18: Save me
Después de la crisis que tuve al despertarme Ray se encargó de ir a por comida para los dos. Ambos comimos en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Estos días se me están haciendo tan largos que parece que llevo una eternidad aquí, aunque solo lleve dos días. No veo el momento en el que pueda ponerme mi chándal gris y salir de este hospital. No es que Sandra sea mala o el lugar sea muy desagradable, ni mucho menos, pero estar aquí me recuerda a las sirenas, las ambulancias, la gente corriendo de aquí para allá... Necesito ir a mi casa y esconderme bajo mis sábanas, igual con Rayan. Y como si mis pensamientos se materializaran Sandra aparece por la puerta con una sonrisa de oreja a oreja, haciéndome sonreír inevitablemente a mí también. Parecía que venía con buenas noticias.
-¡Hola chicos! Os traigo buenas noticias.
Los dos nos miramos saliendo de nuestro estupor y asentimos, instándole a contarnos lo que sea que la tenga tan contenta.
-He hablado esta mañana con el médico y me ha dicho que ya no necesitas estar más aquí Will. Te ha dado el alta, mañana podrás irte a tu casa.
-¡Eso es fantástico! ¿Oíste Ray? ¡Podemos ir a casa!
-Sí Willy, es genial.
Lo miré extrañado por aquella contestación, a decir verdad no parecía muy emocionado. Sandra debió de darse cuenta porque se giró para mirarme, elevando las cejas en signo de incomprensión. Yo solo me encogí de hombros, sin saber exactamente que decirle. Miró a Ray una última vez y empezó a caminar hacia la puerta.
-Bueno chicos, os dejo solos. Disfrutad del resto del día. - Acabó diciendo, mientras me guiñaba un ojo y se iba.
Miré a Rayan buscando alguna respuesta en su cara, pero al no encontrarla le pregunté.
-¿Qué pasa Ray? ¿No quieres volver a casa?
-No es eso Willy, me alegro muchísimo.
-Pero...
-Pero... aquí estabas más... a salvo.
-¿A salvo? ¿A salvo de qué Ray?
-De quién, Willy, de quién.
-Oh.
Asentí comprendiendo al instante a quién se refería. Érebo. ¿Por qué le tendrá tanto miedo? Sé que un santo no es pero tampoco creo que llegue a ser Satán. Me encantaría saber la historia al completo, porque de lo que sí estoy seguro es de que Rayan no me está contando toda la verdad. Siempre se deja algo en el tintero, solo con mirar a sus ojos me sirve para saber que algo quiere salir de su boca pero él no le permite escapar. Entonces, decidido a decirle algo más, cambió radicalmente de tema.
-Así que mañana nos vamos, ¿eh? ¿A dónde querrás ir primero? ¿Parque de atracciones? ¿Montar en una barca? ¿Algún museo?
Rio por sus ocurrencias a la vez que niego con la cabeza, divertido.
-Ray, con ir a por un helado y a casa me basta, no llevo aquí un mes.
-Ya, también es verdad.
Sonreí tontamente viendo como él se rascaba la nuca intentando disimular el rubor en sus mejillas. Parecía tan feliz ahora que la mínima capa de oscuridad que recubría sus ojos podía llegar a pasar desapercibida, pero yo la notaba. Sabía que algo lo atormentaba y estaba dispuesto a descubrir que era. Estaba claro que tenía que ver con su familia, más concretamente con su hermano. Lo difícil era averiguar qué pasaba con su hermano. Lo tenía asumido, debía empezar a ser como un agente del FBI encubierto. Bueno, igual no tan exagerado, pero el fin era el mismo. Conseguir que Ray estuviese bien al completo.
Me despierto un poco desubicado. Ayer me quedé dormido haciendo planes un tanto imposibles. Bostezo grande y palpo el sitio libre a mi lado, sintiendo que estaba vacío. Miro extrañado el hueco preguntándome donde estará Ray, para después levantarme con parsimonia de la cama, observando toda la habitación intentando encontrarle, aunque fracaso. No está. Me apresuro a ir al baño, pero tampoco está ahí, así que me acerco al lavabo a lavarme la cara y cuando estoy saliendo del baño me encuentro a Rayan entrando por la puerta con una bolsa de deporte en la mano. Lo miro a él, luego a la bolsa y después a él otra vez, preguntando silenciosamente que lleva ahí. Él solo sonríe y camina hacia la cama, dejando la bolsa en la misma. Yo le sigo y me siento en frente suyo.
