Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 6
Llegué a la oficina central del FBI antes del amanecer. El sol apenas comenzaba a asomarse entre las nubes. El lugar estaba en plena actividad, con agentes moviéndose de un lado a otro, teléfonos sonando y pantallas parpadeando con información. Todos esperaban la llegada de los informes forenses que podrían cambiar el rumbo de nuestra investigación. Debía recordarme a mí misma que era mi segundo día en Seattle, que llevaba poco más de cuarenta horas en la ciudad, que aún no me había familiarizado con los otros agentes y con el resto de la sede. La noche anterior fue un caos absoluto, y ahora, con los informes de las evidencias en mano, comenzaríamos a armar el rompecabezas junto con lo que habíamos encontrado en la iglesia.

Me instalé en mi escritorio, rodeada de documentos y evidencias que aún estaban por analizar. La pantalla de mi computadora parpadeó, anunciando la recepción de un nuevo correo. Era el informe preliminar sobre el cadáver de la joven. Con el corazón acelerado, abrí el archivo.

El análisis del cadáver encontrado en el restaurante era inquietante. El informe revelaba que la mujer tenía aproximadamente veintiseis años. Su ADN coincidía con varias bases de datos de mujeres desaparecidas en los últimos años. La autopsia indicó que había sido víctima de la explosión, y en su sistema se encontraron trazas de sustancias químicas que se correlacionaban con los explosivos descubiertos en el restaurante. Era evidente que había llegado a un punto de no retorno en su vida. El perfil de la mujer fallecida sugería que las otras podrían tener antecedentes similares. El análisis de los restos y las pruebas encontradas en el laboratorio improvisado reforzaban la teoría de que el culto buscaba expandir su control a través de actos de terror.

Me dirigí directamente a la sala de reuniones, donde el agente Dawson y su equipo ya estaban reunidos, revisando informes y documentos. Me uní al grupo, ansiosa por escuchar un poco más de lo que los agentes habían encontrado sobre el caso y presentar mi informe. La sala estaba llena de papeles, fotos y gráficos que documentaban cada detalle de nuestra investigación. Me acerqué a la mesa donde el agente Stevens revisaba los informes más recientes del equipo vigilancia y observación.

—¿Alguna novedad? —pregunté

El agente Dawson fue el primero en hablar. Su voz resonó en la sala, proyectando una mezcla de gravedad y seriedad.

—Sí, acabamos de recibir el informe completo sobre la joven fallecida en el restaurante.—dijo Dawson, levantando la vista del documento—. Aquí hay algunos datos interesantes.

Tomé asiento y le pedí que continuara.

—La joven se llamaba Clara Martínez, tenía veintiseis años y había estado desaparecida durante varios meses antes de la explosión.—Hizo una pausa, permitiendo que la información calara en todos nosotros—. Según los registros, Clara había vivido en un barrio problemático de la ciudad, se había dedicado al modelaje, al canto y al streaptease en clubes nocturnos. Tenía antecedentes de abuso de sustancias y signos de haber estado involucrada en varias actividades ilícitas. Sin embargo, no se había vuelto a saber nada de ella hasta la explosión.

El agente Cooper tomó la palabra, armando un perfil más detallado de Clara.

—Clara era originaria de México, pero en los últimos años había estado en un círculo social muy cerrado. Se la conocía en varios clubes nocturnos por dedicarse al streaptease. También por campañas de modelaje, especialmente en ciertos eventos que giraban en torno a la recaudación de fondos y al ocultismo. Al parecer, estaba muy interesada en las prácticas esotéricas.

—Eso encaja con lo que sabemos del culto—respondí, con la mente ya trabajando en posibles conexiones—. ¿Algo más?

—Sí, parece que Clara había estado en contacto con varias mujeres en los últimos meses, todas con antecedentes similares. Se cree que formaban parte de un grupo más grande, que se reunía en la iglesia abandonada en el bosque a las afueras de la ciudad. Eso podría ser nuestra conexión con las otras tres mujeres—explicó Cooper, señalando un mapa de la ciudad.

—Sin embargo, a medida que profundizamos, nos dimos cuenta de que también estaba en contacto con personas que estaban relacionadas con el culto que estamos investigando. Tenía un amigo en común con las otras tres mujeres, lo que sugiere que estaban reclutando o manipulando de alguna manera.—Intervino un agente.

Mis pensamientos se agolpaban, cada pieza del rompecabezas encajando lentamente. Clara no era solo una víctima de sus propios actos; ella había sido una posible líder en el culto, tal vez alguien que había querido sobresalir pero fue atrapada en una red más profunda de lo que imaginábamos. Traición.

—Los forenses también encontraron marcas en su cuerpo —continuó Cooper—. Eran símbolos que se asocian con rituales de iniciación del culto. Esto implica que Clara no solo estaba conectada a este grupo, sino que probablemente había sido sometida a algún tipo de adoctrinamiento o coerción.

—¿Hay información sobre las otras mujeres?—pregunté, sintiendo que cada respuesta era un paso más cerca de la verdad.

Stevens se adelantó, con una carpeta en la mano que contenía los últimos informes de vigilancia y testigos. Su expresión era grave.

—Los equipos han revisado las cámaras de seguridad de la zona del restaurante—comenzó—. Encontramos algunas imágenes que podrían ser relevantes.

El agente Stevens proyectó varias imágenes en la pantalla, mostrando a las tres mujeres. Sus rostros eran familiares, pero ahora los miraba con una nueva comprensión.

Las proyecciones en la pantalla mostraban a las tres mujeres, visiblemente nerviosas y en un estado de alerta, justo antes de la explosión. Se podía ver cómo se movían entre las sombras, como si esperaran algo o alguien.

