Prólogo
1: Encontronazo
2: Llámame por tu nombre
3: La cita (parte 1)
4: La cita (parte 2)
5: Romeo y Julio
6: La conversación
7: Emociones confusas
8: Mal día
9: Tranquilidad y abrazos
10: Problemas en el paraíso
11: Vulnerable
12: Verdades confusas
13: Un día "tranquilo"
14: Sustos
15: Culpa
16: Pesadillas y caricias
17: Érebo
18: Save me
19: Nuevos amigos
20: Edén
21: Desconfianza
3: La cita (parte 1)
Ya ha pasado una semana. Hoy es viernes y me he levantado animado porque tengo literatura a primera hora, así que no tengo que esperar mucho para verle. La semana anterior hablamos todos los días en clase y comimos juntos en la cafetería, y, sinceramente, me encanta. Pasó mucho tiempo en el que me sentí vacío y a la vez lleno de dudas, dándole vueltas a lo que pasó aquella tarde, de la que aun no consigo olvidarme. Como murieron mis padres delante mío... sin siquiera haber podido arreglarnos, sin haber podido hablar. Ni un abrazo. Pasó todo tan rápido... Según la policía se trató de una equivocación en la dirección de la bala. Pasé años convencido de que eso era imposible, porque a mí me pareció lo suficiente calculado, pero no me hicieron caso. Tuve que enterrar esas ideas en lo más hondo de mi cabeza y guardarlas en un baúl con candado, el cual no me he permitido abrir aun. Pero Rayan está consiguiendo hacerme sentir vivo, lleno de energía cada vez que hablamos, o simplemente nos miramos.

Ya llegué a clase y ni cuenta me di. Estaba tan concentrado en antiguos recuerdos, que llegué sin siquiera darme cuenta. Rayan ya estaba, así que fui a sentarme al lado suyo. Nos saludamos con la sonrisa de siempre, mientras la clase pasaba volando. Me estaba levantando cuando Rayan me llamó.

-Espera Will.- me dijo. Yo me di la vuelta, mirándolo atentamente.

-¿Si?- contesté.

-¿Puedo pedirte algo?- me preguntó.

-Mmmm, supongo.- dije mirándolo con duda en la cara. El me sonrió y me dijo:

-¿Me das tu número?- me soltó de repente. Yo me sorprendí de sobremanera, pensando que estaba loco o algo. Era la primera vez que alguien pedía mi número, es más, no había nadie en mi lista de contactos, solo mis padres. "Quizá debería borrarlos..."

-¿Qué?- le dije, sin salir de mí asombro.

-Lo que oíste pequeño, ¿me dejas tenerlo?- me respondió el, tan tranquilo. Aun no me acostumbraba a ese apodo, cada vez que me llamaba así se me subía todo el arcoíris a la cara.

-S-sí, claro, ¿pero por qué ibas a querer tenerlo?- le contesté mientras él me pasaba su teléfono para que le añadiera mi teléfono. Rayan frunció un poco el ceño, confundido, y, como si no tuviera importancia, me dijo:

-¿Por qué no iba a querer tenerlo? ¿Tú no quieres?- Esa fue su respuesta, a la cual yo me adelanté a responder rápidamente, sacándolo de dudas.

-¡Sí, sí, claro que quiero!- igual fui un pelín demasiado efusivo... -Digo... Sí, sí a ti no te importa.- intenté arreglarlo, aunque creo que no funcionó. El se carcajeó, mientras sonreía abiertamente.

-Entonces, no hay problema.- me dijo aun riéndose un poco. Yo le seguí la risa, y me fui a la siguiente clase corriendo, porque ya iba tarde, aunque merecía la pena.

Cuando llegó la hora del almuerzo, me senté en nuestra mesa de siempre, a esperarle. Me llegó un mensaje de un número desconocido, mientras Rayan se sentaba en la silla, enfrente de mí. Le saludé y miré el mensaje, mientras Rayan se levantaba y asomaba la cabeza por encima de mi hombro.