-¿Qué llevas ahí?
-Ábrela.
Le hago caso y la abro, encontrando un par de calcetines, ropa limpia, unos calzoncillos y zapatillas. Me levanto sonriendo de la cama y voy a abrazarle, contento por ver otra cosa que no sea la bata azul desteñida que llevo puesta ahora mismo.
-Gracias Ray.
-No hay de qué. Venga, venga, cámbiate, los helados no esperan.- Lo miré gracioso y asentí, yendo hacia el baño otra vez, cerrando la puerta detrás mío. Me quité la bata y la ropa interior, metiéndome en la ducha para darme un remojón rápido. Encendí el grifo esperando a que el agua estuviese a una buena temperatura y después me metí bajo la lluvia artificial, dejando que mi pelo se mojara en el proceso. Me enjaboné rápido y salí, secándome para después ponerme la ropa. Ray me había traído unos pantalones azules rasgados y una camiseta del mismo color, junto con una chaqueta negra y unas deportivas negras también. Después de vestirme me sequé el pelo e intenté peinarme de la mejor manera posible. Intento fallido. Nunca consigo peinarme bien, tengo un pelo rebelde. Suspiro al mechón que me cae en la frente y abro la puerta del baño, viendo a Rayan sentado en el pequeño sillón que hay al lado de la cama, con una revista en las manos y una mirada aburrida en la cara. Cuando Rayan advierte mi presencia cierra la revista y la deja en la pequeña mesita de noche -"Por alguna razón que no logro entender, aquí todo es pequeño."- levantándose con un resoplido de cansancio.
-¿Ya estás?
-Sí, ya estoy.
Ray se limita a asentir con una sonrisa a la vez que extiende la mano hacia mí, como una oferta para coger su mano y salir juntos de la habitación. Al salir del cuarto nos encontramos con una Sandra agitada por, según parece, venir corriendo.
-¡Ey, hola! Venía... venía a despedirme de vosotros.- Empezó a hablar entrecortadamente, intentando recuperar un poco la respiración. Los tres cruzamos miradas y las sonrisas no tardaron en aparecer, acabando en risas aliviadas y felices.
-Venid, venid, un abrazo anda.
Nos fundimos en un abrazo que no duró mucho y nos despedimos de ella, con un "Espero no volver a verte por aquí" y un guiño por su parte, que hizo que me riera aun más.
Ray y yo seguimos andando de la mano por el pasillo del hospital, lleno de decoraciones y dibujos que intentaban animar un poco el ambiente, hasta llegar a la salida. Fuera le sujeté la mano a Ray un poco más fuerte, para después acariciarle con el pulgar el dorso de la mano. Él simplemente sonrió y seguimos andando hacia su coche. Me subí en el asiento del copiloto, esperando a que Ray arrancara el coche.
-¿Puedo poner algo de música?
-Claro.
Empecé a pasar de cadena en cadena hasta que encontré una canción que conocía y que me gustaba. If I killed someone for you. Después de unos segundos de dejarla puesta, Rayan comenzó a cantarla bajito. Lo miré sorprendido, sin esperar que él se supiera la letra, no sabía siquiera si conocía la canción. Él me devolvió la mirada por el rabillo del ojo, cantando mientras me miraba, como si quisiera decirme algo. Entonces de repente se calló, llegando a un semáforo en rojo. Paramos y volvió a cantar, esta vez un poco más alto, dejándome oírle con más nitidez.
"Would you turn me in
When they say I'm on the loose?
Would you hide me when
My face is on the news?
'Cause I killed someone for you
I hear the sirens coming, I see the flashing lights
I'm driving through the suburbs wearing my disguise
I show up at her door step to look her in the eyes
I tell her that it's me, but she doesn't recognize
Can't you see I'm running? Said I need a place to hide
I've gotta ask you something: Could you please let me inside?
