Capítulo 7
de perversidad, espíritu del que la filosofía no se
cuida ni poco ni mucho.
No obstante, tan seguro como que existe mi
alma, creo que la perversidad es uno de los
primitivos impulsos del corazón humano, una
de esas indivisibles primeras facultades o sen-
timientos que dirigen el carácter del hombre...
¿Quién no se ha sorprendido numerosas veces
cometiendo una acción necia o vil, por la única
razón de que sabía que no debía cometerla?
¿No tenemos una constante inclinación, pese a
lo excelente de nuestro juicio, a violar lo que es
la ley, simplemente porque comprendemos que
es la Ley?
Digo que este espíritu de perversidad hubo
de producir mi ruina completa. El vivo e in-
sondable deseo del alma de atormentarse a sí
misma, de violentar su propia naturaleza, de
hacer el mal por amor al mal, me impulsaba a
continuar y últimamente a llevar a efecto el
suplicio que había infligido al inofensivo ani-
mal. Una mañana, a sangre fría, ceñí un nudo...
cuida ni poco ni mucho.
No obstante, tan seguro como que existe mi
alma, creo que la perversidad es uno de los
primitivos impulsos del corazón humano, una
de esas indivisibles primeras facultades o sen-
timientos que dirigen el carácter del hombre...
¿Quién no se ha sorprendido numerosas veces
cometiendo una acción necia o vil, por la única
razón de que sabía que no debía cometerla?
¿No tenemos una constante inclinación, pese a
lo excelente de nuestro juicio, a violar lo que es
la ley, simplemente porque comprendemos que
es la Ley?
Digo que este espíritu de perversidad hubo
de producir mi ruina completa. El vivo e in-
sondable deseo del alma de atormentarse a sí
misma, de violentar su propia naturaleza, de
hacer el mal por amor al mal, me impulsaba a
continuar y últimamente a llevar a efecto el
suplicio que había infligido al inofensivo ani-
mal. Una mañana, a sangre fría, ceñí un nudo...
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