CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
capítulo 14
CAPÍTULO 15
Capítulo 16
Capitulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
capítulo 22
Capítulo 23
FIN
CAPÍTULO 15
que es posible imaginar. Mi mujer, no pocas
veces, había llamado mi atención con respecto
al carácter de la mancha blanca de que he
hablado y que constituía la única diferencia
perceptible entre el animal extraño y aquel que
había matado yo. Recordará, sin duda, el lector
que esta señal, aunque grande, tuvo primitiva-
mente una forma indefinida. Pero lenta, gra-
dualmente, por fases imperceptibles y que mi
razón se esforzó durante largo tiempo en con-
siderar como imaginaria, había concluido ad-
quiriendo una nitidez rigurosa de contornos.
En ese momento era la imagen de un objeto
que me hace temblar nombrarlo. Era, sobre
todo, lo que me hacía mirarle como a un mons-
truo de horror y repugnancia, y lo que, si me
hubiera atrevido, me hubiese impulsado a li-
brarme de él. Era ahora, digo, ta imagen de una
cosa abominable y siniestra: la imagen ¡de la
horca! ¡Oh lúgubre y terrible máquina, máquina
de espanto y crimen, de muerte y agonía!
© ArDnAiK LoOp,
книга «"EL GATO NEGRO"».
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