Prefacio
Capítulo 1 - Estilo de vida
Capítulo 2 - Aventuras de bar
Capítulo 3 - Peligro
Capítulo 4 - Inesperado
Capítulo 5 - El encuentro
Capítulo 6 - Conocerte
Capítulo 7 - Partida de tennis
Capítulo 8 - Consecuencias
Capítulo 9 - Londres
Capítulo 10 - Nudos
Capítulo 11 - Sensaciones
Capítulo 12 - Comprender
Capítulo 13 - Parque acuático
Capítulo 14 - Reencuentro
Capítulo XV - Reencuentro (2)
Capítulo XXVI - Olvido
Capítulo 7 - Partida de tennis

Son solo tres días antes de ir a Londres y a mí ya me parece una semana, las presentaciones siempre me ponen nervioso, porque existen los distintos puntos de vista de los críticos por franquear, y mi ego, aunque no lo parezca, es más frágil de lo que parece. Me gusta jugar tenis la mayor parte del tiempo, es como si mis problemas actuales rebotaran contra la red, mi suscripción en la Tenis club de París y otras más me ha permitido conocer a muchas personas, sembrando oponentes allí a donde voy, ya que llevo tiempo practicando y en mis momentos de estrés mental, es mi mejor medicina.

Esta tarde en particular ocurrió algo interesante, Juliette Bonnet estaba en la cancha contra Victoria Díaz, mientras que Lorraine D'aramitz, Andrés Lane, Chadler Proux y yo esperábamos nuestros respectivos turnos, Pierre Rousseau estaba de camino, se retrasa por unos negocios pendientes que le surgieron de repente, y Joyce no pudo venir, estaba fuera del país, y estas son parte de mis amistades por estos lados de Francia, a veces hacemos equipos y jugamos amistosamente a ver quienes ganan, esa tarde Juliette y Victoria estaban como siempre, dándolo todo mientras los chicos y yo hablamos sin parar de temas varios.

—Bien Chadler, pero es que seguro hay una explicación, las personas no lo dejan todo porque sí —inquiero mientras tomo una Gatorade del refrigerador.

—Sólo que yo no tengo esa explicación a mano, creí que íbamos bien, pero de pronto se va a Toronto y me deja un mensaje en el móvil "ya no quiero verte más" —expresa con cierta tristeza.

—Tú eres un capullo integral, pero, ni así merecías que te hicieran algo así, quien sabe si cambiabas, si crees en los milagros —dice sarcásticamente Lorraine mientras nos reímos.

—No soy quién para juzgarte, pero esta vez Lorraine tiene razón, si recuerdas bien tuviste sexo con... ¿Cómo se llamaba? Creo que Karla Wirthur y durante un mes te estuvo buscando, ni siquiera tuviste los huevos para decirle que eres así y punto.

—Supongo que algo de razón tendrán ustedes, pero aun así es muy jodido.

Las chicas se ven espectaculares desde aquí, están sudadas, pero con sus sonrisas a flor de piel, la pelota rebota de un lado a otro, en una de esas Juliette lanza un potente saque con su imponente derecha cuando por poco Victoria no llega a responderle debido a que estaba más o menos lejos del área, pero lo consigue lanzándose al suelo donde la pelota rebota hacia el otro lado de la cancha sin inconvenientes, y así siguen.

—Por cierto amigos ¿Alguno de ustedes conoce a una tal Ally Weisting?

—Mmm... creo haberla visto en una presentación de nuevos viñedos el año pasado, tiene un diplomado en hotelería y turismo, también sus padres tienen un imperio hotelero en España y el Caribe, ¿Por? —puntualiza Lorraine.

Me quedé unos segundos sin saber que responderle, hasta que al fin logro decir.

—Vaya, ahora entiendo lo de la limusina.

—Con que algo no nos contaba el casanova, desembucha.

Antes de poder responderle sonó el silbato, había terminado el partido de Juliette y Victoria que, en este partido se lleva la victoria. Vienen hacia nosotros jadeando y tomando unas Gatorade del refrigerador y se sientan a nuestro lado.

