Capítulo 2
Después de dejar al agente Cooper, me dirijo a la sala de evidencias para entregar las flores negras y la nota. Mientras camino por los pasillos del edificio intento ignorar las miradas curiosas de mis colegas. Sabía que la noticia de mi llegada se había propagado como reguero de pólvora. Trato de mantener la compostura a pesar de los nervios que me invaden. Me siento como si estuviera en una película de espías, pero la verdad es que la realidad es mucho más cruda y complicada. Mi mente no puede evitar divagar sobre el caso en el que estoy a punto de sumergirme. Un culto en los suburbios de la ciudad, las atrocidades que han cometido, las víctimas que han dejado a su paso. Todo eso es un recordatorio constante de por qué hago lo que hago, por qué elegí esta carrera en el FBI.
Al llegar al laboratorio, entrego las flores y la nota al agente encargado, un hombre de mediana edad con gafas y una bata blanca. El técnico forense las examina con detenimiento, pero no parece encontrar nada fuera de lo común.
—Lo siento, agente McDowell. No hay huellas, ni rastros de ADN. Parece que quien envió esto tuvo mucho cuidado.
—Gracias de todas formas. ¿Podrías analizar la tinta de la tarjeta? Tal vez eso nos dé alguna pista.
—Claro, lo haré de inmediato. Te avisaré en cuanto tenga los resultados.
Salgo de la sala de evidencias y me dirijo a mi nuevo oficina. Es más amplia que la que tenía en Portland, pero aún se siente extraña. Dejo mi abrigo en el perchero y me siento frente al escritorio. Enciendo la computadora y comienzo a revisar los archivos del caso.
Informes de incidentes, registros de llamadas, fotografías de escenas del crimen. Todo apunta a un grupo organizado y violento que opera en los suburbios de Seattle. Secuestros, lavado de dinero, asesinatos, tráfico de drogas y personas. Es una organización criminal peligrosa y despiadada. Una secta. Un culto.
Las horas pasan volando mientras me sumerjo en la investigación, revisando cada detalle, cada pista que pueda llevarnos más cerca de desmantelar esta secta. Finalmente, el agente encargado del laboratorio me informa que ha encontrado algo en las flores y en la tarjeta, tomándome por sorpresa.
Con una sensación de anticipación, me dirijo hacia el laboratorio para conocer los resultados. El agente me muestra los informes y me explica que las flores y la tarjeta están impregnadas con una sustancia química que se utiliza comúnmente en la fabricación de explosivos.
Mis instintos se ponen en alerta. Aún no puedo determinar la relación de las flores con el caso en el que me han asignado, pero sé que no podemos perder ni un segundo.
Salgo del laboratorio con pasos decididos, sintiendo el peso de la responsabilidad en mis hombros. Sé también que no puedo bajar la guardia, no aquí, no ahora.
De regreso a mi oficina, me siento frente a mi escritorio y comienzo a repasar otra vez los informes y archivos que me han proporcionado sobre el culto. Hay tantas piezas sueltas, tantos detalles que no encajan.
Escucho un golpe en la puerta y levanto la vista. Es el agente Cooper.
—¿Puedo pasar?
—Adelante.
Entra y cierra la puerta detrás de él. Se acerca al escritorio y se sienta frente a mí.
—Entonces... ¿Tienes alguna idea de quién podría estar detrás de esas flores y la tarjeta?
Lo miro con cautela. No estoy segura de si puedo confiar en él todavía.
—Honestamente, no. Pero sé que está relacionado con los casos en los que he trabajado en el pasado. Alguien que quiere atormentarme.
—¿Tienes enemigos? ¿Alguien que quiera vengarse de ti?
Suspiro y me recargo en el respaldo de la silla.
—Desafortunadamente, sí. Cuando trabajaba en Portland, me enfrenté a algunas organizaciones criminales peligrosas. Tal vez sea alguna de ellas.
El agente Cooper asiente pensativo, pero puedo ver la determinación en sus ojos grises.
—Entiendo. Bueno, sea quien sea, vamos a encontrarlo y detenerlo. Trabajaremos juntos en este caso.
Lo miro con escepticismo.
—¿Estás seguro de que podremos trabajar bien juntos? No pareces muy entusiasmado con la idea.
Él esboza una sonrisa ladeada.
—Digamos que no soy muy fan de los compañeros.—Hace una pausa y me mira—Y no sé porqué pero estoy seguro de que tú tampoco. Pero si el jefe Dawson cree que es lo mejor, entonces lo haré.
—Bien. Entonces comencemos. Tenemos un culto terrorista que detener.
Me levanto y él me imita.