Just let me explain, no, I wouldn't tell you lies
I know you'll understand if you let me stay the night"
Su mirada era tan intensa que me impedía parpadear, intentando no perder ningún detalle de su iris negro, intentando distinguir su pupila, que parecía que ocupaba todo su ojo al completo. La profundidad en su mirada me quería decir algo que yo todavía no lograba entender, mi corazón acelerado y mis cejas fruncidas por el momento hicieron que me metiera tanto en este instante de incertidumbre en el que estamos que cuando el coche de atrás tocó el claxon pegué un rebote de la leche, al igual que Ray. Rayan se colocó recto y volvió a arrancar, carraspeando un poco, recuperándose del momento. Justo en ese segundo la canción acabó y empezó a sonar Save me, de Saint Motel. Esta vez soy yo el que se pone a cantar bajito, intentando disminuir así un poco la tensión que había en el ambiente. Por algún motivo esta canción me recuerda a los dos. No puedo no pensar que Ray chocó (literalmente) con mi vida para salvarme y sacarme del hondo agujero negro en el que estaba sumido, en el que lo único que me rodeaba eran los oscuros recuerdos del pasado. Siento que, como dice la canción, me va a salvar, al igual que yo espero poder salvarlo a él.
-Esta canción... me recuerda a nosotros Ray. Llegaste para salvarme y lo estás haciendo, y yo espero hacerlo también.
Ray giró la cabeza momentáneamente para mirarme y luego sonreír con ¿tristeza? mientras negaba con la cabeza levemente, casi de forma imperceptible.
-Aún no he conseguido salvarte Willy... aún no.
No entendí su comentario, pero lo dejé pasar y apoyé mi mano con delicadeza en su pierna, mirándole con un interrogante en la cara. Él me sonrió asintiendo así que acabé de apoyar mi mano, apretándole el muslo fuerte, queriendo transmitir que estaba aquí, con él, y que no me iba a ir.
El resto del viaje a la heladería lo pasamos en silencio, yo con mi mano en su pierna y el conduciendo tranquilamente, concentrado en la carretera. Cuando llegamos, Ray aparcó y salió el primero con prisa para ir a abrirme la puerta. Le miré riéndome un poco por lo cliché y le cogí de la mano, andando hacia el pequeño puestecito de helados en el que habíamos parado. Los dos nos paramos viendo la cantidad increíble de distintos sabores que había. Ray parecía bastante indeciso, pero yo ya tenía claro de que quería el helado.
-¿De qué lo quieres?- Me preguntó.
-Menta con chocolate.
-¿De verdad? ¿Tanto te gusta la pasta de dientes?- Yo le miré ofendido mientras que él solo se reía, así que le di un codazo esperando que así se callara.
-Auch.
-No es pasta de dientes, es el mejor helado del mundo y punto. - Sentencié con los brazos cruzados, indignado por su comentario. Ray solo siguió riendo hasta que nos tocó pedir. Fue él el que hizo el pedido, para él se cogió un helado de yogur y a mí me pidió el de menta con chocolate. Después de pagar me pasó el helado y empezamos a caminar por un paseo lleno de árboles, con el sol reinando la calle. Paseamos entre risas y roces, entre pequeños besos y abrazos. Nos acabamos el helado y llegamos hasta un parque sin mucho bullicio. Tenía un estanque en medio, con algún que otro pato. La tranquilidad y el silencio estaban a la orden del día, todo parecía tan pacífico. Cogí a Ray de la mano, sorprendiéndolo, y empecé a correr a rastras con él, hasta que llegué a un sitio en concreto que me gustó lo suficiente como para parar ahí. No había nadie alrededor, solo nos acompañaban los árboles y los pájaros piando. Había un columpio colgando de un árbol, que daba sombra a una pequeña zona de todo el espacio. Me tumbé en la hierba, bajo el árbol, palpando el sitio libre a mi lado, indicándole a Rayan que se tumbara conmigo. Se agachó y se tumbó, extendiendo su brazo para que yo me apoyara en él, quedando así medio encima de Ray. Nos quedamos allí toda la tarde, observando el cielo, buscando formas en las nubes, viendo el atardecer y como los patitos se escondían entre las plantas para irse a descansar hasta el día siguiente. Besándonos en cualquier oportunidad factible y sonriendo por cualquier nimiedad. A pesar del momento raro que hemos pasado en el coche, este día es, sin duda, uno de los mejores.