—Que intenso ha sido eso ¿No?

—Si Victoria, pero, esta es la segunda vez que me ganas, así que esta será la última, eso te lo prometo —replica Juliette.

—No prometas lo que no puedes cumplir —ríe Victoria ante su comentario.

—Esperen chicas, que aquí se está cocinando algo —comenta Lorraine antes de que las chicas empezaran a pelearse— se trata de Ally Westing.

—¿Esa engreída? No me venga a arruinar la tarde por favor.

—Anda, cuenta, ¿Qué ha pasado? —dice Juliette.

—No es nada especial, ella contactó a una de mis amigas para hablar conmigo personalmente, pero de repente quiere ayudar a promocionar mis obras, me invita a su fiesta de cumpleaños y es la primera vez que la veo en mi vida, bueno, la segunda —les comparto a mis amigos.

—¿A qué te refieres?

—Estaba en una cafetería con un amigo y la vi al frente del establecimiento, no me habrá visto, no creo, volteé a ver a mi amigo y cuando miré de nuevo en donde estaba, se había ido.

Me tomé un momento para pensarlo; aunque estoy en los medios, para ser una coleccionista de arte no he escuchado de ella hasta ayer, y eso que conozco a muchas personas, no puedo creer la coincidencia de que no nos hayamos encontrado, es desconcertante.

—Yo que tú iría a esa fiesta, una persona tan importante como ella tendrá algún motivo, seguro le gustas —comenta Chadler.

—Creo que sí pero... ¿Solo eso? No sé, es extraño.

—Le das demasiada importancia al asunto, solo no seas un capullo, o puede que el próximo abandonado seas tú —expresa Victoria con arrogancia.

—Supongo que tienen razón chicas, chicos, gracias.

Mi celular suena, es Brigitte.

—Hola, ¿Estás ocupado ahora mismo?

—Bueno, sí, pero ya me dirás, ¿Pasa algo?

—¿Puedes llegar a mi casa en quince minutos? —dice ahogando unos sollozos.

—¿Estas llorando? Bueno, ya me pongo en camino, dame media hora.

—Bien, estaré en mi casa.

Cuelgo.

—¿Ha pasado algo grave? —me pregunta Juliette.

—Espero que no, Chadler, dejemos la partida para luego, tengo que irme.

—Está bien, me haces saber cualquier cosa ¿Bien?

—Bien.

Me dirijo a la ducha y en unos minutos estoy listo, ya en la salida hablo con el valet parking y en unos segundos mi auto está conmigo, subo y no me puedo tranquilizar, esto me sabe a mal presentimiento, pues Brigitte no es de las que llora a menudo, ha llorado, pero no por pequeñeces. Poco a poco el sol va bajando su intensidad, la brisa se vuelve cada vez más fría, de manera progresiva las luces de la ciudad se van encendiendo. Tomo la Bd Periphérique y me dirijo a su departamento, en el Inmeubler Molitor. Al llegar le entrego las llaves de mi auto a otro vallet y me adentro al lobby, el recepcionista me conoce, pero como protocolo debe llamar a Brigitte para que me deje subir, le dan la confirmación y en unos segundos estoy en la puerta de su quinto piso, un poco nervioso pero dispuesto a ayudar, toco el timbre y me abre inmediatamente. Viste un pijama rosa y su cabello esta desaliñado, pero tan hermosa como siempre, aunque sus ojos están enrojecidos. Se sienta en el sofá y apaga la TV, esto es lo primero que se me ocurre decir.

—¿Estás bien? ¿Qué es lo que sucede? No sé que es lo que ha pasado, pero tranquila, que todo se puede arreglar.

—Esto sí que no, y la verdad no sé que hacer, necesitaba escuchar lo que quisieras decir al respecto.

—Pues a ver, adelante.

El tiempo se ralentiza, desde las cortinas pasan los últimos rayos del sol de este día, y las palabras salen tan lentas que apenas logro entenderla.

—Estoy embarazada. 

© Austeen Clark,
книга «El Artista».
Capítulo 8 - Consecuencias
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