Las descripciones y los lugares aquí señalados son reales, al final podrán ver una lista de lugares para visitar.
La amé, la perdí y ahora tengo miedo a sentir.
Jeremy Deller, Doris Salcedo, Teresa Margolles, entre otros nuevos artistas del pincel se encuentran hoy en esta exposición en Buenos Aires esta vez, veo de paso a cantantes como Selena Gomez y Shakira elegiendo las nuestras tendencias mar o por las montañas. Yiruma, un pianista japonés, nos acompaña en esta velada con unos sutiles sonidos que evocan la naturaleza, la tristeza y en algunos la felicidad. Un gaje del oficio es conocer personas para intercambiar contactos y ganar reconocimiento. Marcus, un agente que contrató hace poco, porque el dinero que ganaba apenas bastaba para cubrir los gastos de un cuarto de tres metros por cuatro de ancho en California, me ayuda en eso de la publicidad y la venta de mis obras, pero actividades como esta casi son una obligación, y digo "casi" porque en teoría se puede faltar, pero mejor no, aunque preferiría no estar aquí. La melancolía de estar sin ella me acompaña a través del tiempo, como una sombra, inevitable, como una M-16, mortal. Quise contar esta historia porque necesito sacar esto, y porque puede ser que no sea lo peor que me pudo pasar.
Apenas hablo con los presentes, extraño a mis amigos, como ahora por ejemplo, las únicas personas con las que puedo sentirme yo mismo. Tenemos tres meses sin vernos a pesar de mensajearnos y eso, aunque claro que no es lo mismo ya que mi gira por Latinoamérica ha terminado ayer, hoy me iba a Francia hasta que Marcus me anunció esta encantadora velada, que no es por el afamado pianista sería algo insufrible, a veces y solo de vez en cuando es muy aburrido ser famoso, pero también es verdad que prefiero este presente a mi pasado, lleno de dolor a cambio de estos maravillosos momentos que muchas veces él soñado.
Las hojas volaban a nuestro alrededor, la pasión como testigo de nuestros instintos.
Quizás no ahora pero dentro de poco todo da un vuelco de 360 grados. Paul Damián, mi mejor amigo, me llama desde París, Francia para que nos reunamos en una cafetería al día siguiente y pese al agotamiento inevitable que sé que tendré, acepto. La noche anterior como ya me iban las maletas estaban preparadas, y luego de una reparación rutina de gimnasio en el Gold Gym antes de subir a mi vuelo que es dentro de unas horas, dentro del avión tomo unas pastillas para conciliar el sueño y sin darme cuenta estoy pisando París, Marcus me despierta al aterrizar, dirige a su casa para ver a su esposa y organiza la próxima gira, fenomenal.
Solía ver todos los días con un común denominador pero ya hace tiempo eso no pasa, cada día hay una hoja distinta de esos árboles que paso de camino a distintos lugares, de camino a la cafetería en el mini Cupper huelo los otros puestos, tan creativos una del otro, las sonrisas de esos niños me recuerdan eso que dijo Natasha, "Sonrío ya que estar triste no sirve de nada" el césped y esas rosas que brillan a la luz del sol, y si lo habrás notado soy así de detallista, luego de aparcar me encamino hacia el "Le Café Marlyn" un lugar hermoso y bastante amplio ubicado en el centro de París, por la Rue de Rivoli, es una gran estructura arquitectónica preferida por muchos turistas, con un hermoso decorado barroco cinselado en sus columnas de mármol por las esquinas de las instalaciones, además de que al frente queda una estructura en forma de pirámide hecha de cristal. El entorno es bastante confortable, luces tenues, tapices rojos y más decorados de mármol sin contar las pinturas por doquier le dan el aire que a soñadores como Paul y yo nos vuelve tan locos. Veo sentado a Paul en la mesa que reservó, recuerdo cuando nos graduamos juntos de la universidad de arte de París hace unos años, es la segunda institución artística en la que me gradúo y desde entonces hemos sido grandes amigos. Al sentarme en el reservado un camarero toma nuestras órdenes, dos lattes, una con un bizcocho de fresa para mí y otro de chocolate para Paul.
—¿Qué onda camarada? —nos abrazamos y tomamos asiento— tanto trabajo parece no dejarnos respirar, hasta creí que no volvería a verte —le menciono en broma.
—Y que lo digas, nos quejamos porque no hay clientes y ahora son demasiados, que ironía ¿Eh?
—Definitivamente.
—¿Y cómo te fue en Latinoamérica?
—Pues todo lo bien que se podría esperar, mis contactos no me han fallado y el agente que he contratado hace un muy buen trabajo de promoción y relaciones públicas.