-¡Hola chicos! Os traigo buenas noticias.
Los dos nos miramos saliendo de nuestro estupor y asentimos, instándole a contarnos lo que sea que la tenga tan contenta.
-He hablado esta mañana con el médico y me ha dicho que ya no necesitas estar más aquí Will. Te ha dado el alta, mañana podrás irte a tu casa.
-¡Eso es fantástico! ¿Oíste Ray? ¡Podemos ir a casa!
-Sí Willy, es genial.
Lo miré extrañado por aquella contestación, a decir verdad no parecía muy emocionado. Sandra debió de darse cuenta porque se giró para mirarme, elevando las cejas en signo de incomprensión. Yo solo me encogí de hombros, sin saber exactamente que decirle. Miró a Ray una última vez y empezó a caminar hacia la puerta.
-Bueno chicos, os dejo solos. Disfrutad del resto del día. - Acabó diciendo, mientras me guiñaba un ojo y se iba.
Miré a Rayan buscando alguna respuesta en su cara, pero al no encontrarla le pregunté.
-¿Qué pasa Ray? ¿No quieres volver a casa?
-No es eso Willy, me alegro muchísimo.
-Pero...
-Pero... aquí estabas más... a salvo.
-¿A salvo? ¿A salvo de qué Ray?
-De quién, Willy, de quién.
-Oh.
Asentí comprendiendo al instante a quién se refería. Érebo. ¿Por qué le tendrá tanto miedo? Sé que un santo no es pero tampoco creo que llegue a ser Satán. Me encantaría saber la historia al completo, porque de lo que sí estoy seguro es de que Rayan no me está contando toda la verdad. Siempre se deja algo en el tintero, solo con mirar a sus ojos me sirve para saber que algo quiere salir de su boca pero él no le permite escapar. Entonces, decidido a decirle algo más, cambió radicalmente de tema.
-Así que mañana nos vamos, ¿eh? ¿A dónde querrás ir primero? ¿Parque de atracciones? ¿Montar en una barca? ¿Algún museo?
Rio por sus ocurrencias a la vez que niego con la cabeza, divertido.
-Ray, con ir a por un helado y a casa me basta, no llevo aquí un mes.
-Ya, también es verdad.
Sonreí tontamente viendo como él se rascaba la nuca intentando disimular el rubor en sus mejillas. Parecía tan feliz ahora que la mínima capa de oscuridad que recubría sus ojos podía llegar a pasar desapercibida, pero yo la notaba. Sabía que algo lo atormentaba y estaba dispuesto a descubrir que era. Estaba claro que tenía que ver con su familia, más concretamente con su hermano. Lo difícil era averiguar qué pasaba con su hermano. Lo tenía asumido, debía empezar a ser como un agente del FBI encubierto. Bueno, igual no tan exagerado, pero el fin era el mismo. Conseguir que Ray estuviese bien al completo.
Me despierto un poco desubicado. Ayer me quedé dormido haciendo planes un tanto imposibles. Bostezo grande y palpo el sitio libre a mi lado, sintiendo que estaba vacío. Miro extrañado el hueco preguntándome donde estará Ray, para después levantarme con parsimonia de la cama, observando toda la habitación intentando encontrarle, aunque fracaso. No está. Me apresuro a ir al baño, pero tampoco está ahí, así que me acerco al lavabo a lavarme la cara y cuando estoy saliendo del baño me encuentro a Rayan entrando por la puerta con una bolsa de deporte en la mano. Lo miro a él, luego a la bolsa y después a él otra vez, preguntando silenciosamente que lleva ahí. Él solo sonríe y camina hacia la cama, dejando la bolsa en la misma. Yo le sigo y me siento en frente suyo.
-¿Qué llevas ahí?
