Prólogo
1: Encontronazo
2: Llámame por tu nombre
3: La cita (parte 1)
4: La cita (parte 2)
5: Romeo y Julio
6: La conversación
7: Emociones confusas
8: Mal día
9: Tranquilidad y abrazos
10: Problemas en el paraíso
11: Vulnerable
12: Verdades confusas
13: Un día "tranquilo"
14: Sustos
15: Culpa
16: Pesadillas y caricias
17: Érebo
18: Save me
19: Nuevos amigos
20: Edén
21: Desconfianza
19: Nuevos amigos
Martes. Hora de volver a clase, por fin. Aunque pueda parecer raro, tengo ganas de verles la cara a los profesores y de sentarme en mi sitio, al final de la clase. Especialmente en clase de literatura, con Ray al lado. Esta mañana no estaba fuera esperándome así que supuse que se habría quedado dormido. Me quedé un rato esperando pero como no vino empecé a caminar hacia la Uni, sin mucha prisa, disfrutando de la tranquilidad que había a estas horas. Cuando llegué, fui directo hacia filosofía. A muchos les podría parecer un rollo empezar un martes con filosofía a primera hora, pero a mí me resultaba muy interesante. Te enseña nuevos puntos de vista y nuevas perspectivas, y te plantea dudas que seguramente no habías pensado. Pensando en ello fui a sentarme a mi sitio, esquivando a la gente que se cruzaba por medio. La clase estaba llena de gente hablando y hablando sin parar, pero el ruido paró en cuanto el profesor entró a clase, junto con una chica y el director. Todos miramos extrañados la escena, preguntándonos quién era aquella chica. Entonces el director habló, disolviendo nuestra duda.

-Buenos días alumnos. Os presento a Alex.- La clase entera giró la cabeza hacia la chica, viendo como movía un poco la mano y sonreía tímidamente, en forma de saludo. -Es nueva, así que espero que le deis una buena bienvenida.- El director sonrió casi imperceptiblemente, asintiendo hacia Leo, el profesor, y yéndose por la puerta.

-Alex, siéntate donde quieras.- La chica solo asintió y giró la cabeza, buscando con la mirada cualquier sitio libre. No quedaban muchos, pero uno de esos sitios estaba justo a mi lado. Y casualmente Alex fijó los ojos en ese asiento, caminando en mi dirección. Se sentó en la silla intentando no hacer mucho ruido, y con una voz bajita me saludó.

-Hola, soy Alex.

-Yo soy Will.-Me sonrió y yo le sonreí de vuelta.

-Will, ¿en qué clase se supone que estamos?

Su pregunta me sorprendió y me hizo reír a partes iguales, ganando así una mirada reprobatoria de Leo. Intenté callarme y bajar el tono de voz para no molestar.

-Lo siento, es que aún no me han dado el horario.- Me explicó, rascándose la nuca nerviosamente.

-Tranquila, tranquila. No hay problema. -Sonreí- Estamos en filosofía. El profesor se llama Leo.

-Gracias.

-De nada.

La pequeña conversación acabó ahí, así que empecé a prestarle atención al profesor, intentando entender todo lo que decía, a la vez que cogía apuntes y copiaba lo que ponía en la pizarra. En cuanto sonó el timbre todo el mundo empezó a recoger sus cosas rápidamente. Era martes así que tocaba hora de estudio. Recogí mis cosas, con la intención de despedirme de Alex, pero en cuanto empecé a irme ella vino corriendo detrás, poniéndose a mi lado mientras caminábamos.

-Hey, ¿A dónde vas? ¿Puedo acompañarte? No sé donde está casi nada.

-Claro, iba hacia la biblioteca.

Alex solo asintió y seguimos caminando por los pasillos hasta llegar. No había mucha gente así que la mayoría de las mesas estaban libres. Nos sentamos en una que estaba en la esquina y los dos sacamos nuestros respectivos libros de la mochila. Tenía algunas cosas pendientes del día que no estuve, por lo que me puse a hacerlas.

-¿Me dejas tu horario? Creo que vamos a las mismas clases, así lo puedo copiar.

Me asusté un poco por el repentino comentario y los dos nos reímos por ello. Asentí accediendo y lo pasé por la mesa hasta ella. Alex sonrió al verlo y me miró con una expresión graciosa.

-Tiene muchos colorines.

-Sí, me gustan las cosas coloridas.- Le dije en respuesta, medio sonrojado por quedar en evidencia. Después del pequeño comentario volví a sumergirme en mis deberes, pero de repente sentí un peso sobre mi espalda y volví a pegar un rebote del sustos, dándole a alguien en la barbilla con la cabeza.