—Eso sí que está muy bien, debo felicitarte, esto hay que celebrarlo.
—Aunque no me quedaré por acá mucho tiempo.
—¿A qué te refieres?
—Tengo un viaje para una nueva exposición, y estoy organizando las nuevas pinturas.
—¿Y dónde será esta vez?
—En Inglaterra al parecer.
Llegan nuestras ordenes, el bizcocho está tan bueno como siempre, las fresas repartida en trocitos hace que mis papilas gustativas bailen de la alegría, luego de unos segundos Paul prosigue.
—Excelente —su voz suena un tanto preocupada— te he llamado porque solo contigo podría hablar algo así, necesito un consejo.
—A ver bro, no tan serios que me preocupas, ¿Qué te pasa?
—Estoy buscando de país en país, de bar en bar y de vida en vida... a una mujer que sepa amar.
—Como que necesitas tomarte algo ¿Hablamos de Damián el gran conquistador? —menciono sonríendo levemente.
—¡Deja de burlarte! —Luego de golpear la mesa, continúa— es que... Todo se siente un tanto vacío, chicas no me han faltado, pero amar si, suena un poco tonto, pero quería preguntarte qué opinas al respecto.
Con esa mirada de tristeza que caracteriza al más atado de los hombres, me transmitió eso que sentía, luego vino la empatía, y de la manera más sincera que pude le respondo:
—Si lo que preguntas es si lo que sientes es normal, debes saber que sí, en lo que a mí respecta casi ni recuerdo ese vacío, el arte lo llena por completo, pero para ti debo decir que... Debes buscar amigo mío, el amor rara vez toca a tu puerta.
—¡Tienes talento! —Dice, abrazándome efusivamente—. No esperaba menos del amigo más admirado por mí.
—Pero solo hay una cosa, amigo mío, un requisito.
—¿De qué hablas?
—Sobre el requisito para encontrar a ese amor del que hablas.
—Dime, me urge saberlo.
—No puedes brindarle monotonías, ni una vida ordinaria, el amor elude esas cosas.
—¿A qué te refieres?
—Lo único ordinario que tiene el amor son las efusivas sorpresas, los besos apasionados y el amor que cada vez más se va experimentando.
—Entiendo...
Se sintió un poco eludido, reconocía que le faltaba mejorar muchas cosas para encontrar aquello que tanto buscaba, con tanta sed como sus ojos aclaman. Al verlo tan callado dije:
—Tranquilo, lo bueno de todo es que pueden mejorar juntos, pero lo que quiero que sepas es que más que encontrarlo, se trata de cultivarlo con alguien que esté dispuesto a pagar el precio...
Antes de siquiera continuar vi a una hermosa inglesa, lo supe por sus facciones, vienen muchos turistas en estas fechas del año y los detalles no se me escapan (apenas es abril), sus labios como terciopelo acariciados por la brisa, ese azul en sus ojos eran otro cielo por descubrir para mí, uno más que la veía correr por la gran plaza con cara de libertina enamorada de la vida, por alguna razón observaba en silencio mientras unos aburridos hombres con traje la miraban con cara de vergüenza, preguntándose "¿Qué carajos haces?" Me lo imaginaba. Hasta que Paul me llama "Richie".
—¿A qué no escuchaste nada de lo que te dije? Sos tan divagante que no me sorprende, de todos modos debo irme, me toca clase de ilustrator.
—Oui.
—Pero este tema no se queda aquí, y yo que creí que no ibas a decir nada, ¡ja! Aunque una parte de mí confía en lo mucho que sabes, tus pinturas son poesía para los ojos...
—¡Ya basta! Tantos elogios te harán parecer a las chicas con las que salgo.
—Ah cierto, olvidaba con quién hablo, pues bien, nos vemos, por cierto, ¿A dónde irás ahora?
—Me quedaré un rato más, traje un libro para leer así que estaré bien.
—Hasta luego Richie.
—Mira a ver si te concentras más en tu carrera, deprimirse no es bueno para tu IQ ¿Sabes?
—Lo intentaré.
Veo irse a mi amigo del alma y para cuando volteo a la ventana ella se ha ido, pero recuerdo bien su bailoteo con el viento, su sonrisa sincera, ese cuerpo que ojalá venga acompañado por un cerebro, pues la belleza en estos días se ha vuelto más común, nada me aburre más que al día siguiente de estar con alguien, despertar y ni siquiera poder entablar una conversación decente. Rápidamente se va ese pensamiento de mi mente y me levanto, quizás con la esperanza de verla por ahí.