Prefacio
Capítulo 1 - Estilo de vida
Capítulo 2 - Aventuras de bar
Capítulo 3 - Peligro
Capítulo 4 - Inesperado
Capítulo 5 - El encuentro
Capítulo 6 - Conocerte
Capítulo 7 - Partida de tennis
Capítulo 8 - Consecuencias
Capítulo 9 - Londres
Capítulo 10 - Nudos
Capítulo 11 - Sensaciones
Capítulo 12 - Comprender
Capítulo 13 - Parque acuático
Capítulo 14 - Reencuentro
Capítulo XV - Reencuentro (2)
Capítulo XXVI - Olvido
Capítulo XV - Reencuentro (2)
Richie

Y si tuviera que llamar a este momento por un nombre le llamaría libertad, al menos de una parte de mi pasado, comimos una gustosa comida y pese a la trampa que nos tejieron estos dos para abrir viejas heridas, no nos pueden tocar sin nuestro permiso, y lo entendimos. De todos modos salgo con Paulo para el balcón después de la cena para conversar nuestro tema pendiente, esta vez hay nubes dispersas que se iluminan difusamente con la luz de la luna a través de las ventana mientras caminamos por el elegante pasillo. Y antes de que Paul me diga algo siquiera le estampo un puñetazo sin pensarlo demasiado. 

Se cae al suelo por el impacto mientras me duele todo el brazo por el impacto, supongo que estaba más enojado de lo que conscientemente me permitía procesar, sin embargo lo levanto y él acepta mi mano, nos sentamos en unos bancos de piedra y le paso un pañuelo que siempre llevo con los trajes para que se limpie la sangre que desborda ligeramente su boca.

—De no ser porque lo merezco, te tiraría de este maldito balcón. Vine hasta aquí porque necesito disculparme contigo. —espeta Paulo con melancolía en su voz.

—¿Que dices? Lo siento, no he podido escucharte. —no he podido evitarlo, y sé que él me hubiera hecho lo mismo. 

—¡Me golpeas y encima eres capaz de burlarte! pero esta bien, cómo dije he venido a disculparme contigo.

Repite las palabras y me quedó perplejo.

—Sencillamente no puedo creerlo.

—Es que... —su vista se queda hacia el suelo—. durante estos años me he sentido culpable todo el tiempo y hace unas semanas me he enterado que a mi novia le han hecho bullying y mientras me contaba sus cosas también me recordó a ti y en cómo lo debiste haber pasado. No fue difícil dar contigo pero no vine antes porque te imaginarás lo difícil que es para mi contarte todo esto, de veras, lo siento.

Lo escucho, pero a la vez me parece irreal. Sin notarlo una lágrima solitaria se desborda en mi mejilla, no respondo.

—Sé que hice de tu infancia una miseria, y en primaria eso que hice con esa chica que tanto te gustaba, o las veces que ibas a la cafetería o con tus clases, o con tus amigos, o de camino a casa y esos bullyng cibernéticos al subir esa foto tuya de bebé desnudo del album de foto de tus padres, eso es algo que nadie debería hacer, de veras, y lo de la fiesta de graduación. Aunque quisiera cambiarlo de alguna manera como tu dirías "no sé como armar una máquina del tiempo".

Me levanto y me acerco al balcón, respiro profundamente y limpio esa lágrima, busco aclarar mi voz antes de que suene quebrantada porque este capullo le ha dado justo en el clavo, es uno de mis tantos traumas. 

—No te preocupes —me volteo y lo miro— son cosas de niños, y es verdad que hubiera preferido no pasarlas, pero lo importante es que seas una persona distinta, ahora bien, ya que estamos te pediré que no bromees sobre esas cosas y menos con Maela, ha pasado una historia parecida con su "amiga" y la estoy ayudando a superarlo, deja de ser tan idiota, olvidemos todo eso y quizás pueda perdonarte.

Sin previo aviso se levanta y me abraza.

—¡Gracias! de verdad, me has quitado un gran peso de encima.

—Si, todo lo que quieras, pero vamos a buscarte ese hielo para tu herida.

Hasta yo me siento mejor, supongo que los resentimientos no son la solución ante el dolor, sino más bien el perdón, pero será mejor que no olvide, no tan pronto. Bajamos al primer piso y vamos a la mesa para buscarle algo de hielo a Paulo, vemos a las chicas a unos pocos pasos, con el cabello todo desarreglado pero aún así riendo, Paulo y yo nos miramos extrañados.



Brigitte

Media hora antes

Los chicos se van y me quedo mirando la espalda de Richie, Maela todavía ni se entera de este drama entre... ¿Cómo debería llamarlo? Pues ni siquiera es una amistad, o tal vez lo sea, pero me inclinaré por esa enemistad amistosa. No es como si tendría algo de qué hablar, pero aun así lo intento para quitarme este mal presentimiento. Miro a Maela y ella me observa, parece que desde hace rato y como quien mira a alguien introduciéndose en la mente para conocer lo más profundo, entonces empieza con el interrogatorio, no puede evitarlo.