-¡Perdón, perdón! ¿Estás bi...? ¿Ray?

-Auch. Sí, yo también me alegro de verte pequeño.- Me contestó, sobándose la barbilla con una mueca de dolor. Me reí nerviosamente y me levanté de la silla para fundirme en un abrazo con él.

-Perdón, sí que me alegro de verte, pero me asustaste tonto.

-Uh, ¿Y ahora soy tonto?

-¡Es broma Ray!

-Lo sé, me apetecía chincharte.- Le miré con mala cara y me separé del abrazo para poder mirarle mejor.

-¿Qué haces aquí? Esta mañana no estabas.- Comenté con un puchero, intentando darle lástima. Creo que funcionó, porque torció la boca y apoyó su mano en mi moflete, acariciándome levemente. Me apoyé más en su mano, esperando con la separara, y él entendió, así que Ray siguió con la pequeña caricia.

-Perdona Willy, me quedé dormido y cuando me desperté ya había empezado la primera clase así que esperé hasta segunda hora.

-Oh, me imaginé algo así. Da igual, no pasa nada. Pero me debes una chocolatina.

-Está bien.- Accedió, dándome primero un besito en la frente para luego bajar hacia mis labios, dejando más de estos. Primero uno, luego otro y después otro más, así hasta acabar en un beso profundo que nos metía a los dos en una gran burbuja, alejada de todo el mundo. Solo escuchábamos nuestros latidos y el sonido que hacían nuestras bocas al separarse para poder coger aire y poder seguir con el beso, absorbiéndonos mutuamente, sin dejar ni un rastro de espacio, explorándonos la boca como nunca antes, volviendo a separarnos para coger aire, y justo cuando nos íbamos a volver a juntar, se escucha un carraspeo a lo lejos, cortándonos el rollo. Era Alex, que nos miraba sonriente desde la mesa. Yo le devolví la mirada, más rojo que el propio infierno, escondiendo mi cara en el cuello de Ray, riendo tontamente por la situación.

-Así que... ¿Novios?

Ray me miró, preguntando con la mirada quién era ella, así que me aclaré la garganta y procedí a hacer las presentaciones.

-Ray, esta es Alex, es nueva y está conmigo en mis clases. Alex, este es Rayan, mi... Mi novio. - Acabé de hablar, avergonzado por lo que había presenciado.

-Un gusto Rayan.

-Lo mismo digo.

Los dos sonrieron, creando un ambiente de tranquilidad en la biblioteca. Nos volvimos a sentar, Alex y yo dónde estábamos antes, y Ray se cogió una silla y la puso a mí lado, pegado a mí silla. Extendió la mano por debajo de la mesa y la apoyó en mi pierna, apretando un poco. Lo miré sorprendido y le di un codazo molestándolo, para después abrir el libro y seguir estudiando. El resto de la hora la pasamos en silencio y con alguna broma o anécdota por aquí y por allá, Ray seguía con la mano en el mismo sitio y yo no dejé de estar rojo desde que llegó.

Tocó el timbre y los tres recogimos nuestras cosas. Ahora tocaba literatura, así que los tres fuimos juntos a clase. Ray y yo fuimos a sentarnos donde siempre y Alex se sentó en la mesa que estaba delante de las nuestras. La profesora entró dándonos los buenos días, mientras dejaba su mochila en la silla y cogía una tiza para girarse a escribir en la pizarra, dándonos la espalda. Escribió algo que no llegué a ver porque Ray agachó la cabeza para acercarse a mi oído y empezar a susurrarme, haciendo que el cuerpo me temblara, lleno de escalofríos que me ponían los vellos de punta.

-Pequeño.

-¿Qué pasa?- Le contesté lo más bajito que pude, intentando que la profesora no nos oyera.

-¿De dónde ha salido la chica esa?

-¿Te refieres a Alex?

-Sí, sí, esa.

-¿No te cae bien? En la biblioteca parecía que sí.

-No, no es eso. Simplemente... no me da buena espina, ya sabes.

-¿Por qué? ¿No estarás celoso ni nada no?

-¡No!

-Shhh.- Le avisé para que bajara el tono, porque sino la profesora nos iba a oír. –No estoy celoso Willy, no sé explicarlo, simplemente no me encaja del todo.-

-No te preocupes Ray, no va a hacer nada si es lo que te preocupa.

-Si tú lo dices...

