CAPÍTULO 12
definida, que le cubría casi toda la región del
pecho.
Apenas puse en él mi mano, se levantó re-
pentinamente, ronroneando con fuerza, se res-
tregó contra mi mano y pareció contento de mi
atención. Era pues, el animal que yo buscaba.
Me apresuré a proponer al dueño su adquisi-
ción, pero éste no tuvo interés alguno por el
animal. Ni le conocía ni le había visto hasta
entonces.
Continué acariciándole, y cuando me dis-
ponía a regresar a mi casa, el animal se mostró
dispuesto a seguirme. Se lo permití, e inclinán-
dome de cuando en cuando, caminamos hacia
mi casa acariciándole. Cuando llego a ella se
encontró como si fuera la suya, y se convirtió
rápidamente en el mejor amigo de mi mujer.
Por mi parte, no tardó en formarse en mí
una antipatía hacia él. Era, pues, precisamente,
lo contrario de lo que yo había esperado. No sé
cómo ni por qué sucedió esto, pero su evidente
ternura me enojaba y casi me fatigaba.
pecho.
Apenas puse en él mi mano, se levantó re-
pentinamente, ronroneando con fuerza, se res-
tregó contra mi mano y pareció contento de mi
atención. Era pues, el animal que yo buscaba.
Me apresuré a proponer al dueño su adquisi-
ción, pero éste no tuvo interés alguno por el
animal. Ni le conocía ni le había visto hasta
entonces.
Continué acariciándole, y cuando me dis-
ponía a regresar a mi casa, el animal se mostró
dispuesto a seguirme. Se lo permití, e inclinán-
dome de cuando en cuando, caminamos hacia
mi casa acariciándole. Cuando llego a ella se
encontró como si fuera la suya, y se convirtió
rápidamente en el mejor amigo de mi mujer.
Por mi parte, no tardó en formarse en mí
una antipatía hacia él. Era, pues, precisamente,
lo contrario de lo que yo había esperado. No sé
cómo ni por qué sucedió esto, pero su evidente
ternura me enojaba y casi me fatigaba.
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