-Ábrela.
Le hago caso y la abro, encontrando un par de calcetines, ropa limpia, unos calzoncillos y zapatillas. Me levanto sonriendo de la cama y voy a abrazarle, contento por ver otra cosa que no sea la bata azul desteñida que llevo puesta ahora mismo.
-Gracias Ray.
-No hay de qué. Venga, venga, cámbiate, los helados no esperan.- Lo miré gracioso y asentí, yendo hacia el baño otra vez, cerrando la puerta detrás mío. Me quité la bata y la ropa interior, metiéndome en la ducha para darme un remojón rápido. Encendí el grifo esperando a que el agua estuviese a una buena temperatura y después me metí bajo la lluvia artificial, dejando que mi pelo se mojara en el proceso. Me enjaboné rápido y salí, secándome para después ponerme la ropa. Ray me había traído unos pantalones azules rasgados y una camiseta del mismo color, junto con una chaqueta negra y unas deportivas negras también. Después de vestirme me sequé el pelo e intenté peinarme de la mejor manera posible. Intento fallido. Nunca consigo peinarme bien, tengo un pelo rebelde. Suspiro al mechón que me cae en la frente y abro la puerta del baño, viendo a Rayan sentado en el pequeño sillón que hay al lado de la cama, con una revista en las manos y una mirada aburrida en la cara. Cuando Rayan advierte mi presencia cierra la revista y la deja en la pequeña mesita de noche -"Por alguna razón que no logro entender, aquí todo es pequeño."- levantándose con un resoplido de cansancio.
-¿Ya estás?
-Sí, ya estoy.
Ray se limita a asentir con una sonrisa a la vez que extiende la mano hacia mí, como una oferta para coger su mano y salir juntos de la habitación. Al salir del cuarto nos encontramos con una Sandra agitada por, según parece, venir corriendo.
-¡Ey, hola! Venía... venía a despedirme de vosotros.- Empezó a hablar entrecortadamente, intentando recuperar un poco la respiración. Los tres cruzamos miradas y las sonrisas no tardaron en aparecer, acabando en risas aliviadas y felices.
-Venid, venid, un abrazo anda.
Nos fundimos en un abrazo que no duró mucho y nos despedimos de ella, con un "Espero no volver a verte por aquí" y un guiño por su parte, que hizo que me riera aun más.
Ray y yo seguimos andando de la mano por el pasillo del hospital, lleno de decoraciones y dibujos que intentaban animar un poco el ambiente, hasta llegar a la salida. Fuera le sujeté la mano a Ray un poco más fuerte, para después acariciarle con el pulgar el dorso de la mano. Él simplemente sonrió y seguimos andando hacia su coche. Me subí en el asiento del copiloto, esperando a que Ray arrancara el coche.
-¿Puedo poner algo de música?
-Claro.
Empecé a pasar de cadena en cadena hasta que encontré una canción que conocía y que me gustaba. If I killed someone for you. Después de unos segundos de dejarla puesta, Rayan comenzó a cantarla bajito. Lo miré sorprendido, sin esperar que él se supiera la letra, no sabía siquiera si conocía la canción. Él me devolvió la mirada por el rabillo del ojo, cantando mientras me miraba, como si quisiera decirme algo. Entonces de repente se calló, llegando a un semáforo en rojo. Paramos y volvió a cantar, esta vez un poco más alto, dejándome oírle con más nitidez.
"Would you turn me in
When they say I'm on the loose?
Would you hide me when
My face is on the news?
'Cause I killed someone for you
I hear the sirens coming, I see the flashing lights
I'm driving through the suburbs wearing my disguise
I show up at her door step to look her in the eyes
I tell her that it's me, but she doesn't recognize
Can't you see I'm running? Said I need a place to hide
I've gotta ask you something: Could you please let me inside?