Salimos de la oficina y nos dirigimos a la sala de reuniones, donde el equipo nos espera para analizar el caso. Siento una mezcla de nerviosismo y determinación. Este no será un caso fácil, pero estoy lista para enfrentarlo, con o sin la ayuda del agente Cooper.
La noche está oscura, pero sé que cada segundo cuenta. No hay tiempo para dudar; un peligro inminente se cierne sobre la ciudad, y es nuestra misión evitar que estalle.
Al llegar al laboratorio, entrego las flores y la nota al agente encargado, un hombre de mediana edad con gafas y una bata blanca. El técnico forense las examina con detenimiento, pero no parece encontrar nada fuera de lo común.
—Lo siento, agente McDowell. No hay huellas, ni rastros de ADN. Parece que quien envió esto tuvo mucho cuidado.
—Gracias de todas formas. ¿Podrías analizar la tinta de la tarjeta? Tal vez eso nos dé alguna pista.
—Claro, lo haré de inmediato. Te avisaré en cuanto tenga los resultados.
Salgo de la sala de evidencias y me dirijo a mi nuevo oficina. Es más amplia que la que tenía en Portland, pero aún se siente extraña. Dejo mi abrigo en el perchero y me siento frente al escritorio. Enciendo la computadora y comienzo a revisar los archivos del caso.
Informes de incidentes, registros de llamadas, fotografías de escenas del crimen. Todo apunta a un grupo organizado y violento que opera en los suburbios de Seattle. Secuestros, lavado de dinero, asesinatos, tráfico de drogas y personas. Es una organización criminal peligrosa y despiadada. Una secta. Un culto.
Las horas pasan volando mientras me sumerjo en la investigación, revisando cada detalle, cada pista que pueda llevarnos más cerca de desmantelar esta secta. Finalmente, el agente encargado del laboratorio me informa que ha encontrado algo en las flores y en la tarjeta, tomándome por sorpresa.
Con una sensación de anticipación, me dirijo hacia el laboratorio para conocer los resultados. El agente me muestra los informes y me explica que las flores y la tarjeta están impregnadas con una sustancia química que se utiliza comúnmente en la fabricación de explosivos.
Mis instintos se ponen en alerta. Aún no puedo determinar la relación de las flores con el caso en el que me han asignado, pero sé que no podemos perder ni un segundo.
Salgo del laboratorio con pasos decididos, sintiendo el peso de la responsabilidad en mis hombros. Sé también que no puedo bajar la guardia, no aquí, no ahora.
De regreso a mi oficina, me siento frente a mi escritorio y comienzo a repasar otra vez los informes y archivos que me han proporcionado sobre el culto. Hay tantas piezas sueltas, tantos detalles que no encajan.
Escucho un golpe en la puerta y levanto la vista. Es el agente Cooper.
—¿Puedo pasar?
—Adelante.
Entra y cierra la puerta detrás de él. Se acerca al escritorio y se sienta frente a mí.
—Entonces... ¿Tienes alguna idea de quién podría estar detrás de esas flores y la tarjeta?
Lo miro con cautela. No estoy segura de si puedo confiar en él todavía.
—Honestamente, no. Pero sé que está relacionado con los casos en los que he trabajado en el pasado. Alguien que quiere atormentarme.
—¿Tienes enemigos? ¿Alguien que quiera vengarse de ti?
Suspiro y me recargo en el respaldo de la silla.
—Desafortunadamente, sí. Cuando trabajaba en Portland, me enfrenté a algunas organizaciones criminales peligrosas. Tal vez sea alguna de ellas.
El agente Cooper asiente pensativo, pero puedo ver la determinación en sus ojos grises.
—Entiendo. Bueno, sea quien sea, vamos a encontrarlo y detenerlo. Trabajaremos juntos en este caso.
Lo miro con escepticismo.
—¿Estás seguro de que podremos trabajar bien juntos? No pareces muy entusiasmado con la idea.
Él esboza una sonrisa ladeada.
—Digamos que no soy muy fan de los compañeros.—Hace una pausa y me mira—Y no sé porqué pero estoy seguro de que tú tampoco. Pero si el jefe Dawson cree que es lo mejor, entonces lo haré.
—Bien. Entonces comencemos. Tenemos un culto terrorista que detener.
Me levanto y él me imita.
Salimos de la oficina y nos dirigimos a la sala de reuniones, donde el equipo nos espera para analizar el caso. Siento una mezcla de nerviosismo y determinación. Este no será un caso fácil, pero estoy lista para enfrentarlo, con o sin la ayuda del agente Cooper.
La noche está oscura, pero sé que cada segundo cuenta. No hay tiempo para dudar; un peligro inminente se cierne sobre la ciudad, y es nuestra misión evitar que estalle.
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