nombre
3: La cita (parte 1)
4: La cita (parte 2)
5: Romeo y Julio
6: La conversación
7: Emociones confusas
8: Mal día
9: Tranquilidad y abrazos
10: Problemas en el paraíso
11: Vulnerable
12: Verdades confusas
13: Un día "tranquilo"
14: Sustos
15: Culpa
16: Pesadillas y caricias
17: Érebo
18: Save me
19: Nuevos amigos
20: Edén
21: Desconfianza
16: Pesadillas y caricias
RAYAN

Will se acaba de dormir. Parece tan tranquilo... Aun no sé qué ha pasado como para que se desmallara de esa forma, y tampoco sé si quiero saberlo. De alguna forma, en lo más hondo, siento que sé lo que es. Y me siento tremendamente culpable por ello. Supongo que tendré que preguntarle... por asegurar. No soy capaz de borrar la imagen de mi mente de él tirado en el suelo, llorando silenciosamente. Me entra una impotencia y frustración muy grande de solo pensarlo. ¿Cómo a alguien tan bueno como Will le pueden pasar cosas tan malas? Si lo único que hace es reglar sonrisas y brindar luz, incluso al que no se lo merece. No debería estar ahora tumbado en una camilla de hospital, durmiendo como si no pasara nada, aunque hubiese pasado de todo.

Suspiro y vuelvo a mirarlo, sonriendo levemente, con un poco de tristeza. Me levanto despacio de la silla y me tumbo a su lado, con cuidado de no despertarlo. Willy se mueve un poco, echándose hacia un lado mientras una hermosa sonrisa aparecía en su cara. Yo me acomodé mejor, y le devolví la sonrisa, aunque no me estuviese viendo. Le cogí la mano con delicadeza, entrelazando nuestros dedos, a la vez que apoyaba mejor la cabeza en la almohada, mirando en su dirección. Me quedé un rato en esa posición, intentando acompasar mi respiración a la suya. Intentando que mis latidos fuesen a la vez que los suyos, sin perderme ni un mínimo detalle de su expresión. Su frente está un tanto arrugada por tener las cejas fruncidas, sus ojos están cerrados fuertemente y sus pestañas se mueven levemente. Su pequeña nariz también está un poco arrugada y sus labios medio abiertos, respirando más rápido que antes. Abro más los ojos y apoyo el codo en la cama, quedándome medio levantado, atento a lo que sea que le esté pasando. Will empieza a mover la cabeza y emite algún que otro sonido lastimero. Me asusto, así que le cojo más fuerte de la mano y lo zarandeo un poco, intentado despertarlo. No funciona. Lo vuelvo a mover más fuerte y esta vez consigo que abra los ojos mínimamente.

-Will, Will, Will. ¡Despierta!- Creo que eso ayuda a que reaccione, porque abre los ojos del todo, repentinamente, y se sienta de forma muy rápida, respirando a gran velocidad y fuerte. Will mira hacia todos los lados, pestañeando varias veces. Sigo su mirada, apretando mi agarre en su mano. De repente veo como todo su cuerpo se sacude y oigo un sollozo, a la vez que gira su cabeza y la apoya en mi hombro, hundiéndose en la tela de mi camiseta, empapándola, aunque eso es lo de menos. Le rodeo el cuerpo con los brazos, intentando envolverlo en una burbuja segura, en la que se sienta todo lo cómodo que se puede sentir ahora. Me quedo en silencio, susurrándole palabras tranquilizadoras y frotándole la espalda, arriba y abajo, despacito, intentando que esa pequeña caricia lo relaje. Él levanta la cabeza de su escondite, me mira, con los ojos húmedos y rojos, sorbe su nariz y vuelve a esconder la cabeza, pero esta vez en el hueco de mi cuello, a la vez que me devuelve el abrazo, mucho más fuerte de lo que sus bracitos son capaces ahora mismo.

-Ray...- me susurra, justo al lado de mi oído.

