Prefacio
Capítulo 1 - Estilo de vida
Capítulo 2 - Aventuras de bar
Capítulo 3 - Peligro
Capítulo 4 - Inesperado
Capítulo 5 - El encuentro
Capítulo 6 - Conocerte
Capítulo 7 - Partida de tennis
Capítulo 8 - Consecuencias
Capítulo 9 - Londres
Capítulo 10 - Nudos
Capítulo 11 - Sensaciones
Capítulo 12 - Comprender
Capítulo 13 - Parque acuático
Capítulo 14 - Reencuentro
Capítulo XV - Reencuentro (2)
Capítulo XXVI - Olvido
Capítulo 11 - Sensaciones

Richie Valdovi

Terminando la entrevista con la MTV y entre conversaciones con colegas, dieron las 21:00hrs en mi reloj y recuerdo la nota, al parecer la directora quiere hablar algo conmigo aunque me pareció más un coqueteo, trato de permanecer neutral al respecto. Subo las escaleras de mármol hacia un segundo piso inhóspito, pese a la música abajo pueden escucharse mis pasos hacia el observatorio y allí estaba ella, su cabello se mecía entre un viento cálido y primaveral con un vestido azul cielo por encima de la rodilla, de espaldas hacia mí observando la vista de un Londres que no cesa, que vive por mera supervivencia, sin saber porqué, solo necesita hacerlo, y en unos segundos iba a saber quién hizo esa invitación.

—Hola guapo, tiempo sin vernos —se voltea Ally y me abraza apenas me acerco— no quiero preguntas, será mejor que disfrutemos lo que queda de la noche.

—Hey Ally ¿Y tú por acá? no sabía que venías, debiste haberme avisado y así te hubiera presentado a algunos pintores que seguro te gustarán.

—Eres bastante lento para entender estas cosas.

—¿Entender qué?

—Esto.

En ese momento ella se encontraba en mi regazo todavía por el saludo inicial, no nos separamos, de alguna manera quedé enganchado a esos ojos, sabía que lo haría, he saboreado la necesidad pero... su beso me transmite otra cosa, como si no quisiera hacer nada más en esta vida que besarme. Ella lo hace con profundidad, delicadeza e intensidad, no sé como explicarlo mejor, te quita el aliento pero de alguna forma la respiras a ella y eso a mí me gustó, y siento algo que desde mucho tiempo no sentía, ganas de saciarla y una sed creciente en mí. Sujeto su cintura en mis brazos y tardamos lo que a mi me pareció largos minutos besándonos, sus labios tan suaves y húmedos, el tacto de su piel sobre la tela de su vestido, su cabello entre mis manos. No lo sabría explicar pero si sabía algo, ella me gustaba más de lo hubiese querido por su acto de atrevimiento. Nos separamos para tomar aliento y en eso ella pregunta.

—¿Y qué tal han ido las subastas?

—Nada mal, en verdad no me preocupo por eso, ¿Y tú que... —silencia mi boca, recordándome que no quería preguntas?

—Imagina que esto es un sueño, y que ese beso te hacía tanta falta como a mí, y solo hablemos del momento.

Me parece que no estuviera hablando con una persona normal, pero ya que lo normal me aburre horrores y ese beso me ha gustado tanto como ella lo dice, así que ¿Qué más da?

—Así que querida Ally, estás muy hermosa esta noche, déjame decirte que hay tantas cosas que quisiera contarte y tan poco tiempo —le musito a Ally mientras ella vuelve a mirar la luna, que esta noche reluce en un claro cielo nocturno.

Ella al notar que me acerco a su oreja le da un espasmo, empiezo a lamer el lóbulo de su oreja mientras escucho sus jadeos intermitentes, la debilito, me separo y le pregunto.

—¿Tienes un imperio de hoteles entonces?

—Mis padres, yo solo administro una parte, aprendiendo del negocio familiar —toma uno de mis brazos y se recuesta en mi hombro.

