Prefacio
Capítulo 1 - Estilo de vida
Capítulo 2 - Aventuras de bar
Capítulo 3 - Peligro
Capítulo 4 - Inesperado
Capítulo 5 - El encuentro
Capítulo 6 - Conocerte
Capítulo 7 - Partida de tennis
Capítulo 8 - Consecuencias
Capítulo 9 - Londres
Capítulo 10 - Nudos
Capítulo 11 - Sensaciones
Capítulo 12 - Comprender
Capítulo 13 - Parque acuático
Capítulo 14 - Reencuentro
Capítulo XV - Reencuentro (2)
Capítulo XXVI - Olvido
Capítulo 2 - Aventuras de bar

Bajo el ascensor y en un pestañeo ya estoy en el lobby, saludo amablemente a Melissa, abre las puertas mientras camino y al acercarme más saludo a todos, me siento al lado de Paul en el asiento de atrás y nos comenta.

¿Creyeron que Katherine me había dejado por ese hombre? Pero qué rayos sucede con estas chicas que no saben la diferencia entre la realeza y esos cabrones, si supiera lo que se ha perdido —dice confidente de sí mismo—.

—Tu piensas eso, pero cuando has dejaste a Anastasia no tuviste ni un poquito de determinación al dejarla por Mónica - sentencia Samantha.

No es lo mismo, deberías considerarme, después de todo a quien conoces es a mí.

—Que seas tan majo como amigo no te quita lo capullo— dice Brigitte entre risotadas.

Sin darnos cuenta nos reímos todos ante la cara de Paul en estos momentos.

—Parece que en algo estamos de acuerdo —contesto sonriente.

—Esto es increíble, ahora todos son bromistas, ja, ja, ja, muy graciosillos.

—Bien, ya que hablamos de los temas importantes ahora vayamos a lo trivial, resulto que mi novio quiere que nos vayamos de Francia en aviones de mudarnos para Nueva York o vete tú a saber dónde, podríamos hacerlo, pero ¿Cuál es el punt Ustedes están aquí después de todo - menciona Samantha en tono triste mientras solo observamos.

Unos segundos de silencio para pensar las palabras con delicadeza y esto es lo que se me ocurre decir:

—Yo paso mucho por Nueva York últimamente así que puedo pasar una visita más a menudo.

Todos me miran, Paul que está a mi lado y me propina un codazo, Brigitte me fulmina con la mirada.

No le hagas caso a este hombre sin alma, lo que Richie quiere decir es que, si es con la persona que debes estar, no te preocupes porque de ningún modo nada nos separará.

—A veces considero la posibilidad de que seamos almas gemelas —digo medio en broma, medio en serio.

—Lo que pasa es que no estoy muy convencida, Clair es un amor, pero también lo considero demasiado pronto —expresa Samantha con angustia.

—Pues tómate tu tiempo y ya está, estaremos para lo que necesites ¿O no chicos?

- "Oui" decimos Paul y yo al unísono.

La Francia nocturna nos ve reír y hablar de los banales temas de nuestras vidas que son importantes para nosotros, allí fuera hay un universo que no puede importar menos. Las calles iluminadas nos abren paso, entre transeúntes a los que Samantha cede el paso de vez en cuando, y uno u otro auto que rebasa antes de continuar. Ocasionalmente cuando nos reunimos para salir como hoy, uno hace de conductor y nos transportamos juntos a donde vayamos, en esas raras ocasiones que estamos todos en una misma ubicación sin trabajo de por medio.

Samantha aparca cerca de los 11 Quai François Mauriac, el sitio que vamos hoy se llama Club Batofar, es un buque que flota en Sena, un río, viaja te otorga las experiencias más increíbles, lo que he dicho por allí "vivir hasta que nos toque morir ". El interior es todo lo que podría esperar, tiene una decoración marítima con un piso de tablas de madera, por cierto tampoco es que el código de barras mueva, solo mantiene allí, flotando, como hacemos muchos para sobrevivir, nos paradam ir muriendo lentamente.

Su interior es poco más que impresionante, las personas van de aquí a allá localizando la discoteca, y nosotros nos dirigimos al área del restaurante. Entramos a una mesa reservada, donde charlamos con un aire melancólico circundando por acá, todos nos damos cuenta, pero nadie dice nada al respecto, todo va normal hasta que a Mr. Paul se le ocurre una idea, y por allí comenzamos.

—Chicas, Richie, ¿Les parece si hacemos una pequeña apuesta?

—Mmm ... ya dijiste que estabas muy quietecillo, a ver, ¿Qué es esta vez?

No es nada en especial, esta vez seré yo quien ejecute el reto, ¿Ven a esa chica de allí?

Volteamos todos a la vez, y aparece una rubia de infarto, y eso que estoy acostumbrado a ver mujeres hermosas, pero esta a la vez desborda naturalidad, como quien no se esfuerza en ser un sol, sin darle la importancia a los planetas que merodean alrededor, lleva un vestido dorado conjuntado con la tibia luz que nos acompaña en el ambiente, y hasta las chicas tienen que reconocerlo. Samantha comienza diciendo:

—Mataría por esas curvas (lo dice alguien que solo le falta un paquete de la barbie).

—Es linda, pero a ver, ¿Qué es lo que sugiere? —Expresa Brigitte con curiosidad.

—Es muy sencillo, beberemos y, cuando me embriague un poco trataré de conquistarla y yo acostaré con ella esta noche, eso es para que vean que nadie puede rechazar al gran Paul Damián y no arrepentirse por ello - Sentenania Dami .

—Pues eso hay que verlo —digo para luego completar—, deja y te la traigo a la mesa para que no se te haga más complicado.

¿Qué es lo que les pasa a estos dos?, Pero bueno, ahora que lo pienso, será mejor divertirnos. Está bien, busca a alguien más para que estemos parejos - agrega Samantha en complicidad.