Just let me explain, no, I wouldn't tell you lies
I know you'll understand if you let me stay the night"
Su mirada era tan intensa que me impedía parpadear, intentando no perder ningún detalle de su iris negro, intentando distinguir su pupila, que parecía que ocupaba todo su ojo al completo. La profundidad en su mirada me quería decir algo que yo todavía no lograba entender, mi corazón acelerado y mis cejas fruncidas por el momento hicieron que me metiera tanto en este instante de incertidumbre en el que estamos que cuando el coche de atrás tocó el claxon pegué un rebote de la leche, al igual que Ray. Rayan se colocó recto y volvió a arrancar, carraspeando un poco, recuperándose del momento. Justo en ese segundo la canción acabó y empezó a sonar Save me, de Saint Motel. Esta vez soy yo el que se pone a cantar bajito, intentando disminuir así un poco la tensión que había en el ambiente. Por algún motivo esta canción me recuerda a los dos. No puedo no pensar que Ray chocó (literalmente) con mi vida para salvarme y sacarme del hondo agujero negro en el que estaba sumido, en el que lo único que me rodeaba eran los oscuros recuerdos del pasado. Siento que, como dice la canción, me va a salvar, al igual que yo espero poder salvarlo a él.
-Esta canción... me recuerda a nosotros Ray. Llegaste para salvarme y lo estás haciendo, y yo espero hacerlo también.
Ray giró la cabeza momentáneamente para mirarme y luego sonreír con ¿tristeza? mientras negaba con la cabeza levemente, casi de forma imperceptible.
-Aún no he conseguido salvarte Willy... aún no.
No entendí su comentario, pero lo dejé pasar y apoyé mi mano con delicadeza en su pierna, mirándole con un interrogante en la cara. Él me sonrió asintiendo así que acabé de apoyar mi mano, apretándole el muslo fuerte, queriendo transmitir que estaba aquí, con él, y que no me iba a ir.
El resto del viaje a la heladería lo pasamos en silencio, yo con mi mano en su pierna y el conduciendo tranquilamente, concentrado en la carretera. Cuando llegamos, Ray aparcó y salió el primero con prisa para ir a abrirme la puerta. Le miré riéndome un poco por lo cliché y le cogí de la mano, andando hacia el pequeño puestecito de helados en el que habíamos parado. Los dos nos paramos viendo la cantidad increíble de distintos sabores que había. Ray parecía bastante indeciso, pero yo ya tenía claro de que quería el helado.
-¿De qué lo quieres?- Me preguntó.
-Menta con chocolate.
-¿De verdad? ¿Tanto te gusta la pasta de dientes?- Yo le miré ofendido mientras que él solo se reía, así que le di un codazo esperando que así se callara.
-Auch.
-No es pasta de dientes, es el mejor helado del mundo y punto. - Sentencié con los brazos cruzados, indignado por su comentario. Ray solo siguió riendo hasta que nos tocó pedir. Fue él el que hizo el pedido, para él se cogió un helado de yogur y a mí me pidió el de menta con chocolate. Después de pagar me pasó el helado y empezamos a caminar por un paseo lleno de árboles, con el sol reinando la calle. Paseamos entre risas y roces, entre pequeños besos y abrazos. Nos acabamos el helado y llegamos hasta un parque sin mucho bullicio. Tenía un estanque en medio, con algún que otro pato. La tranquilidad y el silencio estaban a la orden del día, todo parecía tan pacífico. Cogí a Ray de la mano, sorprendiéndolo, y empecé a correr a rastras con él, hasta que llegué a un sitio en concreto que me gustó lo suficiente como para parar ahí. No había nadie alrededor, solo nos acompañaban los árboles y los pájaros piando. Había un columpio colgando de un árbol, que daba sombra a una pequeña zona de todo el espacio. Me tumbé en la hierba, bajo el árbol, palpando el sitio libre a mi lado, indicándole a Rayan que se tumbara conmigo. Se agachó y se tumbó, extendiendo su brazo para que yo me apoyara en él, quedando así medio encima de Ray. Nos quedamos allí toda la tarde, observando el cielo, buscando formas en las nubes, viendo el atardecer y como los patitos se escondían entre las plantas para irse a descansar hasta el día siguiente. Besándonos en cualquier oportunidad factible y sonriendo por cualquier nimiedad. A pesar del momento raro que hemos pasado en el coche, este día es, sin duda, uno de los mejores.
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