-Shhh, tranquilo cariño, no pasa nada. No tienes que decir nada, estoy aquí.- intento tranquilizarlo. Solo asiente con la cabeza, suspirando fuertemente, incapaz de moverse de su sitio, así que nos muevo por él. Hago que se tumbe a mi lado, convirtiéndonos en una cucharita, todo sin soltarnos. Le acurruco bien cerca de mí, le doy un pequeño beso en la sien y le susurro que intente dormir otra vez, que está seguro. Will vuelve a asentir, casi imperceptiblemente, e intenta hacer lo que le he dicho. Sigue llorando, aunque ahora mucho menos que antes. Se frota los ojos, quitándose restos de lágrimas, y después me coge de la mano, apretando bien fuerte, como queriendo asegurarse de que siguiese ahí al despertar, a su lado. Le devuelvo el gesto y le vuelvo a dar un pequeño beso, mientras siento como su respiración empieza a disminuir lentamente, llegando un punto en el que su pecho sube y baja a un ritmo tranquilo, al igual que sus latidos. Suspiro, soltando todo el estrés, y también intento dormirme.

Miro la hora en el reloj que hay colgado en la pared. 20: 54 pm. Son casi las nueve. No he podido dormir casi nada, he estado todo el rato pendiente de la respiración de Will y de si se despertaba, para poder reaccionar rápido. Solo he conseguido echar alguna que otra cabezada, pero nada más allá. Me siento en la cama, bajando las piernas y apoyando los pies en el suelo, buscando los zapatos para ponérmelos e ir al baño, pero justo en ese momento entra Sandra, abriendo la puerta con la cadera, ya que tenía una bandeja con comida en las manos. Al entrar, intenta saludarme, pero la corto a mitad, haciéndola callar, a la vez que señalo a Will dormido a mi lado. Ella comprende y asiente, sonriéndome amablemente. Se acerca sigilosa hacia la cama y apoya la bandeja de comida en la mesita que hay justo al lado de la camilla. Sandra mira la bandeja fugazmente y hace un gesto hacia Will, indicando que es para él.

-Su cena.- dice bajito, aun con la sonrisa en la cara. Yo solo asiento, devolviéndole una pequeña sonrisa y dándole las gracias. Se da la vuelta y empieza a alejarse, pero de repente se para, como recordando algo, y se gira, preguntándome:

-¿Quieres algo? Puedo traerte algún bocadillo si quieres.-

-No, gracias Sandra. Ahora mismo perdí el apetito.- Ella solo me mira con una pizca de lastima en los ojos, entendiendo a lo que me refiero, y mueve la cabeza en una especie de asentimiento, dándome otra pequeña sonrisa ladina, yéndose por la puerta, cerrando después con cuidado de no hacer ruido.

Esta vez consigo levantarme de la cama sin ninguna interrupción. Me encamino hacia el baño a lavarme la cara, mirándome en el espejo, observando las ojeras que han aparecido debajo de mis ojos, tintándolos de un morado oscuro, dándole a mi cansada cara un toque incluso tétrico. Suspiro fuertemente, y me encamino hacia la habitación de nuevo, encontrándome con un Will despierto, apoyado en el cabecero de la cama, supongo que buscándome a mí, ya que en cuanto me ve suelta aire y pregunta:

-¿Te habías ido?-

-No Willy, solo estaba en el baño, te dije que no me iría a ningún sitio.- Le contesté, yendo a su lado en la cama. Él me respondió con una sonrisa y se acercó más a mi cuando me puse a su lado.

-¿Qué es eso de ahí?- me preguntó, señalando hacia la bandeja de comida que había en la mesita.

-Ah, eso. Es la cena. Te la trajo Sandra.-

-¿Y tú no quieres nada?- Respondí a su pregunta negando con la cabeza y diciéndole que no tenía hambre. -¿Seguro Ray?-

-Seguro pequeño, no te preocupes.-

-Está bien...- mientras me contestaba le acerqué la bandeja para que empezase a comer. Le miré comer el primer plato, los dos en silencio, solo con el ruido que hacía Will al sorber la sopa que tenía. Quiero preguntarle que ha soñado, pero no consigo reunir el coraje suficiente como para hacer salir las palabras.

