Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 11
El amanecer en Montreal trajo consigo un poco de claridad en medio de una niebla densa que parecía envolver la ciudad en un manto de misterio. Me desperté temprano, con el ruido distante de la vida urbana filtrándose a través de las ventanas del hotel. La sensación de urgencia me acompañaba, un recordatorio constante de que cada minuto contaba.

Después de una serie de reuniones con las autoridades locales, Cooper y yo nos encontrábamos en un pequeño café del centro de la ciudad, revisando los detalles de la investigación.

—Necesitamos saber más sobre las conexiones del pastor aquí en Montreal. Estamos en una ciudad diferente y debemos cambiar de estrategia—dije, mientras hojeaba los documentos del dossier—. Dawson mencionó que podría tener vínculos con algunas iglesias locales.

Cooper asintió, tomando un sorbo de su café.

—La policía canadiense ha estado investigando a algunas iglesias que podrían estar involucradas. Pero hasta ahora, no han encontrado nada concreto y su investigación ha sido limitada.

—¿Qué tipo de iglesias son?—pregunté—. La evidencia que tenemos señala prácticas de satanismo y en los informes no pudieron determinar a qué tipo de rituales se sometían Clara, Fátima, Isabel y Catalina. ¿Por qué estas mujeres lo llaman pastor, maestro o profesor? ¿Cuáles son las ideologías y creencias del culto? ¿Qué dijo el agente Stevens sobre el dueño de los clubes nocturnos que capturaron ayer? ¿Dónde están los documentos y los informes sobre eso?

Miré a Cooper esperando una respuesta.

De repente, mi teléfono sonó. Era una llamada del agente encargado Dawson.

—¿Qué pasa?—pregunté, respondiendo al teléfono.

—Acabamos de recibir información de que el pastor podría estar escondido en un suburbio al norte de Montreal. La policía local está preparando un operativo para mañana por la mañana—explicó Dawson.

—¿Qué tipo de apoyo podemos esperar?—pregunté, mirando a Cooper.

—Tendrán todo el apoyo que necesiten. Acabo de llegar a un acuerdo con el alcalde de la ciudad y los respaldará en todo lo que haga falta. Esta es la oportunidad de infiltrarse que el agente Cooper insistió tanto en conseguir.

—¿Infiltrarnos?

Cooper me miró con renovado interés.

—El alcalde solo quiere mantener el orden y el control en la ciudad—siguió el agente Dawson al teléfono—. Tengo experiencia en estos casos; cuando empecemos a incomodarlos, nos van a presionar de todas partes para que desistamos de la investigación. Necesito que sean cautelosos, astutos y discretos.

—No estoy segura de lo que quiere decir, agente.

—Que esta gente del culto tal vez esté más provechosamente relacionada de lo que creemos.

—¿Cómo para amenazar o extorsionar al alcalde?

—Sí.

—¿Y por qué intimidarlo y no sobornarlo?

—Agente, no tengo todas las respuestas—continuó con un tono frustrado—. He tenido un gran lío por este culto aquí en Seattle; han cometido tantos delitos que ni siquiera puedo enumerarlos. Estamos haciendo un esfuerzo monumental para cerrar el caso y soy optimista de que podemos conseguirlo en algunas horas. Logramos cerrar todos sus locales y negocios, sobre todo la base del culto con sus 500 miembros. Sus conexiones derivan de allí, de pequeños empresarios que son miembros o seguidores del culto. Incluso medios locales.

—¿Cuál es la motivación del culto? ¿Por qué hacen lo que hacen? ¿Cuál es su propósito? ¿Qué planean conseguir?

—Aún no lo sé, y te toca a ti y al agente Cooper averiguarlo. Necesito que ambos hagan su trabajo, para eso están allí.

—Entendido, señor—pronuncié antes de que me colgara.

Cooper deslizó hacia mí una carpeta sobre la mesa.

—Échale un ojo—me dijo señalando la carpeta—. Estás llena de preguntas y me estás poniendo nervioso.

Sonreí.

—Estoy teniendo dificultad para pensar con claridad y necesitamos entender cómo funcionan las conexiones del culto y establecer el perfil psicológico de su cabecilla.

—Estoy trabajando en eso. Y ya te había dicho que infiltrarnos era clave para entender su estructura.

—Vamos a ponernos en marcha entonces.


Al día siguiente, la reunión matutina avanzó con una serie de estrategias y tácticas que discutimos en grupo. La policía canadiense estaba dispuesta a colaborar, pero había un nivel de desconfianza que flotaba en el aire. La idea de que un par de forasteros viniera a resolver un problema local siempre causaba fricciones.

Finalmente, acordamos organizar una operación encubierta para observar y estudiar al pastor. Cooper y yo nos ofrecimos como únicos voluntarios para infiltrarnos en uno de los eventos del culto, que se llevaría a cabo esa misma noche en un antiguo teatro de la ciudad. La idea era clara: hacer que el pastor se sintiera seguro y expuesto, mientras nosotros nos manteníamos listos para actuar.

© Luu Herrera ,
книга «DECEMBER 11».
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