Brigitte con un par de tragos es toda sinceridad, sin ellos es una persona más que les teme a los sentimientos como si se tratase del virus más letal, ¿Y qué, si no?
Ya estamos en la puerta, ella sigue con su brazo izquierdo enlazado conmigo mientras abro, enciendo las luces hasta que mi querida amiga comienza a bailar.
¿Dónde está tu cama?
—Donde siempre ha estado, que recuerdas no tomaste tanto, a menos que Tom te importase más de lo que me dijiste que lo hace.
—Por favor, no empieces con eso, vivamos el presente —expresa ella con un tono desenfadado.
Va a trompicones hacia el cuarto y no hago más que mirarla, es una ternura, una hermosura, es mi Brigitte.
¿Te tengo que ir a buscar o qué? —Dice ella desde la habitación.
—Déjame lleva algo de agua para que te sientas mejor.
Me acerco a la cocina, tomo una botella de Evian para la atortolada y me dirijo hacia ella.
¿Qué decir de mi habitación? tiene vistas a la torre Eiffel, y también me gusta la manera en la que el sol me despierta con sus rayos, es como si me reviviesen de mi aparente sueño - muerte. Una mesa de noche al lado de la cama, el sofá de líder negro que está casi en la esquina cerca del armario, que está en la pared frente a la cama, a pocos metros de distancia, cerca de él se encuentra el baño, antes de dirigirme allá recuerdo que llevo algo en la mano.
No te dije que quería agua, pero gracias —toma la botella que le extiendo.
—Sé lo que necesitas antes de que me lo pidas, bastantes veces me levantado a traerte agua, ya te digo yo, la encarnación de un mal necesario —me mira, toma un sorbo y se queda pensativo mirando hacia ninguna parte— ¿Cómo te sientes?
—Un poco mejor, gracias.
Su celular suena, lo ve y lo coloca en vibrador encima de la mesa de noche.
—Sin preguntas.
—Vale, regreso en un momento - le menciono mientras voy hacia donde iba.
Tomo el cepillo de dientes y hace lo suyo, al rato salgo y Brigitte sigue igual que como la dejé, aunque se ha tomado el agua, me acerco a sus pies para quitarle los tacones que lleva puestos. El negro le queda exquisito en una piel tan clara como la suya, se viera palida de no ser porque se solea, tiene un color saludable de piel, sus pies son suaves a mi tacto y lleva las uñas pintadas de rojo.
Quien dice que no podemos tener lo que queremos? Un amigo como tú no lo cambio por nada del mundo.
—También tengo mucho que agradecerte —le susurro mientras me desabotono los pantalones.
—Por cierto, te tengo una sorpresa.
—A ver, sorpréndeme —ella se levanta para buscar la camisa que se pone para dormir.
—Primero ayúdame con este vestido.
Me levanto, sujeto el zipper y lo deslizo con un poco de expectación. Se queda en ropa interior de encaje negro, me quedo unos segundos mirando sutilmente su trasero. Se coloca una de mis camisas blancas para luego acostarse y decirme:
—Pienso dejar la carrera de ingeniería para hacer un debut como modelo.
—Oh vaya, a ver, ¿Tu padre ha logrado convencerte? —Me deslizo a su lado, la cama es espaciosa, pero de alguna manera, con ella se siente pequeña.
No del todo, pero digamos qué logró lo que me propuso como ingeniera así, ¿Por qué no?
—Y eso que a penas tienes 23, también es cierto que esas construcciones y sus puntajes son sordas. Debería plantearme algo parecido, ¿Qué me dices, nos volvemos modelos?
—Sería divertido, pero esas arpías les echarían mano a esos pectorales, y al menos por un poco más los quiero solo para mí —dice ella juguetona.
—Por cierto, ¿Vas a decirme quién te perdió?
—Solo es un enamorado, pero al parecer no tiene nada más que hacer que fastidiarme.
—Entendido - el sujeto y el depósito un beso en su frente— buenas noches.
Como a penas tuvo unas pocas horas de descanso en el avión, caigo sumido en una espiral de sueño en un abrir y cerrar de ojos.
Las estrellas han debutado en el cielo despejado, luna llena y brisa inquieta. Te dan ganas de quedarte en una azotea y contemplar cómo se mueve el mundo, aún si tú no estás allí hablando con alguien, besando a un amor o compartiendo sexo. Si te llevaras por estas superficialidades se te podría olvidar lo indispensable que te puede volver para alguien, porque lo más difícil de ver es todo lo que llevamos dentro.
Vuelvo a soñar con ella, se repite el mismo bucle, unas hojas se arremolinan a su alrededor, un poste dispersa en el aire una luz cálida, su cabello azabache flota por la brisa, captura ese momento en una instantánea mientras ella posa para mí, observo la instantánea y cuando volteo a verla ya no está, ha desaparecido.
Mi reloj inteligente vibra, es la alarma, apenas son las 7:00, me despierto mientras Brigitte ni se entera, acurrucada contra mí, delicadamente me desenredo de sus brazos, su cabello castaño resalta el color rosa de sus labios, hay personas que son arte con el simple hecho de existir, ella además de eso es mi heroína, y en eso recuerdo el día que nos conocimos ...
Al levantarme y dejar de embobarme con susodicha obra de arte voy a la ducha. Me visto sencillo pero elegante, suelo usar una camiseta blanca Versace con un pantalón oscuro Calvin Klein y mis accesorios en la muñeca, unas pulseras de cuero oscuro con detalles en plata, la torre Eiffel, una nube, y la forma de una ola. Una promesa sin cumplir, un castigo inevitable y el único remedio, cada uno con su signado, me gusta rodearme de ellos.
Voy a la cocina y opto por cocinar unos panqueques, a Brigitte le encanta con mucho jarabe y una fresa encima de todo, así que voy a la carga. Cuando estoy buscando las fresas en el refrigerador escucho la regadera de mi cuarto, dejo nuestros desayunos en sus platos y yo dirijo hacia allá, no sin antes poner un Reik desde los altavoces, y ella comienza a tararear aligcuchar sus favoritos. Estoy en la puerta de la habitación, camino hacia la regadera y la beso.
—Buenos días preciosa, ya casi está el desayuno así que no esperes a que se enfríe.
¿Y eso que ha sido? —Pregunta con los ojos abiertos, desconcertada.
No es un secreto para nadie que yo te amo ...
La oscuridad de la noche
no es eterna
el sol sale con sus rayos
dispersando su calidez
aún en nuestro invierno.