Will sigue comiendo, yo sigo en silencio, con la pregunta rondando en la cabeza, con ganas de salir por mi boca. Ya va por el postre, acabándose lo que parece ser una gelatina, y aún no he dicho nada. Así que me armo de valor, soltando un suspiro, y le llamo, captando su atención.

-Pequeño.-

-¿Sí, Ray?-

-¿Te puedo preguntar algo?- mientras lo digo empiezo a morderme las uñas, nervioso hasta los topes. -Claro.- me contesta él, dándome una sonrisa, alentándome a preguntarle.

-¿Qué soñaste?-

-...-

-No hace falta que contestes si no quieres.- le dije para tranquilizarlo, ya que la pregunta parecía haberle alterado un poco.

-Soñé con mis padres. Volví a ver como caían delante de mí... sin vida. Escuché a mi madre volver a pedirme perdón y yo volví a quedarme parado, sin hacer nada. Seguía habiendo una persona que salía corriendo, y sigo sin saber quién es. Pero esta vez se añadió algo más al sueño... Había alguien nuevo. Estaba detrás de un árbol, escondido. Nos miraba a mí y a mis padres, y antes de despertarme lo vi irse, mientras se sacudía, como si se estuviese riendo. Solo pude verlo de refilón... no entiendo como alguien puede reírse de algo así... - Acabó de decir Will. Me quedé callado, conteniendo la respiración. Mi cuerpo se congela y mi corazón acelera, mis ojos se abren del todo y me pongo rígido. Ahora me siento mucho más culpable que antes. Tenía la mínima esperanza de que no fuese lo que pensaba que era, pero Will ha confirmado mis sospechas.

-Ey, oye, ¿estás bien Ray?- me pregunta Will, poniendo su mano sobre mi frente. Yo solo cierro los ojos fuertemente, asintiendo varías veces con la cabeza, queriendo convencerme más a mí que a él.

-Estoy bien, pequeño, de verdad. No es nada. Solamente... estoy preocupado, sí.-

-Vale...-

-¿Tú estás bien? ¿Quieres hablar del sueño?- Intenté quitar un poco de tensión al ambiente, dejando caer mis hombros, respirando hondo. No tendría porqué preocuparse por algo más... Ni por mí. Tendría que ser al revés, yo debería ser el que se preocupe por él.

-Estoy bien Ray. Solo un poco cansado.-

-Llevas durmiendo todo el día.- Le dije, bromeando con él, dándole un pequeño golpecito en el hombro con el mío. Willy sonrió, y dejó escapar una pequeña risita, casi inaudible, que conseguí oír. Tan solo escuchar su risa me hizo sonreír y olvidar todo lo que estaba a mi alrededor por al menos unos minutos. Podría pasarme horas y horas escuchándolo reírse, solo con ese sonido inundando mis oídos podría dormirme tranquilo.

-¿Ya acabaste de cenar?- Señalé la bandeja vacía a la vez que le preguntaba, asintiendo cuando me dijo que sí bajito. Se la quité de encima de las piernas y la volví a dejar en la mesita, para que pudiese recostarse en la cama otra vez. Apoye su cabeza en mi hombro y le empecé a acariciar la coronilla, viendo cómo sonreía relajadamente.

-Gracias... Por estar aquí, conmigo.- Me lo dijo con un tono soñoliento, pero con un deje de alegría y cariño en su voz.

-No hay nada que agradecer. Este es el mejor sitio en el que podría estar.- Le di un pequeño beso después de contestarle, y le seguí acariciando, intentando fundirme con él.

Ojalá pudiéramos estar siempre así, tranquilos y sin preocupaciones.
© ϐℓυє ,
книга «Caprichoso destino».
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