—Ya veo —le menciono sin dejar ver mi sorpresa.

Un cómodo silencio nos inunda, el uno junto al otro, pensando que decir, con miedo a decir lo que no se debe, sin valor para dar pasos, para seguir caminando. Nos quedamos allí conversando vanidades del oficio del arte, tipos de dibujos, y unos que otros recuerdos que sabrán más adelante. Mientras conversábamos Marcus se aproxima hacia el balcón, ella se queda a mi lado, como a quien no le importa el qué dirán, y él al vernos me pregunta con la mirada lo obvio, mientras yo solo alzo ligeramente los hombros en señal de que no sé, es la verdad.

—Buenas, si me disculpan un momento, necesito hablarte, Richie.

Me disculpo con Ally y nos vamos al corredor del gran edificio.

—¿Has visto a Brigitte? como te he visto subir, ella llegó un poco después y preguntó por ti, así que le dije que acá estabas.

—No me digas algo así, probablemente nos vió ¿En qué estabas pensando?

—Bueno, vine a preguntarte porque no la vi bajar, y al pasar ya un rato desde que la vi quise saber si todo estaba bien.

—Está bien Marcus, gracias por preocuparte. La verdad es que no la he visto por aquí, pero con lo inestable que está no me sorprende que si nos hubiera visto... bueno, veré que hacer.

—Y con lo hermosa que ha llegado —por algún motivo le doy un codazo.

—Ocúpate de lo que haga falta, me haces llegar mañana los resultados de la subasta. Si alguien pregunta por mí diles que me he embriagado, he salido con una chica o yo que sé, algo aceptable. Mientras espero que tú y Laureen se la pasen muy bien.

—Bien, pues hasta mañana.

Marcus se despide de Ally y se va.

Me siento un tanto extraño, mezcla de culpa y preocupación por la condición de Brigitte, pienso eso antes de volver al balcón. Me acerco hacia Ally.

—Lo siento, pero ya debo irme, hay algo que debo atender sin falta.

—Espero que no sea nada grave, no me ha gustado con que cara me ha mirado Marcus y a ti también —me mira, pero lo siento, sus ardientes emociones.

—Tranquila, es solo que he venido con una amiga que está embarazada, la han visto y de repente ya no aparece.

—¿Ah si?

—Sí, es que somos muy buenos amigos.

—Ya.

—Bien pues —beso fugazmente sus labios— supongo que nos veremos en tu fiesta.

Me dirijo hacia la planta baja, cuando ella me nombra.

—¡Richie!

—¿Si?

—¿Puedes darme tu número telefónico? es por si pasa algo sobre la fiesta.

Camino en el pasillo con decorado greco-romano, una tibia luz nos baña y unos cuadros decorativos adornas las paredes. Mis pasos hacen eco y apenas se escucha la sinfonía de fondo que tocan abajo. Me acerco hacia ella, da unos pasos hacia atrás hasta que la pared siente su espalda sobre sí, acorralada sigo acercándome hasta que solo nos quedan unos pocos centímetros de distancia, la miro, le pregunto.

—¿En serio que después de estar aquí para besarme eres capaz de mentirme tan descaradamente?

Mi aliento rebota en su piel, puedo sentir su calor desde aquí, parpadea a menudo y sus brazos están relajados, a pesar de lo incómodo de la situación no me aparta. Se queda en silencio y desvía la mirada.

—Está bien, aquí tienes —le doy un inocente beso y mi tarjeta— hasta pronto...

No escucho nada más mientras camino hacia las escaleras.

Solo tomo de golpe un vaso de licor antes de salir a la fiesta, me siento un poco abrumado. Lo primero que intento es llamarla, pero directamente me envía al buzón, así que decido ir al hotel donde nos hospedamos.

© Austeen Clark,
книга «El Artista».
Capítulo 12 - Comprender
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