-Soy yo, es para que me agregues.- me dije justo al lado de mi oreja. Asentí con la cabeza y le di a añadir. Estaba poniéndole el nombre, pero Rayan me quitó el móvil de las manos y me dijo:

-Soso, ¿sólo me vas a poner Rayan?-

-Ese es tu nombre.- le contesté mientras intentaba que me devolviera el móvil. No me contestó y empezó a teclear. Una vez acabó, me lo devolvió y pude ver el nombre que se había puesto, "Ray". Me sonrojé levemente y el hecho de que Rayan aun siguiera en la misma posición no ayudaba. Quería preguntarle cómo me tenía a mí, pero la vergüenza pudo conmigo, aunque parece ser que me leyó la mente, porque me dijo:

-Mira, este eres tú.- dijo mientras me enseñaba el chat conmigo. Arriba del todo ponía "Pequeño Willy" Si ya de por sí estaba rojo, ahora parecía un tomate con ojos. "¿En serio me había puesto así?" pensé. Creo que gracias a mi cara supo que no sabía que responder, así que me sonrío y se volvió a sentar.

El resto del día pasó volando, y antes de lo que canta un gallo estaba espatarrado en el sillón de mi casa, viendo la tele. Me llegó un mensaje al móvil, era de Rayan.

Ray

Hola, Willy

Oye, una pregunta, estás libre mañana?


                                           Esto... Sí, claro, por?

Para vernos :)

                                              Ah, vale, a q hora?

Paso a buscarte a tu casa a las 8?

                                                                Okey ✓✓

En la conversación no se nota, pero estoy dando botes de alegría junto a mi animado corazoncito. ¿Se podría esto considerar como una cita? ¿Será así para él? De todas formas, ¿Qué me voy a poner? ¿Y si no le gusta? ¿Y si me tropiezo delante suyo bajando las escaleras? ¿Y si... ¡Basta Will! ¡Que no te casas! Solo es una salida de amigos, pero eso no quita que esté nervioso. Bueno, aún falta casi un día, así que voy a intentar calmarme y me iré a dormir.

0:00 am

No puedo dejar de pensar en mañana, ¿y si la fastidio?

02:27 am

¿Quedarían bien los pantalones azules con las "nike"?

04:55 am

Venga Will, no es tan difícil, solo duérmete ya.

06:13 am

¿Y si pruebo a contar ovejitas?

08:45 am

Nop, va a ser que no funciona. Son las ocho de la mañana y yo sin dormir nada, todo por una estúpida cita no cita. Me levanto para desayunar y tomarme una buena dosis de cafeína, para ver si aguanto. Me voy a la cama otra vez, sin pensar en nada, y esta vez, caigo rendido, y me dejo arrullar por los suaves brazos de Morfeo, durmiéndome por fin.

¿Qué hora es? ¿Cuánto llevo dormido? El reloj marca las 19:00, ¿tanto dormí? Recuerdo que tenía que hacer algo, pero no sé que era.

Ray

Ya te estás preparando?

Miro confundido la pantalla, hasta que me acuerdo. ¡Rayan! ¡La cita! Digo, salida. Dios, toda la noche sin poder dormir, y ahora ni me acordaba. Iba a contestarle cuando me llega otro mensaje suyo.

Ray

Sigues ahí? No te habrás arrepentido no?

                                 No! Ahora me iba a vestir

Ah vale, jajaj ✓✓

Doy por terminada la conversación y me voy corriendo a la ducha. Cuando salgo, me visto con los mejores pantalones que encontré por mi armario, me hago con una sudadera, los zapatos y listo. Estaba bajando justo cuando el timbre suena. Voy corriendo a abrir la puerta, y ahí estaba Rayan. "Tan guapo..." Dios, no te sonrojes, no lo hagas, tu puedes... Y ahí estamos, rojo como nadie.

-Hola Willy.- me saluda un sonriente Rayan.

-Hola Ray.- le contesto. Un momento... ¿Dije Ray? Creo que él pensó lo mismo porque me miró sorprendido y dijo:

-¿Ray?- pero lo que vino después me sorprendió más. -Por fin, por fin me llamas Ray.- dijo riéndose. Yo también me reí, pero una duda me asaltó la cabeza. ¿Cómo sabía dónde vivía, si se me olvidó decírselo?

-Oye Ray, ¿cómo sabes dónde vivo?- le pregunté. El paró de reírse de repente, mientras se tocaba el pelo nerviosamente y evitaba mi mirada.

-Esto...- soy yo, ¿o Rayan estaba buscando alguna excusa?
© ϐℓυє ,
книга «Caprichoso destino».
4: La cita (parte 2)
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