Primero me levanto y me acerco a la despampanante mujer en cuestión, ya que hemos hecho esto por un par de veces voy sin más, conversamos unos minutos con ella y al rato traigo a nuestra nueva acompañante a la mesa para que se sienta con nosotros y Samantha y comenzamos con las presentaciones.

—Hola chicas, y chicos, minombre es Jessica Parmer, pero pueden decirme Jessi, él vino a una cita y al parecer el muy capullo no planea llegar, suena muy interesante esto de las amistades sorpresas.

—Bonsoir, bombones de feria y supermodelos, Mi nombre es Nathan Cage, y también agradezco su afable compañía esta noche ...

Conversamos de todo un poco.

Me llega a la mente que de un modo similar a este logré posicionarme en el arte, teniendo amigos influyentes y haciendo aliados a diestra y siniestra mientras mis competidores tienen un ego tan grande que sus admiradores son pequeños, pero pagen bien queos bien een su público, yo prefiero ser como la vida, un regalo.

En Manhattan aprendí las cosas se mueven de una manera vertiginosa, hablo de las tendencias y las modas, pero lo que las personas aman no se va de allí, no puede ser abandonado tan fácilmente, no te arreglas un brazo por que sí, y si dejé todo atrás fue por amor, amor a mí mismo, que me despedazaba con cada mirada y mi reconstrucción con cada abrazo porque así de putos son los sentimientos, no te dejan morir, solo te dan lo suficiente para que sobrevivas si se los permisos .

En mi modo automático puedo entenderme sin pensar mucho mientras divago levemente, pero mientras tomamos y charlamos el ambiente se siente mucho mejor que antes, me encanta ese brillo de esperanza que hay en conocer nuevas cosas. Jessi ha estado receptivo hacia Paul que, hay que decirlo, tal cual, quizás su atractivo la pesca, después de todo práctica esquí en invierno y Judo el resto del año. Nathan conversa con Samantha, ve le ve una pinta de conquistador, pero está charlando de lo más agradable y Brigitte y yo sostenemos algo similar a una conversación:

¿Entonces te enamoraste de ella?

—Bueno, no exactamente, solo que pienso en ella como si fuera cosa del destino, es solo un presentimiento.

¿Y no hay pistas de donde esté?

-For nothing.

En lo que hablamos, Samantha le comenta su dilema a su nuevo amigo, nuestro alrededor parece estar lleno de hermandad y complicidad, nuestros inconvenientes siendo compartidos.

—Si es cuestión de destino seguro que se vuelven a ver, y si recuerdas tan bien como parece, no pasará desapercibida —escucho a Brigitte mientras le devuelvo la atención.

—Eso espero, aunque, por cierto, ¿Cómo fue tu travesía por California la semana pasada?

Pasó por Houston por unos zapatos, fue California por trabajo como control de calidad de Ingenieros Empresariales como ingeniero mecánico y, dentro de poco más nos despedimos de los demás porque Samantha tiene que trabajar mañana temprano. Le pedimos un valet parking que traiga el auto, pero no nos dimos cuenta antes, Jessica acompaña a Paul y están pidiendo un taxi, al parecer la noche no termina ahora para otros:

—Paul no nos hagas esto, ¿Nos piensas dejar solitos? —Digo a modo juguetón.

—Lo siento pero ... Jessi quiere remodelar su departamento y necesita una reunión urgente para ver algunos planos, ya sabes, como a veces trabajo en casa tengo muestras de sobra —dice con sus dobles sentidos, aunque Jess apena lo percibe.

—Bueno, ya que es de buena voluntad tendré que ceder, por favor cuida mucho a mi amigo ¿Vale? y tú haz lo mismo con la señorita, un gusto conocerte.

—Gracias. —Expresa Jessica tambaleándose sobre sí.

Llega el valet con el coche y yo como el conductor identificado tomo el volante, no bebí ni una copa (a menos que el campeón sea un delito), nos despedimos de mi amigo muy solidario, trabajando a estas horas por sus clientes (no mi sarcasmo), mientras Brigitte tiene intenciones de seguir nuestra conversación, pero Samantha ya está durmiendo en el asiento de atrás.

—A ver, a ver, ¿Y la compañera de clase de la universidad de la cual babeabas como loco, no tiene sentido nada parecido?

No, confundes amor con obsesión, son líneas muy delgadas. ¿Aunque tú con Justin seguro que sentiste esa química no?

—Bueno, algo sentí, pero nada comparado ...

—¿Comparado con qué?

—Con lo que siento contigo.

Silencio Ya estamos a una cuadra de mi pent-house, me parqueo y salgo del auto, busco a alguien del personal de mi residencia para que lleve a Samantha a su casa como hacemos cada vez que salimos de este modo, le doy una propina al vigilante , dejo todo listo para subir con una pequeña diferencia ...

—Quiero subir contigo, hace rato que no subo a tu departamento.

¿Antes de ayer es demasiado tiempo? Bueno, de todos modos no me queda mucho tiempo.

¿Qué te refieres?

—Tengo una exposición en Londres dentro de poco, no sé cuánto dure, pero como siempre estaremos en contacto, y como siempre me harás falta.

—Bueno, ya tengo una semana de vacaciones, no me caería mal viajar con mi gran amigo ¿No?

—Podemos hablarlo mañana, ahora hay que subir, ven aquí.

Coloco mi brazo alrededor de su cintura y ella me lanza un abrazo cálido, su pelo azabache acaricia el viento, su aroma me recuerda que no estoy tan solo como a veces pienso, y luego de ese momento caminamos abrazados hacia el ascensor. 

© Austeen Clark,
книга «El Artista».
Capítulo 3 - Peligro
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