Asentí despacio, estirándome un poco para darle un besito pequeño en su moflete, intentando relajarlo. El resto de la hora Ray no dejaba de lanzarle miraditas con el ceño fruncido a la espalda de Alex, pretendiendo que yo no las veía, cuando eran bastante evidentes. Espero que se le pase pronto, porque es la primera amiga que hago desde lo que pasó con mis padres, y eso fue hace mucho, y me gustaría que se llevaran bien. La clase acabó y empecé a recoger rápidamente, acabando antes que Ray.

-¿Por qué tanta prisa Willy?

-Entro a trabajar a las seis y no quiero perder tiempo.

-Aún quedan casi ocho horas Willy, además, ¿desde cuándo trabajas?

-Ya, también es verdad.- Contesté, parando enseguida de hacer lo que estaba haciendo, medio avergonzado por recoger tan rápido, aunque en mi defensa diré que no quiero llegar tarde en mi primer día. –Y hoy es el primer día, llevaba un tiempo buscando un trabajo para poder pagar el piso sin tirar de ahorros.-

-Oh, bueno, podrías habérmelo dicho pequeño, podría haberte ayudado. ¿Y dónde encontraste trabajo?

-No quería preocuparte más de lo necesario Ray, puedo pagarlo solo, pero gracias. Empezaré a trabajar en un bar, se llama Jungle Bar.

Decliné su oferta, sonriéndole cálidamente y dándole un abrazo corto pero fuerte, transmitiéndole mi agradecimiento,mientras Ray asentía, dándome a entender que sabía de qué bar hablaba. Él me devolvió el abrazo igual de fuerte que yo, para después separarnos. Como yo ya había acabado, ayudé a Rayan a guardar todo en su mochila para acabar así antes y poder irnos ya a casa. Cuando acabamos nos despedimos de Alex, cada uno a su forma, y con eso me refiero a que mi despedida fue más efusiva y la de Ray más... fría y desconfiada. No entendía que veía de malo en Alex si parecía tan maja y agradable. Sacudí la cabeza cogiendo de la mano a Ray, saliendo de la clase con él siguiéndome unos pasos más atrás hasta llegar a alcanzarme. Los dos salimos juntos de la universidad tomando el mismo camino hacia casa ya que ambos vivíamos medianamente cerca. Creo que el piso de Ray estaba unas tres calles antes que el mío, aunque no estaba seguro, porque ahora que lo pienso, nunca había ido a su casa. La verdad, no había pensado en ese pequeño detalle. Ray había estado varias veces en mi "casa" pero yo no había ido a la suya aún.

-¿Will? ¿Estás bien?

-Uh, ¿qué?

-Que si estás bien Willy.

-Ah sí, sí, solo estaba pensado.

-¿En qué?

-Nada importante Ray.

Le sonreí restándole importancia al asunto, porque en realidad no era tan importante, ¿no? ya llegaría el momento. Ray me devolvió la sonrisa y seguimos caminando, hasta que rompió el silencio con una pregunta.

-¿Quieres que te acompañe al trabajo hoy?

Yo le miré sorprendido y emocionado porque quisiera venir, era una oportunidad importante para mí, y aunque no fuese el mejor trabajo del mundo por lo menos podría conseguir dinero por mi cuenta. Asentí emocionado, dando pequeños saltitos de alegría. Él solo se rió y me abrazó, haciendo que parara de saltar para poder rodear también mis brazos alrededor suyo. Cuando nos separamos, empezamos a caminar otra vez y después de unos segundos en silencio volvió a hablar.

-¿A qué hora paso a buscarte?

-Entro a las 18.00 y no está muy lejos así que puedes venir a las 17.45, si te parece bien.

Acabé de hablar y Ray asintió accediendo.

-¿Y a qué hora sales?

-A las diez.

-¿Tan tarde?

-Ya sé que es tarde, pero las demás opciones eran demasiado pronto y de momento es lo único que he encontrado.

-¿Te dará tiempo a estudiar bien y todo?

-Tranquilo Ray, me las apañaré.

Le sonreí para tranquilizarlo y justo cuando acabamos de hablar llegamos a mi portal. Ray asintió no muy convencido y me volvió a abrazar, esta vez más tiempo que las anteriores veces.

-Te veo luego pequeño.

Se despidió con un beso en la frente y otro en los labios y empezó a caminar alejándose cada vez más. Yo me quedé parado en el portal hasta que lo perdí de vista y después entré al desaliñado edificio con una sonrisa de oreja a oreja. 
© ϐℓυє ,
книга «Caprichoso destino».
Коментарі