Capítulo 20
Cuando terminé, vi que todo había resultado
perfecto. La pared no presentaba la más leve
señal de arreglo. Con el mayor cuidado barrí el
suelo y recogí los escombros, miré triunfalmen-
te en torno mío y me dije: "Por lo menos, aquí,
mi trabajo no ha sido infructuoso".
Mi primera idea, entonces, fue buscar al
animal que fue causante de tan tremenda des-
gracia, porque, al fin, había resuelto matarlo. Si
en aquel momento hubiera podido encontrarle,
nada hubiese evitado su destino. Pero parecía
que el artificioso animal, ante la violencia de mi
cólera, habíase alarmado y procuraba no pre-
sentarse ante mí, desafiando mi mal humor.
Imposible describir o imaginar la intensa, la
apacible sensación de alivio que trajo a mi co-
razón la ausencia de la detestable criatura. En
toda la noche se presentó, y ésta fue la primera
que gocé desde su entrada en la casa, durmien-
do tranquila y profundamente. Sí; dormí con el
peso de aquel asesinato en mi alma.
perfecto. La pared no presentaba la más leve
señal de arreglo. Con el mayor cuidado barrí el
suelo y recogí los escombros, miré triunfalmen-
te en torno mío y me dije: "Por lo menos, aquí,
mi trabajo no ha sido infructuoso".
Mi primera idea, entonces, fue buscar al
animal que fue causante de tan tremenda des-
gracia, porque, al fin, había resuelto matarlo. Si
en aquel momento hubiera podido encontrarle,
nada hubiese evitado su destino. Pero parecía
que el artificioso animal, ante la violencia de mi
cólera, habíase alarmado y procuraba no pre-
sentarse ante mí, desafiando mi mal humor.
Imposible describir o imaginar la intensa, la
apacible sensación de alivio que trajo a mi co-
razón la ausencia de la detestable criatura. En
toda la noche se presentó, y ésta fue la primera
que gocé desde su entrada en la casa, durmien-
do tranquila y profundamente. Sí; dormí con el
peso de aquel asesinato en mi alma.
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