—Aparentemente, llegaron al restaurante en un vehículo que no ha sido identificado —continuó Stevens—. Sin embargo, un testigo mencionó haber visto un coche oscuro estacionado cerca. Eso podría ser nuestra pista.

—¿Quiénes eran?—pregunté, sintiendo que la urgencia de actuar crecía dentro de mí.

Stevens sacó una hoja con los nombres.

—Estas son las tres mujeres que logramos identificar hasta ahora. La primera es Fátima Ferrer, de veintinueve años, también de México. Se la ha visto trabajando en varios clubes nocturnos en los últimos meses. La segunda es Isabel Silva, de veintidós años, es de Brasil, conocida por su trabajo como bailarina. Y la tercera es Catalina García, es de República Dominicana, tiene veinticinco años, ha estado involucrada en actividades criminales como pandillas callejeras y consumo de sustancias. Todas tienen el mismo perfil de Clara. Trabajaron en el mismo club nocturno, que afortunadamente fue cerrado hace unos meses por algunas ilegalidades.

—¿Recibimos alguna otra información sobre la iglesia? —pregunté, sintiendo que el hilo de nuestra investigación comenzaba a tejerse.

—Sí, parecía que era un refugio que había estado en la mira de las autoridades por actividades sospechosas. Tal vez era su base operativa, donde planeaban actividades terroristas más elaboradas y su plan de escape. Ya había rumores de que un grupo radical se refugiaba allí y que realizaban rituales en la profundidad del bosque y quien sabe que más. He enviado un equipo a la iglesia para obtener información adicional. Aún estamos analizando la evidencia. Estamos trabajando en ello.—responde.

—¿Y qué hay de su conexión con el culto? —pregunté, tratando de trazar un mapa mental de sus posibles interacciones.

—Se está realizando un análisis más detallado y se están rastreando todas las ubicaciones que encontramos junto con la evidencia de la iglesia pero parece que Clara y las otras estaban involucradas y tenían en común algo más que solo streaptease—respondió Cooper—. Esto es más serio de lo que pensábamos. Las tres han sido vistas en eventos organizados por el culto y actividades para la recaudación de fondos que no están debidamente registradas. Tienen un enfoque muy intenso y descuidado, han sido denunciados varias veces por distintos delitos y luego se esfuman, son astutos.

Mientras revisábamos los informes, descubrimos que el culto había sido objeto de varias quejas por actividades sospechosas, pero nunca había habido pruebas concretas para llevar a cabo una redada. Sin embargo, con el perfil de Clara y las otras tres mujeres, teníamos una base sólida para actuar.

Antes de hablar, decidí preguntarle a Cooper. Tal vez, podría ofrecer una perspectiva diferente sobre la situación.

—Cooper, creo que estamos cerca de atraparlas —digo, intentando mantener la voz firme a pesar de la incertidumbre que me invadía—. ¿Tienes alguna idea de cómo deberíamos proceder?

La voz de Cooper resonó en la sala, tranquila pero alerta.

—Si el culto es la base, entonces tenemos que infiltrarnos—dice, su voz firme—. Necesitamos saber qué   está pasando, cómo actúan y qué planes tienen.

—Mira, Cooper, infiltrarse en el culto es arriesgado, ya lo sabemos, pero quizás deberíamos considerar algo diferente. En lugar de entrar al culto de inmediato, podríamos instalar aún más vigilancia. Observar desde una distancia segura, recopilar información sobre las personas que entran y salen. Mantendremos un perfil bajo. Veremos si hay patrones en sus movimientos. Es una estrategia válida y, de hecho, más segura. Es lo que hemos estado haciendo.—Intervino Stevens.

Su propuesta resonó en mi mente. Tenía sentido. Podríamos reunir datos sin arriesgarnos a ser descubiertos.

—Necesitamos saber cómo es su estructura. Y solo lo sabremos desde adentro—Replicó Cooper.

—Lo entiendo. Pero tal vez ellos sepan más de nosotros que nosotros de ellos. Nos descubrirían. Y a la señorita McDowell la tienen en la mira.

—Con lo que encontramos podemos atraparlas.—Digo con crispación—Tenemos evidencia suficiente para rastrearlas hasta encontrarlas. Tenían un laboratorio improvisado, causaron varias explosiones en ese edificio y se escaparon en nuestras narices. Mientras ustedes aún vigilaban el lugar.

—Todo ocurrió demasiado rápido.

—No hay excusa, agente.

—McDowell, necesitamos analizar lo que tenemos—Me dice Cooper, tranquilizandome—Tenemos que dar con algunos patrones que puedan guiarnos al culto y destruir su estructura criminal.

—Perfecto, Cooper. Me reuniré contigo en cuanto tenga algo.—Respondo y me levanto para marcharme.

Dawson, que había estado escuchando en silencio, asintió con la cabeza.

—Agente McDowell, agente Cooper—continúa Dawson—. Quiero que encabecen esta operación. Necesitamos su experiencia y su determinación en el campo.

—Por eso estamos aquí.—Respondo de mala gana.

—Todo esto es significativo —dice finalmente—. Vamos a movilizar todos nuestros recursos. Tengo 70 personas trabajando en este caso, en el que se han cometido más de veinte delitos federales, y todo apunta a este culto. Necesitamos investigar cada una de estas ubicaciones y preparar una operación coordinada para atrapar a estas mujeres.

Cooper y yo asentimos.

El agente Stevens recibe una llamada que le ilumina el rostro. Cuelga y nos mira sonriendo.

—Las tenemos. Las han atrapado.
© Luu Herrera ,
книга «DECEMBER 11».
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