— ¿Se puede saber que ha sido eso? Tremendo beso eh, ese cuento de amiguitos no me cuadraba para nada.

Se tapa la boca como quien recuerda haber dicho algo que no debía.

— Bueno si pues resulta que he investigado algunas cosas, pero nada más, déjame traer unos tragos.

Se va sin dejarme cuestionarle cómo es eso de "investigado" pero se va, trae unos Martini y tal vez porque no tenga con quien hablarlo, quiero confiar un poco, y lo hago.

— Solo te diré algo Sinclair, si esto sale de aquí me aseguraré de que tu vida sea una miseria, incluso si me mancho las manos con tu sangre. —inquiero un poco alterada.

— Bien, bien, no hay porqué ponerse agresivos, quería disculparme también por lo que hemos pasado, pero quiero decirte que estoy en toda la disposición de ser amigas de nuevo, tenemos mucho de qué hablar realmente.

— Bien entonces, aclarado eso decirte que sí, estoy mega enamorada como una tonta y también lo he hablado con él pero tiene tanto miedo como yo.

— ¿Miedo a qué?

— A perdernos, no salga bien y solamente sea otro intento fallido.

A nuestros 23 es mucho lo que pensar, y por separado hemos pasado muchas cosas, encontramos la compañía ideal y eso es a mi parecer, tampoco es que sepa del todo como piensa pero...

— Pero hermana, por un beso como ese voy hasta el mismo infierno si hiciera falta, ¿Pero tú le temes a que no salga bien? ¿Acaso no sabes quién eres? —menciona Maela con voz extraña y genuinamente preocupada por mí.

— Sé quién soy, no sé si lo has sentido alguna vez pero a mi entender las personas son irremplazables, él para mi es una de esas personas, y no sé, tal vez el tiempo pueda resolver nuestras dudas... —le digo a Maela no tan segura.

— Siempre tenías tus complejos, pero a pesar de ello pensé que tenías alguna idea de lo hermosa y lo afortunada que eres, y sería la persona con la suerte de tenerte a su lado. — Sujeta mi mano amablemente—. De hecho ese ha sido el comienzo de nuestras disputas desde hace tiempo... yo...

— Tranquila. —la abrazo—. Gracias pero en verdad las cosas son más complicadas que eso, sé soy una gran mujer, pero es tanto el desastre y los escombros como diría Valdovi. Ya no sé ni que pensar, solo sé lo que siento, solo quiero vivirlo, pero él no me deja arrgh.

— Ahora tu cálmate, que ese hombre caerá rendido a tus pies sino es que ya lo está. Créeme, con esa piel tan tersa que tienes. —observa mi piel mientras la toca—. Esos ojos. —toma mi mandíbula, y yo anonadada—. Sería un tonto si no lo hiciera.

Por alguna razón me sonrojo con esa mirada, y aparto mi cara rápidamente.

— ¡Si! Tienes razón, pero es como te digo, no puedo evitar sentirme como una tonta cuando lo tengo cerca, solo el roce de su piel me pone la imaginación a volar.

La emoción me desborda, respiro forzadamente y Maela me observa como si no me conociera.

— Está bien amiga, arreglaremos esto. —me abraza—.   Espero estés lista para lo que pueda pasar después, te lo encargo a ti.

Los chicos ya vienen, oculto mi cara aunque por el rabillo del ojo, ¿Qué estoy viendo? Paulo tiene unos moretones en la cara, Maela es la primera en levantarse y ayuda a sentar a Paulo.

—¿Qué pasó? Al parecer dejaron entrar más animales de la cuenta a esta fiesta.

— En verdad he sido yo. —susurra Richie.

—¿Pero que les pasa? Oh my god, que mal estás, llamaré a una ambulancia.

—No hace falta mañana amaneceré como nuevo, me ha pasado otras veces. —replica Paulo antes de que llamen a una ambulancia.

Y así pasa la noche, Maela y yo quedamos de vernos en unos días para concretar "su plan maestro" y nosotros ya nos despedimos, este día ha sido emocionalmente agotador.

Richie

De camino a casa noto a Brigitte más extraña que de costumbre, rehuye de mi mirada y mantiene distancia cuando en cada oportunidad se me acerca y se recuesta de mi hombro, utiliza monosílabos y solo mira a través de la ventana. El conductor sigue manejando, tengo poco que decir y mucho en qué pensar así que no interrumpo las cavilaciones de Brigitte, me ocupo de las mías.

¿Qué haré con mi vida amorosa?

¿A qué se debe que me lo esté preguntando?

¿Por qué todos se disculpan y yo soy el resentido?

Siento que lastimo a Brigitte, una de las personas que más aprecio en este mundo, me duele dejarle un caos como yo a su lado, mientras nos quedan minutos para llegar al apartamento, lo decido, me enamoraré de alguien más.

© Austeen Clark,
книга «El Artista».
Capítulo XXVI - Olvido
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